Por Magdalena Mirazo.
El abuso: Sobre intensidades y , duraciones y cambios
Visto así, escrito sobre una hoja en blanco y no dentro de un libro de biología, suena bastante kafkiano. Pero, bueno, en lugar de intimidarnos, partimos de los referentes para metamorfosearlos.
«Su ventana daba a un desierto, en el cual se fundían indistintamente el cielo y la tierra igualmente grises»
El desierto y el gris- algunas veces- la alegría, algunas otras, son justamente los sentimientos, al recordar cómo se hacía el ovillo: los brazos en paralelo a la altura del pecho.
Las manos sostenían la madeja de lana y la hebra fluía. También hubo el nudo y su enredo. Una hilera todo derecho, una hilera todo revés, así se tejía nuestro camino de oruga.
Y, en cada lazada, se auguraban los días por venir.
Y AL PRINCIPIO ERA LA LARVA
La juventud es apenas una de sus cualidades. Con bastante esfuerzo- porque van de a pie- logran andar distancias considerables. No persiguen otro objetivo que alimentarse, crecer y cambiar- una y otra vez- de vestuario; mejor dicho, de talla.
Un día, se repliegan en su capullo y, a partir de ese momento, comienza para ellas una nueva vida, al punto que cuesta reconocer al mismo individuo en ese otro envase y con otras capacidades, por ejemplo, el vuelo.
“No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible
– no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.”
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Oliverio Girondo
Has recorrido un largo camino, muchacha. Sin embargo, no siempre conseguís transformarte en mariposa y cumplir los anhelos propios y ajenos. Me encanta que me lo digan de esa manera pero, para todo lo primero, ya se descubrieron muchas soluciones.
Es decir, al principio suena tranquilizador no necesitar ajustarse a los patrones de hermosura. Aunque, apenas pasado ese primer minuto de alivio, sobreviene un temblor incontenible. Pensándolo un poco mejor, se convierte en yugo.
Qué hacemos con las alas cuando tardan en crecer, cuando quedan como primordios o no se despliegan: húmedas y pegajosas.
¿Qué, si nuestro vuelo es nocturno pero no por sofisticado?
¿Y si es rasante?
SER PLUMA LIGERA, ETÉREA, HOJA MUERTA QUE CAE…
El ovillo se deshace y el tejido avanza. Dentro de la pupa, en aparente quietud, el gusano se revuelca, busca en sí mismo “eso” que quiere ser. Empaste de destino y voluntad.
Ella, la oruga y no la mariposa esperada. La oruga inconsistente, que no se anima a no ser la mariposa esperada.
La oruga que se vacía de la expectativa ajena para llenar ese agujero con su propio deseo.
Propio o ajeno.
Mucho o poco.
Lo que adviene o lo excepcional.
La mariposa consigue emerger, entre la memoria y la profecía.
Alucinada.
Las alas son de polvo, sutiles como el devenir que sabrá ir más rápido que el pensamiento.
No vivirá muchos días. Pero, si tan solo viviera uno, esa será su victoria.