Por Anne Diestro

Desamor: sobre La muerte individual y muerte colectiva

No conocer el camino, desamor de viajero. O tal vez su chance. Pero andar con un horizonte y que el destino o el azar den un giro inesperado y doloroso  te desamora hasta el odio.

TIEMPO MUERTO

4  Jauja estaba conmigo hace un mes y medio. Ahora, dicen que se murió. Lo extraño de la muerte es que muchas veces te va tirando migajas para que sepas que existe, pero nunca se presenta más que en alusiones o advertencias. Cuando lo hace, te abre los ojos con un martillo y no los vuelves a cerrar.

No más sueño, tu paso se desmadra de su forma habitual, todos tus episodios varían,  como si  tu eje se hubiera torcido fuera de mundo.

Vuelven a decir que Jauja se murió y la gente llora. Yo sólo miro el cuerpo del muerto y lo beso, no dejo de tocarlo y querer abrirle los ojos, a ver si todavía tiene ese brillito, al decirme que la vida es hermosa y sólo debemos saberla vivir.

Finalmente, el cuerpo se vuelve eso, objeto. Entonces, hablemos de mi muerto, el que toco y beso como otra muerte desesperada.

RABIA, RABIA CONTRA LA AGONÍA DE LA LUZ

5He pasado mucho tiempo sin escribir, más que por pereza, por miedo a saber hasta dónde se puede decir en esos bordes. A veces empiezo un texto sin encontrar por dónde entrarle y caigo en la cuenta de la revelación. Escribir  es la profecía del espejo de salida, cuando estás a 5000 metros bajo tierra. Un espejo que solo vuelves a ver para romperlo y quebrarte en el mosaico que te refleja como un cuadro cubista.

 

Hace algún tiempo, unos tres años, le dije a Jauja que no existía posibilidad de aceptar su muerte.  Él me RETRUCÓ que eso era imposible. Y agregó que, cuando sucediera, yo tendría que ser “inmensamente feliz”. Él sabía: la muerte no te da felicidad. Pero lo soslayaba como a una anécdota.  Ahora  él está con ello y yo quisiera acercarme. Ya se lo he preguntado de todas formas, ¿cómo se siente estar allá? La muerte  es astuta como dios, existe pero no se deja ver. Seductora, perversa, misteriosa. Igual que él. La diferencia no es menor. Quienes creen en dios  no lo ven y le dan existencia, aunque no saben si existe. La muerte, en cambio, toca los cuerpos, se presenta con la contundencia de los inapelables. Y son tantos los que la niegan, aun cuando ella les baile obscenamente en sus caras. ¿No es que habrá una equivocación?

LA DIALÉCTICA

Hablar con los muertos no es una locura, ahí vuelve mi inquietud otra vez. ¿Jauja me escuchará? Hace unos días oí pasos de “alguien” que salía de su cuarto. Varias personas me dijeron: cuando alguien muere, “ronda por su casa una semana”. Existen mitos post muerte, los de las apariciones en los sueños, por ejemplo. Según mi familia, Jauja estuvo entrando en los sueños de cada uno, les hablaba y les daba un consejo. A mí nunca me habló. Por todo lo que conozco a Jauja sé que me diría “¿Qué vas a estar creyendo eso, Cundé?”. Él mismo desmentiría su fantasma. Pero, aun así, su espectro sería verosímil. Hablemos, pues, de la verosimilitud de mi Jauja muerto.

PAUSA MUERTA

Inicié esto con Bach, pero luego me di cuenta: sería imposible escribir con él, mientras me contextualizaba con flores preciosas y ansiados atardeceres. Por eso me fui con Tchaikovski, quería hacer todo más punzante y quizá hasta teatral.

Vuelvo con Jauja…

RETOMA ESCENA 1 – EXT DÍA

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Cuando llamaron del hospital para decirnos que Jauja había empeorado, ya sabíamos qué podía pasar. Siempre me cayó mal ese médico. Sólo saber que él nos daría la noticia final resultó el inicio de mi habilitación para molestarme con la muerte. Ella no sabía elegir a sus emisarios. De todos los médicos que asistieron a Jauja, ése fue el peor. Lo veía algunas tardes, cuando me daba el informe y no lo soportaba, me hacía pensar en el paciente como objeto.

Bueno, hicimos todo lo posible, pero no resistió”.

Nunca había estado tan cerca de las ceremonias de un muerto. Me parecía increíble cómo lo cambiaban , el lugar del velatorio cada vez más lleno, más flores, más gente. Eso sí: conocía a poca, pero los odiaba a todos. Sólo tomaba café, sólo le hablaba a él, sólo quería permanecer en un estado de decadencia: esta muerte también es mía, esa noche nos velamos juntos. Los muertos…

NEBLINA – FRAGMENTO ESCRITO EN UNA ESCALERA

¿Recuerdas cuando te leía mis poemas? Me decías que escribía lindo y que me apurara en sacar mi libro. Sin duda te lo dedicaría, como así también con mi vida. Para ti la vida entera, quiero decir, la mía. Toda mi sangre, mis ojos, piernas, órganos, sangre, absolutamente todo. Eres el molde que me reconstruyó en mi perdición, eres mi vida, más que la propia, porque no tengo más aire si tú no estás. Respiro y me hago la fuerte, pienso querer y quiero pensar que lo hago, vuelvo a encontrarte en mil espejos y te pido que vengas sólo para decir que apague la computadora, o que llegue antes de la noche para  ver una película juntos. Tanto amor, tanto que me despego de lo que soy para buscarme en el aire. Quiero flotar contigo, quiero verte reír y que hagas lo mismo conmigo. Un beso, tus manos de anciano, tu vida tan grande frente a la mía, reconocida recién, cuando apareciste. . No quiero vida sin la tuya, porque eso sí es vida. De otra manera, se llamará ida, porque tú tienes  eso que ahora busco entre paredes de fuerza y lucha.

DESAMOR EN PRIMER PLANO

Si voy un día a tu casa por la tarde, llueve, hace mucho frío, veo la hora y dan las 17:50 pm, escucho el tic tac del reloj, toco el timbre de tu puerta, sales apresurado ( toqué varias veces el timbre) y te digo: Hola, estás muerto.

En ese momento, no entenderás nada. O, quizá, reirás y sólo podrás responder que es una broma. Bueno, eso pasa cuando alguien muere. No lo crees, sólo ves que el tiempo transcurre, la gente  se va pasa, llueve, sale el sol, entra y sale la existencia. No entiendes ni siquiera qué haces sentada en ese rincón, frente a una virgen, puteándola porque “te quitó”  a alguien que querías –no creo en Dios, ni en vírgenes pero, en casos como estos, recurrimos a putear a todos-.

Sigamos ese camino, ahora vamos un poco más lejos: digamos que estás en un hospital y se mueren 30 personas en un día. Ese hecho, ¿te afecta? ¡No del todo, no de cerca! Porque esa muerte no es tuya.

La muerte sólo se entiende cuando arranca  tus pelos y te rasguña la cara. Es decir: cuando te pasa A TI. (Disculpen las mayúsculas, sólo intento ser clara).

AÑO DE MUERTOS2

Cuando el año pasado, murió mi amiga Ana, pensé que era lo peor que me podía pasar. Se lo comenté a Jauja y él me dijo algo como “somos seres temporales”. Y, es verdad. Todos los días de nuestras vidas pensamos que vivir es eterno, o quizá es lo que nos cuentan algunas religiones. Pero no creo más en el cuento de la Caperucita Virgen que asegura: luego de muertos, nos iremos como angelitos al cielo o como diablitos a quemarnos al infierno, por cierto, ¡Gracias Dante Alighieri!

Creí que, luego de esa primera muerte tan desorbitante, no me volvería a pasar. Qué ingenua, qué ciega, qué absurda. ¿O es la muerte la absurda? ¡Uno no piensa que le tocará dos veces la misma desgracia! Pero pasó con Jauja, o eso dicen. La verdad, yo le converso todos los días, me pongo su ropa y hasta su perfume. No me obsesiono, sólo me gusta olerlo. Entonces, me huelo a mí.

LA OTRA CARA

Quisiera saber cuántas veces dije muerte en estas 3 páginas pero mejor voy con algo más interesante. Como sacar una carta nueva de una baraja, por ejemplo.

Cuando la muerte es masiva, ¿qué pasa? Los odios impersonales crecen. En Perú existió un genocida y fue presidente. Ahora está en la cárcel, condenado sólo a 25 años por haber cometido crímenes al por mayor. 9Se llevó a estudiantes, mujeres, niños, gente como quiso y pudo. Lo irónico de esto es que la hija de Alberto Fujimori, el genocida, hoy se postuló para la presidencia del Perú. Y sí, Keiko Fujimori quedó como la «preferida» con más del 30% de aprobación en el Perú.

8La Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) estiman una cifra de 69,280 de víctimas fatales. Estas cifras superan los 182 años que tenemos como “democracia”. Alberto Fujimori fue declarado culpable por delitos Homicidios calificados, por la matanza de Barrios Altos y La Cantuta- que dejó 25 muertos, entre ellos 1 niño-, y por el secuestro de un periodista en 1992, entre otras aberraciones.

LO ILÓGICO

¿Qué pasa cuando hay un genocidio? Ahí sí te afecta. ¿Te imaginas por qué? Es sencillo: sientes que te atacan, te identificas con el exterminio porque ya no eres tú, eres “la gente”, parte de “ese pueblo muerto”. Ahí empieza una de las diferencias. Entonces no importa el número de la gente, sino el móvil. Porque podrías (en ese caso), ser tú el muerto, podrías estar entre esos cadáveres masacrados. O quizá Jauja y yo.

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(Foto: La República, La chalina de la esperanza).

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