Por Roberto Aguilar.
Abuso: sobre los papeles de una vieja
PAPELES DE UNA VIEJA
Después del incendio de la casa, al lado de las vías del ferrocarril San Martín, mi vida cambió. Es decir: se acortó a tal punto que hoy escribo al borde de mi muerte.
Escribo, con menos vena que la escritura de este diario. No es un diario común ni tampoco perteneció a Lucio V. Mansilla ni a Marco Polo o a Franz Kafka. Son los papeles de una vieja, antes y siempre una niña, una flor que salió de un infierno para meterse en otro más grande: Buenos Aires.
Entre los escombros, después de que los bomberos recogieron los cadáveres en la casa –chorizo (barro y chapa) encontré este diario que transcribo con lujo de detalles y absoluta parsimonia. Este es el último momento al que debo dedicar mi poca energía y saborearlo como el fruto más rico del averno, antes que la nada me condene al viento caliente y al susurro sin voces del desierto.
Y es así: mañana moriré, pero no sin antes dar a conocer qué leí y qué me llevó a esta hora de la parca.
¡Pobre vieja! ¡Pobre niña! ¡Pobre cadáver chamuscado sin que nadie lo llore! A no ser… A no ser que un imbécil como yo lo transcriba para otro imbécil- uno cualquiera- y la ronda de imbéciles encadenados haga un universo de maricones y llorones. ¿Para qué? La vieja no existe más y la meada más larga de ustedes y mía mojó, quemó los pétalos de aquella flor: una pasionaria. La única, la más hermosa que yo recuerde de esta mierda de ciudad. Dios o la nada omnipotente no nos perdonen.
UN DÍA CUALQUIERA
Desde que aprendí a escribir, querido diario, –después de los 40-, no hago más que nombrarla. Carmen se llama y se llamaba porque la perdí. No la encontré más desde aquel día cualquiera de intenso frío en el Parque los Andes.Ya no la sufro, por eso puedo hablar de ella:
A ella, que la ataron a un poste en las costas de Entre Ríos. ¡Válgame el cielo! Le pegaron con cadenas. ¡Válgame la Tierra! Y era sólo a ella. Sin embargo, no por ellos o ellas. Sino a ella, su madre, que se parecía a muchos o muchas, la ataban a un poste con cadenas. Carmen se desternillaba en súplicas a cada eslabón marcado en sus piernas y muslos. Lloraba y reclamaba perdón y la interrupción de su martirio, a Dios y a su madre. ¿Y por qué todo este castigo? ¡Porque había mentido! ¿Podés creer? La negra, –así la llamaba su madre- de cinco añitos de edad, había mentido.
Llegaba la noche y sus primos la desataban. Mientras tanto, sus 10 hermanos pequeñitos y algunos en la pubertad la miraban asustados, detrás de la cortina de la ventana. Los primos la llevaban a la orilla del río y le lavaban el cuerpo de sangre. La entraban en la casa. Después, por semanas, no se levantaba de su cama. De vez en cuando y desde la cocina, su mamá le gritaba: ‘Así te vas a curar de toda mentira, de todo pecado, m’hija’. Y Carmencita susurraba por dentro un murmullo de arroyo nuevo y desatado: ‘Por el amor de Geñú, por el amor de Geñú’ .
Pasé la primera hoja del diario como un rayo y me detuve en medio de la noche a iluminar esa carilla ennegrecida por el humo del fuego. Miré la tapa anaranjada del viejo cuaderno “Gloria”. Estaba llena de dibujos de mariposas y pájaros negros, de tan negros, azules. El fondo seguía con ese color crepúsculo. Cada cual podía definir ese momento del día con el nombre que se le antojara. Pero en mi cabeza se mezclaba con las últimas horas de la tarde y las primeras de la mañana: nunca supe definir bien cuál es cuál.
Dentro de mi amnesia,dentro de este resto de libertad que me queda, estoy seguro de algo: desde el comienzo esa ‘voz encuadernada’ atravesó como un viento todas las regiones de mi país, todos los huecos oscuros de mi patria, los claros de mi cabeza. Esa voz reclamaba, buscaba para sí y dentro de las primeras líneas escritas con letras grandes y redondas- como los ojos de una lechuza- esta pequeña libertad de rayo. Por tanto, antes que me extinga dentro de una crisálida, le doy alas luminosas a la escritura de la vieja y sigo con la transcripción de la lectura:
OTRO DÍA CUALQUIERA
Marta me contó –casi en un susurro- que, al llegar a la Buenos Aires colonial de 1923, después de haber escapado de la toldería de su provincia, todo empeoró.
Para Marta -¡pobre, Marta!- la gran urbe seguía siendo la vieja ciudad de los esclavos negros, salvo que en ese entonces encadenaban también a morenas y a blanquitas, sin distinción de credo o religión. Su voz se entrecortaba por el llanto. Y, entre mocos y saliva acumulada en su boca, decía que el patrón italiano, un día la castigó por haberse escapado para el colegio. Le gritaba: “Fijate vos, la negra quiere estudiar. Eso no es para vos. Ya habrá tiempo de poder escribir a todos tus novios. Y ahora, como castigo, che, tendrás sexo conmigo. Ves aquella puerta. Fijate bien. Detrás de ella, esperan mis hermanos y primos. Todos te van a querer muchísimo”
Marta pidió ir al baño para higienizarse. No bien entró se subió al inodoro y, desde allí, trepó a la ventana. Se tiró de un segundo piso a los fondos del edificio sobre la calle Lavalle y escapó por los zaguanes -¡Bravo, Marta!- Al italiano y a su parentela no los volvió a ver. No quiso ir a la policía porque la hubiesen devuelto a su patrón. Sólo tenía trece años. Sólo trece años, querido cuaderno.
Marta volvió otra vez a llorar -¡Pobre, Marta!- Y esta vez fue sobre mis hombros. Lo único que le pude dar fue un largo y fuerte abrazo y susurrarle al oído: ‘Me pasó lo mismo, lo mismito, en el campo. No importa. Me tenés a mí. Tenés a tus brazos, a tus piernas, a tu corazón y buena cabeza y todo el amor de Geñú, todo mi amor de Geñú.”
Di vuelta la página y, antes de la siguiente, levanté la cabeza y me pregunté si la esclavitud sería aún posible en los tiempos que corren. El cielo encapotado me devolvió la respuesta en silencio. Un silencio que rodeé con la palabra ‘sí’. Un ‘sí’ se metía en mi conciencia,.al modo en que la ley se hace la sota, con su abuso de carencias: sin reglamentos severos contra la esclavitud, llena de vista gorda. Es decir: si hoy sacaran las leyes, el gran intelectual burgués de todos los tiempos volvería a imponer las cadenas y todas sus violaciones a los derechos de las personas. A él le sienta bien, a él o a ella nunca le gustó la igualdad de clases.Si la ley nos para, si solo la ley nos frena, es porque no tenemos freno. Como cloacas con mierda bajo el cemento de la ciudad, él o ella engarzan a la perfección, contra la yugular reventada de los esclavos. Nunca les importó un comino el otro. Y ni siquiera sé si les importa de ellos mismos o entre ellos. Mientras puedan viajar y vivir en una nube de pedo, el resto que reviente. Buenos Aires siempre fue y será otra cuna de grandes hipócritas. ¡Salve, New York!¡Salven, Berlín, Londres! ¡Salven, París y Roma!, ¡salve el crisol hediondo de la humanidad!
LA ARDUA RECUPERACIÓN
‘Querido cuaderno, el jueves 1 de Diciembre de 1977, leí en el diario Clarín, en letras pequeñas:
“Diálogo con extremistas que se entregaron voluntariamente”
Y luego, abajo, en letras grandes:
‘’La ardua recuperación’’
Más adelante, estaba la nota transcripta por la vieja en su diario. Y, con ella, todo el bello mundo entregado por Clarín, con el mayor marketing y el mejor papel del mundo; entregado durante toda la vida de lectura de un paseante desprevenido. Así, gota a gota, hasta convertirlo- con su veneno- en un lector idiota o en una víbora repulsiva. Diario que, hoy por hoy, uso para envolver los huevos.
Algunos párrafos de ese pastiche:
“Invitados por el Comando en jefe del ejército, un grupo de periodistas pudo apreciar cómo viven en la actualidad ex integrantes de células subversivas que se presentaron espontáneamente a las autoridades militares» (…) Los hombres de prensa observaron las instalaciones donde se encuentran alojados e, incluso, pudieron dialogar con algunos jóvenes”(…)»Esta experiencia se realiza con el directo apoyo de un equipo interdisciplinario, compuesto por médicos, psicólogos, asistentes sociales, abogados que prestan asistencia a los detenidos y tratan de resolver sus problemas y el de sus familias. Los reclusos nunca fueron sometidos a ningún tipo de adoctrinamiento político o de reeducación”.
LA GOTA GORDA, LENTA Y MORTAL
¿Habrá algo más despiadado y macabro? Por entonces, millones de argentinos leían y releían sobre el mundo de Disney World que nos entregó y entrega Clarín. Hitler no murió.
Mientras tanto, el diario de la viejita seguía así:
´A Obsequna la traje de la Quiaca. A Obsequna le mataron a un hermano. A esa india salvaje, fea y harapienta la traje a Buenos Aires para sobrevivir con ella. El alimento está en las provincias, la plata no; su hermano, tampoco. A Obsequna le enseño a leer, ¿sabés? A la india, mi hermana le enseñó la verdad hundida en el lodo de las tapas y contratapas de todos estos medios torturadores de cerebros. No hay tortura más grande que descubrir la mentira en decenas de años de tinta insertada en la cabeza. Es como que a uno le cae la ficha de las neuronas maltratadas por la gota lenta y mortal sobre el centro de la cabeza. ¿Sabés? La gota de tinta envenenada inscribió durante años, muy subrepticiamente y en nuestra inteligencia, el racismo, el falso testimonio a favor del poder de turno, el abandono y el exterminio de nuestros orígenes perdidos en la Patagonia; escribió a favor de la venta de nuestra alma al capitalismo de EE.UU. Y, sobre todo, nos entregó a la parca. A la parca, querido cuaderno. A aquella mujer ataviada de lujos, con sendos collares colgados de su cuello y anillos deslumbrantes en sus dedos sucios con sangre. Pero la gota, la cruel gota, a fuerza de hipnotismo descerebrante, se convirtió en un río negro, en el mismísimo Hades, ¿sabés? Y el dolor, este dolor poderosísimo al desintegrar a la gran gota, duele. ¿Sabés? Duele como los instrumentos de tortura en Auschwitz.
Obsequna ya no es la niña de antes. Ahora entiende. Ahora me abraza y me dice, me susurra al oído: ‘Todo el amor de Geñú. Todo mi amor de Geñú.’
Me quedé estupefacto, con los dedos pegados, atornillados al diario. Sin querer, estrujé la carilla. Lloré, lloré a contragota de esa gota inmunda. A mi mente le habían dado, de golpe, muchos voltios de deslumbramiento. Pero esta descarga fue como la de un rayo que me dejó tirado en la calle. Sobrevivo. Alguna gente aún es buena y me ayuda. Entonces, pienso: Obsequna todavía debe de andar por aquí. Carmencita…Carmencita, también. Ella me invita a continuar con la lectura:
‘Debo confesar… Perdón cuaderno, por ser ahora yo con la hiel en la sangre: Entonces, un día cualquiera puede ser olvidable para los tilingos, detestable para la hija de puta que anda con la cara de asco contra los bolitas, peruanos, jujeños, indios y demás parias de la humanidad, un día cualquiera me lo llevo yo en andas, con alegría, con hijos desgraciados. Uno me salió ladrón, la otra prostituta y el más joven poeta y asesino, según la poli, los milicos y la querida clase adinerada. A todos mis hijos los adopté. A los dos primeros sin papeles y al último lo tengo en regla hasta con mi apellido.
¿Pero qué los llevó a desparramar y exhibir sus cabezas ensangrentadas por las calles de la ciudad? Sí, quisieron buscar sus propios chivos expiatorios. Mostrarles a la calle Corrientes o a Santa Fe que habían sido agarrados los cabecillas de la principal célula montonera escondida en la selva del Chaco. Con mis pobres hijos se lavaban las culpas de la sociedad argentina. ¿Y cuántos más de ellos habrán sido birlados a sus propias madres de las cocinas o sótanos de sus casas? Perdí la cuenta. Sí, uno era ladrón y buscaba salvarse y salvarme a mí de una vida de pobreza. Nunca se lo permití. Siempre le dije: Aquí no se salva nadie. O vivís honrado en la alegría de compartir lo más ínfimo con tu semejante, o te autodestruís. Nunca me hizo caso. A la nena también la aleccioné bien, pero la mala junta y la vida fácil, la vida que se salva en dos días se la llevó. ¡Me cago en Dios! Sólo eran chicos que buscaban su felicidad. Ahora, ¿Por qué?, ¿por qué están sus fotos desparramadas en los diarios? Se quieren salvar a costa de ellos. Y si hubieran sido montoneros yo los hubiese aplaudido. Porque la vida- en dos días vivida a sangre- se pierde en dos días. Esa hubiera sido su felicidad. Pero este no es el caso. No fue así. Querían vivir 100 años y ahora se los llevaron. ¡Y ahora buscan al poeta! Sin embargo, yo no se los voy a dar. Lo escondí bajo tierra. Un túnel donde muchos como él son buscados. Un túnel que los lleva a las tumbas del cementerio de la Chacarita. Ahí se esconden. Vivo a pocas cuadras. Mis paisanos me ayudaron. Mis vecinos, no. ¡Válgame el infierno! Dicen ser de la raza aria.
Querido cuaderno Gloria, te dejo por un momento. Se escucha la sirena. El auto ilumina la calle. Su luz me enceguece. Mete miedo…Antes que agarren a mi hijo voy a quemar todo esto…’
Había más hojas escritas, pero todas ilegibles, después de las llamas. Por suerte, no me reconocieron. Voy por el túnel con una vela y el cuaderno de la vieja bajo mi brazo, mientras escribo esto. Al fondo, no están Diego, ni Juan, ni Pablo como habíamos acordado-¿serán también hijos de Carmencita?- Todo oscuro. Jamás estuvo así. Estoy seguro: los atraparon. Todo rodeado. Sólo me permite escribir el silencio de alrededor. Se ve que quedaron conformes cuando se los llevaron. Pero no soy tonto, no me engañan. Volverán por mí. Eh, un momento… Es… ¡el momento! ¡Alguien viene por el fondo del cementerio! Esta alcantarilla va a salvar a mis papeles y a los de la vieja. Cerca de la cloaca maloliente de cadáveres, la única capaz de pasar por aquí es Obsequna. Siempre viene para traernos comida. Yo no puedo escapar, no paso por ahí… Ojalá esté. Ya vienen, ya vienen…
‘SOY OBSEQUNA Y, SOBRE LO ESCRITO, LO NO ESCRITO ESTÁ.TAMBIÉN SOY MARTA, LA MARTA DE TANTAS MARTAS VENIDAS DEL CAMPO A BUENOS AIRES, A LAS LUCES DE LA GRAN ALDEA.
SOY LA QUE ENCONTRÓ ESTE DIARIO. NO EL GLORIA NI LA GLORIA, SINO LOS PAPELES DE UN INFELIZ POETA, CUYOS VERSOS NUNCA REFLEJARÁN SOBRE HOJA ALGUNA, PERO SÍ EN LA SANGRE DE LOS OPRIMIDOS; NO EN EL AGUA QUE CORRE POR LAS VENAS DE LOS INMORTALES O BURGUESES DE LARGAS HORAS, DE SUS VIAJES ALREDEDOR DE UNA BURBUJA DE MIERDA LLAMADA CONFORT. SOY LA QUE PROSIGUE LOS PASOS DEL POETA. LA QUE ESTUVO EN EL TÚNEL Y ESCAPÓ DE LA MILICADA. Y, AHORITA NOMÁS, SOY LA QUE DEJARÁ ES-TOS ESCRITOS SIN TERMINAR EN MANOS DEL TRAIDOR, EN MANOS DE LA HIENA COMEDORA DE NOTICIAS Y DEL PÚBLICO ÁVIDO DE SANGRE; VOY A DEJAR TODITO EN EL SUCIO DESPACHO DE UN DIARIO DE IZQUIERDA Y BIEN POPULAR, PARA QUE ALGUIEN CON MÁS CORAZÓN QUE CABEZA LO LEA. MIS VERSOS TAMPOCO SERÁN LEÍDOS. ¡QUÉ IMPORTANCIA TIENEN! ESOS POEMAS SERÁN- SÓLO SERÁN- LA RÚBRICA A LA DIGINIDAD, AL DEVENIR DE UNA VERDADERA SOLIDARIDAD ENTRE TODOS ¡UTOPÍA DE LOS LOCOS! ¡ENTONCES, QUÉ IMPORTA SI SE PIERDEN LAS ESTROFAS, LAS DE HOY, LAS DE AYER O LAS DE MAÑANA; SI ALGUIEN A PESAR DE TO-DO DA TODO EL AMOR DE GEÑÚ, TODO EL AMOR DE GEÑÚ! SOY EL RECUERDO VIVO DE CARMENCITA, LA QUE TE PASA LA PLUMA, EL TALLO Y LA FLOR. A LA QUE VAN A LEER. LA MADRE NUTRICIA DE LOS VERSOS POR VENIR.
Excelente escrito, cada línea me conmovió,y pensar lo cierto de cada historia, me hace reflexionar:¿ Hasta cuando? Y seremos todos iguales y respetados.