Por Mariano Botto

La persitencia: Sobre la fotografía

En griego, «photo» significa luz y «graphein», escribir, dibujar.  Un fotógrafo es, literalmente, alguien que dibuja con la luz. Alguien que escribe y reescribe el mundo con luces y sombras.

 De la película, “La Sal de la tierra”,WimWenders- Sebastião Salgado.

 

Imagen 1 Sebastião Salgado

Sebastião Salgado

 

 DE LA NOCHE, ENTRE LA BRUMA

La imagen de los aborígenes parados sobre la canoa me intriga. Persisten en su navegar, en su partida y en su destino. Vienen de la noche, llegan entre la bruma. No me interesa dónde fue tomada la foto, quiénes son o adónde se dirigen. Es posible que mi curiosidad se lo pregunte segundos más tarde. Observo la fotografía y mi atención se concentra. La cámara abrió una brecha en el relato y le dio el alma de un rayo. Yo la observo, incluido en un círculo que entiendo y que, a la vez, me resulta indefinible. Encandilado de luz, cara a cara con la fotografía, capturado. ¿Qué me atrapa? Como un reflejo o una copia, la foto se distancia del original. Una simple calle, un rostro, una situación cotidiana o un paisaje, me inquietan. Su quietud inquieta. El instante se instala en la eternidad.

 

EL NAUFRAGIO DULCE

Esta nota debería haber comenzado así: no soy fotógrafo, no me interesan las técnicas fotográficas, relacionadas a la composición o al encuadre.  Para entenderme, comenzaré con una cita: “¿Qué es lo que sabe mi cuerpo de la fotografía?”, decía por ahí RolandBarthes.

Frente a algunas obras de arte, mi cuerpo desaparece. También las ideas, la reflexión. Mi mente pareciera no comprender, aunque mis sentidos sí entienden. Se movilizan y dialogan con lo observado. Una chispa abre mi boca, muda en su asombro. Si el análisis me arrebata el primer momento, sólo puedo ver el encuadre, tal vez la biografía, la admiración por el oficio del fotógrafo. Y así me pierdo lo mejor: el naufragio dulce. Me resisto a la tentación de las voces que parecen decir “es un momento cualquiera…es tal lugar…” o “sucedió esto”. La imagen, envuelta en pavoroso silencio, expresa un código. Mi emoción lo decodifica.

 

Imagen 2 Sara Facio

Sara Facio

En fotos, como en los retratos de Julio Cortázar por Sara Facio, la biografía salta sobre mí con apuro. Grita el nombre del personaje  e instala su época. Sin embargo, algo en ella inquieta. La imagen inmóvil- obviamente tomada en el pasado-también me arrastra al naufragio de sensaciones y preguntas. Está viva y habla.

 

LA ALQUIMIA DE LA LUZ

El proceso alquímico de la fotografía comienza: la imagen cabalga sobre la luz (sin ella, sólo sería un manchón negro). Todo su cuerpo se las arregla para entrar por el pequeño espacio del obturador. Atraviesa el oscuro atanor -la cámara- e impacta sobre la sensibilidad de un material. Algo sucede. La imagen es copia de lo retratado; el instante inmóvil se reb(v)ela de la continuidad, se agiganta. Lo que vemos en el original dista de la copia. La alquimia metaforizó un instante. Lo retratado y la fotografía se distancian por las bifurcaciones del camino. El original, ahora, es la fotografía.

Según Aristóteles, en “La poética”, la metáfora es la transferencia del nombre de una cosa a otra: del género a la especie, de la especie al género.La fotografía, entonces, es un poema o una metáfora de lo que mis ojos conceden como realidad visual.

 

BLANCO SOBRE NEGRO

Para ordenarme,podría dividir el arte de la fotografía en dos. En el primer grupo, el fotógrafo superpone elementos y crea una imagen. En la segunda, no hay duda: la imagen intenta reflejar un hecho puntual o el retrato de una persona. En este análisis me voy a referir a los sentidos que se leen en las segundas. Y, para ahondar un poco más en esta línea, lo haré sobre las fotografías en blanco y negro.

 

Imagen 3 Louis Daguerre

Louis Daguerre

 La imagen en blanco y negro duplica su apuesta: recorta incluso más la realidad y subraya su esencia. Queda desprovista del condimento que pretende realzar el sabor principal, el que podría engañar el gusto. Más sal de color, más tramposo su sabor.

La ausencia de movilidad es lo primero que me impacta de una fotografía. La situación queda despojada de un elemento elemental, tan natural como el aire. Su lectura puede expresar movimiento, pero lo hace en sus términos. Su quietud es engañosa. Abre mi atención a su propio suceso del tiempo. La imagen concentrada en un fotograma es pura potencia, recorta la multiplicidad que compone lo que somos y me obliga a recorrerla. Mis ojos no pueden estarse quietos y pasean, gobernados por los detalles, por los blancos o alrededor de un punto central e invisible de la imagen.

La mudez de la fotografía es estremecedora. El impacto de su silencio detiene mi respiración por un instante. Entonces, nacido de su totalidad concentrada en un punto, surge un sonido. Viene con la urgencia de un anuncio o de un titular. ¿Dónde quedaron la quietud y el silencio?  Mis asociaciones se abren camino  a lo codazos y, allí, como en una toma de artes marciales, la imagen utiliza mi fuerza para noquearme y decirlo: en ella, también estoy reflejado yo. Reconozco esa voz.

 

CERRADO POR OBRAS

Hay fotos que captan un momento asombroso. Otras sólo tienen el rostro desnudo del retratado. En ese punto, comienza la reconstrucción del tiempo. El pasado (la foto tomada), se combina con el presente (el acto de observarla,) y el futuro (el transcurso de emociones o  posibles lecturas a partir de ella).Las fotos desafían al tiempo. Su presente narra, mientras se proyecta hacia el futuro. Lo anterior se cumple en las fotos contemporáneas o en las antiguas. Las ropas o el contexto nada cambian en relación a esas paradojas del tiempo.

La persistencia se manifiesta. Trasciende poderosa. Salta del papel y juguetea. Mis sensaciones y el recorte se saludan, se reconocen en su universalidad o en sus rasgos distintivos.

La soberanía de la foto nos acepta como visitantes. Luego, el relato oscila: un poco hacia atrás y otro poco hacia adelante.

 

ROMANCE DEL OBTURADOR Y LA MIRADA

“Una fotografía es un secreto sobre un secreto, cuanto más te cuenta, menos sabes”
Diane Arbus

 

Grita la imagen, en el instante entre la apertura y el cierre del obturador. La cascada de luz empapa la película que, un poco más expuesta, quedaría encandilada. El resultado: una potencia reveladora de aquello imposible de recortar.

 

IMAGEN 4

Joseph NicéphoreNiépce– Sara Facio – Adriana Lestido

 

En fotografías como “La mesa servida”, de Niepce, los rostros de “Los muchachos peronistas” de Sara Facio o la pareja abrazada, de Adriana Lestido, la sencillez de la imagen no se priva de multiplicarse en sentidos. Las imágenes son austeras, pero su potencia brilla. La mirada del fotógrafo intuye el instante que imagina retratar. Nadie puede recortar su campo visual a la fracción de segundo en que lo hace la cámara. El fotógrafo presiente, busca entre las grietas si la “foto” está allí y,tal vez,la persiga en varias tomas. Extrae de la secuencia del relato ciertas palabras. Las saca de su mirada y compone el poema. La mirada del artista percibe o sabe el momento. Ve más o más lentamente. Después, se arroja y caza la imagen sublime.

 

Imagen 5

Nadar

LO INNOMBRABLE

En el siglo XXI, la fotografía es accesible a la mayoría. Cámaras de alta resolución pasean entre las manos de muchos aficionados. A diario,se ven cientos de fotos en las redes sociales, en la calle, en el celular. Se vende con imágenes, se conquista, se miente, se denuncia. Provisto de algunas nociones básicas,un fotógrafo ocasional puede lograr lindas fotos. En cambio, el fotógrafo artista logra superar la técnica y dar su mirada del mundo, en la que- a su vez- nos sentimos reconocidos. ¿Qué es “eso” que nos detiene? “Eso” decía Duchamp: lo innombrable.Su mirada se cuela entre las grietas y extrae lo valioso. Su arte te toma por las orejas y te funde con él. Ante ellas, es difícil no detenerse.

 

Papeles vivos

En la fotografía, corre sangre eterna. Roland Barthes,en “La cámara lúcida”, escribe “(…) ese algo terrible que hay en cada fotografía: el retorno de lo muerto”. Pero el retorno es el de nuestra muerte. La muerte es nuestra, no de lo que expone una fotografía. Esa es su gran victoria. Puedo ver puros presentes por años.  Los ojos de los rostros en los retratos permanecen vivos, me retrucan mi muerte y se ríen como dioses.

No sucede lo mismo con un video. ¿Qué diferencia puede haber entre una foto y unos segundos de video que repitan la misma imagen? Hay diferencia y es significativa.  Allí sí hay sólo pasado: no queda lugar para la eternidad. Se mueve, habla, se sucede y no queda nada de misterio, país donde viven todas las cosas.La imagen en movimiento narra. Y su movilidad es más familiar, evidencia los hechos: puedo acompañarlos en su relato y también pierdo el misterio. En su pasado sí retorna la muerte victoriosa, el transcurrir del tiempo, su lógica lineal, su acontecer. Las capas del tiempo allí no se superponen, suceden tal como las conocemos.

No sé de dónde salió el dicho de que las fotografías te roban el alma, más bien son el reflejo desnudo. En todas ellas nos vemos El fotógrafo excava en la arqueología de la imagen y descubre su tesoro artístico.

5 Comentarios

  1. ¡Gracias por tu comentario Susana! Sí, es verdad, difícil una sola definición en cualquier rama del arte. Por eso, la razón de esta nota, es principalmente pensar y abrir preguntas, que a la vez, es un modo de responderse.
    Es hermosa la idea del espejo del fotógrafo en la propia fotografía, yo a esa idea le agrego la del reflejo del espectador.
    Saludos!

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