Viaje alrededor de un punto: el viaje de Pink Floyd alrededor de Syd Barrett.
Por Santiago Resnik
“ECHADO SOBRE EL BRUMOSO ROCÍO, SENTADO EN UN UNICORNIO, SIN MIEDO. VOS NO PODÉS VERME, PERO YO SÍ” (*1)
Así recitaba la mente que, ya a comienzos de 1967, tenía en sus manos las estridencias del rock clásico, la lisergia impregnada en los versos y la punzante locura instrumental, fundadora del rock psicodélico. Esa, que marcaría el viaje de una década.
En Londres,la banda más mencionada del Reino Unido, aquel Pink Floyd– a dos semanas de firmar su primer contrato con la monstruosa EMI-, era el canal catártico de su líder fundador, Syd Barrett. A lo largo de los años, la banda –ya sin su fundador-siempre encontraría su eje en el viaje alrededor de este “Gaitero en las puertas del amanecer”.
“The Piper At The Gates Of Down” fue su primer álbum y, excepto por el track «Take Up Thy Stethoscope And Walk«, compuesto por Roger Waters, el resto sería un monólogo del “Diamante Loco”, Barrett. Sólo seis meses más tarde, esta lisergia y los viajes interestelares propuestos en el disco comenzarían a calar profundo en la mente de su creador, en una empinada caída hacia la locura. A mediados del año siguiente y en plena gira, la banda (Mason, Wright y Waters) decidió dejar a un costado al genio psicodélico (en gran medida por su consumo kamikaze de LSD,que sólo acentuó su estado mental), para sumar en sus filas a un compañero de la universidad de Cambridge: David Gilmour.
“Esta es una historia sobre una chica que conocí. A ella no le gustaban mis canciones y eso me ponía triste, ella decía: “una gran banda es mucho mejor que vos””, de esta forma abría Syd su desgarrador primer disco solista, “The Madcap Laughs” (La loca tapa ríe). Esto fue en el año 70, Syd fue cautelosamente guiado por su ex compañero y amigo David Gilmour hasta la edición final del disco. Además, ese mismo año se editaría –con la misma fórmula- “Barret”, el segundo y último disco de Syd. A partir de este paso, la demencia lo llevó a aislarse de manera casi hermética en el sótano de la casa de su madre, en Cambridge, hasta su muerte: “Espero que ella ahora me hable y hasta me deje agarrar su mano para olvidar a esa vieja banda”.
“NADIE ME CANTA CANCIONES DE CUNA, NADIE ME CIERRA LOS OJOS. ABRO LAS VENTANAS DE PAR EN PAR Y TE LLAMO A TRAVÉS DE LOS CIELOS”. (*2)
El viaje que embarca Pink Floyd a lo largo de los 70 lo deposita entre las glorias más eternas de la música. Pero, ¿hasta dónde hubiesen llegado sin pasar el trago agrio, la lisergia de su prócer fundador? Lo cierto es que Waters, Gilmour y compañía tenían lo mejor de sus carreras reservado para ese momento. “Meddle” (1971): ecos en la oscuridad piden por su creador; “Obscured By Clouds” (1972) y“Dark Side Of The Moon”(1973), donde esos recuerdos se zambullen en gritos, dentro del pegajoso océano de la locura:“Y si la represa se adelanta años al estallar/ y si no hay lugar en lo alto de la montaña/ y si también tu cabeza explotara con oscuros presentimientos, te veré del lado oscuro de la luna”. Tal vez “Animals” (1977) se abre del abanico de honores que la banda le entregó a Syd Barrett, pero aparece allí una nueva/vieja faceta: la visión crítica de Barrett sobre la sociedad, ahora apunta a las crudas condiciones sociopolíticas y a la decadencia del nuevo mundo industrializado.
“Lo tan sorprendente de las canciones de Syd era que, a través de la yuxtaposición extravagante y loca de ideas y palabras, había una comprensión poderosa de la humanidad. Eran canciones humanas en su quintaescencia. Y eso es lo que siempre intenté lograr”, reconoció Roger Waters, tras repasar la obra completa de la banda a fines de los años 80.
Pero sólo dos álbumes pintaron de la manera más literal posible el viaje floydiano: “Wish You Were Here” (Deseo que estés aquí – 1975) donde, sin pelos en la lengua, Waters y Gilmour dijeron todo lo que extrañaban a Syd. Incluso, el track “Shine On You Crazy Diamond” (Sigue Brillando Diamante Loco) sería el gran homenaje:
“Recuerdo cuando eras niño y brillabas como el sol (…)
Ahora hay unamirada en tus ojos, como agujeros negros en el cielo (…)
Te agarraron en el cruce de fuegos entre tu niñez y el estrellato (…)
Descubres el secreto muy temprano,
y le lloras a la luna
Siguebrillando diamante loco”
Y, al final de la década, en 1979, Roger Waters- en forma casi monologal (como Syd, en “Piper…”)- daría la pincelada final con la obra conceptual “The Wall”: música y película que viaja a través de la vida del ficticio perturbado músico, Pink Floyd. Allí, los paralelos con el creador del nombre están claros por demás.
“VAMOS, DELIRANTE, POSEEDOR DE LA VISIÓN, VAMOS PINTOR, GAITERO, PRISIONERO, A BRILLAR” (*3)
Sólo un par de veces más fue visto en público Syd Barrett, “asustado por las sombras, nocturnas y expuestas, ante la luz”. Fue a mediados de los 70. Él aseguró no recordar nada, ninguna banda, ningún tema, ninguna gira. Sumido en la oscuridad- no está claro si por un cáncer pancreático o por una diabetes que lo acosó toda su vida- el 7 de julio de 2006, Roger Keith Barrett dejó este plano para unirse al flujo que toda su vida lo atormentó.
“Todo lo que es ahora
todo lo que ya no está
todo lo por venir
y todo bajo el sol en sintonía
pero el sol está eclipsado por la luna”
Eclipse – Pink Floyd, DarkSide Of The Moon
(*1): Flaming – The Piper at the Gates of Down – Pink Floyd, Syd Barrett – 1968 (*2): Echoes – Meddle – Pink Floyd – 1971
(*3): Shine On You Crazy Diamond – Wish You Were Here – Pink Floyd – 1975