Por Lourdes Cabrera
La celebración: Sobre la murga uruguaya
LA ZARZUELA DE LA CALLE
El abrasador sol de febrero da paso a la fresca tardecita. Ha llegado la hora, la avenida a ambos lados es un mar humano. El aire se llena de olores que invitan a detenerse en los puestos. Garrapiñadas, chorizos y maíz acaramelado hacen las delicias del público a la espera del espectáculo. El color transforma el entorno en un caleidoscopio. Las luces monocromas de los puestos de prensa esperan el paso desafiante que avanza.
CON USTEDES, LA MURGA
El carnaval es la fiesta ancestral del Dios Momo (expulsado del Monte Olimpo, por sus burlas y críticas a Hefestos y a Afrodita, entre otros). Personificación del sarcasmo y la agudeza irónica, Momo es también dios de escritores y poetas, malintencionado y crítico. Como a todo Dios travieso, lo mejor es ponerle una máscara, ocultar y exponer su rostro y su locura en un cetro acabado con una cabeza grotesca.
Pero dejemos atrás Grecia. A Montevideo la cosa llegó mucho después y con otros modos. Fue en el siglo XX, de la mano de una compañía de zarzuelas. Fracasadas sus programadas funciones, ganaron la calle para lograr ayuda económica y poder regresar a su lejana Cádiz.
Al año siguiente, llegó el carnaval y, con él, la murga. Hasta ese momento, los conjuntos se llamaban “Mascaradas”. Su evolución en cuanto a música fue la incorporación de ritmos afroamericanos y afrouruguayos. En el aspecto teatral recibió influencia del Carnaval de Venecia y de la Comedia del Arte. Adoptaron entonces a Momo, Pierrot, personaje de la comedia italiana, con disfraz claro y maquillado de blanco con una gran gorguera de color; y a Colombina personaje femenino de gran presencia en la comedia italiana, proviene de “Columba”, paloma vestida de colores.
Originalmente se usaron instrumentos de viento- trombón, flauta, trompeta- pero, en 1915, se adoptaron bombo, platillos, redoblante y un coro de entre trece y diecisiete personas, que se divide según las tonalidades de las voces en bajos, segundos, primos, sobreprimos y tercia.
La murga ejecuta el ritmo conocido como “marcha camión” , porque, en ese entonces, el camión era el medio de transporte de los murgueros y hoy se hace en ómnibus.
Los actores realizan cuadros musicales con personajes y línea argumental y siguen la firme conducción de un director. Ya, en 1918, José “Pepino” Ministeri introdujo la figura del director ataviado de frac, levita y zapatillas. La temática ronda alrededor de los acontecimientos salientes del año y se mezclan las artes, la ciencia, el periodismo, el fútbol, la crítica social y política. La actuación tiene cuatro momentos, la presentación, donde la murga comunica sinópticamente su historia y su propósito; luego los dos momentos histriónicos por excelencia: el cuplé, desarrollo referido a un tema, y el popurrí, donde se mezclan temas. Se finaliza con la retirada, mezcla de nostalgia y sentimientos encontrados por el fin del Carnaval, pero con la esperanza del siguiente. Los cuatro momentos rebosan textos. Pero cuando las letras de la retirada conmueven al público adicto, perduran en la memoria colectiva de los uruguayos. Y ya no habrá ningún festejo futuro, donde no se cante la retirada de un determinado año.
“MURGA ES EL IMÁN FRATERNO”
La murga es la recuperación de la voz del pueblo. La llegada de los años oscuros a Uruguay hizo que muy pocos tuvieran voz. La murga desafió simbólicamente con la presentación de sus trajes, con el cuplé de doble sentido y con la intervención gestual del conjunto y con la precisión justa y cuidadosa del texto. Para hacer de la murga la voz y el disfraz simbólico de la resistencia, los murgueros se las ingeniaron contra la censura mientras la gente, como asamblea cómplice, retribuía el riesgo con palmas, risas y gritos aprobatorios. La salida al escenario se hacía de manera entrecortada: primero, los actores y luego, uno a uno, los instrumentos. Así se “actuaban” los cortes de la censura.
CHARCO DE DOBLE ENTRADA
La “cuestión murga” no es solo local. Ha influido en muchos ámbitos artísticos en ambas orillas del Río de la Plata. Así han grabado discos junto a murgas Jaime Ross, Canario Luna, La Vela Puerca, No Te Va A Gustar, Bersuit Vergarabat, Caramelo Santo, y La Tabaré Riverock Banda. La cosa, como se ve, es de ida y vuelta. Y no solo a nivel de influencias en músicos profesionales. La murga uruguaya también tiene su impronta en los carnavales porteños, rosarinos y cordobeses.
SAGRADAS BOCAS SUCIAS
Según cuentan personas que “acumulan juventud” las murgas tenían sus propios vocabularios, “mal hablados”, “soeces”, y “profanos”, regados con buenas dosis etílicas. Fontanarrosa se preguntaría sobre qué criterio se especifica el “mal hablar” o lo “soez” para señalar que es “la sociedad oficial” la que instala las normas y define también lo sagrado y lo profano. Así que la murga funda su propio lenguaje, con retazos de lo coloquial, lo marginal y bajo el ritmo de la canción.
TEATRO DEL PUEBLO
El Teatro de Verano de Montevideo, enclavado en el Parque Rodé, casi acaricia el río. De ese modo, alberga durante todo el verano el Concurso Oficial de Agrupaciones que culmina con la Liguilla, donde intervienen las mejores murgas del país. La primera murga ganadora de un certamen en 1910 fue la “Gaditana que se va”, murga que emulaba la zarzuela callejera. Este teatro es un espacio que recuerda un poco el sentido de la historia de la murga y sus espacios: Los tablados de barrio en contraposición a los salones de la “alta sociedad”, el lenguaje directo contra la hipocresía política y la ironía dirigida a quienes desprecian el “populacho”.
ENTRE LA TIERRA Y EL CIELO
La murga sigue evolucionando, y su vigencia reside en saber escuchar y expresar qué piensa y dice la gente. Por eso, porque la murga no es sorda, es que el avance técnico profesional de las murgas incorpora nuevos recursos, pero no renuncia a viejas problemáticas: la duda, la muerte, el fin del siglo, la religiosidad. Ella jamás se priva de la memoria: Galeano, Benedetti, Marx, Kant y Sartre campean por sus temas. El ámbito latinoamericano tampoco queda afuera del cuplé: nombres como el del Presidente Hugo Chávez y otros no se amedrentan y arremeten en las letras. Letras, danza y música hacen del carnaval la excusa perfecta para pensar con el cuerpo y el canto lo individual en lo colectivo. Para celebrar el formar parte, para vernos las caras en las máscaras ajenas, para sacarnos los pudores en las audacias de los otros, para no dejar en manos de la venganza y la codicia las únicas celebraciones posibles.