El olvido: Sobre las dificultades al momento de querer escribir.
Por Sol Bonavoglia
EL CULO CUADRADO
Ya van tres semanas y cuatro madrugadas que no puedo hacer lo que amo, no encuentro las ganas y, por más que quiera, no puedo conseguirlo. Prendo la computadora y me clavo una hora y media sentada, miro la página en blanco de Word, sin poder escribir siquiera una palabra. Cuando ya el culo está hecho un cuadrado, me voy a dormir y me pregunto: ¿Qué carajo estoy haciendo con mi vida? Me acuesto, cierro los ojos y espero a que sea otro día, que sea “MI día”. Y poder, finalmente, escribir.
Cuando me despierto, todo sigue igual, no siento nada especial, sigo sin poder inspirarme.
-Aún sin ganas -me digo en voz alta.
Y, antes de seguir lamentándome, escucho un ruido en mi comedor. Y yo estaba sola.
NADIE ESTÁ SOLO
-Ya no, querida. -me dice un señor con traje, sentado en mi sillón. Me presento. Me estrecha la mano, yo no entiendo nada.
-Mucho gusto, soy Ganas.
-Eeeh…
-¿Qué? ¿No querías estar con Ganas? -dice otro tipo, mientras sale de mi cocina y mastica una manzana.
Ganas asiente, dándole la razón. Pero ya veo que estás con Aburrimiento… Entonces, el otro asiente y yo me quedo petrificada, mirándolos.
-Entonces… ¿ustedes son Ganas y Aburrimiento? Ellos vuelven a afirmar. -Ehh, a lo que me refiero es al sentimiento ganas, quiero tener ganas, no a estar con un tipo que se llama Ganas.
Ganas y Aburrimiento se ríen.
-Empezá a sentirlo en serio. -me responden al mismo tiempo.
-Pero no puedo.
-Sí que podes. Ponele ganas. – dice y se empieza a reír con Aburrimiento.
EL TRÍO DINÁMICO
Yo alzo una ceja y los miro con enojo.
-Ah, pero ustedes son unos pelotudos.
Y, de repente, cuando pienso que esto no puede ser más loco, alguien sale del baño y se acerca a nosotros.
-¡Mala Onda! –dicen, mientras saludan a la mujer que se une a nosotros.
-¿Mala Onda? -pregunto mientras la veo. -¿Qué carajo…? ¿Por qué estabas en mi baño?
Ella no me responde hasta que pasan como treinta segundos y se acomoda en una silla.
-¿Es necesario responder a eso?
Yo niego con la cabeza.
-¿Qué haces en mi casa?
Ella suelta una carcajada.
-Estoy en tu casa desde que tenés cinco años.
Debe ser por eso que soy tan ortiva.
-Entonces, Mala Onda esta acá porque… bueno, ¿soy mala onda? -Ellos asienten. ¿Aburrimiento, ¿lo mismo?, ¿y Ganas?
-No podía evitar tus llamadas, la verdad es que estás tan acomodada en Aburrimiento, que yo acá sobro.
LA QUE FALTABA
Y amaga con irse, pero yo le pido por favor que se quede y que me haga sentir las ganas. Quiero escribir, solo necesito las ganas.
-No puedo ayudar en nada, eso lo hacés vos, intentá buscar la inspiración. ¡Ah, Inspiración!
Y alguien me toca la puerta de casa. Al abrirla, hay otra mujer.
-¿Alguien me llamó?
Se saludan entre todos y yo sigo sin creer lo qué sucede, aunque necesito las ganas, así que no digo nada.
-¿Inspiración, no? -Ella ni se inmuta. -Te necesito, necesito inspiración.
Se queda en silencio, mira a los otros y se ríen todos juntos.
-¿Inspiración? -responde entre risas. -Soy el Olvido.
-¿El qué? -pregunto confundida- ¿qué hace acá?
-El Olvido, nena. Te lo acabo de decir, ¿ya te olvidaste?
Y, entre las risas bobas de los otros, se me ocurre algo.
-Haceme olvidar del aburrimiento.
El aburrimiento levanta una ceja y niega.
-¿Por qué, te aburriste de mí?
Yo pongo los ojos en blanco y espero una respuesta del olvido.
-No.
Al escuchar la respuesta negativa, me rindo. Dejo caer la cabeza en mis manos y, al levantarla, no hay nadie más que yo. Confundida, miro para todos lados, hasta que una mujer aparece frente a mí. ¿Quién es esta? Como si leyera mis pensamientos, dice:
-Soy la escritura. Y una vez que entro yo, ni el Aburrimiento, ni la Mala Onda, ni las Ganas, ni el Olvido, tienen qué hacer.
-¿Y por qué?
-Porque soy lo único que sentís en serio y, aunque no tengas las ganas, te aburras, o lo que fuere, yo voy a estar ahí.
Y desaparece.
No puedo olvidarme que fui capaz de sacarme a toda esa mufa de encima. Si lo hice una vez, lo puedo volver a hacer.