La persistencia: Sobre lo no dado
Por Pablo Petkovsek
Todo está pensado. El abuso nace de un vacío intenso que se acumula a lo largo de los años. Años que dicen no. No a esto, no a aquello. Años en que uno se va alejando más y más, mientras el nudo interno se agiganta. El abuso le dice no al cuerpo. Conozco otros que dicen que sí, pero el mío no. El abuso proviene de alguien que no quiere. Niega el cuerpo. Gabi S. lo dijo de la siguiente manera: vergüenza porque el cuerpo manifiesta cariño. Ahora digo: alguien que no puede.
Ella nunca pudo. La única forma de cercanía es a través de un pensamiento que persiste. Es el Sudoku del amor familiar. Están todos los números y casilleros, sólo es necesario ubicarlos de manera que no se repitan.
Nine Inch nails
En la búsqueda de otros cuerpos, ausencia y persistencia copian un contorno, que se desvanece en la primera aproximación. Fallar y fallar, porque nunca se puede encontrar algo que a uno siempre le fue ajeno. La vida afectada por un cuerpo. La imposibilidad de encontrase con otro u otras, perdidos en la niñez. Cada desencuentro, conformado por un espejo deforme.
En cuanto hecho físico, no es un abrazo lo que no se encuentra, sino un afecto idealizado por su ausencia. ¿Qué es un abrazo trunco? Causa y defecto. Sucumbir ante la imposibilidad de dar algo que no se sabe qué es. ¿Dónde quedó el afecto? Solapado en posibilidades materiales infinitas y en palabras que dicen las cosas como son. No ahora, siempre.
Memoria de un no-abrazo, Rebeca Hernández
Por años he tratado de huir. En la lógica de la causa-defecto, vuelvo. El hilo que expulsa se tensa y atrae a ese centro llamado hogar. Ahora deshago la lógica del fracaso. Antes de ser expulsado, entro. Atravieso muros de gritos y locura. Rompo, separo los brazos. No huyo, persisto y rodeo el cuerpo de mamá.
Roy Anderson, «Songs from the second floor»