Reflexiones acerca de la miseria: sobre el poder de “los lindos”
Por Alicia Usardi
DESCOSIDOS
Una filigrana que comienza no se sabe cuándo ni quién dio la primera puntada. Sutilmente, toma forma en manos distintas, cada vez que alguien decide un cambio. Y así los pueblos construyen su historia.
La carpeta multicolor se hace trizas. Hace tanto ruido que todo se silencia y nada sale de su lugar. El sol encandila y desaparecen las tormentas. Algo cambió y parece que es para siempre. La lejanía se instala con ese que anda solo con sonrisa de pasta dental. Y entonces la filigrana se desarrolla sobre una figura todavía indefinida.
De pronto, irrumpe un botón por algún lado, un agujero por otro. A veces una protuberancia de cierto color. Pero son disrupciones de un camino que se pretende sin obstáculos. Y el empeño en la limpieza colisiona con la realidad amodorrada, con su voluntad de amaneceres. Y, después, obviamente, nos sorprende la muerte.
LA GUERRA DE LOS LINDOS
¡Cuánta muerte en tan corto tiempo! Sí, comenzó la guerra. Y, por ahora, el enemigo muestra el rostro de un otro lejano quien, por decisión de los lindos, no tiene derecho a la vida. Porque esos lejanos en esas lejanías quieren vivir y brillan en su pelea para preservar el planeta vivo. ¡(H)ay, Santiago!, ¡(H)ay Nahuel!
¡Cuánta muerte en tan corto tiempo! Son 30 y pico de gendarmes muertos, enviados por Patricia Bullrich a «reducir» a la «negrada jujeña». (H)ay , Milagro. Son 44 que fueron con los ojos abiertos a confundirse con el mar. Fueron por decisión de esos pocos: los lindos que siempre se salvan en lugares también lindos rodeados de voces lindas que susurran palabras lindas.
Y los lindos nos llevan al mundo. Nos prometen un esperanzado paseo entre otros lindos que juegan a la guerra contra los débiles. Nunca nos enteramos si nos invitan o no a participar, pero vamos camuflados con restos de fuerza que los lindos derraman en los espejos de nuestro barro.
https://www.youtube.com/watch?v=PxzIRbXvUnc
OBRA ROJA
Contentos, miramos el juego ajeno de la destrucción. Y esa ajenidad, tan propia de la lejanía, ya no es. La palabra ya no está, el lenguaje es otro y se multiplica sin explicación. Por fin somos actores de una obra importante escrita en rojo. Actores de segunda, de tercera línea, que nadie ve, aunque estemos. Africanos, palestinos, indígenas, migrantes lejanos de toda cercanía: la luz llega de la mano de los lindos mutados en miserables cadáveres.