Abuso: sobre “El rapto de Proserpina”, de Bernini.

Por Adriana Valletta

LAS CAPAS DE PROSEREPINA Y PLUTÓN

Bernini - escultura - 1               De acuerdo a dónde nos ubiquemos, esta escultura de Bernini- en base al mito de Proserpina y Plutón- puede narrarnos distintos relatos. Ella se deja espiar desde diferentes puntos de mirada. Todo un estilo para circundar con narraciones un enigma de fuerzas centrífugas y centrípetas en juego. Retorcimientos y contragiros.

La distancia mínima entre los cuerpos agrava la apuesta en el juego de seducción. Danza sugerida que podríamos ver, si la escultura- que es “movimiento en figura”-, adquiriese traslación espacial. Seducen la aproximación y el alejamiento, la basculación derrite el hielo del cristal calcita.

Pero no todo es suave danza, despliegue y coreografía.

Un relato posible discurre sobre el abrazo que no fue. Es otro drama. Es otra mirada. Dos tensiones que, a fuerza de esfuerzo por desanudarse, se entrelazan más aun en el mármol. Y así hacen de esa sustancia – sólida y de una pieza- una milhojas de fragilidades.

La mirada ha forzado a la piedra a cumplir su drama. A cada contemplación, corresponde una lámina, puesta tras miles de años sobre el frío y blanco mineral calcita. Nuevas miradas abusan y recrean el mito.

Otro ángulo habilitaría a una paradoja zen. Otras formas de piedra de las cuales huir. Una danza donde descorrer el velo a la desesperación por ser amados y rechazarse a la vez. En la tensión máxima, abrazador y abrazada se trenzan en un nudo de Insolvencia que, paradójicamente, disuelve un poco la soledad. En el juego de sentidos, Plutón- desesperado- parece gritarle a Proserpina la incompletud de todo abrazo.

– Oh, sé mi propia vasija, Proserpina. Y contiene la forma y la medida inabarcable de mí.

Ella quebranta. Se resquebraja, pero sigue. Inquieta sus brazos con decidida potencia. Él arremete:

-Te abrazo, Proserpina.

Y ella lo rechaza. El público contempla el rapto. El drama original de la escultura. Montones de partículas se agrupan en músculos como garras. Entonces y ante una mirada, Proserpina emite un sonido estruendoso de materia dura. Su tono corta el gélido aire. Sin embargo, otros ojos hacen que Proserpina no huya del rapto sino del no abrazo de Plutón. Allí, en lo que no fue, es capturada en mármol.

En este giro danzante, ella también intenta huir de la escultura. Sabe que puede escapar de un relato, pero no del mármol. Aun ante el intento, la materia dura oscila, vacila de incertidumbre. Un abrazo podría haber cancelado la tentativa. Pero no

                  Sello o escudo portentoso contra toda amenaza es el abrazo.

Y no lo logran. No logran abrazarse. Quizá, porque saben que buscan un abrazo imposible. Ese, el abrazo absoluto, habilita ahora a una paradoja- no zen: toda completud es lindera con la muerte, con el fin de la lucha y del drama.

esuuttura maleable cuerpo

 

 

 

 

 

METAMÓRFICA CALCITA

[stextbox id=»info»]El mármol es una roca metamórfica derivada de la roca caliza. Está compuesto, en su mayor parte, del mineral calcita. La fuente original es la sedimentación del carbonato de calcio en forma de restos de animales microscópicos o materiales similares. La roca caliza, así formada, sufre un proceso metamórfico en condiciones adecuadas de presión y temperatura.[/stextbox]

Entonces hay vida dentro de la piedra. Y ambos escuchan. Sueñan:

La piedra misma sometida al devenir de fuerzas en tensión.

El mármol tejido en capas de tiempo.

Capa sobre capa.

La escultura tejida en capas de mármol.

Capa sobre capa. Así también se teje el espacio de estos amantes. En el entrevero y la batalla molecular, el tiempo toma cuerpo. El viejo sueño del campo unificado que, a fuerza de vida, pulsa desde dentro del frío mármol. Mientras, desde fuera, los otros intimidan y presionan con sus miradas.

Adentro y afuera, entonces, empujan al mármol a cumplir su drama, una vez más.

   El no abrazo torna en hijo prodigo.

Olas-de-vidrio_Mario-Ceroli

 

 

 

 

 

EL ABRAZO SAGRADO

Pero, a veces, el asunto muta en guerra santa. Religan los brazos, incluso con aquellos aparentes desconocidos. Equilibran y desequilibran. Contrafuerza y esfuerzos. Un abrazo que no pudo ser- a puro anhelo- se cincela en el siempre mismo acto de fe, promesa de realización. Sólo cambia de forma. Y, en ese cambiar, se resacraliza.

Acto de fe es el abrazo.

Sueñan. Sueñan Plutón y Proserpina. Una voz susurra al oído de ella las formas cristalinas que la habitan. Y siguen en el soñar.

Una voz en off les anuncia: mientras ignoren la composición de su propia materia, no lograrán el abrazo.

Sueñan los cristales. Sueñan. Y las miradas les multiplican el sueño. Entretanto, se refugian del abuso y mezclan lo propio con lo ajeno. Sueña la escultura un abrazo cálido y singular. Lo sella en las miradas que la contemplan.

EL DRAMA DE LA MIRADA.

El drama que Bernini propone a la mirada incluye a otra ausente, de consistencia no marmórea: la famosa madre de Proserpina, que va al rescate de su hija en el mito original. La escultura gira y se desplaza formas. Acá la madre no corre más que hacia su propio no estar. Aquí otras formas pujan por surgir. Proserpina desarma el campo de fuerzas. En ese modo de retorcerse parece más una visión que una ilusión. Si la mirada lo soporta, si no renuncia al relato oculto en la aparente rigidez de la escultura, verá ella misma con asombro, cómo ella y Plutón estallan y se reunifican- mármol adentro- en un abrazo soñado.

Al principio, la mirada giraba alrededor de la escultura. Ahora la escultura gira alrededor de la mirada. La fuerza en piedra hace estos prodigios, grita dentro de la materia. Pero la mirada no tiene voz y ese es su drama. Ausente de su propio sonido, se apropia de dramas marmóreos.

Lo que no sospechan Proserpina ni el ingenuo espectador, lo sospecha la mirada: aquí se mira en círculo, aquí se mira mientras se relata. El mármol abre paso a la narración. Abraza el devenir de posibles historias. A punto de estallar.

 

LA MIRADA COBRA VOZ

cuadrado en piedra ...brazooos.Y recrea la escultura. Hielo cortante, una corriente recorre su mármol, es la voz, la voz de la nueva mirada. Apenas dice. No son palabras. Es el aliento previo a la palabra. Un gemido, una queja, un susurro. Voz baja tiene la mirada, pero dice aunque desespere.

La desesperación de Proserpina no es menor a la de Plutón. Giran las formas alrededor de la mirada. Pulsan por abrazarse y no lo logran. Es la batalla entre el mármol y el abuso de las formas que se imponen. Gritan los amantes por un rescate oculto, irrealizado en otra línea de tiempo. La metamórfica sustancia de la piedra ofrece un caudal ancestral.

Aquí, el abrazo es promesa de un drama suspendido: Otra vez, cuando todo parecía acercarse a la consumación surge, entre los pliegues de la escultura, el abrazo que no fue.

blanco y azul - simil explosion .

[stextbox id=»info» caption=»Posdata»]El trabajo del escultor en mármol comenzaba con la selección del bloque a trabajar. Esto era particularmente importante para artistas como Miguel Ángel. Miguel Ángel, tan famoso por su sentencia, “hacer surgir la forma que ya estaba presente en el mármol”, también tenía otros vicios. En sus escritos no escatima hablar de la relación íntima que establecía con el mármol desde la cantera.[/stextbox]

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