La orfandad: Sobre el “Laudato-Sí”.
Por Isabel D’Amico
EN EL DIARIO NO HABLABAN DE TÍ
Quizás él no sabe el trasfondo de su reacción, quizás actuó ante la necesidad de proteger la salud de las instituciones para salvar la calidad de la vida humana. Las preguntas de Federico Tártara, periodista en Radio 92 y del diario «Hoy» de La Plata, al presidente Mauricio Macri, fueron:
– ¿Cómo se genera confianza con cincuenta funcionarios de su gobierno imputados?
– ¿Cuál es el argumento para la condonación de una deuda a las empresas eléctricas?
Es verdad, no fueron solo estas provocaciones las que incomodaron al poder. Hubo otras, urgidas por una necesidad de reacción.
Después de ocho años de trabajo, Federico Tártara -casado, papá de un niño- fue despedido por no ser testigo mudo de un país conducido por el vicio de mentir. ¿Qué potencia de la orfandad despierta a la dignidad humana para recuperar el sentido de la palabra y expresarse, más allá de las oportunidades de hacerlo público, más allá de las consecuencias?
ESCAMAS ADENTRO, ESCAMAS AFUERA
En el bolso, al salir a la calle, los papás creen prever todo para sus hijos: pañales, toallitas aceitadas y perfumadas, el talco, crema de caléndula, por si tienen el culito irritado, la «mema» con agua o jugo, el chupete para la angustia y/o ansiedades. Y así debe ser. Cuando crezcan, buscarán la escuela y la enseñanza más acorde para su adorada criatura y le aportarán arte y relatos, literatura para enriquecer las habilidades de ese ser irrepetible.
Hoy, las simuladas escamas de plenitud, las externas, las más visibles tienen un encanto de complacencia inmediata, dado especialmente por la adquisición material. Son reales pero insuficientes para todo adulto mínimamente responsable del bienestar propio y del de sus hijos.
A su vez, en las escamas internas se ocultan, por ejemplo, las cicatrices del inmenso crecimiento tecnológico no acompañado de un desarrollo del ser humano. La sociedad no advierte estos desafíos y sucumbe a las necesidades inmediatas que la ahogan sin límites y la anulan en la acción.
LAUDATO SÍ, LA LENGUA DE LA ORFANDAD
En esta carta encíclica, el Papa Francisco alerta sobre los daños a nivel de la ecología ambiental, económica y social. Las razones, por las cuales un territorio se contamina, exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de sus intercambios de energía y bienes, de su conducta, de sus maneras de pensar.
No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental.
Un síntoma saludable es tomar conciencia de qué le sucede al mundo y atrevernos a hacer nuestro aporte. Son preocupantes el calentamiento del planeta por la concentración de gases de efecto invernadero, la deforestación, el derretimiento de los hielos polares, la pérdida de selvas tropicales y otros desastres encendidos por la mano del hombre. Como si fuera poco, somos proclives a la cultura del descarte, no solo de residuos, más aun de humanos (despidos, refugiados en situación de abandono, menosprecio a comunidades aborígenes).
El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, dice la encíclica y, nos señala la situación de las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino un don, donde resuena la voz de los antepasados que descansan en ella; un espacio sagrado con el cual forman cuerpo para sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son ellos quienes mejor los cuidan. (Laudato – Sí, Art. 146)
ALABADO SEAS
La tecnociencia bien orientada, sabemos, ha mejorado nuestra calidad de vida. Basta mencionar la energía nuclear, la informática, el conocimiento de nuestro propio ADN. Pero debemos imaginar estos conocimientos, este poder, en manos de quienes tienen el dominio sobre el conjunto de la humanidad.
Según el artículo 106 de «Globalización del Paradigma Tecnocrático» del «Laudato Sí», la intervención humana en la naturaleza siempre ha acontecido. Sin embargo, durante mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de plegarse a las posibilidades que ofrecen las cosas mismas. En cambio, ahora solo interesa extraer todo lo posible de las cosas. La acción humana tiende a ignorar u olvidar la realidad que tiene delante. Por eso, el hombre y las cosas han dejado de tenderse amigablemente la mano. De aquí, se pasa con facilidad a la idea de un supuesto crecimiento infinito, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone una mentirosa disponibilidad sin límite de los bienes del planeta, que lleva a estrujarlo hasta el hartazgo y más allá de su paciencia.
TINTURA AL DESÁNIMO
Sin darnos cuenta nadamos sobre el error. Basta observar la degradación del ambiente y el sinsentido que jóvenes -y más aun, adultos y adultos mayores- transitan rebosantes de angustias e insatisfacción. Un modo más en que la plutocracia* debilita la espiritualidad y los cuerpos de los seres humanos, al teñir con desánimo a aquellos con alguna garra.
Todos estos ríos de debilidades desembocan en el océano de la avaricia, pues terminan por ser funcionales a los objetivos de los más poderosos del planeta. O los sacan del juego o los engordan de egoísmo: meritocracia y xenofobia.
Repugna escuchar a quienes, luego de haber tenido todas las oportunidades, critican sin pudor a los que la miseria económica y moral no les dio tregua. Horrorizan sus palabras cuando la discriminación los empuja a señalar a los buscadores de países generosos para sanarse, para estudiar, para crecer en paz.
UNA ENERGÍA INSOSPECHADA
Vuelvo al periodista despedido. Él ya no pudo legitimar lo obsceno, vio un mundo fatigado de mentiras, miserias y avaricias e interpeló, como deben interpelarse los padres de hijos pequeños, allí donde la satisfacción inmediata no alcanza para protegerlos. Todos debemos interpelarnos, es tiempo de atreverse. Esta tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán, no podemos dejarla enferma.
Es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética, a promover una gestión más adecuada de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al agua potable. (Laudato – Sí, art. 164)
Ahora tenemos una ventaja más: hay una encíclica papal para sustentar el reclamo a nivel mundial, sumado a la viejísima pelea de mucha gente y de muchas organizaciones. Más allá de la religión, el compromiso del Papa avala el compromiso con el mundo. El individual, el colectivo y el de todas las instituciones necesarias para no quedarnos guachos de planeta por siempre.
*Guacho procede del quechua cuzqueño, wakcha. Significa «pobre», «huérfano». También existen palabras similares en otras lenguas indígenas de América, por ejemplo huajcha (en aimara, huérfano y huachu en mapuche o mapudungun, hijo ilegítimo).
*Plutocracia, nombre femenino. Forma de gobierno en que el poder está en manos de los más ricos o muy influido por ellos. Clase social formada por las personas más ricas de un país, que goza de poder o influencia a causa de su riqueza.
Muy buena Isa, tristemente exacto