La sospecha: Sobre GRUNGE CERO.
Por Néstor Grossi

 

EN EL OJO DEL HURACAN

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El grunge llegó como una patada a tu puerta, como un allanamiento a la estupidez musical que reinaba a finales de los ochenta. Todo era pop y glam metal. El rock sobrevivía con los restos de las viejas bandas inglesas que empezaban a ablandarse para entrar en un mercado que ya no pedía contenido ni ideologías y que apagaba las distorsiones de todas las guitarras.

Así nació un nuevo mercado paralelo, compuesto por nuevos sellos discográficos independientes: el rock alternativo.

El grunge apareció como parte de esa una nueva movida: era una mezcla de punk con metal y una estructura armónica rockera. Grunge significa mugriento o roñoso en espíritu, cuerpo y alma. Si el alternativo fue la voz de la generación X, el grunge fue su aullido final. Hartos de las bandas heavys disfrazadas, el grunge traía una propuesta anticomercial y antiestética que nada tenía que ver aquel presente del rock.

Nació a finales de los ochentas en el estado yanki de Washignton, pero se llamó el sonido de Seattle, gracias al sello independiente Sub Pop, el primero en apostar por las bandas del under local y su sonido. Green River, fue la primera banda en utilizar el término grunge y se hizo fuerte a finales de los ochentas, con bandas como Soundgarden, Nirvana, Alice in Chains y Pearl Jam. Más tarde, después de que las cuatro bestias del grunge se popularizaran, apareció Stone Temple Pilots y la mejor voz que dio el rock en los noventas: Scott Weiland, uno de los mejores performers que vi, después de Iggy pop.

Entonces, los escenarios empezaron a poblarse de muchachos en camisas leñadoras y zapatillas de lona, sin maquillaje ni producción escénica.

 

LA PANTALLA DEL MUNDO NUEVO

El Grunge llegó a Bs As justo cuando todas las tribus rockeras empezaban a negociar entre ellas, cuando todo era blues o heavy metal y el primer disco de Guns and Roses llevaba dos años limando las cabezas porteñas.5f31980dd8b838d54020d3f46071ecab--concert-flyer-concert-posters En estos pagos hizo pie con el nombre de Nirvana, el resto de la movida la conocimos a mediados de los noventas, cuando ya quedaba claro que el sonido de Seattle era apenas una parte de algo llamado rock alternativo.

En aquel Buenos Aires de los noventas, no hubo bandas grunge. Y el término alternativo comenzó a usarse para todos los grupos ni rockeros, ni punks ni metálicos. Y, mucho más, después de que las primeras tres bandas fundadoras del rock barrial se adueñaran de la escena rockera , para posicionarse en el mercado. La suma de todas estas pavadas da para nombrar a los Babasónicos, a la lamentable Bersuit, a Juana la Loca, a Los brujos y a alguna más…quizás en a esa lista deberíamos sumarle “ANIMAL” como banda alternativa dentro del metal.

El Gordo me hartaba con el grunge. Todo el tiempo caía con algo nuevo, y como en aquellas épocas pasábamos del cassette y los discos al CD, siempre tenía algo nuevo para hacerme escuchar. Tocábamos en la misma banda y lo que él quería era cambiar mi forma de tocar, sobre todo, desde que había cedido en lo de meter a otro guitarrista: era mi primera experiencia como única guitarra y me gustaba. Pero, en una banda de rock, dos violas, resultaba tentador. Dije que sí, una noche de 1993, mientras salíamos del “Monster of Rock, entre el gentío que doblaba por Avellaneda y yo buscaba un kiosko o algo para pegar una cerveza.

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Como ensayábamos los sábados y los martes, al otro díaa lo probamos. Era un pendejo de diecisiete años, con una Ibáñez negra y una pedalera zoom de moda. Yo usaba sólo mi strato y un wha wha y, por supuesto, la distorsión de Marshall al máximo. Zapamos algunas bases que veníamos armando y el pibe se enganchó a la perfección. Pero sonaba raro, no encajábamos como guitarristas.

Cuando salimos al patio a fumar y tomar birra, el Gordo me dijo que yo tenía que puntear y nada más y el pibe haría las bases. Y tuvo toda la razón del mundo, el pendejo aportaba todo ese sonido nuevo que la banda buscaba, mientras yo soleaba mi viejos blueses y rocanroles sobre todos ellos. Entonces dejamos de ser un trío y comenzamos a buscar un cantante. Para cuando llegó Claus a la banda, yo empezaba a darme cuenta: estaba de más.

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JIPI SUCIO, PACHULI PELO LARGO. EL BLUES DEL TRAIDOR

Amaba Nirvana, no se parecía a nada. De todas las bandas grunge, era las más cercana al punk en sonido y actitud. Pero yo estaba en otra: aunque me había comprado Nervermind, seguía totalmente deslumbrado por los solos de Slash y por los alaridos de Axel Rose.

1545417781445_0_6A6Y así quería sonar: me había vuelto un romántico; quizá, por eso, en aquel “Coca cola in concert ,del `92, cuando tuve que elegir un show, elegí el de Keith Richards. Entonces, me perdí el legendario show de “Nirvana en Vélez”, un concierto que Cobain intentó cancelar, furioso con el público argentino, que escupía, insultaba,y arrojaba botellas a la banda soporte “Kalamty Jane”, por un simple motivo: las minitas no tocaban punk. El Gordo nunca me perdonó haberme perdido ese recital, me lo echó en cara hasta la noche en que mandé al carajo a la banda…Ya había aprendido a tocar la guitarra, durante años me había preparado para ser la primera viola de una banda típica de rockanroll y blues. Para tocar punk rock, necesitaba dos dedos. Para tocar grunge, tres. Y yo sabía usar los cuatro, así que acepté ponerme a prueba en una banda de blues con saxo, piano, dos violas y tres coristas. “Señor Tickson” siguió con el pendejito en la guitarra, en busca del nuevo sonido de Seattle en nuestra entonces hermosa Capital Federal. Al igual que EEUU e Inglaterra, Buenos Aires formaba parte de la nueva movida. En los noventas, nuestro país era líder en la industria musical latinoamericana y nuestra ciudad, una máquina de crear bandas. No tuvimos grunge, ni Seattle, pero sí Mataderos y Lugano, donde nació el rock barrial.

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DE FINALES PARTIDOS

Aunque los primeros en firmar con una multinacional fueron Soundgarden, Nirvana con Nevermind fue quien puso al grunge en lo más alto. Kurt Cobain era el ángel maldito que el rock necesitaba.

En tan solo cuatro años, el mercado comercial se devoró al grunge y convirtió a aquellos inadaptados jóvenes en millonarios, sacándolos de la calles y de la noche para encerrarlos en oficinas o llevarlos en interminables gira mundiales. Aunque el contenido de sus letras seguía fuerte en lo social y las historias callejeras, y aunque seguían vistiéndose con ropas casuales, los pibes ya eran las estrellas de rock que odiaban.

Había llegado la hora de morir.

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ANGELITOS MALDITOS

Así como los setentas nos dejaron los mejores guitarristas de la historia, me atrevo a decir que el grunge tuvo las mejores voces del rock: Cris Cornell (1964-2017), Kurt Cobain (1967-1994), Layne Staley (1967-2002), Scott Weiland (1967-2015) y Ediee Vedder.PicsArt_12-21-09.05.57

Sí, todos muertos. Dos suicidios, dos sobredosis. La era grunge pasó con todo el vértigo y la volatilidad de los noventas; con toda la contaminación de las nuevas drogas químicas y con la certeza de que el rock ya no podría parir nada nuevo, nunca más. Y, hasta el día de hoy, no lo hizo.

De todas aquellas bandas sólo queda Pearl Jam y Stone Temple Pilots con un nuevo cantante. Por lo tanto, Eddie Vedder es la última voz del grunge. De todos aquellos cantantes, la vidas de Kurt Cobain y de Scott Weiland merecen un capítulo aparte. Las peleas de Cobain contra la mayoría de los músicos, retrógrados y machistas se sumaron a los excesos, a una sobredosis en Roma, y a una enfermedad estomacal, que decidió soportar con heroína y un escopetazo en la boca.

Cuando Cobain murió, en una nota muy conocida, un periodista pregunta a William Borroughs por Kurt :2_William_S_Burroughs_and_Kurt_Cobain

«Lo que recuerdo es la expresión moribunda de sus mejillas. Él no tenía intención de suicidarse. Por lo que yo sé, ya estaba muerto.»

Scott Weiland, a mi gusto, fue el mejor letrista de toda aquella generación y mi voz preferida del grunge. Las aventuras de Scott pasaban por el crack y los bares, por sus entradas a la cárcel y por las veces en que la banda tuvo que abandonar las giras, porque su voz estaba entre las rejas. Si no llevo mal la cuenta, creo que fue expulsado en dos ocasiones de la banda.

«Llevo bebiendo desde que tenía 15 años, drogándome desde los 16, consumiendo heroína desde los 23. A pesar de todo eso, he conseguido vender 25 millones de copias con Stone Temple Pilots y ganar millones de dólares. En este aspecto, mis adicciones no han afectado demasiado a mi carrera. Pero, si no lo dejo, puede que muera antes de cumplir los cincuenta o algo mucho peor. Lo único que me preocupa es cómo va a afectar todo esto a mis hijos, el niño tiene 3 y la niña 1. Quiero abandonar este infierno, de veras, no quiero seguir puteando a la gente que me quiere».

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«Estuve 153 días en la cárcel y aquello fue una experiencia muy solitaria y muy dura. Pero está claro que saqué algo positivo de todo ello. Llegas a creer en la fe y piensas que dentro de ti existe un poder que puede ayudarte a superarlo todo. Cuando descubrí eso, me di cuenta de que ya no tenía que sentirme esclavizado por mis demonios personales. El hecho de estar en la cárcel me dio más fuerza para afrontar la vida y mirar hacia adelante y no hacia el pasado».

Scott Weiland, entrevista mtv.

 

DE GUEYES PERDIDOS

Era un viernes de 1993, hacía calor y toda la banda de Otamendi y Avellaneda destapaba birras bajo un sol que empezaba a esconderse entre las terrazas de los edificios. El Cuervo fue el último en llegar, en jardinero y en cuero, pasado hasta el culo. Me abrazó:

—¿Qué haces, papá?, ¿que onda vos con esa remera? Tocas blues, te gustan Los Violadores y vas a ver Hermética—se río tanto que temblaron las veredas— sos un jipi punk, chabón. Decidite. Salu, negrita y me sacó la botella de la mano, mientras se reía.

Jipi punk…Tenías razón, Cuervito, eso era ser grunge.

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