Por Mariana Paula Dosso
Desamor: sobre irrupciones y advenimientos.
LIMBO
Un desborde de emociones invade el cuerpo. Es imposible ubicarlo. Sus sustancias no son amigables con las neuronas del cerebro, allí estallarían como en un BigBang. ¿En el corazón? ¿Quién lo autorizó para ser el lugar del alma? Si las emociones se orientan hacia el pecho, la presión es profunda. Trae dolor. Donde vayan, desequilibran al cuerpo. No hay espacio para amontonarlas, saltan, se expanden.
El sube y baja rara vez se queda quieto, el cuerpo más pesado gana por gravedad.
CAJA DE PANDORA
Al pararse en puntas de pie, divisó un abismo. Tal vez, creado por la sorpresa ¡No hay con qué darle a la sorpresa!, decía un viejito recostado contra la pared de la esquina. No existe deseo, profecía o ciencia para atajarla. Luego de su aparición, múltiples ventanitas en la vida abren paso. Algunas, ya de par en par desde el nacimiento; otras, desde los juegos de la infancia, muchas, entornadas. Así, llueven nuevas oportunidades para explorar. Al cuerpo no le caben esas otras miradas, ¿dónde van?
LO PRIMARIO NO ES LO PRIMERO
El documental “La sal de la Tierra” da a conocer a un héroe. El fotógrafo brasileño Salgado registró a la humanidad más íntima, desamparada y diversa. En los últimos años ha encarado un nuevo proyecto, relacionado con el medio ambiente: en su chacra de Brasil, junto con su compañera y precursora en este propósito, han reforestado un área que, por abuso de la economía, había quedado en estado desértico. Después de tantas andanzas, el hombre volvió a lo primario -a la fuerza de la naturaleza-, se abrazó a un árbol y dijo “su esplendor lo alcanzará dentro de 400 años”.
Antes de esto, Salgado no evadió a estas imágenes.
La muerte de la que fue testigo, ¿cómo lo transformó? ¿Logró enterrar el padecimiento de la humanidad retratada? ¿Abonó la tierra con las más insondables riquezas de las culturas en rebeldía?
Con los 2 millones de árboles plantados, se han recuperado más de 100 especies de las 400 de la Mata Atlántica. Los primeros tiempos se caracterizaron por la apuesta. A partir de los 10 años, comenzaron los cambios.
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AZUL
¿Qué te inquieta saber?: ¿Por qué el azul es un color primario?, ¿si el vacío existe?, ¿si cambia de tamaño?, ¿o de forma?, ¿si se lo puede llenar de colores?, ¿o de las más queridas personas? Releo estas preguntas y veo el absurdo de toda respuesta.
Tejo alrededor de la ausencia. La merodeo. La abrazo con palabras.
TROPEZÓN
El rosado empantana el azul. La hendidura de sus dedos se entremezcla con el nylon y el movimiento es automático: la bolsa se balancea hacia la otra mano. Unas baldosas más la conducen a la puerta de par en par.
-¿Hicieron pan integral hoy?
-En 10 minutos sale.
Suele encontrar una excusa para rondar la panadería y toparse con el aroma de los tiempos de hamacas.
Gira y baja la cabeza, no vaya a tropezarse con ese escalón. Al levantar la mirada, sus pasos se paralizan.
-Hola, ¿sos Laura?- Con un tono áspero, cercano a la venganza.
Años de ejercicios en el olvido: había logrado convertirlo en una anécdota. Maldita la hora, como maldito aquel desnivel con el que tropieza dos por tres. La presión de las manos enrojece a las manijas. Esta vez ni su automatismo percibió la señal.
“Qué hacía por esos pagos”, pensó. Más de 30 años sin verlo. Había logrado resistir la tortura sin delatar a ningún compañero y apostó a silenciar la injusticia vuelta dolor. Sus piernas apenas pudieron evitar su caída.
La memoria se agazapa en el olvido. Parece replegarse en la última marea. Late, brilla en el horizonte, se entremezcla en las vigilias y en los sueños inconsistentes, indicios negados una y otra vez. Sin embargo, la inminencia aparece con mucho ímpetu al patear el tablero de ajedrez. Los jugadores vuelven a acomodar sus fichas.
CRISOL DE NIÑOS
Al final de la mañana, llegó el momento de una actividad más distendida. La fotografía se componía de mejillas rojizas, guardapolvos desalineados, movimientos bruscos, un murmullo intenso y un pizarrón a medias tintas. Cada niño debía escribir en una tarjeta algunas características de una de las personas del salón, para luego leerlas y entre todos adivinar “el personaje”. Comenzó Lucas, “tiene pelo negro, ojos marrones y llega siempre tarde”. No tardaron en responder al unísono: “Emiliano”. Lo siguió Sebastián, “le gusta jugar a las muñecas y no las presta”. Probaron hasta dar con el enigma. Así, entre risas, preguntas y comentarios llegó el turno de Lorena: “le gusta la libertad”. Los alumnos cruzaron miradas, un poco de silencio y se aventuraron con algunos nombres. Ella se refería a su maestra.
Aunque la Modernidad cercenó uno de los emblemas de la Revolución Francesa y le quedó más cómodo el “libre albedrío”- elegir entre opciones ya establecidas- los niños parecen sobrepasar los preceptos de esta era. A la democracia le resulta más complicado: sigue la parodia y se atrinchera en la política de “lo posible”–no en la política de los sueños-. Sólo los revolucionarios se arriesgan a correr los límites. Los profesores tienden a nivelar. En un partido de fútbol suelen “repartir” a los hábiles en dos grupos para generar un equilibrio en el juego.
TRAZOS EN 5.000 AÑOS
¿Convocamos a los esotéricos, a los religiosos, a los poetas o a los astrólogos para debatir? O toleramos el misterio de la vida, ¿nos animamos a bordearlo? ¿Preferimos asomarnos y dar una pincelada de sentido a lo inexplicable?
Quien quiera detenerse en las cifras del universo desnivelará la razón y la rutina. Multitudes de galaxias, millones de estrellas: sólo una es la más cercana junto a un puñado de planetas y, para colmo, somos el único de ese sistema con vida. El brillo de la noche quizá sea el de una estrella que murió y sus rayos nos llegan años luz después. ¿Dónde cabe semejante existencia espectral? No intenten apretujarla en un libro, menos aun, en un museo ¿Internet? Parece ser infinita, pero no se confundan.
Se dice que el universo comenzó hace…, ¿quién se atreve a ponerle un comienzo?
Prefiero, como dije antes, lo primario a lo primero: el azul al negro. El infinito es azul. La profundidad sin fondo, la ausencia de color. De todas maneras, la inmensidad en el tiempo y en el espacio seduce a la retina. Como si lo anterior fuera poco, en 1994, se han encontrado las pinturas rupestres más antiguas conocidas por el hombre contemporáneo: plasmadas hace 30.000 años. El documentalista alemán, Werner Herzog, las mostró en “La Caverna de los Sueños Olvidados”, convirtiéndola en un territorio sagrado. Este espacio está restringido al público, la respiración de miles de turistas podría modificar el “micro clima” que conservó estas extraordinarias obras artísticas.
¿Cómo pensar la milhojas de trazos superpuestos, con lapsos entre ellos de hasta 5000 años? ¿Qué imágenes se nos disparan al imaginar a hombres al borde de la subsistencia y con temperaturas de menos de 30 grados bajo cero, dándose el tiempo para pintar? ¿Qué es lo primero?: ¿satisfacer el hambre? ¿Y lo primario? Acaso la Caverna nos de alguna pista.
RECOSTADOS EN UN COLOR
Dos mojones en la historia:
Al ejército realista lo sorprendió que los soldados, comandados por el libertador San Martín, se atrevieran con la cordillera de los Andes. Tal desconcierto les valió la derrota.
El atentado a las Torres Gemelas- según algunos, premeditado, para justificar las posteriores guerras- de la “noche a la mañana”, dejó estupefacta a la postal neoyorquina.
“Baldazo de agua fría” es otra manera de atraer o nombrar a la sorpresa. Por unos instantes, el estupor de la temperatura y la fuerza del mineral interrumpen la tradición. Sin indicios de dónde estamos y, aun peor, de hacia dónde vamos, aparece la obligación de “barajar y dar de nuevo”. Los ajustes desnivelan y producen mayor concentración de la riqueza. Otro ciclo más del capitalismo. Reconocer las cartas obtenidas y volver a despuntar las estrategias del juego. Aunque alguna conservemos, la actualización de las decisiones es indispensable.
DESAMARRES
Azul primario del naufragio, quién amarrará primero. ¿El velero aquel que mece en las aguas o el buque apostado en el atardecer? ¿Los amantes de las aventuras o los distantes del azar? ¿Serán las guías las del amor, o aquellas teñidas de la especulación, el “éxito”, el egoísmo en pocas letras?, ¿el desamor hará los mojones para llegar a destino o, al menos, para divisar un puerto?, ¿o habrá quienes opten por la calidez del amor que, sin apretujar ni violentar, lleve a amarrar en una orilla?
El dolor de la ausencia se recuesta en el misterio azulino, así esquiva el padecer. Al final, la Modernidad reinstala su lógica: es cuestión de optar: frente a la sorpresa del naufragio, guiarse por el amor o el desamor. Eso sí le compete al hombre. El factor sorpresa es de otro orden.
Y el dolor de la ausencia.
Nota: las fotografías pertenecen al brasileño Sebastião Salgado, excepto las referidas a las pinturas rupestres.