Reflexiones acerca de la miseria: Entrevista a Carlos Rozanski.
Entrevista: Isabel D´Amico, Noemí B. Pomi, Gabriela Stoppelman
Edición: Gabriela Stoppelman
Fotografía: Ana Blayer
“Pero una vez la circunferencia violentó su ritmo. Se detuvo más tiempo que de costumbre: quedó parada con el perfil hacia mí y el frente hacia la línea infinita. Parecía observar en el sentido opuesto de su camino. Pasó mucho tiempo sin ver nada a lo largo de la línea infinita. Pero la intuición de la circunferencia no erró: de pronto, con otro ritmo violento, de andar brusco, de lados grandes, se acercaba un vigoroso triángulo. La circunferencia giró sobre uno de sus puntos y los demás volvieron a coincidir con los de la horizontal en el mismo sentido de antes.”
“Genealogía”, Felisberto Hernández
Cuenta un viejo relato que, al comienzo de todas las formas, las horizontales y las verticales se llevaban muy bien. La cosa era tan amable, que hasta solían intercambiar roles, para no privar a unas de la altura y a las otras, de los placeres del llano. No es que no hubiera conflictos: un mundo comenzado con explosiones, no podía estar exento de roces y conflictos. Y si alguna de las líneas prefería el relato del jardín, la manzana y la serpiente, tampoco para ella el devenir sucedía sin rasgaduras. Cuando en las intersecciones no se producía un encuentro y en las curvas se exageraba algún desvío, las cuestiones se dirimían con la misma potencia del error, vuelto del lado del revés. Disputas, enojos y romances movían el Universo. Pero, más allá de acuerdos y disidencias, todas las líneas se orientaban hacia la fuerza del horizonte. Allí, se concentraba una conmoción de luz y de oscuridad, que renovaba y hacía plástica la gramática de los vectores. El movimiento marchaba rico y diverso, hasta que llegaron el círculo y el cuadrado. Al principio no fue fácil identificar el cambio de rumbo que implicó la aparición de ese linaje. El círculo había nacido del fondo de una mirada cerrada sobre sí, desprovista de todo horizonte. Y el cuadrado, de una rigidez en el alma de una línea, incapaz de respirar más allá de la simetría y la identidad de las cifras. Poco tiempo transcurrió hasta que ambas figuras se apoderaron de lo alto. El llano susurraba suspicacias y sospechas. Lejos, en esa cima sin indecibles, en ese pico sin raíces y sobre un estrado, ostentaban su codicia las dos figuras secas y prepotentes. Una decía que su llegada impartiría justicia desde una perspectiva objetiva, sin mezclarse con el barro. La otra intentaba superponerse a la primera, pero siempre le sobraban vértices y la cosa terminaba con una repetida oscuridad de eclipse. Como el estrado flotaba sin raigambre en las horizontales, un día, su material férreo comenzó a resquebrajarse. Lo advirtieron unas pocas horizontales quienes, rápidamente, hicieron correr la voz. El eco se multiplicó en los rincones de las historia. Y aún hoy circula en las esquinas donde las miradas persisten en el horizonte. En uno de esos recodos, encontramos a Carlos Rozanski. Y conversamos así.
ILUMINADO EN VUELO
“el silencio es luz/el canto sabio de la desdicha/emana tiempo primitivo/buscaba la piedra no el pan/un himno inocente no las maldiciones/el conocimiento de mis nombres”
“El silencio es luz”, Alejandra Pizarnik
El libro acerca del abuso infantil lo estoy actualizando. El que les pasé es de 2003. Ahí hay muchas cosas que superan la ficción.
Como el caso del médico que citás: “Resulta ilustrativo el caso de una señora que en consulta al pediatra de sus hijos le comunicó su preocupación porque los niños habían hecho comentarios de presuntos abusos sexuales por parte de su padre biológico – separado de la madre-. El médico le indicó que no les creyera a los niños y le recomendó que “les hiciera practicar deportes…”
Sí. Y ese médico después se arrepintió cuando declaró.
“Varios años después, luego de numerosas pericias, se determinó que, en efecto, los niños habían sido abusados por su padre y el hombre fue encausado por corrupción de menores. En el juicio, el pediatra ratificó el testimonio de la madre y explicó que “como pediatra no se involucró en el tema del abuso por considerarlo inverosímil dedicándose exclusivamente a cuidar la salud orgánica de los niños” (SIC). Ante los jueces agregó que “se arrepentía de esa actitud”. Esto se vincula con una pregunta que queríamos hacerte, sobre la actitud corporativa de todos los que rodean el tema abuso
Bueno, pensá lo siguiente: Yo ejercí la profesión diez años quejándome del sistema, viendo los errores, los horrores, la maldad. De golpe, gané un concurso en Río Negro y pasé a ser juez de Cámara directamente, no hice carrera judicial. Y eso influyó mucho porque, de repente, estuve en un puesto de decisión de una Cámara de juicios y de apelaciones. Ahí comprobé todo lo que sospechaba cuando ejercía como abogado: la maldad de la corporación. El libro, y todo lo que a mí me pasó, tiene que ver con aquel juicio en El Bolsón, el caso de una niña con retraso mental a la que un individuo le metió un palo por la vagina y después la penetró. Uno de los jueces le preguntó a la niña si no le había gustado y le habían dado ganas de tocarle ahí abajo. A partir de ahí comprobé que era todo un desastre. Denuncié al juez; no le hicieron nada pero eso motivó la ley que se aprobó en ese momento. Se modificó todo un modelo a partir de ese episodio. Incluso, a partir de ahí, Argentina fue el único país del mundo en que se prohibió a los jueces interrogar a un chico. Cuando se logra modificar un modelo que viene de siglos quiere decir, primero, que la motivación es enorme. Cuando hice la denuncia contra el juez – al día siguiente- se enteraron en Buenos Aires. Picheto, el diputado por Río Negro que ahora es senador y en ese entonces era diputado y no era lo que es ahora, le había contado a una diputada este asunto y ella me llamó, aunque el tema no era nacional sino provincial. Entonces, cuando me llamó, le pregunté si yo podía viajar. Viajé, se reunieron todas las comisiones y me pidieron que contara qué había pasado. Se los conté. Estaban Alfredo Bravo, Nilda Garré, diputados de distintos partidos. En el viaje de vuelta a Bariloche, algo no me cerraba en la cabeza sobre lo que había sucedido en el juicio. Lo raro no era que había un tipo perverso, porque a eso ya estaba acostumbrado. Lo que me hacía ruido era que esa nena no debió haber estado sentada en las sala de juicios. Cuando descubrí eso, vi qué era necesario cambiar. Estuve cinco años para redactar siete hojas, esa es la letra de la ley. Tardar cinco años para escribir siete hojas requiere de una buena razón. Y es que cuidé bien las palabras, cada una, para que ni diputados ni senadores pudieran objetarla, porque siempre le buscan una vuelta. Acá no pasó.
PUÑALES JUDICIALES
“Tú que te inclinas en la cruz y el altar/acuérdate de mí y
apiádate de Aquel/que mi carne y mi sangre tomó por armadura/y llegó a traicionar el
vientre de mi madre.”
“Antes que llamara y la carne me abriese”, Dylan Thomas
Hablás de objetar o reinterpretar usando esa típica ingeniería de los legisladores…
El ejemplo más dramático, histórico además, de lo que decís ocurre cuando se reforma el Código Penal y se cambia el Título de “Delitos contra la Honestidad” por el de “Delitos contra la Integridad Sexual”. Marcela Rodríguez, una diputada, en aquel entonces asesora de Elisa Carrió, era una de las que manejaba esa cuestión. Ella es abogada y feminista, sumamente luchadora. Me llamó a Bariloche para ver si yo podía apoyar esa reforma en Diputados. Me mandó el proyecto y me pareció fantástico. Viajé a Buenos Aires para apoyar la reforma y, cuando estaba por entrar, Marcela Rodríguez me da los papeles y me dice que hubo un agregado al proyecto original: “No hubo más remedio”, etcétera. Era el “Avenimiento”, la figura que dice que, en todos los casos de delitos sexuales si hay un avenimiento entre la víctima y el victimario, este se queda sin causa, es decir, sin proceso y sin antecedentes. Un retroceso terrible. Ella me aclaró que sin eso, la ley no salía. Salió pues, en Diputados, con esa figura agregada. Pero con ella y con Silvia Shejter que es feminista también, armamos un dossier muy bien editado y se lo entregamos a cada senador para que el Senado eliminara el avenimiento. Era el año 1994, imaginate. Y pasaron los años. Nosotros dijimos que iba a morir gente por esa figura. Recién en 2012 se derogó el avenimiento y fue a raíz de la muerte Carla Figueroa, una chica de 17 años, de La Pampa, violada a punta de cuchillo, al lado de la ruta. Poco tiempo después, el juzgado autorizó a que se case con su violador. El tipo, pocas semanas después, la mató de catorce puñaladas. Este año, respecto de otro femicidio, escribí un artículo para Página 12 que se llamó “16 puñaladas”. La mujer había sido asesinada de 15 puñaladas y señalé en el artículo que la número 16 “no partió del cuchillo de su marido, sino de la desidia y la irresponsabilidad de un sector de la administración del Estado”.
https://www.pagina12.com.ar/16466-16-punaladas
Pensaba en cómo todos los operadores que funcionan alrededor de estos delitos de abuso son gente formada, como nosotros, en nuestra cultura de la especialización. ¿Cómo se hace, entonces, para abordar estos delitos que requieren de una cosa integral?
Lo que pasa es que, en el caso del abuso sexual, hay una contradicción muy fuerte. Es un tema que requiere mucho conocimiento. La brutalidad está en que el sistema judicial y, en particular, todo lo que es el pensamiento jurídico sobre el tema considera que el Derecho Penal no requiere ni siquiera un tratamiento diferenciado para estos delitos, cuando una de sus características es que es muy distinto a los demás.
Sí. Y que la especialización implica un abordaje orgánico, de un montón de conocimientos.
Con un poder judicial que mantiene la misma ideología a lo largo de los siglos, eso es literalmente imposible, salvo jueces aislados que conocen el tema y son sensibles, y los hay. Pero la inmensa mayoría no es así, son malas personas y defienden un pensamiento claramente misógino que discrimina por edad y por género. Eso se ve todos los días.
SINDROME DE ALIENACIÓN IDEOLÓGICA
«Así le había ocurrido a él: en cuanto los ojos de la víbora se clavaron en los suyos, todo el pasado acudió a su boca. La serpiente ni siquiera tuvo que morderle. Antes de hacerlo, el veneno le recorrió las entrañas, y el Tiempo empezó a pudrirse dentro de su cuerpo. Cuando, al fin, aquellos dientes afilados se clavaron en él, Silvestre ya ni siquiera veía a la criatura ponzoñosa: apenas si era un recuerdo turbio y espeso, que se deslizaba entre el rocío y las piedras. Y de este modo, uno tras otro, se sucedieron los demás recuerdos, reptantes y viscosos como serpientes. Tardíos, casi eternos, como el torrente de los ríos”
“Jerusalén”, Mia Couto
Me llamó mucho la atención esta pequeña historia de la infancia que hacés al comienzo de tu libro, que nosotros cruzamos con lo que piensa Pigna sobre la necesidad de escribir una historia de la infancia. El desprecio por los chicos. Incluso vos decías en un momento que el chico es todavía un ser inmaduro. Muchas veces da la sensación de que lo tratan como un proto-hombre.
[button-green url=»#» target=»_self»]Hasta el siglo XVIII, los medios principales para relacionarse con el interior del cuerpo de los niños eran la enema y la purga. Tanto cuando estaban enfermos como cuando estaban sanos. Una autoridad del siglo XVII decía que era “conveniente purgar a los niños antes de darles de mamar, a fin de que la leche no se mezclara con las heces”. El infanticidio de hijos legítimos e ilegítimos se practicaba normalmente en la antigüedad. El de los hijos legítimos se redujo ligeramente en la edad media y se siguió asesinando a los ilegítimos hasta entrado ya el siglo XIX. Los niños eran arrojados a los ríos, echados en zanjas, “envasados” en vasijas para que se murieran de hambre y abandonados en cerros y caminos, “presas para las aves, alimento para los animales salvajes” (Eurípides, Ion, 504). En Grecia y Roma, ni la ley ni la opinión pública, ni tampoco los grandes filósofos, veían nada malo en el infanticidio. Suficientemente gráfico resulta el pensamiento de Aristipo al afirmar que un hombre podía hacer lo que quisiera con sus hijos, pues “¿no nos desprendemos de nuestra saliva, de los piojos y otras cosas que no sirven para nada y que sin embargo son engendradas y alimentadas incluso en nuestras propias personas?”[/button-green]
Depende. Porque, en realidad, hay una razón por la cual la Convención sobre los Derechos del Niño establece un límite: “se es niño hasta los diecisiete años inclusive”. No se trata de una cuestión caprichosa o arbitraria, obedece a qué significan las etapas evolutivas de una criatura. Pero, por ejemplo, en los Estados Unidos, el único país del mundo que no ratifica esta Convención, el Estado, independientemente de las etapas evolutivas, decide cuándo alguien debe ser considerado niño o no, para castigarlo.
Más allá del sistema judicial, los niños son tratados muchas veces como un proyecto de hombre, así como los viejos son restos del hombre.
Y tratarlos de esa manera permite al adulto hacer, a lo largo de la historia, todo lo que quiera sin limitaciones. Durante siglos no necesitaron explicar nada.
Pero el adulto fue un niño y será un viejo.
Pero el adulto, a lo largo de los siglos, no necesitó explicar por qué maltrataba o abusaba. Lo único que tenía para decir es que los chicos mienten. Con esa simple frase se resolvía cualquier comunicación o lamento que hubiera. Recién hace veinte años, se empezó a interpelar esto. La psicología, la sociología, el trabajo social, realizan un avance geométrico. Surge de esos avances que, en primer lugar, hasta cierta edad, una criatura no puede fantasear sobre situaciones sexuales no vividas, con lo cual el argumento de la mentira ya no sirve y el sistema todo se pone en aprietos. Igualmente, a partir de ahí, tampoco se hacen mucho problema. Como ya no pueden sostener que los chicos mienten, comienzan a elaborar estrategias destructivas, no defensivas. La estrategia defensiva tradicional, lógica y bienvenida, es que todos necesitan un defensor, pero que ejerza su labor de manera licita, ética. El problema es que acá la buena defensa no alcanza. Ahí es donde se recurre a la construcción de estrategias destructivas que después derivan en el falso SAP (Síndrome de alienación parental) que es, digamos, la más sofisticada. Sintéticamente, se trata de un invento tan perverso como efectivo, elaborado por el psiquiatra norteamericano Richard Gardner. Este personaje, de inocultables inclinaciones pedófilas, instaló en escena una falsedad a la que denominó “Síndrome de Alienación Parental” (SAP) con la cual se resolvía el ya fracasado y hoy incómodo argumento de que “los niños mienten”. En este engendro psico-jurídico, ya no se cuestiona a las niñas y niños, sino que se los considera víctimas de la “alienación” llevada a cabo por sus madres, en general, debido al resentimiento hacia sus ex parejas. Estas malvadas mujeres, según el falso SAP, “lavan” el cerebro de sus hijos,
implantándoles la idea de que han sido abusados por sus padres o padrastros. Afortunadamente, si bien aún hay jueces que aplican esta falsa teoría, cada día queda más en evidencia que carece de todo sustento científico y que sólo pretende continuar la histórica impunidad para los delitos más atroces.
PEDIDO DE CAPTURA PARA LA RESOCIALIZACIÓN
“De cualquier manera ya no puedo contar contigo en mi angustia, ya que te niegas a ocuparte de la parte de mí más afectada: mi alma”
“Primera carta conyugal”, Antonin Artaud
Claramente, te ocupás de defender a los niños pero debés haber pensado, después de haber visto tantos casos, en la figura del abusador. ¿Cómo pensás al abusador, a la idea de que vayan presos a la misma cárcel a la que va gente por otros delitos?
En ese último punto, en uno de los casos que juzgamos en Bariloche, condenamos a un hombre por abuso sexual de su hija. A los pocos días, el director de la Alcaldía me dijo que el tipo estaba muy golpeado, lo habían lastimado casi hasta matarlo. Entonces, fui y vi la escena. El hombre estaba en el piso medio muerto. Volví a mi despacho y di una orden al jefe de la Alcaldía para que separase a quienes estaban acusados de delitos sexuales del resto de la población penal. “¿Pero cómo hago?”, me dijo el tipo. “Es problema suyo”, le contesté.
¿No debería haber un lugar aparte para esa gente?
Bueno, hace muchos años, cuando yo di esa orden, se dividió la Alcaldía de Bariloche con una pared y se conformaron dos sectores separados. Desde ese día hasta que yo me fui, no hubo un sólo hecho de violencia contra violadores. Ahí quedó claramente demostrado lo que vos decís, pero hizo falta que se tomara la decisión de separar a la gente. La pared debe estar todavía.
Pienso también, aparte de la pared, en qué se les puede ofrecer a los abusadores. Se supone que no hay pena de muerte y que, si van presos, algo hay que ofrecerles. Más allá de todo lo que se hace, el sistema penitenciario y la justicia hacen mal en las cárceles. Más allá del chamuyo de la supuesta reinserción social, no es lo mismo lo que necesita un abusador que un ladrón.
En realidad, convengamos en que a nadie se le ofrece nada. Se deberían proveer diversos recursos. Fundamentalmente lo que, en teoría, se llama la resocialización. Eso no sucede en la práctica. Si partimos de esa base, tenemos que empezar a hablar de otra manera. O sea: ¿Cómo debería ser si sucediera? Evidentemente, lo que debería hacerse y que no se hace es un tratamiento adecuado al tipo de delito cometido y a la personalidad del sujeto. En este caso particular, en esta clase de delitos, la personalidad es muy complicada. En su gran mayoría, tienen una personalidad psicopática, una de las personalidades más complejas para modificar. Desde ese punto de vista la pregunta del millón es, en primer lugar, ¿esa persona puede estar en la calle sin ningún tipo de tratamiento que garantice que no va a seguir lastimando niños? Pues no. Por eso se lo encarcela. Y por eso duele tanto cuando la justicia, por esa solidaridad histórica de género, mantiene la impunidad en estos casos. Cuando
reproducen ese modelo de discriminación y te empiezan a interpretar que “la niña provocó”, descalifican a la mamá e inventan teorías. Cuando vos ves que eso funciona, que teorías inexistentes tienen éxito, decís: ¿pero cómo puede tener éxito un síndrome inventado? Bueno, tiene éxito porque hay todo un plafón ideológico conforme a eso.
ABSOLUTISTAS Y ABSOLUTORIOS, AL CIEN POR CIEN
“Mientras tanto, los niños, bajo el dosel flotante, /hablan bajito como en las noches oscuras. /Escuchan, a lo lejos, algo como un murmullo…/y tiemblan al oír la voz clara y dorada del
timbre matinal que lanza y lanza aún/su estribillo metálico bajo el globo de vidrio”
“El aguinaldo de los huérfanos”, Arthur Rimbaud
Ahí opera lo que llamás la disociación.
Sí. Lo veo desde hace muchos años en los juicios en Bariloche. En esa época, cuando la criatura se sentaba, el fiscal le preguntaba algo y el niño miraba al techo y no contestaba nada o le salían lágrimas. Yo, entonces, iba tomando conciencia de que la criatura no tenía que estar ahí. Es algo que tienen que ver con los mecanismos de defensa y es un problema central de toda la temática del derecho penal: si uno no logra tener empatía con la víctima, para tratar de comprender o aproximarse a lo que pudo pasarle, resulta muy difícil tomar una decisión justa sobre los hechos que padeció.
Por eso te decía que no puede ser solo un especialista jurídico.
¡No, no! Claro. Pasa que esa máquina de generar especialistas también es interesada porque, en nombre de la especialización, se mandan todas las macanas.
Ese es el sujeto que somos hoy en día.
Totalmente. Por eso no se puede trabajar en interdisciplinas. Porque se generó y se reprodujo en cada área una soberbia intelectual que impide escuchar al otro. Entonces, quien termina mandando es siempre el juez, por definición del derecho. Ahí es donde la psicóloga que quiere decir algo, la va a pasar mal si no dice lo que la corporación judicial quiere que diga. Pero, ¿cómo se contesta esto?, ¿qué psicóloga fue preparada en su Universidad para responder a la agresión de un tribunal que la trata mal?, ¿qué psicóloga está preparada para dar una respuesta a una pregunta que no debería haberse hecho? Estar, por ejemplo, dos horas explicando la metodología que utilizó en las entrevistas en un gabinete o en la cámara Gesell y, después de esas dos horas, en un juicio, enfrentarse a la pregunta “¿pero usted tiene el 100% de seguridad de que esto fue así?” Entonces, lo que yo digo es que si esa profesional no está capacitada para dar esas respuestas, va a decir que no. Y, en derecho penal, decir “no” es la absolución. Pero si está capacitada, va a decir “Mire, yo no manejo una ciencia de números. Pero, si lo que usted quiere preguntarme es si, en base a mi experiencia como psicóloga, el niño fue abusado, le digo que sí”. Y se terminó el problema. No es difícil.
DUÉRMASE MI CULPA, DUÉRMASE MI SOL, DUÉRMASE PEDAZO DE MI ABSOLUCIÓN
“El juez mismo empezaba a intranquilizarse, sintiéndose poco a poco perder el control sobre sus propios sueños, que se volvían cada vez más intrincados y bizarros, desafiando la interpretación o el desmadejamiento, cayendo sus remedios cada vez más fuera de la letra de la ley, obligándolo a lecturas minuciosas del Código Rural que lo dejaban más perplejo que antes, alelado, como si una bruma que nunca terminara de disiparse del todo flotara permanentemente sobre su cabeza, velando la vista clara y nítida del mundo exterior.”
“El sueño del juez”, Carlos Gamerro
Nosotros te mandamos las preguntas de una compañera que no pudo venir. Ella es directora de una escuela en Saliqueló y nos cuenta que hay muchos casos, en que ella está convencida de que ciertos chicos son abusados. Que ahí se requiere una preparación de ella como directora, de la maestra y una cadena larga de formación y de coraje que debería funcionar para que eso pueda ser denunciado, con alguna ilusión de llegar a una condena.
Bueno, tiene que ver con que durante siglos fue impune la violencia de género, de la cual esto es parte. Hay una mirada misógina. Y desandar eso desde las disciplinas científicas es casi imposible. O sea: no es del todo imposible pero es muy difícil. Requiere decisiones políticas que no se toman porque es un círculo vicioso, porque van a afectar a corporaciones a las que no les conviene y que, en general, son las mismas o piensan igual que quienes tienen que tomar esas decisiones.
Y requiere desandar el sujeto que somos, que es el de la comodidad, el de no querer meterse en un quilombo: “Si nos callamos todos, nadie se mete en un quilombo”
Sí. Yo le puse un nombre a esa comodidad, que es el de la “comodidad emocional”. Yo pienso: el mal tipo va a hacer malos juicios y malos fallos porque es malo. Pero, ¿qué pasa con el que no es tan malo? Comprobé que muchos jueces se van a dormir más tranquilos si se convencen que el hecho no sucedió. Entonces terminan pensando: “Bueno, este chico no fue abusado, no tengo por qué angustiarme”
Es lo que hacen los medios con la realidad.
Por supuesto. Esto lo podés transportar a cualquier otro nivel.
¿Y qué hiciste vos con tu comodidad emocional?
No la tuve. En todos los temas vinculados a grupos vulnerables, no hay término medio en el operador. O te das cuenta o no te das cuenta. O aceptás que es así o no lo aceptás. Tu propia salud va a depender de qué lado estés, tu propia integridad, tu trabajo. Esto se da en todos los casos: en la maestra, en la vecina, en la psicóloga. En mi caso personal, nunca tuve otra opinión y siempre dije lo mismo sobre estos temas. Ahora, eso no significa que tal actitud te cubra tu propia salud. Hay una deuda cultural con esto porque tampoco fuimos preparados para estas cosas. El tema es tóxico y la toxicidad aumenta en la medida en que vos mismo no estás capacitado para que esa toxicidad te afecte menos. Yo empecé terapia a los sesenta y cinco años. Imagináte…
PALABRA SANA IN CORPORE JUDICIAL TÓXICO
“Entonces ella, la palabra/ la descarada/ la que camina en cuatro patas por el guadal y sin pudor amanece dormida en los/ burdeles/ las inequívoca de los ojos vendados/ desplegó sus alas ante mí/ y dijo calladita jamás”
Tina Elorriaga
¿La escritura resultó de ayuda en esto?
Sí. La escritura de sentencias, de libros y de artículos. Pensá que la sentencia es un ámbito privilegiado. Vos estás escribiendo algo que después podrán revocar o no, pero en eso sos soberano, aunque sean tres las personas que firman, como en el caso de una Cámara o un Tribunal Federal. Yo fui dueño de cada palabra que puse durante veinticinco años y eso es claramente terapéutico. A mí me ayudó. Hice más de cuatro mil juicios, una cifra muy importante. Como les contaba antes, no hice carrera judicial, por lo cual mis veinticinco años fueron todos como juez, dictando sentencias. Eso me dio un universo de experiencia directa con los casos, todos penales. Una parte, delitos ordinarios. Gravísimos, pero ordinarios: homicidios, violaciones. Y, después, quince años en casos de la justicia federal con delitos de lesa humanidad. En ese panorama es donde yo siempre sentí que el momento de estar en mi casa, frente a la computadora, era mío. Entonces, si vos lo sentís de esa manera, lo que escribís no sólo te hace bien a vos sino que, en muchos casos, puede también estar haciéndole bien a otros.
Es como un servicio.
Sí, claramente debería ser un servicio. Yo utilicé por primera vez una palabra que nunca había sido puesta en una sentencia:Genocidio.
¿Fuiste vos?
Sí, fui yo. En el primer juicio que se hizo contra Miguel Etchecolatz, en el año 2006, luego de la inconstitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida. En ese momento me dije: “Bueno, este es el primer juicio. Si no es ahora, ¿cuándo?” Entonces puse la palabra genocidio. Fijate que, al día de hoy, en las sentencias por lesa humanidad sólo el 25% utiliza esa palabra. Y estamos a catorce años de aquello.
Qué importante es poder decir y pronunciar las palabras. Cuando vos hablás de las víctimas de abuso sexual, muchas veces contás que no pueden hablar. Nosotros nos dedicamos a la escritura. Y nos llamó la atención el caso de Virginia Woolf. Contás en tu libro que, cuando ella logra hablar sobre el abuso que sufrió de chica, al poco tiempo se mata. Una mujer que tenía tanta relación con el lenguaje escrito, en el momento en que pone en palabras, no tuvo recursos para…
Es que el nivel de profundidad del trauma que genera el abuso bloquea la palabra. O la bloquea y no podés hablar o te hace hablar de otra manera.
O te hace caminar sobre tus propias minas, porque ella habla y ahí…
Bueno, pero yo me refiero a la etapa anterior. Porque ahí ella habla con la verdad. Pero, antes de eso -y esto es lo que sucede en infinidad de casos-, o no se habla del todo y hay un silencio que te mata, o se habla de una manera que no modifica nada o se habla y se genera rechazo, te agreden o se destruye una familia.
Pero hay que dar condiciones al chico para hablar, porque le puede pasar como a Virginia: decir y no poder sostener eso que dijo.
Sí, creo que lo mejor es generar los espacios para que el chico hable. Está en el artículo 12 de la Convención, el derecho a ser escuchado. No es decirle “hablá” sino, exactamente, al revés. Muchas veces, decirle a alguien “hablá” genera el silencio, porque es una consigna literal. Esa criatura víctima se podrá expresar de acuerdo a su edad, a la etapa evolutiva que está atravesando y al nivel de profundidad del trauma que sufrió. Si vos generás espacios adecuados desde el Estado, ahí va a estar la chance de que pueda expresarse.
¿Se considera expresión un dibujo, por ejemplo?
Sí. Un silencio también.
¿Se considera prueba?
Por supuesto. Lo que pasa es que para eso tenés que estar capacitado y aceptar que, cuando hablamos de expresarnos, no hablamos de la frase literal “Me violó”, lo cual sería ridículo. Pero el sistema está preparado para darle literalidad a lo que no es literal.
Claro. Y hay una contradicción, porque pareciera que no tiene crédito lo que se mostró si no hay alguien que dicte una sentencia.
Y, a su vez, para sentenciar adecuadamente, vos tenés que tener una cantidad de requisitos que el sistema se encarga de que no tengas, y por eso se reproduce. Es perverso. El que hablaba muy bien sobre esto es Foucault, en esa famosa charla con Chomsky, en el ’71. De ahí copié unos conceptos donde él describe el efecto de reproducción cultural que hacen los sistemas educativos para que siempre gobiernen las mismas clases sociales.
Y esto es fundamental porque, históricamente, las leyes fueron escritas, interpretadas y aplicadas por varones y, en su inmensa mayoría, violadas por varones. Yo recibo por mail una página que manda fallos sobre abuso sexual infantil dictados en cualquier parte del mundo. Hay muchos de España. Hoy había uno donde estaba la foto del rey y veinte personas más, el Consejo de la Justicia. Todos hombres. Imaginate la ideología de ese espacio. Es matemáticamente imposible que, de casualidad, sean todos hombres. Los jueces y los profesores de Derecho salen de la Facultad de Derecho. ¿Qué te van a enseñar en la Facultad de Derecho? Te enseñan que si la chica tenía la pollera corta hay que dudar. Hoy, como venían ustedes tuve que -por fin- ponerme a acomodar esta mesa, había ahí una montaña de papeles encima. Bueno, encontré un diario de Bariloche, de un caso que me partió la cabeza. Tiene que ver con lo que estamos hablando: una nota donde está la foto del fiscal; el título es que pidió la absolución de dos acusados de violación. Por supuesto, hace la aclaración de que yo estaba en contra. La chica había salido de un baile donde había tomado alcohol y le pidió a uno de los que estaban en el lugar que la acompañase porque estaba descompuesta. El tipo, junto con su primo, la violaron. Llegamos a juicio, no había ninguna duda de que la habían violado. Incluso ella relata cómo, mientras uno la violaba, el otro la tenía agarrada del cuello, hasta en el examen médico habían aparecido las marcas en su cuello. Está en el diario que el fiscal, cuando hace su alegato, plantea “Bueno, ¿quién dice que las marcas en el cuello no son por hacer el amor dentro del auto?”. Porque la teoría de la defensa era que el acto fue consentido. Yo miraba eso hoy, a veinte años, y sigue siendo increíble… Fueron absueltos por dos votos contra uno (el mío, claro).
EL HORIZONTE O LA DIGESTIÓN INCOMPLETA DE LA REVOLUCIÓN
“Si de algo he renegado es de la indiferencia. /No aspiro a transmutarme, /Ni me tienta el reposo. /Todavía me intrigan el absurdo, la gracia. /No estoy para lo inmóvil,
Para lo inhabitado. /Cuando venga a buscarme, /Díganle:»se ha mudado».
“Visita”, Oliverio Girondo
Recién recordabas a Foucault, quien hablaba de la retroalimentación del saber y el poder, donde el saber produce y reproduce poder. Para quebrar eso, hay que hacer un esfuerzo grande, pero posible. Y yo pensaba en el final de tu libro, que tiene una reflexión muy interesante sobre las instituciones, respecto de que sin ellas viviríamos en un caos…
Pasa que yo parto de lo que Freud desarrolla en “El malestar de la cultura”. Es evidente que las personas necesitan juntarse en una comunidad y para ello ceden una parte de sus impulsos a cambio de seguridad. Para decirlo rápido, es la seguridad que da el pertenecer, la comunidad o la institución. Ahora, siempre me inquietó el pensar qué pasa cuando eso no funciona en la práctica: el ciudadano cumple con las normas, pero lo violan igual. Es algo que no se logró todavía resolver, por lo menos, en la política tradicional. Una cosa es que haga falta o sea imprescindible que se generen instituciones para regular las relaciones entre los ciudadanos y otra, muy distinta, es que en la práctica funcione.
Pasa que esas instituciones tienen fundamentos que, si se cuestionaran, dejarían de serlo para pasar a ser otra cosa que no sé cómo se llamaría, pero no institución. En todo caso, las instituciones van teniendo modificaciones que no son estructurales ni cambian los fundamentos que las sostienen, son como de maquillaje.
Bueno, Freud explica esto desde el punto de vista psicológico, como necesidad del ser humano de vivir en comunidad. Ahora, vamos a la vida real y vemos que eso se traduce en instituciones que sólo buscan reproducir el poder. Eso lo viví todos estos años. Hace mucho que vengo sosteniendo que cualquier institución tendría, cada tanto, que releer sus estatutos. Algunas ONGs, por ejemplo, a los pocos días de existir, ya tienden a volverse autoritarias. Quien más claro lo explicó, históricamente, fue Trotsky, él lo vivió en la Unión Soviética: participó en la Revolución, creyó en ella y, al final, lo mandan a matar. Yo lo descubro a partir de una cita que Erich Fromm hace de Trotsky. Llego a la conclusión de que, cuando se habla de la Revolución Permanente, él fue el único tipo que se dio cuenta de que, cuando participás de un cambio revolucionario y formás parte de eso, el cambio te traga. Entonces, es casi imposible que puedas darte cuenta de lo que ese cambio está generando, cómo se va pareciendo a aquello que quisiste reemplazar, lo autoritario.
¿No se necesitaría una relación distinta con el lenguaje, que no sea meramente instrumental, de intercambio, para arrimar el bochín a la idea de la revolución permanente?
Sí. Y, más aun, creo que es casi imposible ir contra eso. Trotsky termina en México y lo mandan a matar. Si vos te das cuenta de las cosas como le pasó a él, ¿quién te va a escuchar, si toda la institución está viciada? Haría falta barajar y dar de nuevo. Por eso es tan difícil mejorar la justicia, la policía y otras instituciones.
¿Evaluás ese barajar y dar de nuevo como una utopía?
Mirá, Galeano lo explicaba maravillosamente. No es de él, aunque siempre se lo atribuyen y él lo aclaraba: la utopía es aquello que uno no va a alcanzar, ese horizonte que se va corriendo pero al que hay que perseguir igual. Más allá, de si es o no factible de concretar, yo estoy convencido: si no buscamos eso, vamos a seguir igual. Este sistema de designación de jueces, por ejemplo, con toda la estructura reaccionaria y conservadora de la justicia, es incompatible con la vigencia de las Convenciones sobre derechos humanos.
“ALEGRÍA, HERMANOS” VERSUS LA CARTA QUE FALTA
“no quiero morir bajo mi piel/bajo mi voz/para vociferar en la sombra tras esos ventanales inmensos/ empañados/donde apoyan la frente criaturas de muralla y de lluvia…”
“Luz de patíbulo”, Enrique Molina
En este disciplinamiento mediático que ahora está como desenfrenado, contra Gils Carbó, contra vos, contra Rafecas, Freiler, ¿aún pensás, con cierta esperanza, en ese horizonte que se corre y en seguir igualmente esa línea?
Ellos dan golpes muy efectivos, manejan los medios de comunicación. No sólo disciplinan, peor que eso: manipulan. Entonces, te diría lo siguiente: nosotros vivimos la dictadura del ’76 al ’83 con un nivel de violencia inédito que no conocíamos desde el exterminio de los pueblos originarios. Y se terminó, se agotó. Por las Malvinas o por lo que fuera pero se agotó. Después vinieron treinta y pico de años de democracia donde, aun en los peores gobiernos nunca pasó lo que está pasando ahora, ni aproximado. Hay datos técnicos importantísimos: en el gobierno de Menem, que es el más aproximado en cuanto a política neoliberal, la Corte Suprema ratificaba en cada fallo la doctrina de obligatoriedad de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. No es un dato menor y por eso, a diferencia de lo que ocurrió en los ´90, este gobierno es asimilable plenamente a la dictadura, porque tiene el mismo modelo económico aunque tenga otra vía: en la dictadura, hacía falta el exterminio físico y, en este, los objetivos se logran con los votos y con manipulación, que es algo muy difícil de revertir. Están echando a la gente que está comunicando bien y dejan sólo a la gente de TN y Canal 13. Ahora se agrega algo que en aquella época no estaba y que tiene que ver con el coaching tomado de cierta iglesia evangélica. Eso es muy fuerte, va directo a la médula. En los videos evangelistas se ve eso. Hay uno con Macri, Rodríguez Larreta y un pastor en un evento religioso muy revelador.
Es impresionante. Cuando termina, están ellos más el jefe del pastor, los cuatro abrazados: “Señor, oramos para que la gente vote a estas personas”. Hay otro que es un compilado que compara a María Eugenia Vidal hablando y a una señora pastora evangélica, que es de no creer. Dicen lo mismo: “El corazón”, “juntos”, etcétera.
Uno se pregunta si es tan simple y cómo puede ser tan efectivo…
Preguntale a los brasileros. Yo vi un video de hace muy poco, del Concejo Deliberante de Río de Janeiro. Todos de pie, agarrados de la mano, oraban. Alucinante.
¿No estaría faltando una estrategia de lenguaje distinta de este lado, aunque sin un Durán Barba?
Doscientos por ciento que sí y a eso apunto. Ya sabemos de los videos, del coaching, lo que contó Sturzenegger sobre su entrenamiento con Durán Barba en Estados Unidos y demás. Ahí yo empecé a pensar lo que vos decís. Creo que acá no está faltando una respuesta política. En todo caso, la respuesta política tendría que ser el resultado de empezar a pensar que si un coaching de esa naturaleza logra la mitad de los votos de la ciudad de Buenos Aires o el 40% de los votos del país, no podemos seguir diciendo “Vamos a volver”. Después de las últimas PASO, escribí un artículo que salió en Página/12: “Danza con globos”. Estaba mirando la tele a las cuatro de la mañana y la oposición ganaba. Pero antes, a las diez de la noche, perdía. Unos días después me di cuenta que la gente se fue a dormir con la imagen de los tipos bailando y festejando un triunfo que en realidad no era tal.
https://www.pagina12.com.ar/56622-danza-con-globos
Y eso subsistió más allá de los datos.
Ganaron.
Entrevistamos a Miguel Benasayag y él dice que en el mundo actual se sustituye la representación por la experiencia. Vos no sacás el auto del garage porque te representás un montón de cosas que te pueden pasar, pero es una representación, no lo experimentás. No salís
Es lo que llaman la postverdad. No tengo ninguna duda que a eso hay que oponerle lo que vos llamás una estrategia de lenguaje distinta…
Por eso digo, ¿tenemos nuestros especialistas en esto?
Yo no llegué a esa parte. Llegué a convencerme de que ninguna de las vías de respuesta política va a ganarle a esta gente. Entonces, hay que pensar una alternativa previa a la respuesta política que, como dije antes, debe ser el resultado de hacer algo parecido a lo que hacen ellos, pero desde el lado bueno.
TOSTADITOS. QUEMADOS, NO
“¿O es que iremos totalmente pidiendo/por favor a las baldosas/una señal, un ALGO/de que agarrar la carne y revivir la rosa?”
“Posludio”, Jorge de la Cruz Agüero, poeta desaparecido
El número de esta revista se llama “Reflexiones acerca de la miseria”. ¿Qué es para vos o quién sería un miserable?
El primero que se me viene a la mente es Mauricio Macri. Pero habría que definir miserable. Lo mediría en términos de prójimo: si alguien hace daño, se lo hace al prójimo. En este caso, Macri es la cara visible de muchas caras que hacen daño al prójimo. Pero no es que se proponen hacer daño al prójimo. Ese daño es el resultado inevitable de lo que hacen. Es un modelo económico que claramente va a dañar al prójimo.
¿Hay una consideración del prójimo? ¿Existe el otro para ellos?
No, no. La ausencia del otro es también un requisito imprescindible porque tiene que ver con la psicopatía. Una de las características del psicópata es la falta de arrepentimiento. Hay un libro sobre psicópatas que se llama “Sin conciencia”. Si vos pensás que les bajan el sueldo a los jubilados, que un funcionario de ellos en estos días dijo que los jubilados van a recibir menos dinero, pero van a tener mayor poder adquisitivo, bueno… Hace treinta y cinco años, un cuñado mío, brillante psicoanalista, decía que la única forma de tratar con un psicópata es psicopateándolo.
¿No tendremos el “burnout” del que vos hablás en tu libro sobre abuso sexual?:“Todo ello puede producir en los operadores un estado de agotamiento mental, emocional y físico conocido como “burnout” y que en español se traduce como “quemado”, “achicharrado”, “incinerado”. Este fenómeno suele tardar meses y hasta años en aparecer, y como describe Giberti quienes lo padecen “se irritan fácilmente, se muestran inquietos sin razones aparentes, y con frecuencia se sienten tristes y aún deprimidos. Surge una hipersensibilidad que los lleva a enfrentarse con sus compañeros de trabajo”
En parte, sí. Creo que el efecto psicopático de esta gente no se da sólo respecto de los que lo votan sino con nosotros también. El tema es, partiendo de esta base, ver cómo eso nos está atravesando y cómo hacemos para generar los anticuerpos y dar una respuesta. Yo creo que se puede. Por eso citaba lo de la dictadura. En la dictadura uno pensaba: “Esto no va a terminar nunca». Y terminó. El manejo de los medios, el apriete a los gobernadores, eso lo hacen bien. Esa es la parte positiva para ellos. La parte negativa es que, con la misma facilidad con que llegaron a ganar los votos con ese coaching, después se les viene el boomerang. El otro día, en la cena con Mirtha Legrand y Tenembaum, la vicepresidenta de la nación, habló de las armas de los mapuches combatiendo a la Gendarmería. Cuando Tenembaum le preguntó de qué armas hablaba dice: “Lanzas”. Me lo contaron. Yo tuve que escucharlo para creerlo.
Pero funciona.
Funciona, porque al que no convence es al que no iba a convencer de todas maneras. Yo voy a una peluquería en Villa Elisa. La chica que trabaja ahí lo votó a Macri porque el peluquero la convenció de que lo votara. Entonces, ahora en la conversación, se quejaba de Macri. Entonces le dije, “pero vos sabías quién era y lo votaste igual” Me respondió: “¿Y qué querías, que votara a esa chorra? Yo le pregunté: ¿Pero qué sabés del robo, de “esa chorra”? ¿Tanto sabés?”. “No», me dijo. “Pero se robaron todo” Frente a eso, ¡qué hacer! Por eso yo coincido cien por cien en lo que decís. Si buscás una respuesta de la política tradicional, estamos en el horno.
POR LA PIEL DEL POEMA
“En los ríos, al norte del futuro, /tiendo la red que tú
titubeante cargas/de escritura de piedras, /sombras.”
“En los ríos, al norte del futuro”, Paul Celan
Para ir terminando, tenemos una pregunta típica de El Anartista: ¿qué es lo poético para vos?
Se vincula con la utopía. La poesía es una forma positiva e ideal de ver la realidad. Es un deseo. Aunque no leí mucha poesía, para mí lo poético es elegir todos los días con qué te quedás de la realidad. Cuando te convencen de que te quedes con lo malo, te transformás en una persona negativa y probablemente terminás votando globos de colores o te suicidás. Creo que una de las razones por las que en los regímenes autoritarios se persigue a la poesía es por eso. ¿Por qué era tan importante el ensañamiento con Lorca en España o Víctor Jara en Chile? Pasa que lo que transmiten el poeta, el músico, el artista, te entra por la piel.
Creo que si se capitalizara el potencial que tiene el lenguaje poético, algo podríamos encontrar. Quizás no escribir poemas, sino una potencia del lenguaje que, junto a otros lenguajes- conmocione.
Creo que es uno de los elementos a tomar en cuenta. No vas a revertir un proceso histórico sólo con la poesía, pero sí hay que tomarla. Sí. Y lo uniría a lo que vivimos en la etapa de Cristina. A mí me impresionó su carisma, y eso que sólo la vi en dos o tres eventos.
En el último -público- de su mandato, sobre todo. El hecho de que una presidenta que acaba de perder se despida con una plaza llena, con gente llorando, con una impotencia de una multitud.
Por eso. Creo que por ahí tiene que venir el camino. Ahora, cuando al mismo tiempo ves que mucha gente toma una posición contraria, te agarrás la cabeza…
Bueno, es que esa potencia genera también mucha envidia.
Eso es una parte. Pero todos los políticos tienen, de por sí, un egocentrismo muy fuerte y se hacen la cabeza permanentemente, se ubican en ciertos lugares donde nadie pensó en ponerlos y empiezan los resentimientos. Por eso, para mí es importante lo que vos decías del servicio. Si eso no está, no hay nada. Por eso pude incorporar la palabra genocidio en una sentencia, estaba convencido. Después, quise sacar los estrados de los tribunales de Bariloche, porque sólo sirven para que el juez esté más alto. Y me sacaron cagando. Ahí te das cuenta que, en una corporación como esa, no hay ninguna vocación de servicio.
¿Por qué gente como vos elige meterse en el mundo de la justicia?
Es que yo no la elegí para eso. Yo ejercí la profesión de abogado acá, después me fui a vivir a Bariloche, también a ejercer la profesión. Allí, puse un estudio con mi socio. Nunca pensamos en ser jueces, ninguno de los dos. Una mañana compré el diario Río Negro y vi un edicto de concurso para juez de Cámara. Me presenté y gané.
¿Pero qué te sedujo de eso?
Que yo no hacía la carrera judicial. Antes de ese edicto, no se me había ocurrido ser juez, porque la carrera y el sistema te terminan chupando. Podés ser juez de Cámara después de ser juez veinte años. Cuando sos juez de Cámara en veinticuatro horas, vivís otra historia. Y, en ese sentido, no me equivoqué. Al ganar el concurso, me gané la enemistad de la mitad del poder judicial de allá. Imaginate que todos querían ese puesto: Jueces de Instrucción, fiscales. Para mí era casi una obligación hacer lo que hice: si vos, pensando de una manera determinada, tenés la posibilidad de acceder a un cargo de ese nivel de decisión, bueno… Lo que no tuve en cuenta y tal vez no hubiera podido tener en cuenta porque no tenía el diario del lunes, es que tomar ciertas decisiones sin las precauciones del caso, ponen en riesgo tu salud. Por ahí, con un poco más de prudencia, tomaba las mismas decisiones pero de otra manera. Lo mismo cuando yo planteo el tema del abuso sexual, hago mucho hincapié en no inmolarse en la defensa de los derechos. Tenés que tener mucho cuidado y mucha inteligencia para poder seguir la lucha, pero que no te cueste la vida.El tema es que a la gente que maneja el sistema, a los jueces, no les interesa nada. Sin embargo, hay un sector minoritario que sí.
¿Te sentís solo a veces?
Sí. Lo estuve. A veces estoy solo. Hay un vecino a dos casas de acá, Luis Arias, –extraordinario juez y persona, hoy perseguido -, a quien hace pocos días el Papa le mandó un rosario bendecido.
A vos no, por Rozanski…
¡A lo mejor me manda!, me encantaría. Mirá, cuando el Papa era Arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, en el arzobispado tenían una revista cuyo nombre no recuerdo, de la que me llamaron para pedirme un artículo sobre abuso. Lo escribí, no le tocaron una coma y lo sacaron en tapa. Eso habla bien, más allá de todas las otras cosas. Pero, en honor a la verdad, hay ciertas cosas que uno no puede dejar de decirlas: la protección a los curas abusadores es un hecho que tiene que ver con la corporación, así fue a lo largo de los siglos yhay que modificarlo con urgencia.
Por eso creemos que en todo esto que vos mencionás en tus textos sobre “la cifra negra”, los abusos que no se pueden llegar a condenar y demás, es muy importante el atravesamiento católico.
Mirá, en primer lugar el abuso se da mayoritariamente en el ámbito familiar o de convivencia, eso es universal. En segundo lugar, si tuviera que elegir un segundo lugar, le sigue bastante de lejos el ámbito de las instituciones religiosas y otras instituciones. Y esto tiene mucho que ver, al igual que en la familia, con el poder. También, con otros factores relacionados con la religiosidad.
Claro, el desprecio al cuerpo por ejemplo.
Sí. Y los números son más que elocuentes. La iglesia de Boston quiebra por las indemnizaciones que tienen que pagar por los abusos. Eso es sabido. Cuando yo me refiero a que la revista del arzobispado publica mi texto, no estoy desconociendo los daños que una institución puede generar con la protección a pedófilos, pero valoro que, además, publique eso. Por lo mismo, sin vacilar, prefiero que el Papa sea Bergoglio y no Ratzinger.