La celebración: Entrevista al dibujante Troche
Entrevista: Gabriela Stoppelman, Milena Penstop
Edición: Gabriela Stoppelman
Acunada en aullido, nace. Y nunca ha sonado más clara. Tan poderosa se siente, que avanza sobre la gramática y se traga una preposición. Entonces, cuando el lobo no le aúlla “a” la luna, su voz se vuelve color, brillo y una escalera de repeticiones que fundan el infinito. Criatura y creador, dentro de un mismo contorno, azuzan al trazo. Contra un imposible borde, las formas rebotan y regresan a las fauces del lobo, en alimento y matices del gris. Hay que ver cómo, en esas digestiones, el animal desorganiza la habitualidad del canto y el prestigio de la noche. Hay que verlo, cuerpo adentro, borronear la frontera entre los cuartos y las alturas del cielo. Hay que curvar justo en la esquina, donde recorta aberturas en la cortina de la lluvia, barre las notas caídas de alguna tormenta fuera de calendario y prepara la valija, con el destino adentro.
Y también hay rostros que enmarcan ventanas y abren hacia interiores llenos de cielo. Y edificios de cubos desmontables, que renuncian a su obscenidad de mole, al rescate de paisaje e inmensidades.
No hay con qué darle. Diga lo que diga la leyenda, no importa si las noches son de luna llena, cuarto menguante o creciente. A todos los cielos nocturnos los funda un aullido de lobo.
NINGÚN INFINITO ES CERRADO
Estuvimos leyendo tus dibujos. Lo primero que te queríamos dar como lectura es que vimos que el infinito, un elemento recurrente en tu obra, es cerrado en “Dibujos invisibles”, tu primer libro y el segundo libro “Equipaje”, empieza con un infinito abierto. ¿Qué pasó que se abrió el infinito?
Nada. Es una casualidad de la que no me había dado cuenta. Cuando salió publicado vi que arrancaban de una forma similar, pero eso no fue buscado. En verdad, igual yo no veo a ninguno de los dos como un infinito cerrado, porque el primero está lleno de mundo, de profundidad, de estrellas y el contorno es cerrado y el otro está con el contorno abierto. Pero no es algo que haya sido consciente.
Pero el infinito es una figura que a vos te interesa…
Sí, bueno, hay varias puntas que se repiten en los libros, como escenarios en los cuales encuentro posibles escenas. No sé por qué. A todos, en cierta forma, hay cosas que nos llaman más la atención que otras. A mí me pasa con el infinito, con el universo, la noche…
LA NOCHE DERRAMADA
También hemos leído que, aparte de todos estos elementos recurrentes, también vuelven las escenas donde hay continuidad de realidades: la noche se continúa con el día, lo externo con lo interno… ¿Hay alguna poética surrealista ahí en ese punto, digamos, un estilo Troche de continuidad de dimensiones?
Herencia surrealista …
Me refiero a que los hombres se continúan con los espacios, los espacios con los hombres.
¿A qué dibujo te referís, más o menos?
Por ejemplo, cuando por las ventanas entran las noches que terminan como mantas y cubren a las personas.
La verdad, yo no tengo mucha idea de nada antes de dibujar. Tampoco después. El análisis de las cosas no existe en el proceso creativo. Si las cosas salen así debe ser por algo… Ahora que vos me lo decís me empiezo a ver un poco a mí, pero me da un poco de miedo. Se repite mucho eso de la noche que entra por la ventana, el telescopio que vuelca universos como si fuera vino. Pero no es algo que yo busco transmitir. Sale. Yo veo la hoja sin ninguna idea previa. Está la hoja en blanco, yo me siento y empiezo a jugar y las cosas empiezan a salir. Y debe haber alguna necesidad de expresar algo de adentro y no sé por qué.
LA PALABRA INVISIBLE
¿Cuál es la relación de las palabras con tu obra? Vos decís: “no me pongo a pensar antes, no me pongo a pensar después”. Pero hay, sin embargo, por lo menos dos momentos en que las palabras aparecen en tus textos, que son los títulos: “Dibujos invisibles” y “Equipaje”.
Mirá, el tema del título es algo que fue en contra de lo que yo quería. Porque la editorial me exigía poner un título o, al menos, era una de las cosas con las que debía transar. Mi idea era que el libro fuera totalmente mudo pero, claro, yo no tenía idea del mundo de los libros. Así que me dicen: ¿Y la gente cómo va a pedir el libro en las librerías? ¿Cómo aparecerá en un catálogo? Todo un tema… y hubo que buscar un título.
¿Pero no lo pusiste vos?
No, no lo puse yo. El título es una idea de un dibujante argentino que se llama Kioskerman, que además hace el prólogo del primer libro. Es una de mis influencias y sé que a él le gusta mucho mi trabajo. En un comentario que me dejó en mi blog, me dijo que mis dibujos eran como invisibles…
“Que concretan el aire en el papel. Que la invisibilidad logra concretar el aire en el papel.”
Eso mismo. Entonces, “Dibujos Invisibles” salió de eso que me decía Kioskerman y “ Equipaje”, me lo recomendó mi madre. Pero ninguno de los dos títulos es mío. Para mí es imposible encontrar palabras. Me cuesta mucho la expresión con la palabra escrita.
PODEROSAMENTE LEVES
A Milena, de doce años, le llama mucho la atención cómo vos trabajás los cuerpos. Encontramos que, en el primer libro hay seres en equilibrios frágiles y, en el segundo, ya todos han perdido ese equilibrio y directamente son livianos y vuelan, son elásticos. ¿Cuál es tu relación con estos cuerpos no sólo frágiles y débiles sino flexibles, como dice ella?
¿Con los equilibristas, decís?
Sí, también con esos equilibristas, con los cuerpos leves y con los cuerpos con esos brazos que se estiran como elásticos más allá de lo posible dentro de lo real.
Mirá, en el segundo libro, los personajes entran a escena y experimento mucho más con el cuerpo parado ahí, dejando que le sucedan cosas. Si, al quedarse parado, no sucede demasiado, el cuerpo comienza a liberarse. Me imagino que va por ese lado. En “Dibujos invisibles” está más el actor que se encuentra con otros elementos no humanos, como una linterna, con un instrumento, con utilería, digamos. Y en “Equipaje” está más la cosa del ser solo, totalmente solo en la hoja. No todo el tiempo, pero se da eso.
CAJONCITOS MEZCLADOS
¿Y cómo decidís –si es que decidís- cuándo tus dibujos son como poemas (se dan en una sola imagen) y cuándo empiezan esas series de dibujos que, para nosotros, son tus dibujos-cuentos, tus dibujos-narraciones que transcurren en varias páginas? ¿Cuándo concentrar y cuándo expandir?
Eso depende de lo que necesite la historia. En realidad, todo lo que hay en los libros son historietas. Los que ocupan varias páginas son historietas de varios cuadros y los de unan imagen sola, historietas de un solo cuadro. Se les dice de distintas formas: cartoon, humor gráfico, etc. Con el tiempo, me fui volviendo cada vez más sintético. Antes hacía historias de varios cuadros, ¡e incluso escribía! Después, me fui volviendo más mudo y empecé a necesitar cada vez menos cuadros para contar las historias.
Por eso te decía que los más breves parecen poemas visuales, por la síntesis.
Bueno, alguna gente dice que yo hago algo como poesía, pero es historieta. Por ahí tengo una mirada bastante poética de las cosas, pero no soy poeta.
¿Qué es lo poético?
La verdad, ni idea. Mi padre es poeta, leo poesía, pero yo nunca pude escribir un poema.
Pero pudiste dibujarlo. Quedate tranquilo que vas muy bien.
Culturalmente, la gente piensa que lo nostálgico, lo profundo, lo infinito o el cielo son cosas que van más con la poesía y asimila la historieta con el entretenimiento, con el humor, con lo gracioso. Y, cuando ven lo mío, arrancan para el lado de la poesía. Y lo que hago yo es historieta pura. Si vos ves los dibujantes de los años 40 o 50, eran extremadamente poéticos.
Nosotros te asociamos directamente con la poesía, pero no por lo que vos decís, sino por cómo está dislocada la lógica causa-efecto, cómo las herramientas pierden su uso de herramientas y se transforman en lo que se produce y ya no en lo que se usa para producir, cómo las consecuencias se vuelven causas.
Lo que sucede también es que los años pasan y se empiezan a expandir las fronteras de los cajoncitos donde se colocaba aquí la poesía, aquí la historieta. Antes, la fotografía no se consideraba arte y hoy es imposible no pensarla como tal. Creo que hay infinitos dibujantes que hacen poesía con sus dibujos, como escritores que… no sé, García Lorca dibujaba.
Sí. Hablábamos de poesía, más allá del género. De la que, finalmente, no necesita ni palabras ni dibujo. De lo que sucede mientras se escribe con palabras o se dibuja el trazo.
Yo lo que hago son dibujos. Soy dibujante. La necesidad que tengo para expresarme, la primera necesidad que tuve en ese sentido fue pictórica, hacer algunas rayitas y dibujar, nunca me vi como un poeta.
EL MATIZ DE LA MIRADA
Y decime: ¿Por qué la ausencia de color?
Bueno, cuando comencé a probar, por alguna razón, me quedé con el blanco y negro. Me parece la forma que más se asemeja a cómo veo o siento yo las cosas, como les pasa a algunos fotógrafos, que tienden más al blanco y negro o al sepia. Veo los colores de las cosas, pero siento las cosas en blanco y negro. No me encuentro con el color. Me gusta ver en otros dibujantes las cosas con color. A mí el color no me queda bien, me da miedo, le tengo terror. Con el negro y los grises me siento cómodo, bien. Probablemente, estaría bien que empiece a probar de meter de a un colorcito y, con el tiempo, otro colorcito y así. Pero no es lo mío por ahora.
EL EXILIO EN INFINITO
Vimos que todos tus personajes que se quedan en la mitad, terminan encerrados. ¿Pensaste alguna vez en lo peligroso que es el centro en tus dibujos?
No lo he notado. No me había dado cuenta… el tema de la nena y la rayuela es, sí, el encierro pero también es como una historia que vuelve a suceder, como el juego.
Como un cuento, que se muerde la cola.
Y yo soy medio así también. En mis primeros dibujos, hacía un personaje en una isla. La verdad es que la explicación no la tengo, pero siento una necesidad de libertad y, a la vez, de que no me molesten, de instalarme en mi juego. Y después hay otras cosas. Yo viví en el exilio, por mis padres. Fijate que el tema del desarraigo lo tengo muy vivido.
¿Dónde estuviste exiliado?
En Argentina, en Francia, en México. Mis dibujos son autobiográficos. Salvando las distancias, obviamente, es un poco como Frida Kahlo que, cuando le decían que sus dibujos eran surrealistas, ella contestaba que no, que eran autobiográficos. Una cosa es el surrealismo de Dalí y otra cosa Frida Kahlo. Lo mío con la rayuela o con la valija es una historia totalmente autobiográfica.
Es curioso cómo regresa la imagen del infinito, el juego de la rayuela que vuelve a empezar y la cinta de Moebius de la que hablábamos al comienzo. Y el centro, como el lugar donde parece que no hay salida, el exilio ¿no?
Creo que mi trabajo es autobiográfico y siempre habla un poco de estos temas, de la soledad, de encerrarme, y también del amor a la vida, del universo, del infinito, la lluvia, la música. Cuando empecé a dibujar fue porque si no lo hacía, no terminaba bien yo. Fue como el escape. Desde que empecé hasta este momento, me han pasado cosas increíbles con el dibujo, pero nunca lo vi de otra forma que mi medio de expresión. Ni siquiera es mi trabajo y te digo más: le escapo a trabajar con el dibujo, las veces que lo he hecho he sufrido muchísimo, no puedo dibujar por pedido o cosas así.
SON DE TRAZOS
Milena: La pregunta es sobre las notas musicales ¿Por qué las usás como objetos?
Primero que todo, a mí me hubiese gustado ser músico y no pude. Así que puedo ser músico con los dibujos. Sé que todavía estoy a tiempo, pero es más difícil ahora. Entonces pienso que, inconscientemente, cuando dibujo notas o guitarras o músicos tocando instrumentos, yo estoy haciendo música con los dibujos. No hay sonido, pero allí se puede leer música. Después, hay un poco de influencia de las películas de Chaplin o unos dibujos animados que yo miraba cuando era chico, como la Pantera Rosa, que mostraban situaciones con instrumentos y y con la música. A mí me gustaba, siempre quise dibujar músicos. Me fascinan la vida de los músicos y los instrumentos. Entonces, como no tengo instrumentos porque son caros y no sé tocar, los dibujo y dibujo músicos y ahí pasan cosas.
Y no hay con qué darle. El blanco encerrado en la decisión del trazo es contundente como un sonido. Los contornos acunan el espacio de un territorio, desde donde partir sin exilios, a donde regresar sin inmovilidades. Puede ser, entonces, que una sombra de la luna proyecte al lobo y que el niño se vea en la dimensión del padre. Tantas inversiones son posibles y tantas continuidades dibujables. Todo por el simple hecho de haberse tragado una preposición.
Me encantó!!! La belleza poética de sus dibujos está en sintonía con la sencillez de su decir.