El Desaliento: Sobre el movimiento “No a la Mina”.

Por Lourdes Landeira

POR EL JUEGO DE LAS DIFERENCIAS

Cualquiera que alguna vez haya hecho un crucigrama lo sabe: si hay dos casilleros y la definición es “dios del sol”, Ra es el nombre a completar. Ahora, si los casilleros son dos, pero la definición es “símbolo químico del oro”, entonces, hay que colocar AU. Ra y Au, sol y oro, además de la constante repetición en el famoso juego, comparten el brillo dorado. Sin embargo, más allá de las bondades de algún dios creador y de la calidez del sol que hace posible la vida en esta tierra, ambos comparten una larga historia de sacrificios e inmortalidades. Porque  también poseen la codiciada e inalcanzable condición a la que aspiran tantos mortales: reinar por toda la eternidad. Si hacen falta más coincidencias para emparentarlos, hablaré de la forma, otro de sus atributos: cambiar de forma cuantas veces quieran sin que eso afecte su existencia.

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Noble metal en las entrañas de la tierra, el otro.

Pero esto no ha sido (ni será) siempre así.

 

 

DICEN QUE DICEN      

El mito cuenta que Ra, cada día, amanecía escarabajo. Desde su pequeñez, arropaba a sus crías en sus heces y las pateaba hacia el mediodía, donde las crías ya estaban creciditas y él ya aparecía como una gran sol. La muerte comenzaba su camino hacia el atardecer. Anciano para entonces, el astro quedaba a expensas de Nut, la gran diosa de los cielos. Ella, después de un buen tacle, lo devoraba en su oscuridad hasta la mañana siguiente, cuando lo vomitaba en forma de escarabajo hacia el esplendor de la mañana. Sigue el mito: cuando Ra decidió asumir forma de hombre – primer faraón de Egipto – no tuvo en cuenta que eso implicaba envejecer, sin vuelta atrás. Y sucedió día tras día, hasta el punto en que, lejos de sus épocas de gloria, los egipcios comenzaron a burlarse de su aspecto senil. En venganza, el dios creó a su hija, la diosa Sekhmet, quien gozaba con la matanza y la sangre de los hombres. Por más que se escondiesen, ella no se desalentaba y los perseguía hasta eliminarlos. Antes del abandono final, se relamía con su sangre. Parece que la ofensa de Ra no era tanta como para permitir semejante exterminio y entonces se apiadó y decidió engañarla. Mezcló ámbar con cerveza y logró que, a la luz de la luna, se viera como sangre. La diosa, al ver correr esos ríos, se embelesó y bebió hasta la ebriedad. Al regresar a su padre sin haber matado a ninguno de los hombres que habían osado ofenderlo (su apetito satisfecho, sin una mínima aniquilación), él, ante la falta, le cambió el nombre. La convirtió en la diosa de la dulzura y Ra, ya viejo, se retiró al cielo, a pasear tras los caminos del sol.

escarabajo canoa

SOÑAR NO CUESTA NADA

Au, lo sabemos, es extraterrestre. Los alquimistas se afanaron en ensayar mezclas y transformaciones, pero muy pocos lograron trasmutar el azufre y el mercurio en oro. Ese sueño estuvo reservado a las estrellas. Ellas, entre fusiones, lograron el ansiado elemento. En sus núcleos se acunó el metal precioso que se escondió entre capas sólidas, tesoro de los suelos. Los metales preciosos del planeta, dicen extrañas versiones, provienen de un bombardeo de meteoritos, allá lejos, unos 200 millones de años después de la formación de la tierra. El oro, desde todos los tiempos, por su vía directa con nuestro ya conocido Ra, fue símbolo de poder, poderes y embrujos. El oro, por maleable y resistente, es un bien eterno, utilizado y buscado por múltiples civilizaciones. Digno hijo de su padre, resulta escaso y difícil de adquirir (¿quién tiene muchos dioses en su casa?). También, digno hermano de Sekhmet, ha causado innumerables muertes entre pueblos que disputaban su tenencia y saqueadores de territorios. Así, el oro llegó, si no a dios, a patrón. Garante del sistema financiero internacional, hasta que las necesidades bélicas – sí, otra vez la guerra – hicieron que un frágil y efímero papel impreso tomara su lugar. Globalización mediante, el valor se desprendió de la materialidad y se hizo etéreo. Ni el billete fue necesario, la tecnología (no la alquimia soñadora) habilitó el viaje metafísico del dinero. Apenas un dedo posado sobre un enter empezó a ser suficiente. Sin embargo, el poderío de Au continuó y, aunque no sea moneda de uso corriente (de todos modos, sería más cómodo viajar con un par de monedas de oro que con un fajo de incendiables billetes), aún es un bien preciado. Además de los bancos y las bancas, cuando alguna duda tienen sobre su fe billetera, muchos particulares resguardan sus ahorros en lingotes y hacen aumentar su precio. Claro, ya estamos en el reino de la oferta y la demanda. Y, si hay demanda, hay que ir a buscar lo que se pide, adonde sea y como sea. Y he aquí la diferencia. En este caso, no hubo un buen padre para saciar la sed de sus hijos y mandar al patrón de paseo. Al contrario, la voracidad sigue creciendo, contra ríos, pueblos y montañas.

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Como ya nos es bien sabido, toda historia tiene la cara oculta de quien no la cuenta. Sin embargo, en alguno o varios de los ciclos lunares, se alienta, emerge, habla y resiste.

POR EL ABROJAL

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Esquel es una ciudad cuadriculada, dicen algunos de sus habitantes. Un dibujo en un valle bordeado de montañas y lagunas. Allá, al sur del país, donde hace tanto frío. Sin embargo, los lagos son amables. En verano se templan para que los visitantes puedan acampar a sus pies y sumergirse en su profundidad. Lo de las calles prolijamente trazadas se completa con la particularidad de que el lugar no tiene acta fundacional. Su aniversario se celebra cada 25 de febrero, en conmemoración a ese día de 1906, cuando un tal Morelli llegó allí con telégrafo. Claro, no fue casualidad, no cayeron – hombre y aparato – del cielo. Se trató de un plan para ocupar la zona y proteger la frontera con el cercano Chile. El relato del prolijo delineado de sus calles y del arribo de la comunicación sugiere que el lugar estaba vacío. Pero no son tan así las cosas. En principio, la cuadrícula abarca solo a la parte central de la ciudad, aunque nada dice de los muchos pobladores de la periferia quienes, desde la base de los cerros, edifican sus caminos sinuosos hacia la cima. Además, en aquel 1906, la zona no era desértica. Por el contrario, según publicaciones del historiador local, Jorge Oriola “el poblamiento se remonta a 1889, cuando el denominado ‘Ensanche de la Colonia 16 de Octubre, comenzó a ser ocupado por vecinos de origen galés y de otras nacionalidades y criollos venidos ‘del Norte. Esta población inicial era rural y dispersa, dedicada a la ganadería y el comercio de animales con Chile; era una población joven, preferentemente argentina y chilena, con muy pocos vecinos galeses. En 1903 se creó la primera escuela primaria, la Nº 20, y allí mismo comenzó a funcionar un año después la Capilla Seion, de la colectividad galesa.”

De los galeses, se habla mucho en Esquel. Y también de sus tortas. De las de casamiento, en particular. Dicen que el piso más alto del pastel de bodas no se corta en la fiesta, se envuelve y se guarda en una lata. La pareja, cada día de su cumplemés y durante un año, come un trozo. Con ese gesto, el de la torta al mantenerse comible y el de los estómagos de tolerarla, simbolizan la posibilidad de superar las dificultades. Algunos no galeses intentan imitar, sino la torta – de secretísima receta – la perdurabilidad y la pelea contra los escollos.

De los pobladores que viven fuera del perímetro planificado, quizás no se habla tanto. O se habla distinto. La ciudad y la historia, tienen dos caras. Una y otra cuentan de cómo los cerros se poblaron por los expulsados de tierras usurpadas. De cómo se quemaron ranchos para apropiarse del lugar donde las comunidades ancestralmente asentadas producían en sus campos lo necesario para vivir. Sin embargo, esos silenciados nunca dejaron de hablar. Son las comunidades originarias, confinadas a tierras consideradas improductivas. Hasta que se “descubrieron sus riquezas” y, con el descubrimiento, llegaron las invasiones.

¿Qué más tiene Esquel?la-trochita2-chubut

 

Un tren de trocha angosta que, en su momento, sirvió para el traslado de mercancías y personas y hoy pasea turistas entre la ciudad y la base de un asentamiento mapuche, donde se pueden comprar artesanías.

 

 

¿Alguna otra particularidad destacable?

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Quizás la que confirma su línea directa con el cielo. En 1951, un campesino excavaba un pozo para proveerse de agua. Además de lograr su cometido, encontró un meteorito. Tan bello, hoy es reconocido en el mundo. Si se lo corta y se lo pule, devela cristales amarillentos, casi me atrevería a decir, perlas de oro. Desafortunadamente, no hubo un Ra poderoso para conservar ese Au en el lugar. En 1922, viajó a Estados Unidos y ahí se quedó.

 

 

¿Algún movimiento social importante?

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Oriola, en el mismo artículo escrito para la prensa local, lo cuenta. “En 1967, el ejército impulsó a fuerza de bayonetas un desalojo de pobladores pobres en el faldeo del camino a la Laguna La Zeta, pero una decidida acción de los vecinos, al salir a la calle, lo impidió.  Fue una verdadera pueblada ya que, de una población de 12 a 14.000 habitantes, cerca de un millar se movilizó para impedir la injusticia.”

 

 

¿Algo más es Esquel?

Sí, es el primer pueblo que resistió y logró detener a una multinacional minera por la vía de la participación ciudadana. El movimiento «No a la mina» nació en Esquel y se extendió luego a las luchas en todo el país contra el saqueo de la voracidad minera. Para saber más, escuchemos a sus protagonistas.

VECINOS UNIDOS, JAMÁS SERÁN VENCIDOS

Para comenzar, ¿qué es No a la mina?

MARTA SAHORES: El “No a la mina” surgió como respuesta de una comunidad al proyecto de instalación de una megaempresa minera canadiense… la Meridian Gold para extraer oro y plata. Fui parte de su organización. Cuando nos enteramos de que iban a usar cianuro y que mentían alevosamente sobre su “inocuidad”, otra docente y yo, de la Universidad Nacional de la Patagonia, ambas profes de Química, nos pusimos a estudiar (ya que no era nuestra especialidad) y empezamos a difundir el conocimiento científico sobre la toxicidad del cianuro. Más adelante, conocimos también los metales pesados y el drenaje ácido generados por la actividad… el uso de enormes cantidades de agua y energía. La empresa minera iba con sus mentiras a las escuelas. Nosotras, con la modalidad de Extensión Universitaria, dábamos conferencias atrás de ellos. Así, también otros vecinos estudiaron y difundieron otras cuestiones como las legales y las económicas. Todo esto hizo que mucha gente tomara conciencia de la peligrosidad de la instalación de la empresa y, en menos de 4 meses, se conformó la Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el “No a la Mina”. El 4 de diciembre de 2002 tuvimos una marcha multitudinaria de 3000 personas (10% de la población en ese momento).

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¿Cuáles fueron los principales logros?

GUSTAVO MACAYO: Yo tuve activa participación en el Amparo Ambiental que se presentó el 16-12-2002 y que paralizó el emprendimiento en forma definitiva el 10-06-2003 a través de la sentencia definitiva del Juez Civil Dr. Claudio Petris. La causa fue apelada tres veces: la primera, ante la Cámara de Apelaciones de Esquel. La segunda ante el Superior Tribunal de Chubut. Y la tercera ante la Corte Suprema de la Nación. Todos los tribunales confirmaron el fallo original, que así quedó firme el 17 de abril de 2007. Te imaginarás que fue un precedente jurisprudencial muy importante en lo que hace a las causas ambientales en general y a la lucha contra la Megaminería en particular. Lo mismo cabe decir del Plebiscito del 23-03-2003, donde el 82% de la gente votó contra el proyecto de Meridian Gold.

¿A qué dijeron y aún siguen diciendo “No”?

MARTA SAHORES: A la minería a cielo abierto, porque saquea, seca, contamina y destruye el tejido social. A los argumentos mentirosos de los mineros que, en orden de insistencia de su parte, son: que genera trabajo, que el pueblo se enriquece porque “llega el desarrollo”, que se generan muchos empleos indirectos, que la minería puede ser “limpia”, que no contamina el ambiente y se puede hacer sin riesgos, que ninguna minera puede instalarse sin el consentimiento previo de las comunidades afectadas. Se llama o la llaman “licencia social para operar” y otras mentiras por el estilo. Solo por indicar algunas realidades: no hay en el mundo pueblo minero que sea desarrollado. Al contrario, son más pobres que antes. Vean Catamarca, San Juan y Santa Cruz, con los mayores índices de indigencia y pobreza. Los desastres ambientales provocados por las mineras, como el de Jáchal en San Juan hace un año – que se repitió el ocho de setiembre de 2016 – y el de Minas Gerais, en Brasil, que también hace un año contaminó hasta el mar. En Catamarca, hay pueblos fantasmas que antes eran agrícola-ganaderos. En San Juan el gobernador gioja (a propósito sin mayúscula) no permitió el plebiscito en tres oportunidades e impuso la minería. Si eso es “Licencia Social” yo soy astronauta.

UNIDOS EN ASAMBLEA GENERAL MUY CONSTITUYENTE

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¿Quiénes integran y sostienen la resistencia?

GUSTAVO MACAYO: Desde ya fue muy importante la participación del movimiento indígena Mapuche-Tehuelche, desde los inicios mismos de la lucha. Y, sobre todo, en los 3 o 4 años iniciales, los más difíciles. En lo que hace a la participación de las mujeres, creo que ha sido siempre fundamental y son las que hoy más sostienen la lucha y las que más participan.

MARTA SAHORES: En la asamblea somos todos iguales. No hay líderes. Es un movimiento horizontal, aunque hay quienes estamos más y quienes menos. Armamos asambleas donde se discuten ideas y acciones a seguir. Hemos tenido adhesiones de todo tipo de instituciones, como las Iglesias evangélica y católica, los médicos, los docentes, los empleados, varias ONG. Pero la organización  del “NO a la Mina”, ¡es la propia Asamblea! La “Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel por el No a la Mina”. No aceptamos ni partidos políticos, ni gremios, ni ONG que quieran dirigirlo. La asamblea es autónoma, tomamos las decisiones entre todos. Esto nos asegura la imparcialidad. Obviamente, hay gente de todos los partidos políticos, pero en la Asamblea son solo vecinos.

¿De qué modo están relacionados a la asamblea y cómo ha influido en sus vidas personales?

CHUNI SOUZA: Participé desde el primer año y lo sigo haciendo hasta el momento (quizás, con un poco menos de fuerza), desde las marchas de 30 o 40 personas. Eso nos llevó a decir que éramos el piloto del calorama y que, cuando hiciera falta, íbamos a encendernos y calentar el ambiente. Y así fue: cada vez que hubo avances mineros, el pueblo salió a la calle. En mi vida, se hizo normal participar en las actividades del movimiento y lo incorporé como una rutina habitual.

GUSTAVO MACAYO: Actualmente estoy participando poco, porque ya no tengo tiempo libre. Hay otros vecinos que sí tienen tiempo, algunos son históricos, otros nuevos, que sostienen el trabajo actual. Yo participo en diferentes ámbitos de la vida civil (soy abogado, docente universitario y trabajo en una librería casi a tiempo completo). Por lo tanto, mi militancia actual excede el ámbito asambleario. En cuanto a mi vida personal, la participación asamblearia me ha ayudado mucho a entender el funcionamiento de la sociedad, la importancia de la solidaridad y el compromiso. A comprender que el cambio social viene fundamentalmente de la mano con la participación popular, desde espacios no institucionales. Siempre el trabajo colectivo que se hace desinteresadamente y por causas nobles y humanitarias rinde sus frutos. Aunque uno no llegue a verlos, siempre los beneficios son para las generaciones que vienen más adelante. También creo que la práctica asamblearia genera una maduración de la sociedad, estimula el control y la transparencia de las instituciones y crea lazos más firmes entre los vecinos.

ALIENTO, PUERTA A PUERTA

¿Qué los alienta y qué los desalienta?

CHUNI SOUZA: Me alienta el éxito de estos 14 años, aun cuando continúa el embate de las empresas mineras con apoyo del gobierno nacional  y su política de instaurar estos nefastos proyectos extractivos en nuestra provincia, con la connivencia del gobierno provincial.  Casi nada me desalienta, hay veces que por cuestiones personales, laborales o familiares uno afloja un poco el ritmo, pero después se retoma.

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¿Alguna anécdota particular sobre las vivencias en el movimiento?

CHUNI SOUZA: 14 años son muchosHubo momentos especiales, intensos, lloramos y reímos de alegría y de bronca. Fue importante sentir que la democracia representativa no nos representaba en absoluto y decidir ejercer la democracia participativa con todas nuestras fuerzas.

¿Les gustaría contar algo más?

MARTA SAHORES: Quiero reforzar lo de mucha difusión a todos los ciudadanos. Se imprimieron muchas cartillas con el título “Vecinos Informan a Vecinos”, con datos de interés y novedades. Se entregaban puerta a puerta o en las marchas y calles principales.

CHUNI SOUZA: Siempre tuvimos en claro que no debíamos mirar a quien enfrentábamos (empresas multinacionales, gobiernos de todos los colores, comerciantes, etc.) sino mirar al vecino que no conocía la realidad megaminera y a quien debíamos llevar el mensaje. De ahí surgió nuestro objetivo: información y difusión como meta y lema. Creo que el movimiento del “No a la Mina” demostró la fuerza de un pueblo unido tras un objetivo común: defender el agua, la tierra y el futuro de lo que se sintió como una amenaza real. Se corporizó un espíritu de lucha que muchos desconocían tener y que nos llevó al crecimiento como individuos y como comunidad.

Esquel significa abrojo o abrojal. Es una voz tsonek, de los pueblos patagónicos. Es un arbusto espinoso, que se prende y no decae.

En Esquel hay una montaña con oro en sus entrañas.

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La minería a cielo abierto, con la tecnología aplicada al abaratamiento de sus costos, tiene la capacidad de remover montañas enteras en muy poco tiempo. ¿Cuánto imaginan? Se los digo: en pocas horas. Es posible obtener, mediante la lixiviación con cianuro, un gramo de oro de una tonelada del material montañoso removido. Y ganar mucho dinero. ¿Les parece mucho? Todavía no les dije que, para eso, se deben usar millones y millones de litros de agua por día. Por supuesto, como actividad industrial, es insostenible: su explotación implica el agotamiento del recurso. Agrede al medio ambiente, a la sociedad y a la cultura de cada lugar que usurpa. Las empresas llevan a Au a sus matrices y lejanas casas. En donde había una montaña, quedan la contaminación, los pueblos desplazados, la depredación de flora y fauna, el vacío y los nuevos viejos desempleados, mientras Ra se esconde de reiteradas vergüenzas.

Esquel clavó su espina a las mineras. Los conquistadores insisten, los pueblos resisten.

POR DONDE SALGA EL TIRO

Dos hechos recientes encendieron todas las alertas hacia San Juan.

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  • A mediados de setiembre, en la mina Veladero, se produjo el derrame de más de un millón de litros de agua cianurada. Un año antes, en la misma explotación minera (en manos de la canadiense Barrick Gold), el derrame había sido de millones de litros. Por supuesto, no hubo trozo de torta para comer en semejante aniversario. Sí hubo y sigue habiendo justificaciones para explicar que ninguno de los eventos produjo contaminación. Algunos hablan de “accidente”. Pero no, un accidente supone un imprevisto y los derrames son uno de los riesgos implícitos en la actividad. Es innecesario responder a quienes intentan excusar los daños. Cualquier niño puede ver lo evidente.

 

  • Del 30 de setiembre al 10 de octubre de este año, se llevó a cabo la Feria del Libro provincial, bajo el lema: “San Juan, un pueblo con alma y cultura”. Para contribuir a la “cultura”, el ministerio de minería financió 50.000 ejemplares de libros infantiles. En la feria, además de repartirse, fueron leídos por lectores con cascos de mineros. La autora de los textos es la esposa del titular de la cámara minera de la provincia. Los niños escuchaban. Les cuento los títulos: Piedra y Montaña, La gota Carlota, La brujita basurita. Pónganse el casco anti ira y vean de qué se trata.

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Pensaba: no hay palabras para agregar. Aunque, en verdad, sí hay. Recuerdo una anécdota que leí en una entrevista de un diario a Marta Sahores:

“En un pueblo de 30.000 habitantes, había 9.000 en la calle, sin organización, unos hacia un lado, otros hacia otro”.

Era el día del plebiscito»; el «No al mina» había triunfado con el 81% de los votos. Durante el festejo, ella vio a un grupo de niños con flamantes camisetas de fútbol.

–Chicos, ¿qué pasa?, ¿no estuvieron jugando al fútbol, que están todos limpitos?

–No, estas nos las regalaron los mineros y las guardamos para festejar el triunfo del “no a la mina”.

POR LA COMARCA

“Los pueblos indígenas son pioneros. Contaban con un dios mucho antes de que la Iglesia católica pisara lo que hoy es Argentina. Tenían formas de gobierno antes de que se instaurara el Virreinato del Río de la Plata. Y se regían por leyes propias mucho antes de que el país tuviera su primera Constitución Nacional.

Padecieron campos de concentración antes que el pueblo judío.

Conocieron torturas y secuestros de bebés antes de la dictadura argentina de 1976.

Y defienden el territorio y los bienes naturales desde mucho antes que se comenzara a hablar de ecología.”

Darío Aranda en «Argentina Originaria. Genocidios, saqueos y resistencia».

conquista del desierto

El presidente Mauricio Macri, en mayo de 2016, informó que empresarios mineros habían prometido una inversión millonaria para llevar adelante un proyecto en la provincia de Chubut. Apuestas millonarias, dijo. Y siguió: su apoyo a la actividad minera era el modo de cumplir con su promesa de campaña: generar trabajo para las economías regionales. ¿Le habrá faltado asesoramiento? ¿O lo tendrá en exceso?

Mientras tanto, la lucha continúa; hasta donde dé.

REFLEJOS RÁPIDOS

Rodrigo Stessens es de Lago Puelo. Silvina Gramajo – su compañera – es porteña y vive en la comarca andina (la zona de El Bolsón y Lago Puelo) hace un par de años. De visita en Buenos Aires, disponen una tarde a contar su lugar.

¿Qué saben de la asamblea de Esquel y el No a la mina?

RODRIGO: La gente de Esquel advirtió una serie de movimientos en un cerro. Detectaron muchos áridos y maquinaria pesada, se decía que extraían madera. Algunos se alarmaron y empezaron a investigar. Finalmente, se supo: esas maquinarias pertenecían a una empresa minera canadiense. Se estaba instalando en Esquel, porque la venían corriendo desde Guatemala. En Guatemala se los expulsó, con resistencias y consecuencias muy violentas. Pero los cerros, en algunos casos, ya habían sido extinguidos. Lo que pasó en Esquel es que se detectó y se actuó muy rápido. Y eso que cuando ellos comenzaron a investigar ya había pasado una década de trabajo de las empresas mineras en cateos.

¿Cómo se relacionaron con eso desde Lago Puelo?

R: La asamblea rápidamente se ramificó, gente de Lago Puelo, de El Hoyo, de El Maitén, del mismo Trelew se unieron a la asamblea. Y, cuando empezó a tener más repercusión, fomentó la creación de asambleas en otras ciudades. Las últimas marchas eran gigantes. Porque venían compañeros de la costa, entraban caravanas a Esquel. Creo que el mejor laburo que hicieron fue crear pequeñas redes. Las primeras veces que frenaron los camiones, cuando la policía empezó a reprimir, la cosa era viralizar la noticia. Y las radios compañeras, comunitarias, de Neuquén, empezaban a hablar, a abrir micrófono. En la costa pasaba lo mismo. Radio La Tribu, acá, abría también conexión. Eso le dio seguridad al grupo, más que nada. Somos muchos, vamos.

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¿Y qué pasó con la prensa no alternativa?

R: De la asamblea, no hablaban. En la ciudad, también había quienes lo veían como una fuente de trabajo. Inclusive hay muchos que todavía piensan eso. Y los medios grandes de información, las radios de Trelew o las radios de Rawson, como algunas radios bien comerciales de Esquel fomentan ese pensamiento del progreso. La palabra progreso, allá, es una palabra que levanta discusiones en cualquier mesa. Unos lo entienden como el nivel de vida que suponen te da el sistema capitalista y otros lo ven como la destrucción del territorio. Entonces se discute por las “zonas de sacrificio”.

Zonas de sacrificio. A ver, contame qué son

R: Son aquellos territorios que van a ser sacrificados para el mantenimiento del sistema de vida capitalista. Cuando andás acá (en Buenos Aires) en un barrio o en el microcentro, mirás y decís: para que esto funcione, tiene que haber zonas sacrificables. Y, dentro de esos territorios, hay gente que nació y vivió ahí. Y que, de repente, se ve amenazada. Son expulsados. Terminan en los barrios periféricos de las ciudades, de Bariloche, de Esquel, de Comodoro. Barren las calles, las señoras trabajan de sirvientas. En ese sentido, lo más perjudicial son los grandes latifundios, las viejas familias que en todos estos años vaciaron el desierto patagónico. Y esos mismos, ahora y para enriquecerse más, tienen en mente a la minería.

¿En la comarca tienen también una asamblea? ¿Cómo funciona?

cartel abandonadasR: En las asambleas, algunos meses somos muchos y otros no tanto. Siempre hay referentes, los incansables. Son grandes asambleas que se hacen en el gimnasio municipal (cuando el intendente lo autoriza). Si no, la juntada es en la plaza, los domingos a la tarde. Específicamente, en Lago Puelo tenemos la Asamblea Permanente en Defensa del Agua y la Tierra. Por ahora, la actividad minera parece estar dormida. Pero se sabe que hay cantidad de cateos mineros.

DE NATIVIDADES Y ABUELOS

Y el Proyecto Navidad, ¿qué es?

R: Eso es en la meseta, un poco más alejado de donde estamos nosotros. Un grupo de empresas se juntó para agarrar toda unahombres piedra zona y hacerla sacrificable. Se lo logró frenar bastante. Es una zona mucho más desértica que Esquel, pero con muchos afluentes de agua y territorios de donde se desalojó gente para crear un territorio de nadie y destruirla. Te peguen o te lleven en algodones, el desalojo es violento. Te están sacando de tu tierra. Había muchos abuelos, algunos murieron. Se intentó, pero no se pudo frenar del todo. Y ahí los que más activan son las comunidades mapuches.

¿Las comunidades participan en la asamblea?

R: En la asamblea de Esquel sí, siempre hubo consulta y participación. En las últimas marchas, la bandera mapuche al frente y, después, toda la asamblea. Son dos luchas similares. Hubieron dos recuperaciones muy emblemáticas en esos años, exitosas, en parte, porque la asamblea apoyó. La cosa trascendió  hacia la defensa del territorio. Al escuchar a las comunidades, se empezó a entender la cosmovisión de los pueblos, ya no ver un río como una corriente de agua, si no ver el río como una fuerza, como un espíritu. Uno ve un cerro y bueno, es un cerro. Yo me acuerdo de las juntadas en el gimnasio de Esquel: eran multitudinarias y las primeras palabras eran de los abuelos. Terminaba de hablar el abuelo y nos quedábamos en silencio, eso estaba bueno. Se trata de comprender a estas cosas como seres vivientes, como fuerzas. Empezás a cambiar la perspectiva.

Y eso fue penetrando en el espíritu de la asamblea.

R: Tal cual. Y ya lo sentías cuando ibas a marchar: no voy a parar una empresa, voy a defender al río, yo tengo la responsabilidad; los abuelos nos decían eso. Lo sentías mucho más interno, se te erizaba la piel. Eso estuvo bueno, porque después empezó la participación de muchos jóvenes. Al haber muchas maestras en la asamblea, algunas se rebelaban y decían: yo llevo a mi curso. Lo hacían, el director re caliente, pero los nenes lo sentían como algo muy fuerte.

CINCHAR ENTRE DOS MIRADAS

La resistencia a la minería parece haber permeado las fronteras entre las culturas.

SILVINA: Hoy la división se ve más, sin exagerar, el 90% de la gente de la comarca es pobre o indigente. Porque casi todo el mundo tiene un trabajito y se la rebusca. Hay un montón de gente que está realmente en la indigencia y, en un pequeño sector, tenés a los ricos del pueblo y luego a los megaterratenientes. Y ese sector de los ricos es el que siempre maneja los hilos de la cuestión y es a los que hay que hacerles resistencia. Generalmente estas empresas laburan así: Necesitamos este cerro, hay cinco o seis familias, es gente campesina, humilde. Y les ofrecen: “¿querés irte a la ciudad? Allá vas a tener muchas mejores cosas, ya tenemos una casa para vos”. Los convencen y los sacan del campo y, cuando esa familia se da cuenta, ya está en un barrio periférico, con una casa recién hecha a la que se le vienen las paredes abajo, que no tiene agua. Pero entonces, el campo ya está alambrado. Y capaz que le dieron un autito, pero al mes se le funde, porque le dieron cualquier cosa. Así, con muy poca plata esa empresa logra vaciar el cerro y tenerlo a su merced. Después la legislación la manejan como quieren. Un vuelto al gobernador y ya.

La experiencia de la asamblea y la incorporación de una cosmovisión diferente, ¿cambió la vida cotidiana, el modo de relacionarse?

R: Sí, por lo menos en la comarca donde vivimos nosotros sí. Nosotros vivimos más otro conflicto: el freno a un terrateniente que tenemos ahí de vecinito, que es Lewis. Él se compró un lago y ahora maneja un gran porcentaje de la energía a nivel país. El tipo quiere destruir un par de ríos, hacer una hidroeléctrica. Es más, ya la hizo. Y vender energía al Estado. A este personaje también se lo está combatiendo ahora, con forma de asamblea. Es como decíamos, el progreso. La típica discusión allá de cómo ve cada uno el progreso.

¿Cuáles son esas miradas?

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R: Una parte ve el progreso en tener más calles asfaltadas. Que para ir al cerro Perito Moreno tengas todo asfalto ,que haya edificios, todos los servicios en todos lados, con las rutas iluminadas. Que, al llegar al cerro, tengas un shopping gigante con una escalera elevadora y ascensores. Y los otros ven el progreso como la manutención de la calidad de vida que se lleva bien con el lugar: tener mejor acceso al agua, mejor distribución de semillas para el cultivo, el fomento a las cooperativas que trabajen en lo agrario y rural.

¿Hay muchas cooperativas agrarias?

R: No, hay pocas, y las que están la tienen que remar en dulce de leche porque no tienen apoyo. Contra los que consideran que esa tierra se está perdiendo, que la comida la tenés que ir a buscar al supermercado porque si no es una pérdida de tiempo. Que donde ellos quieren sembrar, estaría bueno poner un barrio.

SERVICIOS DE DESINTELIGENCIA

¿Hubo manifestaciones públicas en contra del “No a la mina”?

R: Mucho laburo en los grandes medios de difusión. Ataques y amenazas a la gente de la asamblea hay continuamente. El diario Jornada, uno de los de mayor tirada en Chubut, le pega todo el tiempo, también las radios más comerciales.

S: Y también cuando fue el juicio de Facundo, el lonco mapuche que estuvo preso, ahí el grupo de abogados defensores hizo una presentación y la denuncia por los manejos de los detectives de la policía que, de manera ilegal, habían investigado no solo a chicos de la comunidad sino también a gente de la asamblea. En realidad era un juicio por una extradición -sin mucho sentido- de una causa en Chile, donde ya se había sobreseído a los otros dos imputados. Era un pedido que venía políticamente, y por eso también el juez la tuvo que desestimar porque no había manera de sostener la extradición.

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R: Además, hubo una recuperación importante en territorio de Benetton, en Cusamen, que es un paraje bastante grande. A partir de ahí, empezó a haber persecución policial a la gente que la estaba haciendo, entre ellos un muchacho que ya había estado en varias. En un momento, a dos fiscales de Esquel les llega un disco rígido con un montón de información. No sé por qué, eso se filtra y se hace visible. De repente, lo publica un medio y explota. Así se descubre que un policía de allá, que trabajaba para lo que era la SIDE antes, estaba haciendo seguimiento y espionaje a un montón de personas. Periodistas, abogados, maestros.

DE RECUPERACIONES Y CONQUISTAS

¿Cómo es un proceso de recuperación?

R: Se organizan una serie de comunidades, de familias. Es lo que normalmente se llamaría una toma. Se elige un lugar, se meten a la fuerza, se instalan ahí y resisten al desalojo. En este caso, se trata de una recuperación porque es un territorio ancestral, de los abuelos que habían sido expulsados en la llamada conquista del desierto. Cuando se produce esa “conquista”, un grupo de ingleses se adueñan de todo ese territorio, más de un millón y medio de hectáreas. El gobierno de Roca se lo dio a una serie de familias inglesas. Después, en los 90, Luciano Benetton compró todas esas hectáreas.recuperaciones

S: Originalmente, el gobierno de Roca había cedido 900.000 hectáreas y con el correr de los años, en cada renovación de alambre, se corrían un pedacito más. Ahora están en un millón y tanto. Abarcan tres provincias.

Vos tenés 31 años. Cuando empezó la asamblea, ¿qué edad tenías?

R: Yo estaba saliendo de la secundaria, tenía 18, 19 años. Crecí con esto, con el centro de estudiantes íbamos a las primeras marchas.

Y  vos, Silvina,  que hace poco que estás allá, ¿cómo vivís el proceso?

S: Para mí, primero fue pararme a observar. Vi documentales donde te mostraban una foto: donde había una montaña de golpe hay un agujero. Y donde pasaba un río y estaba todo verde, de golpe, queda un hilo de agua y no hay peces. Empecé también a entender esa cosmovisión, de no ver un cacho de tierra. Yo creo que se toma conciencia cuando se empiezan a conocer los lugares. No es lo mismo que vos se lo cuentes a alguien y le muestres una foto de cómo vivís.  Quien nunca experimentó vivir en un lugar rural, no sé si puede dimensionar lo que se pierde. También, cuando fuimos a la jornada en Esquel, conocí a una mujer de una recuperación. Y la oí contar sus recuerdos: cómo, cuando ella era chica, entraban los milicos y le volteaban la casa y los cagaban a palos.

 ¿Cómo fue pasar de la ciudad a una chacra?

S: Vivir en el campo tiene un montón de complejidades. Pero te lo bancás porque vivís en el paraíso. Respirás aire puro, podés comer verduras y frutas que tienen gusto, podés parar la cabeza en un momento. Hay cosas que está bueno tener, sí; el gas, por ejemplo, es un bajón vivir a leña. Pero no está bueno tener gas a costa de que otro se quede sin terreno. La minería depatron orostruye, te deja sin montaña, sin agua, sin tierra para cultivar, porque te van a contaminar todo. Lo que pasó en Veladero, en San Juan; todavía no saben hasta dónde se ramifican las subterráneas. Saben que en dos años está en el Paraná, pero no saben después hasta dónde puede llegar. Y no es que el río se lava, el  cianuro es algo que ya está. Y la gente se empezó a morir ahora, los animales ya se les murieron. Sigue siendo como en la época de Colón, barquito y a Europa. Vienen, saquean y se lo llevan.  Y cada vez es más voraz porque cada vez la maquinaria es más grande de sostener. 

 

El tema de nuestro número es el desaliento. ¿Qué los alienta y qué los desalienta?

S: A mí me alienta ver gente que toma conciencia. Y me desalienta saber que somos un montón de granos de arena contra un gigantón. No somos nada. Pero juntos se van ganando pequeñísimas batallas. Creo que lo que estamos haciendo ahora pueden ser los primeros pasos de una revolución que va a cambiar el mundo en serio. Aunque a un larguísimo plazo, porque en nuestras manos e56e9a89103e34_palletes-d-orstá educar a las generaciones que vienen para que no les pisen la cabeza. El tema es que detone antes. Que la gente tome conciencia de que un celular no te cambia la vida.

R: Lo que me desalienta es la eterna pelea con quien está del otro lado. Con el sistema político, básicamente. Para mí, el aliento es lo más importante, es querer el lugar donde estás, amar la tierra que pisás. También confiar en el otro, en la espalda del otro.

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