El hastío: Entrevista a Martín Sabbatella.
Entrevista: Adriana Valletta, Luisa Luchetta, Víctor Dupont, Isabel D’Amico, Germán Cavallero
Edición: Germán Cavallero
“No hay en la historia, en la vida social, nada que sea fijo, rígido, definitivo. Y no lo habrá jamás. Nuevas verdades acrecientan el tesoro del conocimiento, nuevas necesidades, siempre superiores, son generadas por las nuevas condiciones de vida, nuevas curiosidades intelectuales y morales empujan el espíritu y lo obligan a renovarse, a innovar las formas lingüísticas de expresión…” (A. Gramsci*)
SIN MOJONES
Porque no hay puntos de llegada. No hay puntos. En todo caso comas, o puntos suspensivos, como ladrillos: continuidad que deviene en continuidades.
Si la palabra se detuviese al borde del camino. Si llegara a cualquier punto a resignar su lava. Y soltara su cuchara de albañil. Y ya no circulara en rondas para refundarse y hacerse fortaleza. Si quedara ahí. Aplastada en un punto final. A la vera de la historia. Impugnada. Estática. Sin refrendarse a sí misma, como boca de multitudes en prodigioso bostezo y cierre. Si la palabra no urdiera su plan de cadáver exquisito, sobre las sombras de la vida y no saltara desde su propio vientre, para patear el horizonte hacia delante. Si la palabra se confinara y cayera en el reducto fatal de la poca palabra. Y en un silencio aterrador entregara su argamasa. Su líquido y arena, su abrazo de luchas. Si eso ocurriera no habría alquimia del verbo posible. Ya no podría formar cuerpo en multitud.
Pero no hay puntos de llegada. No hay puntos. En todo caso un devenir de la lengua colectiva, empujado por las conquistas sociales. Fortalezas para insistir. Persistencias para andar.
ROMPAMOS EL CERCO
¿Qué es para vos el hastío y que es lo que te provoca hastío?
El hastío es algo muy particular, por lo menos, lo que yo entiendo por hastío, es una sensación de algo que te abruma, una cuestión de pesadez.
Al mismo tiempo es vivible el hastío.
Sí, en realidad, vivimos y convivimos con un montón de sensaciones: te atraviesan, te emocionan, te conmueven, te gustan, no te gustan, que deseás tener, que no. Pero, digo, el hastío, que ustedes intentan pensar, escribir, estudiar, a mí me da una cosa más de pesadez, algo que te abruma, que no es bronca.
Es una sensación distinta. Me imaginaba cuántas veces tuve sensación de hastío, no sé si tuve muchas sensaciones de hastío.
Una cuerda que tensiona, pero que no se corta…
Sí… he tenido sensaciones de dolor, sensaciones de bronca, impotencia. Pero el hastío, quizá nunca me había puesto a pensarlo, de hecho, es la primera vez. Si recuerdo, estos últimos meses, o estos días, por ejemplo, lo que pasó con Hebe, que, por supuesto, incluye bronca, impotencia, dolor. Pero, al mismo tiempo, como es Hebe, te genera fuerza. Si alguien está bajoneado, desanimado, basta un segundo con Hebe para curarse de eso. Todo el mundo sabe que este jueves se cumplen dos mil rondas de las Madres, todo el mundo sabe que los jueves, a las tres de la tarde, la Plaza de Mayo, desde hace dos mil jueves, es un símbolo de libertad, de lucha por la igualdad, de democracia, de monumento a la dignidad. Y una orden de allanamiento, orden de detención e infantería, a las tres de la tarde, un jueves previo a cumplir dos mil rondas, hay un montón de sensaciones dando vueltas, emocionales, y otras más racionales, pero no me da una sensación de hastío sino de decir… ¿cómo puede ser?
También se instala que todo es lo mismo, que no hay diferenciación. Por ejemplo, el ataque que sufriste el domingo en Santiago del Estero…
Pero no usaría la palabra hastío, no me genera hastío. Te da bronca, te parece injusto, pero el hastío lo vinculo más a algo que te abruma. Algo que te dice: ¿Qué es eso? Como un signo de pregunta muy fuerte, ¿cómo puede ser? Porque, quizá, es algo que no tendría que suceder, pero que rompe lo explicable, lo racional también de algunas cosas. Lo del domingo te lo puedo explicar. Sé exactamente lo que pasa, me da bronca, me da impotencia, pero no hastío. A decir verdad, no tengo tantas posibilidades de hastiarme.
Bueno, esa es una respuesta también…
Ahora de bronca, impotencia, dolor…. De eso sí colecciono, como todos.
La gente que recibe un exceso de información como forma de censura, y que está enajenada y un poco hastiada de la política…
Pero eso sí. Puede ser que se busque construir que haya una sociedad hastiada, desanimada, descreída. Eso es así. Hay toda una construcción para tener una democracia de baja o nula intensidad, una construcción simbólica, cultural, que hace que, en esa interpelación a la sociedad, en esa búsqueda terminemos hastiados o desanimados o no creyendo más.
POCA PALABRA
En estos últimos doce años, en términos de Laclau, se radicalizó la democracia. ¿Qué te parece que se ganó a favor de la democratización de la palabra?
Mezclemos entonces las dos cosas y rompamos un poco el cerco del hastío. Hay un debate y hay construcciones simbólicas, disputa por el sentido, por la opinión pública. Y, en ese marco, sí, hay una estrategia: éste es un gobierno para pocos, que necesita poca palabra, poca participación, poca política, poca esperanza, pocas ideas, poco de todo, para que funcione. Y, entonces, necesitás una sociedad que deje de creer, que se resigne, que piense que los derechos no son derechos, que las cosas que tuvo fueron un error, algo equivocado, que eso es para otros, porque si creés que no te corresponden determinadas cosas o el derecho a determinadas cosas, dejás de pelear por eso. Se ha expresado brutalmente en el gas: si, con un sueldo medio podés ir de vacaciones, comprar un celular o un plasma o si eso le corresponde a otros sectores…
Dejás de pelear por algo y ya no parás: no te corresponde ir a la escuela o ir a la universidad si no tenés familia con dinero…
Flexibilización laboral…
Bueno, sí, todo un mecanismo. Y, como lo opuesto a lo que vivimos en los doce años y medio: la política en el centro de la escena pública como protagonista de las transformaciones, a favor de esas mayorías populares y volviendo a poner, también en la escena, el debate de ideas. Ésta, en cambio, necesita construir una idea de poca palabra, de poca participación, poca esperanza, poco protagonismo. La política degradada, asociada a porquería, a algo que no conviene meterse. Que la militancia es sinónimo de vagos, ñoquis, corruptos, delincuentes. O sea, algo que no convoque, para que, en todo caso, la política también quede en pocas manos. Y, cuando hay poca política, la política deja de mediar a favor del pueblo, en contra de los intereses corporativos, por lo tanto, vuelve a estar subordinada a esos intereses económicos concentrados. En todo caso, la radicalización de la democracia, en términos de Laclau, de Chantal… también la derecha ataca porque quiere asociar a eso que estamos planteando la grieta, la discusión, el conflicto… Ahora, ellos construyen el discurso de la democracia consensual vacía donde, teóricamente, todos nos podemos dar la mano en una suerte de ronda de felicidad. Como si todos pudiéramos estar absolutamente de acuerdo en todo y todos queremos lo mismo. ¿Por qué nos peleamos si todos queremos la felicidad? Claro que es una pregunta – que si todos queremos la felicidad, ¿por qué nos peleamos?-, en algún punto decís, ¿para qué? Pasa que es mentira que todos queremos lo mismo. Porque es cierto que una sociedad tiene intereses contrapuestos: o defendés los intereses de las mayorías populares o defendés los intereses de los grupos concentrados económicos. La verdad que la democracia más profunda, más intensa, más potente es la democracia que no niega los conflictos que existen y la puja de intereses que hay en una sociedad: es la que resuelve democráticamente esos conflictos. La otra es una suerte de democracia consensual vacía que, en nombre de la “gobernabilidad”, no toca nada -en realidad es la gobernabilidad del status quo, es dejar las cosas como están, un grupo chiquito manejando todo y las mayorías mirando desde afuera de la ventana-.
PATEAR EL HORIZONTE HACIA DELANTE
En relación al lenguaje, ¿qué respuestas hay o habría? ¿Hay que construir un nuevo lenguaje, deconstruir uno viejo? Porque se hizo, durante doce años, una construcción fuerte de lenguaje. Y, sin embargo…
Hay cosas que nos faltaron hacer. Hay cosas que no supimos cómo hacer. Hay cosas por repensar cómo hacer. Hay cosas que se hicieron y muchas. La Argentina no es la misma hoy que al 24 de mayo del 2003. El proceso político que vivió la Argentina estos doce años y medio fue de profundas transformaciones y a veces no le damos la valoración adecuada. Porque, como perdimos, nos preguntamos qué se hizo. Ahora es cierto. Perdimos. Y hay que repensar cómo volver. Y cómo volver mejores. Y volver mejores no me parece un dato menor… En estos doce años y medio se construyó una gran parte de la sociedad que comparte el núcleo de ideas, principios y valores que ordenaron las políticas públicas. ¿Quiénes acompañaban estas ideas que gobernaron estos años, el 24 de mayo de 2003? Muchos menos de los que acompañamos hoy. En términos de crecimiento, si se quiere, de consciencia, de incorporar como propios determinados valores, yo creo que hemos crecido y mucho. El kirchnerismo fue un fenónemo que interpeló a la sociedad, que corrió la frontera de lo posible, que fue por más, ante una sociedad que no le demandaba eso. El sistema político, no solamente que no le demandaba las transformaciones que se pusieron en marcha, sino que las sufrió. Porque, si fuera por el sistema político, en su conjunto, el kirchnerismo ni siquiera hubiera nacido, si se hubiese sabido para qué nacía.
Como una fuerza autónoma…
Lo que quiero decir es que no había una demanda social de transformación… la agenda del kirchnerismo surgió de la interpelación, del propio Néstor Kirchner, a la sociedad. Yo creo que, hay una cosa que nosotros no tuvimos del todo clara: la fuerza que la derecha tiene, en esta batalla cultural y en esta construcción de sentido y en la disputa del sentido, de la opinión pública…
simbólica…
… sí, de los símbolos, de construir, si se quiere, esa hegemonía, en términos más gramscianos.Y, también, la presencia brutal del partido judicial y del partido mediático como herramientas. Nosotros – digo nosotros como proceso histórico-, porque no es nuevo pelear contra eso: contra una derecha, que siempre fue en la Argentina, profundamente liberal, en términos económicos, y profundamente autoritaria y conservadora en términos políticos, y que utilizaba el partido militar y que era durísimo, y que pasamos los peores años de nuestra historia, con esa lógica…. Pero la derecha atendida por sus dueños sin colonizar partidos populares o sin partido militar, directamente ellos en el gobierno, con el partido judicial, con el partido mediático, esa trama oscura, es un elemento nuevo, inédito, en términos históricos. Y si ahora uno mira la película, quizás, más fácil, las reformas que se dieron, las transformaciones que se generaron, tendrían que traer, como dijo Cristina, un resguardo, institucional y constitucional más potente para que, la garantía de continuidad de esas transformaciones, tenga, por lo menos jerarquía o rango constitucional. ¿Qué significa esto? Que vos tenés que construir mayorías especiales o consensos más amplios para poder retroceder sobre los pasos dados positivamente. Porque nosotros perdimos la elección, sacamos un poquito menos que la mitad, ellos sacaron un poco más que la mitad, tienen derecho a gobernar, y están gobernando -y está muy bien-, nos toca ser oposición, pero es cierto que la diferencia es un punto, un punto y medio y, en general, pensar que el país puede retroceder brutalmente o hacer exactamente lo contrario a lo que se hacía por un punto de diferencia… Ahí me parece que hay un tema de autocrítica. Hoy, los que creemos en el rol del Estado, en el valor de lo público, en la construcción de una sociedad de derechos, políticos, sociales, culturales, económicos, para todos y todas, sabemos que no se garantiza si no hay un Estado presente, como garante de esos derechos, somos muchos y muchas, y somos más que el 24 de mayo de 2003, por lo tanto yo creo que el kirchnerismo, además de las transformaciones que hizo estos doce años y medio, también elevó, si se quiere, el número, o construyó un mayor consenso social sobre las ideas mismas que ordenaron las políticas de estos años. El piso, el lugar donde estamos parados hoy, en términos de la valoración que tiene la sociedad sobre estas ideas, son más que las que eran el 24 de mayo de 2003. El kirchnerismo parió esto, que la memoria social positiva va a ir creciendo, a mi entender, con la inevitable comparación entre lo que estamos viviendo y lo que vivíamos antes de estos ocho meses…
Por contraste…
Porque la memoria social está más fresca también, porque los días más felices de la Argentina no están hace sesenta años, están hace ocho meses, lo que permite hacer un balance más concreto.
NEOCOLONIA LINGÜÍSTICA
En este pasaje que vos marcás –evidente a nivel histórico– de la alianza de los sectores liberales con los militares, con las FFAA, hacia una nueva alianza entre el partido judicial, el partido mediático, etc., ¿qué operaciones de lenguaje advertís?
Yo no soy un especialista en el tema. Está claro que hay un discurso, una palabra pública de la derecha que cambia, que intenta adaptarse a este nuevo esquema, si se quiere, a una suerte de neocolonialismo –porque tiene que ver con lo mismo–, hecho con las novedades del presente. Y entonces, sí, obviamente, es difícil construir con las mismas palabras, las mismas categorías… Ellos continúan con los mismos objetivos de siempre: vienen a saquear a la patria, a saquear el pueblo, quieren quedarse con lo que es de todos. Después es cierto que la campaña de Macri fue muy clara en eso: intentó expresar modernidad, expresar una derecha democrática, entre comillas, porque, rápidamente, cuando los pinchás, les sale su ADN autoritario. Pero también hay una idea de que ellos expresan una suerte de “normalidad”, que es una palabra…
Normalidad, previsibilidad…
Por eso te digo, como si ellos expresaran la normalidad, la previsibilidad. Ellos son lo que se tiene que ser. ¿Y nosotros? ¿Qué seríamos? Los anormales, los violentos, los tipos, como que no entendieron el mundo. Porque es la lógica del mercado, la lógica de la contabilidad empresarial. ¿Qué buscan? La verdad que no se puede pensar si vale solamente la contabilidad empresarial; a mí me preocupa que todo el mundo pueda, en cualquier rincón de la Argentina, si tiene frío, prender la estufa.
Pero la verdadera pesada herencia es otra. Y tiene sus frases, sus imanes de lenguaje. El “no te metas”, el “son unos negros”. “Es todo lo mismo”. “Los políticos son corruptos”. Creo que esta batalla cultural no se ha ganado… Vuelve.
No sé si hay un momento donde las cosas tengan un punto de llegada… No creo en el desarrollo objetivo de la historia, donde se termina todo y somos felices…. Hay una puja, una tensión permanente, donde ellos quieren construir una cosa y nosotros queremos construir otra. Existimos “ellos” y “nosotros”. Ellos hablan de grieta, de división de la familia, que la abuela no puede traer los ñoquis en paz porque todos se pelean. A ver, para “nosotros” y para “ellos” no hay acuerdo posible. La torta es una sola. Y distribuir la riqueza es sacar de un lado y poner en el otro. Cuando le sacás a “ellos”, es para repartirla entre “nosotros” y eso no les cae bien. En esa lógica, ellos construyen un sentido. Pero que vuelva ese discurso no significa que se haya perdido. ¿Desde dónde partís? ¿Cuántos hoy son receptores de ese discurso y cuántos no? Por supuesto, que está en disputa y por supuesto que podemos ser minoría en esa batalla. Los decretos se cambian por decretos, la ley se cambia con otra ley, aun si hubiésemos logrado rango constitucional, si ellos no hubiesen tenido una mayoría especial, también la Constitución se cambia con una reforma constitucional. Lo que no cambia un decreto, ni una ley, ni nada es la construcción de la consciencia, irreversible de verdad -porque también está en disputa, no hay nada estático-, esos valores adquiridos, el posicionamiento en términos valóricos, desde dónde mirás la historia, el presente y el futuro; es ese diálogo que vos hacés con lo que pasa, desde las cosas que vas incorporando… Ahí crecimos mucho. No es tan fácil, hoy, decirle a la sociedad que el Estado tiene que correrse brutalmente. Por supuesto que ellos quieren eso. Pretenden que todo es mercancía y todo funciona en términos de mercado, de ganancia y lo que no da ganancia no se puede hacer. .
ALQUIMIA DEL VERBO
“…mientras que una locura desenfrenada aplasta / y convierte en mantillo humeante a mil hombres; / ¡pobres muertos!, sumidos en estío, en la yerba, / en tu gozo, Natura, que santa los creaste…”, Arthur Rimbaud**
¿Qué recursos de lenguaje se plantean para aquella gente que se fue tras el canto de sirenas del discurso de Cambiemos?
Ayer lo decía Cristina en la villa 31, en Urbana TV, tenemos que generar mecanismos para abrir la cabeza, ser capaces de decodificar, para recibir lo que están emitiendo, es parte de esta discusión, entender desde la comunicación, con todas las herramientas comunicacionales, con todas las expresiones del lenguaje, que no son las que conocíamos hace unos años. Nuevos medios, tecnología…
Incluso en las calles, hasta del graffiti.
Con distintas expresiones culturales, del lenguaje, de la palabra. Eso también ha pasado en distintas oportunidades: lo que surge como ruptura después puede ser absorbido por el pensamiento más conservador. Lo que digo es, por supuesto que tenemos que estar preocupados y ocupados en esto. Perdimos y, ¿por qué? Nos ganaron en el discurso, se apropiaron de cosas nuestras. Hubo una estrategia, la gente votó para estar mejor, no para estar peor. Tampoco hay que enojarse con esa realidad. Nadie vota para estar peor. En todo caso tenés un grupo de tipos que votan conscientes de que vienen a hacer determinadas cosas. Puede ser, el símbolo quizás, la sociedad Rural, el otro día, aplaudiendo a Macri, que no aplauden a un presidente, aplauden a un socio. Incluso los especuladores financieros o banqueros que se han enriquecido, en estos siete u ocho meses, muchísimo… Al mismo tiempo que se perdió poder adquisitivo del salario en los sectores populares, trabajadores, sectores medios, pequeños productores, empresarios, comerciantes… Y ahí está el “nosotros” y “ellos”. Un “nosotros”, pueblo, para decirlo de alguna manera, todos los días yendo para atrás, en un “ellos”, grupos concentrados, corporativos, minorías, elite, como lo quieras llamar, cada vez mejor. Los que se benefician no logran construir mayorías, tienen que romper sus fronteras, y, en algunos casos, ceder algo de lo que les gustaría también llevarse; o ceden materialmente o construyen consensos en términos simbólicos, en términos de una idea que te hace estar en un lugar aun sin que vos, lo puedas ver materialmente como beneficio. El ejemplo con las retenciones del campo fue claro, ¡cómo puede ser que muchas personas salieron a bancar a los grupos concentrados del campo, sin saber lo que era la soja más que por una milanesa! Bueno, es una construcción, vos creés que si a ellos les va bien, te va ir bien a vos, pero es una teoría que ya sabemos que es mentira, que eso no derrama, que si les va bien a ellos, es a ellos y punto. Que para que le vaya bien a las mayorías, a los sectores populares, tiene que haber consumo popular -ese círculo virtuoso: demanda, producción, inversión, trabajo-, si vos creés que el éxito de la economía tiene que ver con que nadie quede afuera y no con que algunos se enriquezcan. Bueno, todas esas son las discusiones que entran en tensión. Ahora, ¿cómo construir, cómo reconstruir? Yo creo que el desafío es eso: hacer un balance cotidiano con la sociedad sobre cómo vivías y cómo vivís. Y desarticular ese discurso que te quiere convencer de que éste es un camino inevitable, que no hay otra posibilidad, y que vos tenés que hacer un esfuerzo ahora, o por lo que hicimos mal nosotros antes o el esfuerzo necesario para un futuro de bienestar que en algún momento vendrá. Entonces hacés el sacrificio porque nosotros dejamos un desastre o estás dispuesto a hacer un sacrificio por el futuro de tu hijo, porque lo que viene va ser mejor. Y en realidad, es una construcción que es mentira. Los partidos políticos son una parte de la sociedad, con determinadas ideas, desde donde se interpela a la misma sociedad para construir mayorías, y, en general, hay una parte de la sociedad , ahí en el medio, que está en disputa hacia la construcción de las mayorías circunstanciales. Bueno, me parece que en esa disputa, en esa interpelación, el gran desafío nuestro -del pensamiento nacional, popular y democrático en el siglo XXI que, por lo tanto, tiene un rol histórico, defender las mayorías populares–, es reconstruir una nueva mayoría que permita recuperar el rumbo de la Argentina en pos de un proyecto de crecimiento con inclusión para un futuro de todas y todos y no para una parte.
FORMAR CUERPO EN MULTITUD
¿Te sabés un buen orador? ¿En dónde te sentís más cómodo como orador, en un debate o en una charla?
Yo milito desde los 13 años, tengo 46, hace 33 años. Me siento cómodo, no sé si es la palabra, a mí me gusta militar, la militancia surge de la bronca por las cosas que están mal, de los sueños, de los ideales, de las ganas de cambiar el mundo, las utopías. Al margen de que todos militamos por una cuestión de ideales, de sensibilidad, de compromiso, a mí me gusta hacerlo, me gusta militar, hacer política, me parece una actividad de las más nobles, no es solamente el sacrifico. Más allá de todas las dificultades, los momentos duros, horribles, tensos, complejos, las tristezas, las alegrías, las derrotas, las victorias, -todo eso va junto en la mochila-, no sé si la palabra es “cómodo”, pero me siento bien militando. Ahora vos me preguntás: ¿qué te gusta más? Estar en un acto, hacer un discurso, estar en una reunión de compañeros… En general la militancia tiene también esta cosa de compartir entre compañeros y compañeras, que construye vínculos muy fuertes, donde hay una cosa con el otro que quizás, no es ni tu familia, ni tu amigo de toda la vida, sin embargo hay un vínculo, una relación por la que estás dispuesto a poner el cuerpo sin límites por el que milita con vos, hay algo fuerte ahí que hace a esto de los proyectos colectivos… En estos días estuve en Clorinda, en un barrio, con unos compañeros, comiendo chorizo a la noche, algo extraordinario; o el acto multitudinario en el parque Saavedra, o después una marcha o una reunión hasta las cuatro de la mañana para ver qué hacemos con tal cosa…
Se puede decir que la militancia está atravesada por lo emocional.
Sí, yo creo que la política tiene mucho de emocional, de pasional, de sentimientos, de sensaciones, por supuesto que tiene mucho también de ideas, de racionalidad. Los proyectos populares tienen ese anclaje profundo en nuestra historia, en nuestra identidad, en nuestras raíces, en ese ida y vuelta de la historia con la carga del presente. La relación de Cristina con el pueblo es una relación de amor, como también hay una parte que expresa un odio brutal. Pero el odio pertenece más a los proyectos de pocos, a los proyectos de la derecha, de los que expresan el odio de sentir que pierden privilegios. Como decía Jauretche: la alegría está del lado nuestro porque es la alegría de ser parte de un proyecto que amplía y recupera derechos y la bronca está del lado de ellos que son los que sienten que pierden privilegios. Las ideas y la pasión, y las relaciones, y la cosa no explicable en términos racionales, todo lo explicable racionalmente, todo lo que está escrito, que se cree que está bien hecho, y en algún dogma, en algún lado escrito que va a ser así, en general, no funciona ni funcionó.
CADÁVER EXQUISITO
¿Tenés alguna relación con la escritura? ¿Escribís, te gusta escribir?
Poco, tengo poco tiempo, lo que escribo está vinculado más a discursos o documentos o posiciones políticas. Eso es lo que más escribo.
¿Ficción, poesía?
No, no, de chico, hice algunas de esas cosas.
¿Leés algo de ficción, novela?
Si estoy relajado -que cuesta-, de vacaciones, sí, llevo una pilita de libros… si no, leo más ensayos políticos, historia. Y después, en la acción política, en la militancia, para sentar posiciones, a veces llevás ese debate político al papel, a la escritura, para circular una posición. No solamente yo, sino un equipo de compañeras y compañeros, como una escritura colectiva, sobre algunas cosas que vamos definiendo, de análisis o definiendo hacer.
¿Creés que hay un lenguaje de la militancia?
Me parece que hay un lenguaje de todos los grupos. En todos los grupos hay un lenguaje, una característica, un lenguaje de determinados mundos. Y hay un lenguaje de la militancia y hay códigos y cosas de la militancia política en general y después también submundos de determinadas ideas de esa política, de esa militancia. Yo creo que es bastante natural, pero tiene su riesgo también porque el lenguaje en la militancia tiene que permitir romper esas fronteras y que no se encierre. Entonces, existe. Parte de la búsqueda tiene que ser que eso no te cerque.
¿Es una estrategia a trabajar?
Es una preocupación permanente de la militancia política que tiene vocación de mayoría, de la respuesta popular, que cree en la democracia como espacio y límite de la política, donde no basta tener la razón, sino que tenés que construir mayoría, tenés que convencer, por lo tanto, el lenguaje es fundamental, básicamente, y para hacerlo sencillo, porque vos no podés hablar hacia adentro.
“En el fondo, aun cuando todos los hombres del mundo fueran razonables, siempre existiría además la posibilidad de atravesar el mundo de nuestros signos, el mundo de nuestras palabras, de nuestro lenguaje, de enturbiar su sentido más familiar y, por el mero y maravilloso fluir de unas cuantas palabras que se entrechocan, poner el mundo al revés.” (Michel Foucault***)
Notas:
*Antonio Gramsci, Escritos sobre el lenguaje, La lengua única y el esperanto, pág. 58, Eduntref, Argentina, 2013.
**Arthur Rimbaud, El mal (fragmento), http://ciudadseva.com/texto/el-mal-2/
***Michel Foucault, La gran extranjera, El lenguaje como locura, págs. 53 y 54, Siglo Veintuno Editores Argentinos, 2015.