El hastío: La hipocresía de la amistad empresaria y sus cortesanos.

 

 

Por Ricardo Varela.

 

 

 

EL BLANQUEO DE CONCIENCIAS.

 

¿Existe camaradería en las empresas? Con la mercancía más pútrida posible, con su inmaterialidad, con eso trabajan los supuestos amigos. Esa misma inmaterialidad  sostiene el engaño entre ellos.  No son laderos que se estrechan en un abrazo: son cómplices en producir ganancias y beneficios. Todo se maneja en el orden de las lealtades y las traiciones, como en la mafia misma.

Hastiante.

Y, a pesar de lo falaz del espectáculo, una parte de la burguesía capitalista intenta lavar sus conciencias, al enarbolar cierta ideología con un tufillo que parece decir: “somos gente buena a nuestro estilo”

 

 

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ALLÁ LEJOS Y HACE TIEMPO.

 

La primera fundación de Buenos Aires (1536) estuvo en manos de Pedro de Mendoza. Ante el asedio de los portugueses, él resultó el primer adelantado para robar. Llegó en busca de las posesiones de la corona española. Dicho sea de paso, Pedro de Mendoza no la pasó nada bien con la reacción de los querandíes, que le dieron pa´ que tuviera hasta sacárselo de encima. Ya, desde entonces, la fiesta ha sido para unos pocos. La finalidad fue beneficiar a las minorías acomodadas. Y, aunque parezca sorprendente, esa expedición contaba entre sus tripulantes con Jacobo Welser, miembro de una familia de banqueros de Augsburgo, Alemania. Desde entonces, la historia anduvo a los saltos, hasta dar de frente con la segunda fundación, las invasiones inglesas, el mayo “nuestro”. A finales del siglo XVIII, principios del XIX, llegó al poder el general Julio A. Roca y, con él, la consolidación del modelo agro-exportador y el modelo político conservador, basado en el fraude electoral y en la exclusión de las mayorías de la vida política. Por si esto hubiera sido poco, cuarenta años después, irrumpió Juan Domingo Perón con sus reivindicaciones sociales. El corolario: “la Libertadora”. La cosa no quedó ahí. Saltamos otra vez y nos topamos con la dictadura sangrienta entre 1976 y 1983,  apoyada por los grupos económicos nacionales y extranjeros, financiados por los organismos internacionales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial. Más o menos democracia…y siempre los poderosos, dele  marcar el pulso de este país.

“Este país” es una frase acuñada por muchos de nosotros, como si no nos perteneciera o no constituyera nuestra historia. Como si nos costara sentirnos parte de su cuerpo y de su territorio porque nos derrotaron, nos cercenaron, nos robaron una identidad que tanto cuesta restablecer. ¿La identidad se habrá convertido en un sueño que se torna pesadilla? Quizás, por eso añoramos lo que nunca tuvimos.

 

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POR LA CAGADA SE CONOCE AL PÁJARO: DEL DICHO AL HECHO.

 

En su libro “El Pibe”, que retrata una gran parte de la vida del presidente Mau, Gabriela Cerrutti  relata la anécdota de un empleado de la residencia de Olivos. Textual, “aquí, cambian los presidentes, los ministros, los secretarios, eso sí, las visitas son siempre las mismas”.

En el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín, para citar algunos de los episodios vividos desde el retorno de la democracia, allá por el año 1983, hubo dos decisiones políticas que distanciaron al gobierno de la ciudadanía: Las leyes de Obediencia Debida y El Punto Final ponían límite y cierre, a los juicios por la represión sangrienta.

El contexto internacional no era favorable. La guerra fría, la llegada de Ronald Reagan a los Estados Unidos y sus medidas económicas de libre mercado sentaban las bases para lo que se dio en llamar la economía neo-liberal. El secretario de comercio del gobierno radical, Ricardo Mazzorín, protagonizó el conocido episodio de “los pollos de Mazzorín”. Corría el año 1988, las grandes multinacionales del rubro – Cargill entre ellas-, estaban interesadas en mantener los precios altos. Para ello organizaron un look out, un paro de patronales. Con una inflación elevada y con la intención de bajar los precios, el funcionario decidió importar 38.000 toneladas de pollo congelado de Hungría, Venezuela y Brasil, que fueron depositadas en frigoríficos con un costo para el Estado. De ese total importado, alrededor de un 20% no pudo ser vendido, y se puso en mal estado. Las multinacionales, en connivencia con la oposición política y los medios, urdieron un plan para desestabilizar al gobierno. Se dijo que toneladas de pollos eran transportadas en camiones y descargados en el Cinturón Ecológico. Se comprobó que un movilero, presionado por las autoridades del canal, se vio obligado a comprar y enterrar en el lugar pollos adquiridos en un comercio de la localidad de San Martín. La imagen fue contundente. La oposición política sacó provecho de la situación. El inefable ucedeísta, Alberto Albamonte, se paseaba por la Plaza de Mayo disfrazado de “pollito”. Así, llegó a decir que los pollos venían de Chernobyl, la ciudad ucraniana donde ocurrió el mayor desastre nuclear de la historia.

Mientras tanto, Ronald Reagan y Margaret Teacher encarnaban un liberalismo duro, en simultáneo con la caída del bloque comunista. Se creó el Consenso de Washington,  un programa de origen privado, ligado al Fondo Monetario y el Banco Mundial. Desregulación, privatización, ajuste, apertura financiera, todo eso llegó a América latina y a los países de Europa del Este.

 

 

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MENEM LO HIZO.

 

Y como si hubiera sidoa poco: Menem. La traición no se hizo esperar. A los días de asumir, el salariazo y la revolución productiva, que tanto había pregonado en la campaña electoral, quedaron en la nada. El individualismo, el disfrute de los bienes conseguidos con total indiferencia por la situación de las mayorías pasó a ser visto con empatía. El rico y famoso tiene derecho a la impunidad. La dupla Carlos Menem – Domingo Cavallo es la continuadora de las políticas llevadas adelante por Videla – Martínez de Hoz. Logró modificar un modelo inclusivo que hizo de la Argentina, a mediados del siglo pasado, la sociedad más integrada y equitativa de toda Latinoamérica, con niveles compatibles a los países europeos. En boca de José Alfredo Martínez de Hoz, “El menemismo completó la tarea iniciada por los militares”. Esto nos exime de mayores comentarios.

En lo político, también tomó dos decisiones irreconciliables con la población. El 28 de diciembre de 1989, día de los inocentes, firmó el segundo indulto ampliado, que incluía a todos los militares no considerados en las leyes de Obediencia Debida y El Punto Final. También firmó un decreto que restringió el derecho de huelga. Eligió el 17 de octubre de 1990 para hacerlo, el día de mayor legitimidad para los trabajadores y ante la inminencia de un paro general.

 

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LAS TRAICIONES: NUNCA SE ACABAN

 

Y, entre traiciones y decepciones, llegamos a estos días, cuando un economista estrella del  gobierno de M.M., Javier González Fraga, nos dice que era una ilusión la mejora del poder adquisitivo conseguido por los trabajadores, que no era posible vivir dignamente del salario. Su lógica supone que el acceso a los bienes y servicios está reservado a las clases altas de la sociedad: son lugares de pertenencia exclusiva. La lucha de clases nunca se acaba.

Una última traición, o algo así, la de Ricardo Gil Lavedra, el ex camarista, uno de los jueces que juzgó a las Juntas Militares en el año 1985. Las cosas cambian y hoy,  el hombre ha devenido en abogado de la vicepresidenta Gabriela Michetti quien, amparada por los medios, no puede salir de la bolsa de guita. De aquel admirado por muchos, a este gil, Lavedra.

 

LA ÑATA CONTRA EL VIDRIO

 

“Este país” es todas estas trazas de la historia, con sus desfalcos y frustraciones. Quizás estemos otra vez frente a esa etapa en la cual se nos quiso convencer de que entrábamos al primer mundo. O que, incluso, ya formábamos parte de él. Bebidas, frutas, verduras de lugares remotos y no tanto cubren las góndolas de los supermercados, llenan así el hambre de objetos, contornean la ilusión de mitigar el vacío. Ya lo vivimos: esas migajas colisionaban con el verdadero festín que disfrutaban otros mientras- como una plaga de langostas hambrientas-, arrasaban con todo. Son los mismos defraudadores de guante blanco, ellos siempre encuentran explicaciones técnicas e igualmente descaradas, con discursos vacuos, donde abunda el globoludismo, la pobreza cero y el reencuentro de los argentinos.

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Es el consumo ostensible de que hablaba Thorstein Bunde Veblen(1) en su libro -Teoría de la clase ociosa-, “La ostentación insolente de la capacidad de gasto de la burguesía, que constituía su signo de distinción”. Y,  en determinadas situaciones, cuenta con la aquiescencia de los sectores medios, con quienes conforma un colectivo variopinto que confunde tener con ser.

¿Por qué el hastío no hace estallar la tolerancia a la eterna rapacidad de un grupo humano al que nada le alcanza para saciarse?

 

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EL HORIZONTE NO ES UTÓPICO. RESISTIR Y PELEAR

Eduardo Galeano hace una referencia interesante sobre las utopías. En el episodio intervino un amigo suyo, el cineasta argentino Fernando Birri. Mientras participaban de una conferencia conjunta en Cartagena de Indias, Colombia, preguntado para qué servía la utopía, el cineasta contestó de manera magistral, “esta es una pregunta que yo me hago todos los días. Y suelo pensar que la utopía está en el horizonte y, entonces, si yo ando diez pasos, la utopía se aleja diez pasos, y si yo ando veinte pasos, la utopía se coloca veinte pasos más allá; por mucho que yo camine, nunca, nunca la alcanzaré.” Entonces, la utopía sirve para caminar.

Quizás, exista un ejemplo capaz de esa idea – fuerza del cineasta. El de una isla, Cuba, de 111.000 km2, con apenas 11.000.000 de habitantes que, a 150 km del monstruo, resiste. Acaricia sus contornos, roza sus labios utópicos y resiste.

En una reciente entrevista, Liliana Herrero( filósofa- cantante) manifestó: “Son tiempos en los que la grieta tiene mala fama, sin embargo, es allí por dónde hay que transitar. Recorrerla. La grieta nos hará libres. En la totalidad encontraremos sujeción: jamás contención. La totalidad atrapa y nos impide pensar.”

Dedico esta nota, con ironía, a aquellos que sufren de solo pensar cómo los “mersas” pueden colapsarlo todo. Y desde luego, para esos “mersas” y sus luchas por no dejarse avasallar jamás.

¡Hay País!

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(1) Thorstein Bunde Veblen, (Cato, Wisconsin, 30 de julio de 1857- palo alto San Francisco, California, 3 de agosto de 1929) fue un sociólogo y economista estadounidense. Fue fundador, junto con John R. Commons, de la escuela institucionalista norteamericana y, más generalmente, de la corriente institucionalista en las ciencias sociales. Su fama se debe a libros como “La teoría de la clase ociosa” y “La teoría de la empresa económica”, en los que critica de forma apasionada la evolución de la sociedad y la economía de su país.

 

 

 

 

2 Comentarios

  1. Estimado Varela: Coincido casi en su totalidad. Pero las utopías no sirven solo para caminar, a diferencia de las fantasías, son conquistables. El Che era un perseguidor de lo utópico, solo que con rumbo y objetivo claros.

    • «La utopía sirve para caminar», en palabras del cineasta: he sido literal.
      Amamos la utopía porque también sirve para transformar la realidad. No existen divergencias.
      Te quiero.

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