La sospecha: Sobre inversores truchos.
Por Isabel D’Amico
La salida del micro era a las 17 hs. Me quedaban 15 minutos desde Retiro hasta la “Feria de los Artesanos», de Vuelta de Rocha, en La Boca. El recorrido tenía un trazado distinto: transitar, sin boleto, la realidad del barrio y observar el proceso de gentrificación que lo atraviesa. La demora en la partida del micro me permitió llegar a tiempo para sentarme en el escalón de la última fila, en el espacio que una señora me dejó, entre sus dos pies. La guía inició el recorrido y un despliegue de paredes multicolor comenzó a increparnos.
-Este barrio, como se ubica en la desembocadura del Riachuelo en el Río de La Plata, toma el nombre de La Boca-, dijo la guía.
No estoy cómoda entre los pies de la señora amable, aunque ella abre sus piernas para darle más amplitud al espacio donde viajo. Por esa incomodidad me paro de a ratos, con la excusa de tomar alguna foto o de ver mejor. Observo una serie de construcciones de chapas de metal acanaladas, características de los conventillos.
-Al ser la zona de mayor entrada de barcos, a finales del siglo XIX y principio del XX, se asentaron allí muchos inmigrantes italianos, principalmente, genoveses. Por deformación de su propio dialecto, se llamaron «zeneize». Por eso los hinchas del club Boca Juniors se identificaron de esa manera. Los conventillos eran pintados con la pintura traída por los marineros y, como no alcanzaba para cubrir una casa, se usaban varios colores.
«La comida es un derecho, la vivienda también»
UN ARCO IRIS DE PENAS
Rojo barroso, amarillo amarronado, azul gris, hay algunas guardas de pañuelos blancos anudados en la parte inferior de alguna pared. Más adelante, la pared se pulveriza, solo se observan montículos de piedras y chapas superpuestas. Un cartel de tela sostiene dos nombres escritos -Pola y Pitu-. La guía nos contó de los niños muertos a raíz de un incendio. Y es su padre quien nos saluda y sonríe bajo unos toldos sin dientes.
Una clase social empobrecida fue apoderándose del barrio antes plagado de inmigrantes italianos, dijo la guía. Los pulgares en alto del padre de Pola y Pitu saludan a los pasajeros del tour mientras resiste entre escombros.
Hace calor y decido levantarme, los testimonios barriales me gritan . Esta vez, al costado de una puerta pintada de «Mujeres en Lucha», y una imagen, la de Nehuen y una fecha 15-12-14.
Aquella noche de semáforo verde, una camioneta de la metropolitana se cruzó, sin luz. En el cruce se lo llevó, como siempre se los llevan, sin justicia.
FUEGO ASOMA
Sobre Aristóbulo del Valle al 600, el micro nos señala otra leyenda en la pared, una bandera flameante azul y amarilla abraza la leyenda.
Un señor me ofrece su asiento, le agradezco su gesto, solo parada puedo honrar las huellas de una identidad barrial incomparable.
Fue en el 2015, toda una manzana debió evacuarse. La estructura de madera, chapa y techo de telgopor y brea se consumió en pocos minutos. El humo negro llegó hasta Avellaneda. Y solo cenizas quedan de aquel incendio entre Benito Pérez Galdos y Ministro Brin. -La frecuencia de los incendios se incrementó al mismo ritmo en que se apuran las obras de puesta en valor del barrio- dice la guía.
Pasamos muy cerca de una mesa extendida en la vereda .donde una familia tomaba mate con galletitas dulces, con sus brazos en saludo, avanzamos hacia una esquina donde, a principio del 2016, dos conventillos se vieron sorprendidos nuevamente por el fuego.
El tour se agotaba en tiempo por eso la guía nos habló de «Casa Amarilla» y el vallado de las canchitas para los pibes, y más desalojos y el incendio, muchos incendios…
Las acciones del barrio de La Boca, tales como «Experiencias por el Derecho a la Ciudad», «Vivienda adecuada», «Estrategias jurídicas de protección» o «La importancia de los clubes, los espacios sociales» son escudos de protección para un barrio que no se rinde.
Los cabos se atan y la disputa por el territorio carga un enorme bidón de querosene y es la impaciencia del dinero quien enciende el fósforo.
CENIZAS DE SOSPECHA
Los sueños de los más humildes se aferran en La Boca, a la avaricia insaciable nada le importa y los proyectos inmobiliarios de puerto Madero sobre el barrio, sobre todo el Riachuelo pujan y destruyen a veces con engaños otras con dragones invisibles.
Pero allí se quedan los vecinos de la Boca, impulsan la resistencia desde la simple dignidad de defender su habitat. «A ver si lo entienden inversores: La Boca no está en Venta». La identidad barrial no se cotiza en su bolsa, solo se defiende con pocos dientes, pero bien agarrados, con el dolor de la miseria se reinventa y se enciende con orgullo como la murga bostera.
Al bajar del micro, nos saludamos todos con un abrazo, por cada muerte una cinta negra en el alma y la esperanza y la admiración de todo un barrio de Pie.