La confianza: sobre las conquistas ganadas desde 1946 a 1955.
Por Isabel D’Amico
DAR POR SENTADO
Eran las 17 hs. Tenía una reunión vecinal prevista una hora más tarde. Sobre el pucho me di cuenta, se me había traspapelado en la agenda la presentación del libro de Roberto Baschetti, licenciado en sociología y merecedor de varios reconocimientos, por su aporte destacado a la recuperación de la memoria histórica.
Los que echamos mano a varios pedazos de la historia argentina, sin mencionar partido político, podemos exprimir jugo dulce del período 1946 a 1955. Esa era la franja elegida, por eso, no dudé en redireccionar mi compromiso y pegar el faltazo al encuentro vecinal.
El libro se presentó en el bar/restaurante «Perón Perón», en Palermo. Los invitados que acompañaron al autor de «Los días más felices del pueblo argentino siempre fueron peronistas» no podían tener un empapelado mejor detrás de sus cabezas, Evita, militantes y Perón.
Las hojas del libro de Baschetti giran para mí y se sueltan del lomo para mostrarse libres de toda atadura.
A PEGAR LAS HOJAS DE LA HISTORIA
En 1907 hubo una ley insospechada por todos los descreídos de estos tiempos. Luego de una lucha continua y vanguardista de las trabajadoras anarquistas y socialistas, acompañadas por tejedoras, alpargateras, sombrereras trabajadoras de vestido y otras, todas salieron a la calle para reclamar por «La Ley de la Silla en Argentina». Esta ley- ley de Alfredo Palacios- exigía al empleador a proveer de una silla o taburete con respaldo a sus empleados.
A partir de febrero de 1949, el personal de servicio doméstico gozó de un descanso semanal obligatorio. Antes de esta ley, trabajaban sin parar de lunes a lunes.
Por su parte, los pagos de días feriados, vacaciones, aguinaldo o sueldo anual complementario se lograron entre el ´44 y el ´45. El gobierno peronista marca a fuego la justicia social. Así, la década 1945/1955, en el término de una generación, permitió acceder a la propiedad, a la vivienda, a la casa, como fruto exclusivo del trabajo personal realizado. De ese modo, se dignificó a todos los trabajadores argentinos mediante contratos de trabajo, leyes de previsión social, jubilaciones y pensiones, cooperativas, proveedurías, escuelas técnicas.
En otros ámbitos, se crearon Tribunales de Trabajo. Hasta la creación de estos Tribunales, los trabajadores eran echados incluso por la fuerza pública y muchas veces sin indemnización alguna, aunque tuvieran razón en sus planteos.
Hasta el 9 de septiembre de 1947, la mitad de la población no votaba por el solo hecho de estar formada por mujeres.
PINCELADAS DE LA HISTORIA ENTRE GOBIERNOS PERONISTAS Y GATÚBELOS
PAGAR EL PATO
La distorsión de la lectura de ciertos hechos tiene más potencia que la evidencia. Las herramientas utilizadas por algunos sectores económicos, mediáticos, políticos para alimentar con desconfianza a una franja social importante son un hecho. Poner en duda todo y, desde ese punto, manipularlos.
Están también los odiadores seriales. Quienes integran este ejército no pertenecen, en su mayoría, a las élites, solo se arriman con mucho esfuerzo a pequeños lujos, migajas que les da la meritocracia, para mirar al «otro» desde la altura de un zócalo y creérsela.
Sumemos a los independientes, muchos, desinformados, desconectados, pequeñas tribus que terminan por definir, bajo un paraguas de indiferencia y/o desinterés, el futuro del país.
Quizás, si podemos cambiar su perspectiva, podremos obtener el equilibrio social tan deseado por las mayorías populares. La clase trabajadora no puede desconocer su naturaleza, las clases más bajas no deben discriminarse, los profesionales recibidos en universidades públicas tienen que direccionar su conocimiento, su investigación y su desarrollo en proyectos nacionales y no convertirse en patéticos yuppies de cierto establishment.
Recurrir a la memoria e instalarla a modo de recurso a considerar: allí están las conquistas sociales, como aguinaldo, vacaciones, licencias por estudio, por embarazo, las escuelas, universidades y la salud pública, y demás. Ellas no cayeron como fruta madura de un árbol, todo lo contrario, costó arrancarlas, las hemos pagado muy caro, para hoy, desconocerlas.
CALEIDOSCOPIO
La pandemia dejará una tierra arrasada donde el capitalismo quedará muy mal herido. De ese árbol caído, haremos leña, mucha leña donde quemar tantos valores absurdos, huecos, mezquinos, por ellos impuestos. La perspectiva es otra y es nuestra, nosotros tenemos las semillas para cultivar esta tierra nueva. Tenemos la historia vieja de lo actuado, vituperada durante tantos años por un poder económico roedor. Desde las escuelas, las universidades, debemos instalar la otra historia: perseguir una memoria para alejar, a los futuros manipulados, de su propia desgracia.
Si la historia la escriben los que ganan, es hora de hacerlo a fuego fuerte y con MAYÚSCULAS.
«Las palabras se han vuelto zona de disputa, ¡PELEEMOS, TENEMOS CON QUÉ!»