Anartista Juvenil
Ultraviolento: sobre Santiago Maldonado
Por Milena Penstop
“Los amigos del barrio pueden desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer”
Charly García
CUIDADO SÍ, MIEDO NO
No es la primera vez que escucho la palabra “desaparecido”. Por suerte, voy a una escuela donde, desde los primeros años de la primaria, se habla mucho sobre este tema. Es una militancia para no olvidar. Pero acá viene la cosa. Si hablamos de defender la memoria, significa que los desaparecidos son una cuestión del pasado. Sin embargo, no. Otra vez, la foto de un militante -Santiago Maldonado-, que apoya los ideales del pueblo mapuche, aparece en la televisión y en los medios y hace regresar los fantasmas del miedo, de las familias rotas, de las madres tristes.
Ahora tengo 13 años. Dentro de poco, voy a tener la misma edad que muchos de quienes desaparecieron desde 1976. Aun así, pienso que ya mismo me podría pasar lo mismo que a Santiago. O se podrían llevar a algunos de mis compañeros. Incluso, a amigas que conozco desde el jardín y ya participan del centro de estudiantes en sus escuelas. Miedo, sí, me da. Soy muy cuidadosa y no lo converso, salvo con gente con la que tengo mucha confianza. Pero, cuando puedo, no me callo. Y varias veces al día me aparece la foto de Santiago. Pienso que, de alguna manera, pensarlo puede ayudar a que él sepa que lo estamos buscando.
TESTIGO DESPROTEGIDO
Ayer me llegó un video al teléfono. Ahí se escuchaba la voz de Ariel Garzi, amigo de Santiago Maldonado. Él llamo a Santiago a su celular, un día después de su desaparición. Alguien atendió esa llamada durante 22 segundos. Esto lo dijo Ariel ante el juez de la causa. El juez decidió declararlo testigo protegido, para cuidarlo. Sin embargo, cuando habló sobre este tema en el Senado, la ministra Patricia Bullrich dio el nombre completo de Ariel, el de su padre y su antiguo domicilio. Es decir, ahora no solo hay un desaparecido, sino que también hay un amigo del desaparecido en peligro. Por no hablar de todos los mapuches de esa y otras zonas quienes, si siempre sienten que pueden ser agredidos, ahora más. Esto me hace acordar a lo que vimos en la escuela sobre las listas negras: como una cadena de gente que, por ser amiga o por estar en una libreta de teléfonos, quedaba marcada y podía ser perseguida.
LAS CARAS TRISTES DE LAS MADRES Y LAS ABUELAS.
Me acuerdo de la entrevista de “El Anartista” a Estela de Carlotto. Ella, en un momento, dijo que por las noches escuchaba ruidos. Al final de la entrevista yo le pregunté si no pensaba que esas voces eran de Laura, su hija. Y ella me dijo: “Por supuesto que sí”. ¿Cómo podrá sentirse, después de tantos años de lucha, al escuchar que la ministra casi reacciona de la misma manera que los funcionarios de la dictadura, cuando las Madres y las Abuelas iban a pedir por sus hijos y nietos? ¿Cómo podrá sentirse Taty, de cuyo hijo solo le quedan unos poemas que encontró después de que se lo llevaron? Para ellas debe ser algo así como que les llevan a sus hijos devuelta. Pero ahora no están solas, todos nosotros estamos con ellas. Como prueba de esto, va esta imagen de lo que contestaron chicos y chicas de tercer año, a quienes las autoridades de la Ciudad les tomaron una prueba para “evaluar a la educación pública”.
OTRA CAMPAÑA AL DESIERTO.
Es increíble que muchísima gente, en vez de indignarse por la desaparición de Santiago, acuse a los mapuches de ser desde un grupo antidemocrático hasta un grupo terrorista. Parece que no fue suficiente con robarles las tierras, obligarlos a adoptar la cultura de los “blancos” y perseguirlos constantemente. Parece que la “Campaña al desierto” todavía no hubiese terminado y estuvieran decididos a no dejar ni un solo mapuche vivo, con tal de llevar adelante sus negocios.
APARICIÓN CON VIDA DE SANTIAGO MALDONADO