El cuidado del otro: Sobre el uso de facebook
Por Josefina Bravo
UN GRAN COLLAGE
Del latín murus (muralla), muro significa pared o tapia. Un muro es, entonces, un borde, un límite entre un lado y otro lado, un resguardo, una protección o un espacio para pintar, pegar carteles, afiches o hacer grafitis.
En facebook (libro de caras), el muro es eso: el lugar donde escribir y panfletear, donde mostrar y compartir lo que uno hace, piensa y desea. Y, entre los bordes donde cada quien se mueve, se trenza un muro colectivo, con retazos de singularidades.
Así es como podemos encontrar desde declaraciones de amor, reseñas y fotos de cumpleaños o de viajes hasta noticias periodísticas, avances científicos, moda, canciones y videos. Incluso, aparecen chistes y recetas de cocina.
Y, entre tanta mezcla, también puede leerse:
[stextbox id=»alert»]«1) En estos precisos momentos, la recta de tu mirada se cruza con la línea de cornisa y forman un ángulo donde se posan las palomas.
2) Ellas viven al borde del vacío en un lugar que parece imposible habitar, y sin embargo mantienen la elegancia y cantan, arrullan.
3) Antes de que las palabras se desdoblasen en significado y significante, sintagmas y paradigmas, el lenguaje era un arrullo que oíamos de nuestras madres en sus brazos. Ese era el momento en que nos podíamos entender con las palomas.» Del muro de Mario Ortiz[/stextbox]
Hay quienes ofrecen en su muro un lugar donde cuidar a las palabras.
SIN-CON-TENIDO
Un lado de las redes sociales vulgarizó la imagen y el texto. Sacar una foto hoy no representa ningún costo, ningún esfuerzo. Con el celular al bolsillo, podemos hacerlo. Antes teníamos los gastos del rollo y el tiempo de revelado. Lo mismo sucede con las palabras. Para hacer pública una idea o una reflexión, debíamos escribir un texto y publicarlo en un diario o en una revista de papel. Se manejaban otros tiempos. Se leía y releía lo escrito antes de enviarlo al diario ya que, una vez publicado, no había marcha atrás. Ahora, con facebook y twitter, muchas veces la primera lectura se hace con el texto ya publicado. Y, si observamos un error de tipeo, una mala redacción o la repetición innecesaria de palabras, usamos la opción “editar”, al costado de cada publicación, que permite corregirlo en el acto.
Pero, al igual que en la vida, también en el facebook hay quienes encuentran un borde, una cornisa, un lugar desde donde devolverle intensidad a las palabras o a las imágenes.
Bibiana Tittarelli comparte en facebook las fotos de sus dibujos y esculturas. En ellas se observa una inversión de la lógica habitual que va desde el tamaño de los objetos, hasta la hibridez de los personajes.
Una mujer gigante, -mitad carne, mitad hueso- con un ala partida y brazos desdibujados, es absorbida y desintegrada por un enorme astro. Como si partir de la pequeña población a sus pies la hiciera adoptar las dimensiones del universo, para terminar fundiéndose en él.
La hibridez del personaje se observa a primera vista en sus miembros inferiores: uno es carne; el otro, cadáver. Sin embargo, al subir la vista, se eleva la apuesta. Plumas de una enorme ala extienden su oscuridad hacia el suelo. Pero parte del ala también es un brazo, cuya mano toma contornos para taparle la boca. Maleable, la única oreja se estira y, junto a un montón de partículas, fragmentos de ala o de carne, vuelan hacia el astro. Igual sucede con el cabello, donde de nuevo se juega la ambigüedad porque, en el afán de elevarse, pasa por una pequeña ala.
Del otro lado, un brazo estira increíblemente su exigua carne y quiebra la muñeca al apuntar sus dedos hacia la pequeña población. Entonces, algo que aparentaba ser sólido también es líquido, porque gotea: emite partículas mezcladas con otras que, a su vez, gotean del astro alto y se esparcen entre las casas del lugar, donde otro astro, en espejo, no gotea pero pareciera estar a punto de caer sobre la población.
A su vez, el trazo que dibuja la colina donde se alzan las casas desciende hacia una grieta donde la bota apoya el pie esquelético de la mujer. Al terminar el trazo, en el aire queda el pie de carne, suspendido en su faceta alada.
Algún tipo de viento levanta la remera de ella y descubre el vacío del vientre: ni lejanas vértebras, ni carne, ni órganos, ni hablar de piel o de contornos. Sólo un pequeño ombligo y una bombacha deshilachada hacia la cresta ilíaca.
ALGUNOS MONSTRUOS
Uno de los peligros del facebook es la invasión del propio muro. Quien no está al tanto de cómo restringir la privacidad de su perfil puede ser “etiquetado” por otras personas en publicaciones que no son de su agrado o ideología. O bien, alguien puede “colgar” algo en tu muro personal.
Pero quizás el peor de los peligros es el tiempo devorado en trivialidades. Quién no se ha encontrado, alguna vez, leyendo las publicaciones del muro colectivo por más tiempo del que hubiese deseado. Quién no ha revisado cuántos “me gusta” recolectó un texto o una foto. Ante la enormidad de propuestas y distractores, hacer un recorte, elegir qué leer y cuánto tiempo dedicar al uso de las redes sociales es un acto de cuidado: se cuida el propio tiempo.
En «Stop», de Bibiana Tittarelli, vuelve a aparecer la alteración de la lógica: a los tamaños invertidos de los personajes se suma la inversión de los roles dominantes. El enorme ñandú se deja conducir -casi amorosamente- por la mujercita, atado a un hilo de coser.
Otra vez la delgadez mortífera en la mujer, cuyas manos y piernas aparecen tímidas bajo una capa larga, que cae negra y en punta -como las plumas de la mujer alada- para abrirse en un vientre extrañamente abultado o lleno. Ambas figuras -cada cual sobre su suelo, separadas por un vacío y unidas por un hilo de coser, en espejo, con igual triangularidad de rostros- miran más allá del papel. Miran a sus espectadores, a quienes observan con el estupor de quien pregunta: ¿qué piensa usted de esto?
CONTINUIDAD DE UN RELATO
En “Cuadernos de Lengua y Literatura V: Al pie de la letra”, un texto precede a la primera parte del libro. En él, Mario Ortiz escribe sobre la palabra prólogo (de pro-logos) y define: “lo que está antes del discurso, del texto”. También se detiene en la palabra preliminar, que viene de praeliminaris, cuya raíz liminaris tiene origen en el sustantivo limen, liminis que significa “el umbral de la puerta”. De ahí, podemos decir que el facebook de Mario -su muro- es, en parte, el umbral, la puerta de entrada a su obra.
Sus “Cuadernos” están compuestos de unidades autocontenidas: cada fragmento ofrece una idea con un cierre. Y un detalle, una palabra de ese texto da lugar a otro. De esa forma se hila una poética, que también podemos encontrar en sus publicaciones de facebook. Cada texto puede leerse de forma independiente como unidad poética o asociarse a otros para multiplicar sentidos.
En la cita de unos párrafos arriba, hay una cornisa, un abismo desde donde un sujeto observa palomas: “Ellas viven al borde del vacío”. Y, de su canto, llegan magistralmente las palabras: “Antes de que (…) se desdoblasen en significado y significante, sintagmas y paradigmas, el lenguaje era un arrullo que oíamos de nuestras madres en sus brazos. Ese era el momento en que nos podíamos entender con las palomas”.
En sus “Cuadernos” también hay cornisas, pero quienes se erigen sobre esos bordes son textos, letras de cemento o de plástico, que el niño o el adulto ven desde el suelo. Y, luego, el narrador dice: “Más acá, está el vacío. / Y debajo, yo. / Al pie de la letra”.
Entre el objeto, el observador y el medio para nombrarlo, un vacío: un espacio insalvable.
Sin embargo, persiste en el cuidado, en el amor a las palabras. Ímpetu que lleva a Ortiz a mirar el mundo en busca de su corporización; ímpetu que impulsa una “conmoción de espíritu por algo que viene a ocupar un espacio junto a nosotros” e insiste “(…) las letras también aletean en mi cabeza. Son salmones y viajan en el tiempo”. La corporización, el aleteo, la vibración poética pueden encontrarse en la cotidianidad o en mundos inventados. También, en el mundo virtual de facebook.
Lo mismo sucede con las imágenes. Las fotos de las esculturas de Gabriela López sumergen en instantes eternizados por la rigidez de lo cotidiano. Una niña contendrá su soplo por siempre para que la burbuja no sea. Otra, sobre el columpio, no conocerá el viento que nace del vaivén. Condenadas al llanto y a la tristeza, una se abrazará eternamente las piernas como autoconsuelo y otra verá pasar la vida desde su inmovilidad. Madera y arcilla se ofrecen a los gestos del desamparo. Y, atenta al detalle, Gabriela modela el dolor niño.
UNA CARA Y OTRA DE LA MISMA MONEDA (O DEL MISMO LIBRO)
Mark Zuckerber, fundador y CEO de facebook, sostiene que la misión de la red social es conectar al mundo. Desde su habitación en la Universidad de Harvard, se dispuso a crear una plataforma virtual en la que los estudiantes pudieran conectarse e intercambiar información, fotos y links. Hoy, usuarios en todo el mundo, acceden a facebook desde su celular y, cada vez, invierten mayor tiempo en la red social.
El engaño de estar permanentemente “conectados al mundo” es que, sin un uso crítico y apropiado de las herramientas que brindan esa posibilidad, se puede estar todo el tiempo desconectados del mundo real, de lo que sucede en el aquí y ahora de la vida cotidiana. Y perder, de esa forma, la conexión con las personas. De ese modo, facebook, instagram, googlemaps y el celular mismo resultan aparatos de dominación. Pantallas entretenedoras (entretener, tener entre manos) para que las decisiones importantes en el mundo sean tomadas por otros, mientras uno está entretenido con los “me gusta”. En ese sentido, facebook no resultaría muy distinto a la televisión. Y la pregunta es, ¿por qué las redes sociales tienen más impacto que la pantalla chica? Sucede que éstas funcionan como canales privados: es en tu muro donde está la noticia, donde aparecen los debates y los comentarios. Y te toca cerca, te toca el ego. Además de la cuestión nostálgica que lleva a curiosear en busca de amigos de la infancia, novios de la adolescencia y fotos de recuerdos gastados.
En fin, internet y las redes sociales pueden ser grandes herramientas, vehículos para llegar a cosas increíblemente interesantes o, por el contrario, una perdición: el lugar donde dejar pasar el tiempo en trivialidades mientras nos ausentamos de la vida real.
Créditos:
Las imágenes de dibujos en blanco y negro corresponden a la obra de Bibiana Titarelli.
La foto con texto poético fue extraída del facebook de Mario Ortiz.
La última imagen de una niña es una escultura de Gabriela López.