El olvido: Sobre Martín Adán (Rafael de la Fuente Benavides).

Por Anne Diestro

Quise morir la vez sobre los espaldares
De los asientos, y era otra vez otra vida,
Quise morir mi vida, ¡y es tantas, y se olvida!… Porque yo soy el otro cada vez, y me mato como a eterno enemigo y me huyo por los mares y las tierras y los cielos, sí, de mi arrebato…”

Diario de Poeta, (fragmento) 1966-1973

LOS NIÑOS

Barranco es un distrito de la ciudad de Lima, Perú. Lo contonea el mar del Pacífico y los vientos que corren en el litoral. Así venía Rafael, de caminata por los bordes barranquinos. Rafael de la Fuente Benavides fue Martín Adán. A pesar de ser un escritor con una poética tan filosófica y de haberse constituido en una revelación literaria en 1950, en las escuelas donde yo asistí nunca lo mencionaron. Por eso, voy en su búsqueda.

Rafael, el niño, nació en una familia de fuerte poder adquisitivo. La escritura y la lectura estuvieron en confianza con él, desde muy pequeño. Escribió su primer libro, “La casa de cartón”, siendo un adolescente, como ejercicio de gramática y entusiasmado por el estímulo de su profesor de Lengua. «Y pensar que yo escribí «La Casa de Cartón» como un ejercicio de gramática. Mi profesor de gramática fue un español, Emilio Huidobro, el más grande gramático que ha venido jamás al Perú. Me enseñó en el Colegio Alemán.”Martin-adan

De todas maneras, salvo por su profesor de gramática, la escuela no le gustaba mucho: “Ahora hay que ir al colegio con frío en las manos. El desayuno es una bola caliente en el estómago y una dureza de silla de comedor en las posaderas y unas ganas solemnes de no ir al colegio en todo el cuerpo. Tú no comprendes cómo se puede ir al colegio tan de mañana y habiendo malecones con mar abajo”.

Fíjate cómo es la vida. De niña, a mí tampoco me gustaba ir a la escuela. Le decía a mamá que me sentía enferma y, con poner algunas excusas poco creíbles, ya era suficiente. No entendía la necesidad de despertarme tan temprano, ni la de esperar la movilidad en una esquina. La primera vez que leí ese párrafo de “La casa de cartón”, supe que no era la única. Entonces, la lectura de Adán ofició, primero, como una complicidad. Pero la cosa no quedó allí.

EL BIFRONTE

Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
Límpiate de entusiasmo los ojos.
Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza.
Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena.
El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo
”. Poemas Underwood (fragmento), Martín Adán.

jRafael se exilió en Martín y a Martín lo olvidaron. Entonces, pocos se enteraron quién era quién. Todo sucedió en Lima, una ciudad que, en 1908, era una señorita recatada y no usaba minifalda. Así y todo, la familia de Rafael pertenecía a la alta burguesía de la ciudad. Él decidió dejar a un lado las dádivas e hizo de esa ciudad su jardín literario, se internó por voluntad en un sanatorio mental y dio luz a Martín Adán: el escritor.

Rafael vivió en Barranco1, Martín Adán en Magdalena2. ¿Cómo fueron las cosas? Existen dos versiones. Rafael fue rebautizado como Martín Adán, intentó ponerse una máscara y olvidar a Rafael. El “primer hombre”- Adán- combinado con el supuesto nombre del primer mono -Martín-, imposible saber de dónde proviene esta data, pero esto lo declara Armando Bazán, su biógrafo. Este renombrarse tenía una función heterónima. Es decir, la necesidad de siempre ser otro al escribir. Y resultó, también, una estrategia política. Rafael había nacido, como ya dije, en el seno de una familia de la alta burguesía. A su vez, el director de “El amauta”, José Carlos Mariátegui- una revista claramente de izquierda- había leído “La casa de cartón”. Fue el mismo Mariátegui quien le propuso buscarse un seudónimo para protegerse y no irritar a “las fieras”. Casi al final de su vida, declaró: “(Mi vida ha sido un error) en el sentido real, en el sentido social. Pertenezco a una antigua familia de Lima y debía ser ahora, por lo menos, un vocal de la Corte Superior. ¿Y qué?: estoy de ex-bohemio, ni siquiera de bohemio.”

2407h
Martín Adán.

Sin embargo, hablábamos del nombre. Y ocultar a Rafael detrás de Martín no resultó una tarea ni fácil ni definitiva. En 1956, le preguntaron por el significado de ese cambio y él, tan directamente, respondió: «No sea huachafo. ¿Eso a quién importa o qué importancia tiene?».
En la última entrevista que dio, en 1983, a Mario Campos, se produjo el siguiente diálogo:

M.A: ¿Usted cree? ¿Se lee todavía en Lima? ¿Me leen?…

¡Por supuesto!

M.A: Muchas gracias. ¿Pero cuántos conocen mi nombre verdadero?

Hay mucha gente que sigue su poesía, lo que le ocurre a usted, ¿no lo cree, verdad?

M.A: No, no, no, admito plenamente lo que usted me dice. Pero me extraña.

¿Por qué?

M.A: Porque creo que la gente de Lima lee poco, o nada. Lee noticias excitantes, o interesantes desde el punto de vista personal de cada cual. Pero no en sentido universal ¿no?”

REBAUTIZO

José Carlos Mariátegui fue una persona cercana a Rafael y dio fe de la creación de Martín Adán, a quien se refirió como a un “personaje”. Además, escribió el colofón3 de “La Casa de cartón”, donde expresó haber sido parte de la gestación de ese texto. Mariátegui sería el padrino de un rebautizo existencial y comprometido con las letras adánicas. Martín Adán dijo ser un apolítico. Pero Mariátegui lo contradijo: manifiestó que su literatura, sin que él lo sepa, decide factores políticos. ¿Se refería acaso a algo como “una militancia literaria”?

LÍMPIATE DE ENTUSIASMO LOS OJOS

Cuando sepas no preguntar, entonces te diré mi vida”.

Escrito a ciegas, 1961

Martín Adán utiliza en diferentes escritos y entrevistas la palabra “entusiasmo”, la primera vez fue en “Poemas de Underwood”:

Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
límpiate de entusiasmo los ojos.
Los automóviles te soban las caderas volviendo la cabeza”

Tenía 20 años cuando habló de esta manera. A los 75,le hacieron una entrevista y el tema regresó.

–“Los críticos franceses se han admirado de la sabiduría de un muchacho que escribió «La Casa de Cartón». A los 75 años, ¿se considera más sabio que ese lejano adolescente?

M.A: La principal sabiduría es el entusiasmo. Y yo no tengo entusiasmo para nada. Definitivamente, el entusiasmo es la mayor sabiduría. A los 75 años ya no hay entusiasmo.

¿Qué hay, Martín?

M.A: Resignación, ganas de vivir en paz con lo que queda. Soledad.

¿Cuándo se le fue el entusiasmó, Martín?

M.A: No sé cuándo, pero hace muchos años que estoy apartado de la Literatura.

La literatura era su principal entusiasmo…

M.A: Sí, mis ganas de vivir.

¿Nada le haría recuperar el entusiasmo, Martín? ¿Nada?

M.A: Yo no he estado escribiendo y han ido acumulándose poemas míos para Juan Mejía Baca, él es quien los ha recogido, y los ha transcrito a máquina.”

Martín había perdido el entusiasmo, ya no escribía y ni leía. Pero, la etimología de la palabra entusiasmo, estar tomado por los dioses, había estado presente cuando él renació en su rebautizo, entre las palabras y el mar de barranco.

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Portada de «La República», 29 de enero 1985.

MARTÍN Y LOS OTROS

Empezaré con una pregunta, ¿cuántos Martín Adán existieron?
El escritor fue siempre una persona alejada de los grupos de entrevistadores. Aun así, dio unas cuantas entrevistas y, cuando sentía que se incomodaba, la cortaba sin problema. En una ocasión, Laura Paschero
4 (colaboradora de Jorge Luis Borges) hacía su tesis doctoral sobre literatura latinoamericana y le escribió a Martín Adán. Él respondió así:

¿Quieres tú saber de mi vida?
Yo sólo sé de mi paso,
De mi peso,
De mi tristeza y de mi zapato.

Si quieres saber de mi vida,
Vete a mirar al Mar.
¿Por qué me la pides, Literata?
¿Ignoras acaso que, en el Mundo,
Todo de nadas acumuladas,
De desengranar infinitudes,
No sino un trasgo
Eterno, sombra apenas de apetito de algo?

¡Cuando no seas nada más que ser,
Si llegas a la edad de la agonía!
¡Cuando sepas, verdaderamente,
Que es ayuntamiento de muerte y vida!
¡Entonces te diré quién soy,
¡Seguro sí, que ya sin voz, Amiga!”

Escrito a ciegas (fragmento), 1961

LOS 20

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Foto: Pestana.

A los 20 años yo ya había ingresado a la universidad. El tiempo que estuve, traté de trabajar proyectos de mi interés. A esa edad conocí a Martín Adán. La edad que tuvo él cuando publicó “La casa de Cartón”, su primer libro. En mi entorno universitario no había mucho interés por la literatura, excepto por un par de personas con quienes compartía mi entusiasmo por la lectura y el aprendizaje.

Con Martín adán conocí a Federic Chopin. “Travesías en extramares (Sonetos a Chopin)”, es un poemario que él publicó en 1950 y yo leí 60 años después. Iba al malecón de Barranco, lugar al que también iba él, y pensaba que podría caminar por sus pasos y saber de su vida en el oleaje del Pacífico.

Cada vez que escucho decir en primer término que Martín Adán fue un bohemio, me río. Él llegó a ser más, aunque no lo aceptara en entrevistas. Él jugaba con los entrevistadores, decía que no recordaba cómo nació el seudónimo y luego, que esa era una pregunta “huachafa”. Martín Adán era un díscolo e irreverente, nunca aceptó el premio del Congreso de la República y se mantuvo alejado de los reconocimientos públicos. Su caminar por las calles de Barranco, con un bastón y siempre vestido de traje, era propio de un Dandy. Fue Martín Adán. Ramón Rafael de la Fuente Benavides seguirá sus pasos, entre la lectura de los otros. Nosotros somos esos, los de afuera. Los que entramos por el puño de su militancia literaria y hacemos frente en su escritura. Nos detenemos y decimos:

Poesía no dice nada:
Poesía se está callada,
Escuchando a su propia voz”

La piedra absoluta (fragmento) 1966

Martín Adán – Lectura: Escrito a ciegas.

1 Distrito de la ciudad de Lima, Perú.

2 Distrito de la ciudad de Lima, Perú.

3 La casa de cartón – Colofón, página: 81.

4 Laura Paschero responde a Martín Adán: https://barrancodecarton.lamula.pe/2016/03/10/el-leopardo-enjaulado-celia-paschero/barrancodecarton/

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