Reflexiones acerca de la miseria: Entrevista a Miguel Benasayag.
Entrevista: Lourdes Landeira, Gabriela Stoppelman
Edición: Gabriela Stoppelman
Por un ventanuco del viejo portón de hierro, espía el mundo. El recorte que ve es un instante eterno entre una noche y otra, entre una luz y otra. Lo que más ansía es recuperar la mirada que lo circulaba en el tiempo y la consistencia que arrancaba chispas al espacio. Al principio del encierro, midió los transcursos con el color de la herrumbre. Pero, después, la tierra trepó sobre su cuerpo, como letra urgente sobre una página sitiada. Desde entonces no pudo más que leer -una y otra vez, una y otra vez- los contornos que el vegetal escribía con ritmo suave y sin pausa. Al poco, la trama se le volvió muy compleja, sin origen y sin destino, demasiado para su pensamiento de claustro: ese rectángulo vicioso, de capot a baúl, de baúl a capot. Si con las duraciones las cosas no eran sencillas, con las extensiones resultaban mucho peores. La inmensidad lo aterraba, la desmesura le impregnaba las ventanillas con hollines delirantes y las puertas chirriaban mudas si osaba imaginar un mundo sin dimensiones. Así la tensión, la escena se parecía más a la de un garage inmovilizado por los terrores de un auto que a un auto encarcelado en un garage. Para colmo de males, el vegetal trepador había dejado expuestos varios bollos de su piel, cicatrices de antiguos choques que jamás terminaban de cerrar. Otras, rendidas ante el peso de la reclusión, pudieron desatar sus rugosidades y andaban con las ligaduras sueltas, en busca de un encuentro, de filiar con una ruta, de enamorar una calle. Sin embargo, el rectángulo vicioso les pinchaba cualquier fantasía. Que con las cosas que pasan afuera, que vos viste cómo maneja la gente, que estacionar es una proeza, que el precio de la nafta, la contaminación ambiental, los combustibles tóxicos, la aceleración en el deshielo de los glaciares, la extinción de las ballenas… En eso andaba un día -meta pulir la queja, meta velar sus autopartes dislocadas, meta justificar su inmovilidad con retraimientos y vejeces prematuras- cuando escuchó una voz, detrás del portón de hierro: ¡Sacá el auto del garage! Era Miguel Benasayag, que por ahí pasaba. De pronto, la luz encandiló un espacio que frunció los ojos, después de tantos años de oscuridad. Algo rugió con la voz de ponerse en marcha. Y dijo:
EL ÓRGANO INNOBLE
“Bendita seas, Virgen de la niebla que me arrinconas/ y como si mi cuerpo fuera un tajo en la hostia/me hincas nievemente de luz/ me dejas ciega/ haces de mi mudez de dromedario un breve trazo (o) un ideograma/ Y estallo en rosa en intemperie/ en palabra”
Poema de Tina Elorriaga
Estuvimos hurgando por tus libros. Me llamó la atención, casi por un interés personal, lo que decís sobre que hay partes dislocadas y capturadas del cerebro. Partes que se usan hoy en día para la comunicación en internet y antes cumplían otras funciones. ¿Se pueden recuperar esas partes?
Mirá, respecto a las partes dislocadas hay dos cosas para decir. Una, relacionada al punto de vista neurofisiológico. Contrariamente a lo que uno piensa de una manera un poco inocente, cuando uno utiliza una máquina digital, no es que está uno y la máquina, sino que la máquina se conecta con segmentos del cerebro de uno. Pero eso hay que entenderlo de manera corriente: cuando ves a alguien trabajar en la cadena de montaje, ¿te acordás de esa película de Chaplin “Tiempos modernos”?
Bueno, la cadena de montaje solicita un grupo de músculos, de huesos y sus articulaciones. El resto no está solicitado, incluso molesta si se manifiesta. En el caso de Chaplin, el tipo se pone a pensar o se rasca el culo y la máquina ignora eso, captura sólo una parte de ese cuerpo. En realidad, el “individuo unido” es un poco un mambo imaginario, porque siempre -o casi siempre- cuando uno habla, piensa, o actúa, no hay una unidad del individuo solicitada y comprometida con el movimiento. Ahora vuelvo a las partes dislocadas del cerebro. Lo que sucede con el cerebro y las máquinas digitales es que éstas no utilizan “el” cerebro, como unidad integrada con una máquina. La máquina captura ciertos sectores del cerebro, aísla otros y, por supuesto, atrofia a algunos a lo largo del tiempo. Si uno lo compara con Chaplin, allí se atrofian las partes no solicitadas del cuerpo y, en cuanto a las zonas dislocadas, sobre las que vos me preguntás, se arruinan zonas cerebrales. Cualquier persona puede pensar que un cuerpo que no se mueve se atrofia o que una persona que hace solamente un gesto puede después tener consecuencias en el esqueleto, pero la gente no piensa lo mismo acerca del cerebro. Hay una idea difusa, a la que muchos neurólogos adscriben, que es la de un cerebro integrado, tal como Occidente necesita pensarlo: el órgano noble que piensa y decide y qué sé yo. Pero, cuando uno, en neurofisiología, trabaja el modo en que el cerebro se comporta con la máquina, se da cuenta que la máquina captura ciertos segmentos y deja de lado otros. Entonces, ves que la unidad que permite que haya una identidad, en realidad, no está. Cualquier persona que trabaja en una oficina haciendo números al pedo o que está condenada a ser cajero en un supermercado sufre este tipo de cosas. La máquina digital, de forma súper acelerada y muy potente, modifica relaciones del pensamiento y de la percepción de una manera muy fuerte, casi irreversible. O sea, no es que es la primera vez que esto sucede ni se trata tampoco de una cosa excepcional. Lo excepcional y lo original está dado por la potencia con que estas máquinas cumplen funciones que nosotros no cumplimos más. Ahí empieza el problema, cuando vos no podés más calcular, no podés más ubicarte en el espacio y en el tiempo, cuando no podés más tener un pensamiento reflexivo complejo, porque todos esos segmentos están capturados, dislocados y atrofiados.
SOBREDOSIS DE DESCARTES
“Ya ves el tren/ A qué velocidad/ Y con fantasmas”
“Esto es así”, Javier Adúriz
Me quedé pensando en el tipo que trabaja como cajero. Como docente, a mis talleres de escritura, se acerca gente que está nueve horas dale trabajar con el pensamiento lógico. Todo el tiempo, “causa-consecuencia”. Al ponerlos frente a un poema quizás pasan tres meses sin que suceda nada, pero después algo aparece. Entonces, mi idea es que las zonas dislocadas, en algunos casos, se pueden recuperar.
Bueno, a veces sí y a veces no. He hecho trabajo terapéutico, de permitir que haya asociaciones y vi personas que lograron una aproximación permitiéndose perspectivas diferentes. En algunos casos, vos podés lograr eso. Ya el hecho de que esta gente venga a un taller de literatura implica que tenés una población no representativa. Uno de los puntos graves es que es muy difícil pensar que la gente tiene sus capacidades de pensar, entre otras, dislocadas funcionalmente porque toda la Modernidad, las luces y el progresismo siempre han pensado que el cerebro estaba ahí. El problema era que la gente estaba diezmada y explotada pero, si uno explicaba las cosas bien, el otro entendería. Si se compara el funcionamiento del cerebro como órgano con el de cualquier otro órgano, se ve que eso no es cierto. Si le pedís a una persona de cincuenta años, quien hace treinta que no tiene ninguna actividad física, que juegue al fútbol o al tenis, no puede, porque no están entrenados ni los músculos ni las articulaciones ni el corazón para eso. En cambio, nuestra sociedad siempre pensó, de modo muy cartesiano, escindiendo el cerebro del cuerpo, que todo el mundo podía entender un poema o un concepto de filosofía. Y la realidad, que es muy jodida, es que no. Porque depende del estado de cada quien.
Pensaba en la posibilidad de lo poético para recapturar estas zonas dislocadas. A toda esa gente muy cartesiana que vos nombrás, igual no se la ve muy feliz. Por ahí no sabe qué buscar, ni advierte que tiene un problema. Quizás suene ingenuo, pero uno podría ir a ofrecerles no escribir poemas, sino el pensamiento poético. La pregunta es si vos considerás que lo poético, venga de la pintura, de la poesía misma, de la escritura o de la vida, podría tener alguna función ahí.
Por empezar, cuando uno quiere reactivar estos circuitos, hay que entender lo siguiente: el pensamiento, contrariamente a lo que sostienen los positivistas, no son los circuitos neurales. Estos son la base material, pero el pensamiento es algo que “flota” arriba de ellos. Yo estudio lo neural. Lo neural existe, pero la mente no se puede reducir a eso. En ese sentido, si lo neural está arruinado y como la mente no es solamente lo neural, es posible, por una especie de articulación con otra gente y otras actividades, permitirle a alguien acceder a la poesía, aun si desde un punto de vista neural los circuitos necesarios están medio atrofiados. Tampoco quiero caer en la posición un poco ilusoria e idealista de que con la poesía uno puede ayudar a alguien a reactivar todo. La verdad es que no. Yo no trabajé con poesía, sería muy interesante. Trabajé con matemáticas y, a partir de determinado punto de atrofia -propio del 80% de la población-, alguien no puede entender cierto nivel de matemáticas. No puede porque no entiende más. Es como decirle a alguien de ochenta años o de noventa kilos “corré”. Yo me imagino que, en la poesía, esto no es tan radical, porque es algo que pasa por el cuerpo, que despierta imágenes y no solamente conceptos. Pienso que alguien puede efectivamente acceder a la poesía por otros medios, además de los circuitos neurales del cerebro. Me parece que, en la estructura sutil de un poema, hay algo que no está en las frases dichas, sino en ciertas consonancias, contrastes, ritmos, evocaciones apenas insinuadas, eso hace que la poesía no se pueda comparar con los estudios hechos a partir de las matemáticas. La poesía no implica solo lo racional.
CÓMO EXPLICAR QUE PARTIÓ DE MÍ UN BARCO LLEVÁNDOME (*)
“En todo caso, la Penélope de esos días ya no está, ella aparece sin cesar, como los desaparecidos, aparece en cualquier momento, no respeta nada».
“La vida es una herida absurda”, Miguel Benasayag
La poesía es una conmoción del lenguaje que no viene exactamente a través de una traducción definida de algo. Yo lo vinculaba con algo que reivindicás muy claramente en una nota de Página/12 en la que hablás de la conciencia insustancial que cree en el enigma y no en el misterio. Relacioné la poesía con el misterio, con poder devolverle a alguien esa posibilidad de comprender que, para empezar, hay algo que no se va a resolver.
Sí. Es que la poesía no evoca un enigma como sí lo evocan, en general, las matemáticas. La poesía evoca un misterio: no es que la rosa tiene una espina, que la luna es linda o que yo quiero a mi novia. Lo que dice no está en el mensaje sino en una estructura que es vivencial, existencial y envuelve un montón de otras dimensiones. Entonces, para entrar en la poesía es mejor no estar sólo pensando. Bueno, hay una poesía racional como la de Borges y otros, donde hay un mensaje y algo para entender, pero mismo en esa poesía hay siempre un plus más allá. Absolutamente.
Pensaba en la relación de tu escritura con el lenguaje poético. En los libros tuyos que pudimos revisar -que no son todos-, cuando apelás al lenguaje poético está muy vinculado con los ausentes, ¿es arbitrario lo que estoy diciendo?
Por supuesto, sucede así con lo que no se puede evocar. En mi último trabajo, “la singularidad de lo vivo” -que aún no salió en Argentina y sigue un poco mis investigaciones sobre el cerebro-, intento definir de forma científica cuáles son las dimensiones de singularidad biológicas no reductibles a la máquina. Trato de demostrar por qué no es cierto que todo sea algorítmico. Uno de los elementos fundamentales en esta diferencia irreductible es justamente lo no representable algorítmicamente, matemáticamente. O sea que, desde el punto de vista científico y filosófico, la ausencia es fundamental para mí. No es lo que falta sino ese inefable que hace que el dicho pueda ser dicho.
BENEFICIOS COLATERALES
“Escribe mientras sea posible. Escribe cuando sea posible. Ama el silencio.”
“Fragmentos fantásticos”, Miguel Ángel Bustos.
¿Y qué hacemos con la gente que no tiene el recurso del lenguaje poético, cómo llegar a ese punto del inefable si esta herramienta no existe y la otra -la de la comunicación- es limitada? ¿Se transforma eso en enfermedad?
Se transforma en una disminución del ser de la persona porque tiene menos vida. Pero es imposible tener un programa poético universal. ¿Cómo todo el mundo va a acceder a la poesía? En realidad, pienso que la función poética, la función investigadora, la función creadora como la función artística son siempre funciones de minorías que crean mundo. No creo que sea necesario ni posible que la mayoría acceda a la poesía, pero me parece que la poesía -como muchas otras cosas- es fundamental para que el mundo sea mundo y para que la vida no sea destruida. A la vez, no todos los seres humanos tendrán acceso a los elementos de producción, pero sí a un mundo donde la poesía existe, que es muy diferente a un mundo donde la poesía está atacada o desapareciendo. Entonces me parece que la cuestión “para todo el mundo”, la función democrática o socializante, no está en la producción, sino en las consecuencias sociales, ontológicas y culturales de vivir en un mundo donde la poesía tiene un lugar.
Eso en cuanto al poema. Ahora, si uno conversa un poco con la gente se da cuenta que la experiencia de lo poético como conmoción del lenguaje la tiene hasta el más aparato, sin saber que la está teniendo.
Sí, pero no sé si es universable. Creo que hay mucha gente que de manera diferente tiene acceso. Por ejemplo, el slam es una forma en que existen los juglares hoy en día, los trovadores. En mucha gente, una estrofa de un tango o de un rock desencadena esa vivencia profunda y de dimensiones complejas. Pero, si bien esa función como posibilidad está para todo el mundo, hay otra para la cual eso está cerrado. Lo fundamental es que, aun si la gente no puede producir o no puede sentir la poesía, igual se beneficia de un mundo donde existe la poesía. Creo que ahí es donde está el lado democrático o socializante. Por ejemplo, a la música experimental, electroacústica, o la música concreta, músicas muy dificilongas, hay muy poca gente que tiene un acceso sincero. Claro que hay un montón que van, escuchan ruido y ponen cara de inteligentes. Pero, el hecho de que esta actividad exista -esta actividad de margen, de exploración, que va a transgredir lo legal para ir hacia lo legítimo- esta actividad cambia el mundo, mismo si la mayoría de la gente no tiene acceso a ella. Las actividades libertarias y de exploración cambian el mundo sólo por estar.
GARAGE CERRADO, MUNDO DISMINUIDO
“¿Pongámonos bien la vida/ que nos pusimos del revés?/ En vez de alimentar historias de plomo/ digamos cosas fáciles./ En vez de hacer de perro del hortelano,/ o llorar a la luna porque no nos quieren,/ echemos pájaros en el jardín de las preciosidades./ Probemos saludar a desconocidos/ a ver si aparece el amor,/ pues qué delgado está el mundo,/ qué pálido, y necesita apoyo./ Aventa una palabra uno y afecta al tiempo futuro;/ por eso hay que hablar con cuidado/ y sonreír más./ Pongámonos bien la vida a ver qué pasa”
“A otra cosa”, Jorge Leónidas Escudero
¿Cómo se afecta, ante la presencia de esas disciplinas, la noción de intimidad o la creencia en la intimidad? En “La vida es una herida absurda” decís “Nunca fui de escribir diarios íntimos”. ¿A quién, supuestamente, se dirigirían esos escritos íntimos? ¿De qué hablamos cuando hablamos de intimidad?
Creo en dos tipos de intimidades. Una es cerrada, la del ombligo por decirlo así, donde uno está contando pequeños secretitos y que, en general, a pesar de lo que uno quiere, caen en la banalidad total. Y hay otra intimidad, donde uno explorándose, explora el mundo. En ese sentido, como laburo, yo sigo trabajando en psiquiatría y psicoanálisis e inclusive soy formador. No me apasiona para nada, pero lo hago. El otro día les decía a unos colegas -no les gustó ni un poco- que tengo una visión como de pedicuro del psicoanálisis. En realidad, en el psicoanálisis hay esa cosa de creer que eso que te pasa te pasa a vos y que el otro entiende lo que te pasa a vos…. Mientras que uno esté en eso está totalmente perdido.
Como una noción de propiedad de la intimidad.
Claro, de propiedad, de extrema singularidad individual. En cambio, la apertura es cuando lo íntimo no es más yo, yo y yo. Podés decir “cosas pasan en la vida”. Yo trabajo en Milán, en una escuela de psicoterapia para formar analistas. En ese sentido, les decía a los colegas: “En realidad, aunque a ustedes les parezca mentira, a mí me parece que cada uno (psicológicamente, con su pareja, con uno mismo) se las arregla como puede”. Creo que no hay que perder demasiado tiempo tratando de arreglar el bocho, porque es un poco estúpido hacerlo. Es como que alguien se la pase arreglando un coche bárbaro en el garage. Se trata, en realidad, de agarrar tu coche y salir a ver qué pasa. Es ahí donde está la ética de Spinoza cuando dice “Nunca se sabe lo que un cuerpo puede”. Mientras que el coche está en el garage vos querés saber qué puede el cuerpo. Lo protegés, especulás sobre posibles daños. Este ejemplo del garaje puede compararse con ir al analista y hablarle de vos, y de vos, y de vos… Viste que a los analistas les encanta el poder, adoran el poder, sobre todo, cuando se trata de un poder muy abusivo, porque en principio saben sobre vos, sobre cómo tendría que ser tu pareja, sobre todo. Son gente medio chota, ¿viste? Entonces hay un momento vinculado con la poesía, con el arte, con un compromiso libertario, con el amor, que es: mirá, vos sacá el coche del garage y andá y ya verás lo que pasa. Es decir, abandonar esa falsa intimidad, que es la intimidad psicológica. Asumir un punto de vista sobre el mundo, no sobre tu ombligo.
¿Esas son las experiencias que llevan a lo que nombrás como “pensamiento múltiple”?
Claro.
DEUS EX MACHINA
“Para usted que está desesperado/ que ya no puede más/ y quiere sacar el alma por la boca/ hay una simple ordenanza/ que señala: / el piso tiene que estar limpio para caerse muerto.”
“Prohibido escupir en el suelo”, Roberto Santoro
¿Cómo se enseña a la gente a pensar de esa manera después de tantos servicios militares que te obligan a deducir que vos podés saber qué puede hacer el auto cuando está en el garage?
Es muy complicado porque todo en esta época va en el sentido de no sacar el auto del garage, de tener miedo, del sentimiento de inseguridad, de vivir una vida virtual en las redes y de no meter el cuerpo. Entonces, realmente es una especie de trabajo de resistencia en todos los sentidos, porque hay que atenerse a la tendencia dominante que dice, “sobre todo, no se mueva, quédese delante de su pantalla y viva una vida virtual”. Hoy en día, poner el cuerpo, desplazarse, experimentar cosas, está identificado con algo negativo, patológico y peligroso. Es terrorista, directamente. Entonces, en todas las actividades artísticas, científicas, amorosas, se trata de recrear una estética y una práctica de los cuerpos que están ahí, que nunca serán como los modelos digitales, serán cuerpos con sus lados chotos, con sus fallas, con sus lados que no funcionan, con todo eso que es la vida. Es una lucha terrible porque todo va en el sentido de “no se mueva más y controle sistemáticamente si todo está bien en el coche.”
Pensaba que, quizás, por esa tendencia a despreciar los cuerpos, a los fascistas les molestan tanto las multitudes en las plazas.
Claro. Todas las democracias actuales -porque estamos en la época de la post democracia-, son democracias formales, queda como un gruyere democrático, adentro es puro agujeros. Efectivamente, los cuerpos molestan. Todos: los Macri, los Macrón, los nuevos tipos de gestores de la post democracia, dicen que la democracia no es algo que pase en las calles. Los que están en la calle son terroristas y pueden morir. Como dijo la Bullrich: “Si uno va a una manifestación, esa manifestación está prohibida y lo matan o lo cagan a palos, bueno…”. Esta amenaza es muy generalizada porque tiene que ver con un “retirá tu cuerpo” y el problema es que la vida es puro cuerpo. El pensamiento es simplemente una producción del cuerpo. Y la poesía es poesía porque es cuerpo. Hay software que trata de crear poesía. Pero, claro, esa poesía creada así es una mierda, un simulacro con el que tratan de colonizar inclusive el arte, como diciéndote: “dese usted cuenta, todo es mejor que un cuerpo”. Algo como lo que plantea el libro de la Sibilia, “El hombre postorgánico”, un proyecto muy decepcionante, llevar una vida postorgánica. De eso hablan los transhumanistas: que la vida no sea más la materia. Que uno pueda vivir en la silicona, en los algoritmos.
DESMARQUE SUJETO Y PREDICADO
“Siempre quise ser boxeador/ hacer piruetas con un pantalón blanco/ y botas rojas/ Saltar con la cuerda/ hacer punching-ball con un racimo de laureles/ Pero la vida nos depara destinos menos aventureros/ estrategias de saco y corbata/ planes financieros/ calculadoras con ponzoña/ o pájaros sin alas/ Para que canten mejor”.
“Boxeo”, Néstor Ponce
Tenemos como tema en este número:“Reflexiones acerca de la miseria”, ¿quién es un miserable para vos?
Alguien que rompe todos los lazos que tiene o los utiliza para su yo. Una especie de predador fatal: soy yo, yo gozo. Después de yo, el diluvio. Es el modelo de lo que debe ser un ser humano. Nuestro mundo hoy nos propone ser soretes, individuos aislados que tienen relaciones contractuales con los otros. Eso se ve en la dificultad para formar pareja, en la dificultad en las relaciones con los hijos, con los padres, con la sociedad y con el medio ambiente. Es un mundo en el cual nos proponen gozar como puercos cagándonos en todo. Las mismas posiciones transhumanistas plantean un “Viva sin límites. Viva sin morirse”, ¿pero, quién? Usted. Y un miserable es alguien que asimila la vida a él. Y, en realidad, la vida es algo de lo que uno participa y deberíamos comportarnos según se lee en las puertas de los baños: “Trate de dejar este lugar tan limpio como lo encontró.”
Decías que el miserable rompe las ligaduras con el otro. Pensaba que también están los que establecen ligaduras tramposas. Decías algo de eso en “La fabricación de la información”, el libro que escribiste con Florence Aubenas: “Función fundamental de la prensa: evocar las ligaduras, las articulaciones, las casualidades, entre cosas que no las tienen forzosamente”.
Lo que pasa es que las ligaduras no son algo que uno decida. La postmodernidad te propone crear lazos. Tenés ochenta mil amigos en Facebook y eso es pura paja porque, en realidad, nadie decide sobre esas ligaduras sino que ellas te componen, son a pesar tuyo y por eso es importante re-amigarse con el concepto de destino. Darse cuenta que uno no es un individuo aislado en un supermercado donde elige la vida y las ligaduras que va a tener. Uno es en ligaduras y tiene que asumir aquellas que se le dieron.
Formar cuerpo con lo que se te cruce.
Y con vos. El filósofo Leibnitz decía: El predicado pertenece al sujeto. Uno puede imaginarse un mundo donde Adán no haya pecado, pero no es posible en la realidad. Quiere decir que hay un determinismo que no se opone a la libertad, al contrario: es solamente asumiendo tus determinaciones que algo de la potencia, de la libertad y de la felicidad puede existir. El sorete es quien pretende que se puede cagar en todos los predicados, en todos los lazos. Vivirá feliz su vida, pero será una vida muy chiquita.
TE ESCUCHO SIN OÍR
“¿No eran ustedes las hojas de todos los árboles?, lentamente volvían, ¿su esperar paciente en todas las caras? ¿No eran ustedes las hojas caídas de todos los árboles?/ ¿Eran ustedes casi todos los árboles, las hojas nuevas, hojas cayéndose, caídas, el madurar verde?/ Espejo de estar por quedarte dormido. Pasa lo que no pasa. Transcurre lo que no pasa, pasa el agua, pasan las aguas de nuevos ríos. En espera siempre de lo mismo: desaparecerle al día/ Cosas que no oscurecen las estaciones.”
Arnaldo Calveyra
En medio de esto, ¿en qué lugar queda ese que llamás “militonto”?
Los militontos son un horror. Son todas estas gentes que saben cómo el mundo debe ser, que saben por dónde pasa la libertad, que tienen un programa en la cabeza y en el diario de su partido y que saben cómo se fabrica la máquina de crear felicidad. Como decía aquel poema de Pessoa:
[button-green url=»#» target=»_self»]Hablas de civilización, y de que no debe ser, o de que no debe ser así. Dices que todos sufren, o la mayoría de todos, con las cosas humanas por estar tal como están. Dices que si fueran diferentes sufriríamos menos. Dices que si fueran como tú quieres sería mejor. Te escucho sin oír. ¿Para qué habría de querer oír? Por oírte a ti nada sabría. Si las cosas fuesen diferentes, serían diferentes: esto es todo. Si las cosas fuesen como tú quieres, serían sólo como tú quieres. ¡Ay de ti y de todos los que pasan la vida queriendo inventar la máquina de hacer felicidad! Fernando Pessoa, traducción: José Antonio Llardent)[/button-green]
Mirá, yo reivindico absolutamente todo lo que hice y sigo militando. Pero está toda esa basura que uno tuvo que aguantar como militante y también esta especie de horror de comisarios políticos de mierda que sabían a dónde y por dónde había que ir. Esos que, en nombre del bien, podían hacer el mal. Eso horrible es el militante triste: el militonto. En Argentina hay muchos. En apariencia pelean contra el mismo mundo contra el que pelea uno, pero no buscan el mismo mundo.
Te lo planteaba para distinguir esa certeza sobre el futuro que ellos tienen con lo que vos decías del destino.
Por supuesto. El militante triste es el tipo que cree saber por dónde hay que pasar y de qué está hecho el futuro y que, sistemáticamente, cuando gana, se vuelve represor, tirano, adulador del tirano.
¿Esa adherencia al futuro no los vuelve como melancólicos al revés?
Sí. Aunque serían melancólicos si fueran un poco menos mierda, pero en realidad son dogmáticos, fanáticos convencidos de que tienen la verdad. Y como, encima, dicen que luchan por el bien y contra el mal, todos les es permitido.
AVES MIGRATORIAS
“Antes de detenerse/ en algún sitio último que la consagre/ Todo Pensamiento emite un Golpe de Dados”
“Un golpe de dados no abolirá el azar”. Stephan Mallarmé
O sea que ese destino del que vos hablás es más una dirección que una meta.
Claro, la figura con la que yo pienso el destino es muy diferente a la de fatalidad. Vos tomá un ave migratoria. El ave es migratoria, está en su destino, pero después tiene que poder migrar. Después está la vida: si migra, si no migra, cómo migra, si se desvía. Todos tenemos nuestros destinos, pero esos destinos no son la fatalidad. El destino es lo que tenés que asumir, hay que tomarlo de una manera básica: vos tenés hijos, no podés decir como algunos pequeño-burgueses “Ay, pero yo tengo mi vida, que el chico se arregle” No, vos tenés tu vida y acá tenés tu hijo. Esas cosas estúpidas de “estoy yo y el mundo es mi decorado” No. Cuando yo entré al ERP, tocaba la batería en un grupo hippie. Pero no podía seguir tocando la batería en un grupo hippie mientras mataban a todo el mundo. El destino era decir “bueno, yo estoy por la libertad, yo necesito la libertad. A los hippies los cagan a palos., acá hay que migrar.” Y migrar significaba asumir la lucha. No digo que la única vía era la del ERP, digo que había muchas vías pero, dentro de esta batería de posibilidades, uno no podía ser libre dándole la espalda al destino común que era resistir.
¿Tiene que ver con lo que hablás de “la ola”, en “La vida es una herida absurda: “¿Cómo este personaje ha hecho esto o aquello?…, participaron de una ola, de un agenciamiento múltiple colectivo, más que humano, olas de las que también participan, las montañas, los ríos, la naturaleza”.
La ola es una cosa cómica que me pasó a la vuelta de la democracia. Yo volví a Argentina con Alfonsín. Nos habían pedido a los que estábamos en “la pesada del rocanrol” que no volviéramos inmediatamente. Algunos obedecimos. Yo esperé, no quería ser un elemento perturbador. No sé si Alfonsín tenía razón o no, pero así hice. Cuando volví, encontré a un montón de compañeros que habían tenido responsabilidades de putísima madre en el PRT-ERP, en Montoneros, con gente que me hizo preguntar “cómo puede ser que este pescado haya decidido esto y lo otro, que haya sido mi dirigente”. Ahí me di cuenta que, en cada época, hay como un ola que te lleva, que hace que individuos que tienen mil defectos participen en cosas enormes. Pero, cuando la ola se retira, esos tipos quedan en pelotas, con la panza y el culo caídos. Sin embargo, uno tiene que darse cuenta de que no hubo mentira ni engaño, sino que los pequeños individuos que nosotros somos, al participar en la ola, participamos en algo que nos superaba. Luego, lo que ya no es cómico, sino tristísimo, es que la gente que participó de la ola se queda toda su puta vida tratando de entender cómo fue que él mismo participó. El individuo, como tal, no está a la altura de las gestas de las que formó parte. Yo daba un ejemplo con los Rolling Stones. Ellos vienen de vez en cuando a tocar a París, cuando necesitan guita para pagar los impuestos o qué sé yo. Es una lágrima total. Porque Mick Jagger es Mick Jagger, ellos tocan las mismas canciones, pero no pasa nada. Para que los Stones sean los Stones, hace falta la guerra de Vietnam, hacen falta los hippies, hace falta la ola. Entonces es patético cuando alguien que participó en una ola importante y esa ola no está más, trata de ser él la ola. Una vez vi a esta porquería de Firmenich hablar frente a una cámara. Él pretendía hablar como el “Comandante Firmenich” y lo que aparecía era un gordito que se cagaba en la vida de sus compañeros, que no se daba cuenta de que estaba en bolas porque la ola no estaba más. No advertía que él había sido ese Firmenich porque había habido una ola mundial y que entonces ya no, entonces él era un gordito medio cínico que hablaba de la muerte de sus compañeros sin ningún respeto. Para la gente de mi generación, para quienes participamos de esa ola, es muy importante tratar de ver quiénes somos ahora. Porque si no, pasa lo que pasa en Argentina, que hay un montón de ex combatientes militantes que tienen que ser tratados como héroes o como estatuas y aplastan a los jóvenes diciéndoles “Yo estuve en esto”. Habrás estado en esto, pero el pasado no te pertenece.
EL ECO DE ESTE INSTANTE
“La vida es prosa/ coagulada en barro,/ en piel, / en rojo tumefacto. / La vida es esta cosa doméstica/ que manoseo todos los días/ con indiferencia,/ con la pasividad de un ave de corral,sin sueños. / La vida no tiene ese color/ que se presiente de lejos, / nos hipnotiza/ con su arco iris/ de impúdica esperanza. / ¿Y después, después qué?/ Pero ahora pienso/ en la vida. / Esa prostituta.”
“Ahora”, Susana Thenon
Vos reivindicás esos ecos de las capas profundas, que hacen o forman parte de vos: Cuando algo en lo que hemos participado (…) pasa a ser parte de las próximas épocas y situaciones, algo se queda, algo se queja, es la profundidad en las capas de las época que hace que algo que tuvo que ver con ellas se transmita, (…) continúe significando, resonando”
Sí, forman parte de uno mientras uno no quiera apropiarse. Aquí, en Francia, a veces a la gente le extraña que yo tenga tres doctorados, sea profesor y qué sé yo, pero que siempre diga: los que más me formaron fueron los años de cárcel, la lucha y la tortura. Digo eso. Pero si tratara de apropiarme de ese pasado como si fuera algo que me pertenece, caería en lo patético. Eso te forma mientras está ahí en el fondo y te da una perspectiva y una forma de ser, pero vos no sos eso.
Te dejaría sin presente, como si lo mejor de vos ya hubiera pasado.
Claro. Todos estos chotos que andan ahí hablando del pasado, pretenden que la gente los perciba como si siempre estuvieran atacando cuarteles y luchando contra los malos.
En ese sentido. se parecen mucho a los milicos.
Exacto. Lo cual es terrible. Cuando veo a los viejos militantes con las viejas categorías, a la espera de que el comunismo gane, de que reventemos a los malos, me parece oír a esos viejos nazis de Bariloche que, escondidos en el sótano, cantan canciones nazis… Patético.
El predicado pertenece al sujeto. Vos decís, muy spinoziano, que la eternidad se da entre dos minutos ¿podés citar alguna experiencia cotidiana de eso?
Sí. Es muy fácil. El todo no es la suma de partes, sino que existe en cada parte. Cuando estás amándote con alguien, el amor es el todo en ese momento. No es ni la suma de toda la gente que se ama ni la de tus experiencias. El todo, lo que Spinoza nombra la eternidad, no es la suma de los tiempos, sino lo que existe concretamente en cada momento donde esa intensidad se da.
LA YAPA
Mirá, te hago un chimento como epílogo: hoy, en Página 12, en la portada, está la foto del militante triste tonto oligofrénico, el enamorado del poder mas arquetípico. Hay muchos, pero él se gana el premio; Bernard Casen, quien ha roto el no global mouvement por amor del poder y del orden.
https://www.pagina12.com.ar/81881-es-un-hecho-inedito-y-muy-grave
(*) Poema de Alejandra Pizarnik