Ultraviolento: sobre la ultraviolencia y las mujeres en la historia.

Por Cecilia Miano

EL ANCHO UMBRAL

Brujas, manipuladoras, madrazas, atrevidas, putas, maestras. Lector, haga el ejercicio de poner estos adjetivos en masculino; no existen, se usan poco o encuentran otro sentido. imagesEsto es porque las mujeres cuentan con un universo propio -para bien y para mal-. Pero siempre, dentro de aquello que todas pudieran tener en común, hay alguna destacada por cierta singularidad en la  potencia  para provocar reacciones en el resto. En contadas ocasiones, esto transforma realidades. Fundamentalistas, confrontadoras seriales, lógicas, matemáticas y tantas otras hacen saltar al género femenino más allá del tímido umbral de la expresión única, irrepetible y propia. Y aún más, redoblan la apuesta de ensanchar el umbral y transformarlo en una casa.

Umbral Zdzislaw Bcksinski Umbral Zdzislaw Bcksinski

DAMAS Y TABLEROS

El lenguaje se encarga de restituir historias, de confrontar realidades y hacer surgir sentires. Hace unos días, la situación que voy a contarles se impregnó de este modo vital de las palabras: la sorpresa asustó desde sus pliegues y asomó como si las costuras de la lógica se hubiesen abierto. Pocos días atrás me enfrenté con una señora, el resultado debería ser olvidable. El caso es el siguiente: los espacios físicos en una escuela suelen ser esca-

descarga (1)sos, pero en la que habito deben ser inventados. La necesidad de un salón de clases para un grupo de secundaria de la Escuela Especial -que articula con el mismo nivel de nuestra escuela- busca desesperadamente su propio universo. Desde hace casi dos años funciona en la biblioteca escolar, por eso, la vida de clase es interrumpida con visitas inesperadas, con mudanzas por una hora a distintos espacios y muchas otras incomodidades. Así surgió la campaña en busca de un lugar propio. Reuniones con autoridades de todos los colores no encontraron ninguna solución. En esta encerrona, los dimes y diretes ante la búsqueda de una rápida alternativa exponen la justicia en el argumento de cada actor. Se sabe: los lugares no se expanden con solo desearlos, como si la fuerza de la necesidad construyera paredes por arte de magia, de la noche a la mañana. Por el otro lado, está la resistencia al cambio, sumada a que quienes  exigen lo nuevo no pueden redondear propuestas. Entonces, los lugares amables se tornan hostiles, los vaivenes dejan de tener ritmo y se transforman en desorden. El problema sube de nivel, explota, por así decirlo, cuando el primario –al que pertenezco- acepta, por el lapso de treinta minutos, el desalojo de la sala de maestros. Como directora asumo la mala idea de la propuesta. Rápidamente quiero salvar mi error y reclamo otra solución. El tono de la símil charla tiñe de un intenso violeta mi cara. Es en ese momento cuando la señora de la palabra seca y filosa me adjudica palabras como “Esto es un capricho. No tenés la mente tan abierta como parecía. No puedo creer este reclamo de vos. Pensé que el tema estaba solucionado. Los chicos están primero. Las maestras sólo toman mate en su sala. Las docentes deberían pasar más tiempo en tu dirección para que charlen con vos de sus prácticas.”  Todas frases ajenas a la realidad de mis parlamentos, ajenas a la concepción que tengo de los niños, de los docentes y de la educación. El violeta se vuelve agua, el agua amarga cuela por los rincones de la escuela que espera soluciones. La sensación es que, no importa qué hubiera dicho yo, ella no entablaba un diálogo, sino un combate donde esperaba poder asestar el golpe de su imprecación. A las armas no las construye ni las elige durante la charla, las trae desde antes. A decir verdad,1200px-Chess_piece_-_Black_queen no conversa, blande su espada, casi sola, contra mi imagen tajeada en el aire. El látigo de la traición provocó la furia de lo inesperado. Tal vez, la falta de un diálogo verdadero ayudó al caos y  derrumbó toda posibilidad de resolución. Entonces, el problema tomó cuerpo y creció  sin pedir permiso. Lo violento quedó atrapado entre la ausencia y la cobardía, sin salida. El golpe de las palabras fue seco, las frases comenzaron a entretenerse solas, el diálogo se guardó para otra ocasión. Sólo quedó un palabrear, una disputa de poder sin demasiado sentido.

En esta partida, casi todas somos mujeres quienes, tal como en un juego de ajedrez, consideramos que terminar en tablas es pérdida para todos. Por eso, las damas dejamos el trono y decidimos batallar. Las batallas son sonoras, los atropellos indican movimientos violentos y dejan huellas. Acá las voces se acallan, las pausas se vuelven días y la solución, parte de otro frente. Debo destacar, como todos sabemos, que en toda batalla hay pérdidas y esta no fue la excepción: pérdidas que se perciben rápidamente y limages (1)as otras, que devienen con el tiempo.

 

¿MUJERES ERAN LAS DE ANTES?

En la antigüedad las mujeres tuvieron menos cartel que los varones. En las familias su rol images (3)solía limitarse a las cuestiones domésticas. Después de ciertas lecturas, presiento que, aun si en términos estadísticos lo anterior es cierto, siempre hubo excepciones.  Por ejemplo Pigna en su libro “Mujeres tenían que serrelata “Otro papel de las mujeres de entonces, no siempre recordado, fue el de «agentes de inteligencia» de sus parientes varones, a veces con fervor patriótico, otras como resultado de la «natural lealtad» de familia. En una sociedad cruzada por las facciones políticas, las esposas de los «próceres» —que entonces eran, simplemente, hombres de la elite dedicados a la «cosa pública»— eran parte de ese mundillo donde Mariquita Sánchez, Anita de Riglos, «la gata Saturnina» (apodo cruel dado, por su flacura y sus uñas afiladas, a Doña Saturnina de Otálora y Riveros, esposa de Cornelio Saavedra) o «la Andaluza» (Carmencita Quintanilla, esposa de Alvear, nacida en Cádiz), entre otras damas distinguidas, hacían circular noticias, rumores, verdades e infundios que pudiesen beneficiar a los suyos y perjudicar a los ajenos. En muchos casos, las víctimas preferidas de la difamación eran otras congéneres, lo que en tiempos donde las barreras entre lo público y lo privado eran ambiguas servía también a fines políticos. El rumor, fuese cierto o inventado, de las infidelidades de las esposas de oficiales destinados al f44981273_21477891rente era moneda corriente.»

¿Serán hoy más que entonces? Las condiciones, sin ser óptimas, han mejorado. Pero el coraje no es algo que dependa exclusivamente de las condiciones. Dejo este interrogante colgado y  doy otro salto en el tiempo.

 

ESCUELA DE MUJERES

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Las mujeres más feamente peligrosas, las que ejercen la misma impunidad del poder que cuestionan de los hombres, no son las únicas ni la mayoría y se contraponen a otras. A lo largo del relato de la historia, las páginas se llenan de héroes masculinos y las mujeres -muchas veces- sólo están para apoyar a esos hombres todopoderosos. Con el correr del tiempo y  sus relecturas, el cambio de foco pudo rescatar a algunas inolvidables, que marcaron por sí mismas el paso de los acontecimientos. Las que rompieron el molde, las poderosas de espíritu capaces de salir de lo acotadamente esperado para ellas y conquistar sus convicciones. Solas o acompañadas, pero con una certeza: el solo intento de sus acciones cambiaría la realidad de su época.

Las maestras quienes, de la mano de Sarmiento, importaron las bases de un sueño grande, en su mayoría eran mujeres: jóvenes, solteras, soñadoras, altruistas, atrevidas y convencidas de extender el paisaje de muchos, por medio de su aporte. Las ideas impulsan puntadas de acción y así otros pueden ejercer destinos más amplios. A los veinticinco años, Mary Gorman fue la primera docente norteamericana en llegar al país. Según los planes de Sarmiento, su destino sería San Juan. Sin embargo, Mary pudo acceder a su cargo cuando Sarmiento fue presidente. Más nombres para retratar la hazaña son  Mary Graham, Florence y Sarah Atkinson, Clara Gillies, Sarah Harrison, Cora Hill, Amy Wade, Martha Graham, Charles y Clara Armstrong entre muchas otras, quienes debían contar -además, de su formación en las ciencias de la educación- con un excelente estado físico y mental para soportar las inclemencias de la vida en estas tierras, por entonces bastante inhóspitas.

¿Cómo habrán sonado sus nombres en los argentinos?, ¿cómo habrán sonado los aromas, los paisajes, las bebidas autóctonas en ellas? En este caso las barreras de lo imposible para la época fueron corridas, los títulos florecieron en bandejas de saberes novedosos hacia ambas partes: para los argentinos y para las maestras norteamericanas. ¿Y antes de la llegada de los europeos a nuestras tierras?, ¿qué pasaba con las mujeres?

MUJERES DE LA COLONIA

Las mujeres de la colonia sufrieron traiciones eternas, tal vez como las actuales pero con distintos colores. Originaria del sur de México, Malinalli, más conocida por la historia como Malinche, es una de las más famosas referentes femeninas de la primera parte del siglo XVI. Su vida es una muestra de brutalidad extrema. Su destino fueron la desdicha y los amores desencontrados en su corazón. Hija de caciques, su vida se encorva con la muerte de su padre. Fue entonces quedescarga (3) su madre, vuelta a casar y vuelta a ser madre -esta vez de un varón- decidió vender a su primogénita a un cacique llamado Huatley, de Tabasco. Huatley, tras un encuentro con los europeos, la entregó junto a otras doncellas en parte de pago para una alianza de paz, que también incluía algunas monedas de oro y mantas a Hernán Cortés. El desamor mostrado por el europeo se advierte desde en las pálidas palabras usadas para describirla. Así, la historia aparece tímida en boca de testigos que documentaron la no historia de amor. La Malinche, que oficiaba de intérprete y de amante del “conquistador”, practicaba un amor genuino y fiel hacia él, con quien tuvo un hijo, llamado Martín en honor a su padre. Cortés, «en muestra de sus sentimientos hacia ella», la obsequió a Alonso Hernández Portocarrero Y esto no quedó aquí: cuando todos pronosticaron que, después de enviudar él, finalmente se casaría con la Malinche, la hizo casar con un colaborador llamado Juan Jaramillo. Así fueron los días de la Malinche, de tropiezos familiares, amorosos e históricos ya que, además, sus propios compatriotas la tildaron de traidora por su amor a Cortés. La viruela la llevó pronto, con sólo veintisiete años, pero su huella es recordada eternamente.

MUEJERES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Como si la historia hiciera un rulo hacia atrás, si pensamos en el uso de los adjetivos que citaba al comienzo esta nota, ahora se actualizan y ajustan a las realidades de lo cotidiano de muchas de nosotras: mujeres del siglo XXI, embarradas en la lucha por no ser ultraviolentadas, de formas más sutiles o más típicas de esta era. Hoy vemos ultraviolencias (sí, podemos llamarlas así, porque el esfuerzo que implica ir contra lo anquilosado, durante tantos siglos, implica quebrar, violentar lo violento instituido) que son caminos, intentos de romper para crear algo nuevo, para liberar, para dar más fuerza, para recuperar.compos. mujeres

Es importante aclarar que no se pretende con el desarrollo de estas líneas pensar en mujeres mejores o peores, destacar el antes o el ahora como contrapuntos. Pretendo dar una vuelta, junto al lector,  por la historia de todos y por la propia para testimoniimages (2)ar, solo a través de algunos ejemplos, la violencia ejercida hacia el género. Quiero hacerlo, desde una perspectiva de concepciones históricas, y nunca desde un fundamentalismo feminista que no comparto. Pintar paisajes con historia siempre abre otros lienzos posibles.

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