La sospecha: Sobre el film “Triple Crimen” (1), de Rubén Plataneo.
Por Adriana Valletta
EL ROSARINO EN SU LABERINTO
El documental narra, pasillo a pasillo y paso a paso, el asesinato de tres jóvenes en la villa del Gran Rosario, durante una noche del año 2012. El hecho ocurrió en medio de una situación confusa y en un contexto que posibilitó a una banda narco balear por error a cuatro jóvenes, Patom, Mono, Jere y Moki, de quienes solo sobrevivió Moki. El Quemado, padre del Quemadito, perteneciente a una banda, había salido a vengar la muerte de su hijo en la oscura canchita de Villa Moreno y, en la oscuridad, El Quemado y su gente confundieron a los cuatro pibes y mataron a “tres”.
Rubén Plataneo, cineasta rosarino, realiza el recorrido a pie por pasillos y vericuetos. Con su cámara, registra, relata y hace foco en calles encendidas de voces y reclamos, ante la impunidad narco policial y la complicidad del periodismo hegemónico. La mirada de Plataneo se torna singular al narrar el día a día, fuera de lo lineal. Su relato combina la agenda de la calle, el juzgado y las vidas en los barrios pobres de Rosario, de modo que circula como un “cronopio” – pero en este caso borgeano-, que se atreve a bucles de pasados, futuros y presentes biográficos, a los tiempos de los sueños interrumpidos y a la temporalidad extendida e intrincada de la vida en las villas. No faltan a la cita ausencias y presencias diversas, ni los futuros atrapados detrás de las rejas, ni los presentes capturados en la etrnidad liberada a la cancha, vórtice del registro fílmico.
Veamos entonces el film, a través de una lectura posible.
PASILLOS DEL PURGATORIO Y DEL PARAÍSO.
Tonos bajos, murmuraciones, silencios, rezos, reclamos inaudibles, resignación e impotencia se multiplican en la solidaridad de diversos colectivos. La villa y las calles de Rosario serán removidas de la insonoridad a la que los medios confabulados con el poder pretendieron arrojar. Luego del asesinato de los tres pibes, algo comienza a cambiar. Dar voz a este mundo implica desbaratar la versión falsa con la que los medios cómplices dibujan el caso como un “ajuste de cuentas” entre bandas narcos.
Mientras “el poder” goza de amparos exclusivos y se aloja “all inclusive” en sitios extraterritoriales- y con dinero sospechoso en “ Paraísos fiscales”- aquí , en el llano , lo familiar encarna, por ejemplo, las voces de las amigas de las víctimas que inundan las calles con carteles, donde se pueden leer mensajes de ánimos y deseos. Estos ecos se extienden a todo Rosario. Hace falta acceder a los estrados del purgatorio. Allí se espera que la instancia judicial escuche el reclamo y haga justicia. Para eso, parece que hay que lucharla.
De la Villa al juzgado, lo único idéntico son los pasillos. El foco se desliza y, poco a poco, deja fuera de juego la sordera de las autoridades. La cámara, como un dios telúrico y visible, aspira a ver el llano. Por eso anda esos espacios íntimos y públicos, como la cancha de fútbol, ” útero territorial” de esos pibes. No hay segundo tiempo en el partido interrumpido. Ser jugador de fútbol o cantante de una “banda” de música se vuelven sueños cortados por un tajo impiadoso. La banda de música torna en estigmática banda narco, según la construcción mediático judicial. El lugar lo sabe y guarda la historia en su memoria. El árbol de la única canchita de fútbol de la villa fue testigo, aunque a él no se le pidió declaración formal.
Plataneo “enfoca” para desocultar la trama y volver a hilar. Registra datos, narra y relata con potencia poética y, entre silencios, una versión más veraz que la oficial. Como tantos otros ámbitos de nuestro saber, la “verdad” resiste en las calles. En esta lucha, el verbo “abrir “se plantea como una deriva imprescriptible, un devenir ineludible. Abrir como un desenmascarar, por ejemplo, el “discurso judicial “.
Abrir a la chance de un discurso institucional más sano y legítimo. Este abrir está en tensión con todos los que intentan cerrar y obturar toda lucha. Nunca es posible ver todas las tomas y zancadillas de un combate. Sin embargo, dice Plataneo: “A los documentales se les pide más que a una Biblia”.
CALLES DE FUEGO
Rosario se organizó y, cada vez más, las calles ganaron en unión y constancia. En lo espacioso, surgieron las fogatas: luz, calor y cambio de intensidad. La cosa estaba que ardía. Algunos ardían de codicia, de odio, de venganza y de redención final. Y otros, ardían para pelear la presencia de los ausentes. Para eso no escatimaron perder horas de descanso. Los sueños interrumpidos de los pibes reclamaban más aire y ventilación. El oxígeno reclama ser regulado, pide ley a sus portadores, para que no se “desmadre”. La lucha siguió en pie en forma sostenida y organizada.
El fuego es el posible crisol alquímico donde el alma podrá retomar fuerza, mientras se pre anuncian la antesala del infierno o del Purgatorio y el Juicio.
LOS NOMBRES
El tres, la santísima Trinidad. La intervención paterna. La sagrada familia. En el tribuno, el tres cobra fuerza. En un sistema patriarcal, lo femenino y maternal se desdibuja, pero jamás está ausente. Esa es una sospecha, que puja desde detrás de las escenas y, a la par, lucha contra el dolor en la calle. Ellas, las mujeres, saben de parir. Así, atisban el film mujeres, madres, hermanas, amigas. Surgen historias de amor. El amor filial. El amor a la verdad. El amor a la vida. El amor a dios. El amor maternal. El amor a los sueños y al porvenir. El amor compañero es potente. ¿Cuánta madre hace falta ante la muerte? Madres y mujeres recorren el relato como contrapunto al tono patriarcal del sistema judicial.
Por su parte, El Mono, Jere, Patom y Moki invocan, migran sus nombres propios para advenir, desde la ausencia, a una lucha que hace historia. Un rescate de la ciudad de Rosario para que pierda su mote de: “La Medellin argentina». Los pibes están muy lejos de los paraísos fiscales. Ellos no viajarán nunca a las Caimán. Mientras, los curas y otros padres hablan de la existencia de mundos celestiales y otros paraísos. Tres pibes, tres nombres que buscan dar un nuevo “nombre” a la justicia. La autoridad se nombra a veces padre, a veces juez, a veces verdad o dios. Otras solo se reza a un árbol, a una cámara, o al párroco de la iglesia. A veces, nombrar a un padre derrotado sirve para volver a nombrarlo como un padre donante de perdón.
Quizás habría que cambiarle el nombre a la muerte, para mitigar los apodos que de ella devienen: miseria, mentira, hambre, desigualdad e instituciones injustas.
Tal vez, también deberíamos cambiar la palabra “medios”, ellos sólo están a mitad de camino entre la verdad inventada y la mentira.
FLUIDOS NO TAN DIVINOS.
Para sumar a la poética de la transformación, el tiempo y el espacio entrelazan cronologías, extensiones, simulacros de economías intemporales y nociones “blancas”, como la seguridad y su manto pretendidamente eterno. Y, en este infierno terrenal, sin cielo, el dinero negro busca ser blanqueado. No es la pureza a lo que aspira, sino a su disfraz. Fluye en un solo sentido, donde rige la ley de la sombra, como única autoridad. El pobre ve otros flujos: el de la fuerza de su trabajo y las esperanzas de un mundo mejor, como todo caudal y horizonte. Su río bordea un árbol terrenal, al costado del terruño, tejido de sueños y pelotas.
LEER CICATRICES
Siempre hay un tiempo donde se reinaugura la lectura de las marcas: los pasajes en los que una sociedad anda y desanda su derrotero para lograr justicia pueden ser, paradójicamente, revitalizantes e inéditos. Quizá, por la capacidad de la operación misma de sentar precedentes poderosos. El después de la lucha es una captación sutil, que el realizador logra “dar a ver”. Y que, cada uno por sí mismo, está invitado a ver. En ese sentido, surge la posibilidad de encontrar, en esta singular narrativa y reconstrucción de los hechos, cómo el cineasta intenta respuestas, sin la arrogancia de las certezas, sin la tibieza del constante relativismo. En las cicatrices de los cuerpos de los más vulnerables aún puede leerse una renovada esperanza: “Finalmente también hay un fiel compañero del humano que sorprende”
Que allí donde se pierde un nombre, la anomía no reine, sino que despunte un modo de decir y nombrar nuevos y sea acto realizador de justicia.
CASO CERRADO – ABRAN CANCHA
¡Abran cancha! El juego iluminado. Un fallo histórico, con sentencia condenatoria. La cancha ya tiene luz y el árbol está firme. La impunidad narco policial ha tenido su revés. El foco amplía otra escena: lo que transcurre es un partido suspendido en el tiempo, o un alargue con revancha, en tiempo continuo. Ya no es preciso adivinar la pelota en la oscuridad, ni que se confundan los cuerpos ni los nombres. La canchita es lugar de encuentro de día y de noche. Para siempre, territorio de los pibes de la villa. O, al menos, mientras la memoria colectiva se mantenga viva. Se abre también el tiempo del recuerdo. Las noches en la villa intentarán poner coto a la oscuridad.
La sentencia final y la condena dejan detrás de los barrotes de la cárcel a los culpables. Entre tanto, la cámara acompaña a uno de los padres de los pibes muertos a ver, cara a cara, al homicida de su hijo. Es el fuero interno que no se limita a pasar por los juzgados. Víctimas y victimario, ambos víctimas del sistema capitalista que sostiene bandas narcos, en un contexto global de economías salvajes. Las rejas los separan y, a la vez, los unen. Las lágrimas. Uno de los padres abraza al matador de su hijo. El otro ha perdido los dos paraísos. Ahora, el film nos coloca en otro lugar. Ahora, frente a frente, con nosotros mismos, estamos nosotros: los espectadores.
Reza un proverbio antiguo: “Lo mismo que une separa”.
(1) Esta película documental participó de la Selección Oficial 19º BAFICI en la Competencia Esta película participó de la Selección Oficial 19º BAFICI en la Competencia Derechos Humanos y del Festival de Cine Internacional de Mérida y Yucatán 2017. Cuenta con el apoyo de Espacio Santafesino. Actualmen
Me encantó el relato .. visualice el filme y recordé el caso.. «la verdad está en las calles»… ciertamente.. un lujo la nota
Muchas Gracias por tu comentario Gaby Alonso. Me alegro que te haya gustado la nota y por supuesto que hayas visto el film de R. Plátaneo.