El cuidado del otro: sobre Gary Kasparov.
Por Horacio Intorre.
RECUERDOS DE PROVINCIA
Dijo Mijail Botvinnik, ex campeón mundial de ajedrez y maestro de Kasparov: “En una galaxia de jóvenes y fuertes grandes maestros, en mi opinión, Gary Kasparov tiene las mejores perspectivas para conseguir un estilo armonioso y perfecto como Alekhine.” Alekhine se había consagrado campeón del mundo en Buenos Aires, al vencer al gran cubano, José Raúl Capablanca, en el año 1937. El match se disputó en el prestigioso “Club Argentino de Ajedrez”, donde aún se conserva, en una vitrina, el tablero con las piezas de la última partida. También, la hoja de anotaciones.
CATORCE, DE UN SAQUE
Kasparov nació el 13 de abril de 1963 en Baku, capital de la República Rusa de Azerbaidzhan. Su verdadero nombre era Garri Kimovich Veinshtén. De padre judío y madre armenia, su sangre contaba historias de persecuciones por todos sus afluentes. Pero lo que él persiguió con tesón, le vino por mandato materno. Antes de eso, no todo había sido esplendor. Cuando Garry tenía tan sólo siete años, falleció su padre. Entonces, adoptó el apellido armenio de su madre, Kasparián, modificado a una versión rusificada, Kasparov. Su madre tuvo un papel importante, si de mandatos se trata. Lo alentó a estudiar ajedrez con grandes maestros y, sutilezas maternas, le predijo como quien da una sugerencia: ¡Vos serás campeón del mundo! Así, montado en el poderoso deseo de ella, a los 13 años, Garry ganó el campeonato juvenil de la URSS. A los 16, su reputación se escuchaba como un grito a voces en la Unión Soviética y en Occidente. Era un competidor formidable quien, en cada movimiento, buscaba arrasar al oponente. En esas andaba cuando lo invitaron a jugar un importante torneo en Yugoslavia, donde se presentaban catorce grandes maestros internacionales. Ganó por un amplio margen.
REY POST KNOCK OUT
Cuando contaba tan sólo con 21 años, Kasparov se enfrentó al campeón del mundo, Anatoly Karpov, quien ostentaba el título desde hacía 10 años. El asunto se transformó en un auténtico acontecimiento, que se prolongó seis meses y 48 partidas. Al final, se canceló y fue declarado nulo, por el cansancio de ambos jugadores. Sin embargo, la cosa no quedaría así: el encuentro se reanudó al año siguiente y Kasparov se consagró campeón del mundo. Conservó la supremacía durante 15 años, de 1984 a 1990.
Una vez, le preguntaron a Kasparov:
-¿Se ve a sí mismo identificado en la figura de Radjabov?
Radjabov, a los 15 años, había vencido en forma increíble al gran Garry. Este audaz fue el jugador más joven que derrotó a un campeón del mundo. Coincidencias de la historia, ambos habían nacido en el mismo lugar, Axerbaiyán
Y Garry contestó:
-Yo nunca finalicé último en un torneo.
Por este tipo de declaraciones, se ganó el mote de “el ogro de Baku.” Aunque, en realidad, la gente que lo conoció de cerca ha declarado que es una persona encantadora. Se ve en las entrevista como un tipo muy amable y de buen humor.
SUDAR LA GOTA GORDA
Kasparov explicó que, en el ajedrez, no existen los milagros, lo único que da resultado es trabajar muy duro. La idea del sacrificio tiñe todas sus declaraciones sobre al deporte. Si uno ve videos de partidas, su gesto y hasta su actitud corporal parecen los de un hombre en plena batalla. Dice en uno de sus 25 libros publicados “Veo en la lucha ajedrecística un modelo pasmosamente exacto de la vida humana, con su trajín diario, sus crisis y sus incesantes altibajos.”. Y declara en una entrevista: “Cuando juego, no puedo pensar en los sentimientos, el otro es un “enemigo” al que hay que destruir, no a él claro está.”
La fiera al acecho desplegaba la necesidad de autoafirmarse en el triunfo y no solo durante el transcurso del juego. El ánimo posterior al encuentro dependía completamente de un resultado, de un final que concentraba, en muy poco tiempo cronológico, el sentido o el sinsentido de toda la partida. Es cierto, esta es una manera de abordarlo. Hay quienes lo viven de otro modo: como un desafío a su habilidad lógica, como un juego, como un momento donde la palabra del pensamiento calla y solo hay piezas, especulación y movimientos sobre un tablero. Sin embargo, esta nota se escribe para ver el lado no idealizado del asunto. Siempre se asocia el ajedrez con la inteligencia. Si uno le dedica muchas a jugar al truco, es un timbero. Pero si uno le dedica muchas horas al ajedrez, seguro subirá unos peldaños en la mirada ajena. Lo cierto es que algunos grandes del ajedrez usan palabras como enemigo, destrozar al rival, aplastarlo. Como si no fuera suficiente el despliegue monárquico presente ya en los trebejos (peón, alfil, rey, reina), el transcurso de la partida habilita toda una serie de psicologías y acciones vinculadas a lo militar: “Algunos jugadores se quejan de que hago gestos mientras juego, que los miro de manera intimidatoria. Pero a mí sólo me importa jugar bien y ganar, no me preocupa lo que hagan mis rivales ni nadie. Juego y gano.”
ANÉCDOTAS PICANTES
De tal palo, tal astilla (Ni una menos)
Luego de abandonar el ajedrez como jugador, Kasparov se dedicó, entre otros asuntos, a entrenar a Magnus Carlsen, actual campeón mundial. El discípulo emuló al maestro y ahora es campeón del mundo. Sin embargo, en esta partida Blitz-“rayo”, en alemán- (se trata de una partida rápida, de 3 minutos por jugador), Carlsen se enfrenta a la campeona mundial femenina, la rusa Alexandra Koseniuk. Magnus, parece que no es tan Magnus, comete un error: mueve una pieza y la vuelve para atrás porque vio que perdía de inmediato. Alexandra se lo hizo notar: eso no está permitido. Si un jugador toca una pieza, debe jugar esa pieza, no puede cambiar. Magnus, como se ve en el video, se fastidia y ni siquiera saluda a su rival.
PARTIR DEL PARTIDO
Kasparov se retiró en el año 2005. Desde entonces, comenzó a jugar fuerte en otras contiendas. Como nunca fue hombre de irse con chiquitas, creó su propio partido, “Frente Cívico Unido”, en oposición al régimen de Putin, motivo por el cual fue varias veces encarcelado, aunque no por mucho tiempo. Si en medio de los trebejos siempre estuvo entre los triunfadores, en la política, no vaciló en estar del lado de la resistencia, del lado más difícil de las cosas. Como al jugar, tuvo y tiene bien claro quién es el enemigo. Putin no es otro para Kasparov. Es exactamente el opuesto. Y, cuando el otro es un opuesto, no hay dos, se disuelve toda idea de otredad. Y si tuvo que perder, incluso con prisión, no se le cayó ningún anillo. Por estos combates, Kasparov fue galardonado con el premio “UN WATCH“ de las Naciones Unidas, por su pacífica lucha en pos del respeto a las libertades fundamentales en Rusia. Actualmente, es presidente de la Fundación de Derechos Humanos y del Consejo Internacional. Ya no se trata de ganar una partida de ajedrez, sino de mantener los principios éticos y la libertad política. La coherencia de un grande: Garry Kasparov.
Luego de su retiro, Kasparov solo jugó, esporádicamente, partidas de exhibición. En el año 2016, volvió al tablero para un torneo internacional con varios grandes maestros, muchísimo más jóvenes que él. Sin embargo Garry se desplegó con gran nivel. A los 53 años, demostró estar a la altura de los mejores de la elite mundial. ¡Qué emocionante fue volver a verlo jugar como el mejor! ¡Gracias por tanto talento, Garry!