La persistencia: Sobre el Blues

Por Diego Soria

Portada

UN DEMONIO, A QUIEN VENDER EL ALMA

Para algunos, el Blues es una música triste, norteamericana y negra. Quizás, con alguna suerte y ayudado por el cine, el Blues sea para otros la figura de un músico negro, a la medianoche, parado en la encrucijada (the crossroads); como en las salamancas santiagueñas, a la espera de un demonio a quien vender el alma. Vender la esencia, para poseer los secretos de este arte que escandalizó a la música académica y a la iglesia.

Es Blues es leyenda, infiernos, discriminación; es la raíz -o su continuación en América- de una música popular, que se burla de todos, escondida en el vibrato de B.B. King, en el grito de Buddy Guy, en los “bendings” infalibles de Eric Clapton, en la furia de Jimmy Hendrix y hasta en el virtuosismo de Stevie Ray Vaughan. El blues se disfraza y sobrevive. Y también hizo sobrevivir a muchos.

Nicola Verlato

EL ABRAZO INVISIBLE

Antes de que Roberto Johnson, la leyenda del blues, se hiciera con los saberes de mandinga, antes de transformase- de la noche a la mañana- en lo que Gardel fue para el tango, mucho antes, los blues eran cantos del África, rituales con los que los nativos adoraban a su Tierra. Esos cantos y la estructura que los atraviesa aún perduran. Resisten en tiempo y espacio. Resuenan, en especial, en el África subsahariana. Ellos son el corazón de muchas de las músicas populares del mundo. Si se piensa que la escala pentatónica, que forma estas estructuras, se encontró en flautas, fabricadas hace 35 mil años (ver “La caverna de los sueños olvidados, Herzog), da vértigo imaginar el abrazo invisible que nos une con aquellos hombres. Es claro, más allá de leyendas y demonios, el deseo se abre camino, persiste en un plano donde cronología y extensión no preocupan demasiado.

blues amanecer

PRIMUS BLUES

Con el advenimiento de la esclavitud, los buenos tiempos se acabaron para los africanos del siglo XV. Pronto conocieron el destierro. Apilados como vigas de madera, los esclavos llegaron más allá del mar, al menos, los que pudieron sobrevivir a un viaje tan largo en las condiciones más penosas. Quienes enfermaban y morían iban a parar al agua. Los que no, en cambio, se sometían a ejercicios en la cubierta para evitar la pérdida de su tonicidad muscular, el valor comercial de sus existencias. No quedaba mucho espacio entre ellos. Arriba, en cubierta, los traficantes iban y venían, se oían risas e insultos, alguna corrida entre gritos. Entre los tablones , se filtraba la luna. Ojos desesperados buscaban el paisaje familiar, cantaban el silencio dentro de algo que sonaba plañidero. Canto, en vez de sollozos. Apilados, cruzaron el Atlántico.

esclavos 3

MENSAJE OCULTO EN UN CANTO

Al arribo de los barcos, se separó a padres de hijos, a hombres de mujeres. Ya eran “cosas” del capataz de campo. Los incrédulos africanos no tenían otra que aceptar el trabajo rural, bajo el látigo del patrón. Las plantaciones reunían a la mayoría de los hombres y las mujeres eran destinadas a las tareas caseras y a las fantasías de sus patrones albos. El Blues es, en primer término, una semilla, una herramienta de trabajo, una forma de mantener el ritmo de la jornada; en segundo término resulta un medio de comunicación entre ellos. Astutamente, transformaron la música en un telegrama boca a boca: “¿Quién sabe algo de mi hijo?” “¿Algo sobre mi mujer?” Así, el canto se agachó y viajó entre los yuyos, diría un José Hernández norteamericano.

the hollers

“The hollers” [i],les decían. Pronto empezaron a cantar las injusticias del patrón, los temibles perros rastreadores y las fantasías de las doncellas blancas del sur, ardidas por los decires sobre los famosos “blacks snakes moans” (El lamento de la serpiente negra).

EL BLUES SE LIBERA

Hay que hacer música, es la premisa. Como sea y Pattondentro de las limitaciones de sus vidas muy duras. Los negros esclavos eran una realidad en el país del norte. Mientras, como ellos, el Blues persistía y buscaba su cauce hacia la libertad. Se formaron, por entonces (1924), las primeras bandas que se acompañaban con botellas de vidrio vacías: “The jugs bands”. El canto y las melodías arrancadas a puro soplido armaron las primeras armonías. También existió un “slide” primitivo. Un slide se hacía con  un trozo de vidrio, generalmente un cuello de botella -preferido aún en estos días-. También podía ser de metal. Con él se rozaban un cable de metal para producir un sonido lastimero. Nació así el típico sonido del Delta Blues.

Para entretener a sus patrones, entre otras cosas, algunos esclavos aprendieron violín. En la espesura, los negros evadidos improvisaron con flautas y tambores. El Blues se enraizó cada vez más, camuflado en los coros de Gospel. Ya no les cantaban a sus antiguos dioses africanos, sino al dios blanco. Pero lo hacían con el desenfado y el brillo de los coros, que ponían de rodillas a cualquier ateo. El blues ya tenía feligreses.

SWEET HOME CHICAGO

El tiempo pasó. Las primeras generaciones de esclavos ya no estaban y, con algunas libertades ganadas a machete y fuego- o con algunas papeletas- muchos negros emigraron al norte, donde gozaron de cierta libertad. En Nueva Orleans, el blues se camufló -una vez Blues 4más- dentro del carnaval en la música Zydeco[ii], a ritmo de cuchara y acordeón. Otros comenzaban a hablar de un blues más cosmopolita.  Estos eran los dilemas de la ciudad, traducidos en segundas y terceras generaciones de hijos de esclavos.

El blues ya era entonces lo que es hoy: un árbol enorme que extiende sus ramas y comienza a echar sombras con inmensas prolongaciones. Nace, así, el Jazz. De todas las historias que buscan explicar académicamente su nacimiento, prefiero la que habla de las penurias, siempre como pie para la resistencia y la transformación.  Dicen algunos cronistas que, ante la difícil tarea de vivir de la música, los artistas de entonces- entre inteligencia y picardía- improvisaron sobre la base de los tres o cuatro temas que tenían en “dedos”. De ese modo, a fuerza de tocar una y otra vez, parieron el jazz, parieron el soul, el rag, el rock. Parieron, pues, una música que nació en clave de lamento. Parieron historia, revolución, traición, parieron un mundo que no acaba de darse forma nunca. Y continúa bajo la sombra de un árbol, que enraizó en América. Bajo sus ramas, aún sigue creciendo esta cultura popular de persistencia obcecada.

HAY BLUES PARA RATO

Estimado lector, ha caído Ud. en una trampa. Con la excusa de hablar sobre el Blues, sus influencias y advenimientos, hemos sembrado- una vez más- la semilla de la curiosidad. Hasta donde sabemos o nos interesa, esa semilla muestra rastros desde hace al menos 35 mil años. Claro, ante tamaña cantidad de tiempo, somos apenas- y con fortuna- un suspiro al viento. Afortunadamente, nuestra semilla no pide más que eso, un momento. Y, aunque ahora simule resistirse, ese momento ya ha sido cooptado. El corazón de esta música, que es el corazón de la cultura popular, se acaba de asegurar otros 35 mil años de existencia.

 

[i] The Hollers: (…) El otro tipo de expresión musical, sobre todo en las canciones de trabajo, es llamada o denominada «hollers» y «arhoolies», es decir, recolectores de algodón y trigo . En algunos casos, el término se utilizó para denominar a algunos bailes o danzas. El canto se usaba, a la vez, para convocar a bailar y a trabajar (fuente: http://blues.mex.tl/41914_La-Historia-del-Blues.html)

[ii] Música Zydeco: El término Zydeco proviene, según la tradición, de la expresión Les haricots (las alubias, en castellano) que, según algunos autores, era la forma en que se denominaba, despectivamente, a los negros del delta1 y, según otros, derivaba de una canción popular de origen francés: Les haricots sont pas salé,2:, de “Estos son malos tiempos”. Algunos autores3 apuntan que  la palabra proviene del suahili zaré, (danza). )

 

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