La desobediencia: sobre el documental “Historias cotidianas”, de Andrés Habegger.
Por Liliana Franchi
“Adónde van los desaparecidos? (…) ¿Por qué desaparecen? /Porque no todos somos iguales/ ¿Y cuándo vuelve el desaparecido? / Cada vez que los trae el pensamiento”
Rubén Blades (*)
UN FARO
Este documental de 80 minutos relata la vida de seis hijos de detenidos-desaparecidos durante la dictadura cívico militar de 1976-1983. Hoy ya fue exhibido en varias escuelas y se guarda en la Biblioteca Nacional. Pero el 22 de marzo de 2001 resultó ser la primera película realizada por un hijo de desaparecidos. Andrés, hijo de militante político desparecido, con nutrida experiencia en cinematografía, asumió la responsabilidad de mostrarnos con realismo y sensibilidad la vida, la lucha y los atravesamientos que han pasado los H.I.J.O.S. Así, cada experiencia relatada en la película es una metonimia de lo atravesado por todos ellos.
Revelar sus historias personales y las reivindicaciones de sus padres fue una tarea de visibilización, que pone de manifiesto cómo, desde el inicio hasta estos días, el crecimiento de la agrupación y de sus integrantes ha sido exponencial, comprometido y sólido, bajo una sola meta, “verdad y justicia”.
En 1995 nació H.I.J.O.S, Hijas e Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Este conjunto de jóvenes tenía necesidad de contenerse mutuamente y de juntarse con otros que hubieran pasado por las mismas experiencias. Empezaron, entonces, a organizarse, con objetivos claros que, aparte de continuar la lucha de sus padres, incluyen la búsqueda de sus hermanos apropiados y la condena a los genocidas.
EL POEMA DEL PASADO
En sus comienzos, los ojos de estos casi niños bordeaban una tristeza lejana, y un intento por reconstruir la identidad robada de manera brutal, arrancada cruelmente. Entre tanto dolor, una palabra los alienta: “resignificar”, darle un sentido diferente, a partir de este hoy. Así, ejercer la resistencia, el desacato y la desobediencia a través de sus permanentes actos y hechos contra la impunidad y a favor de la restauración fidedigna de la historia.
Entre algunas de sus acciones están los escraches a los genocidas, como condena social por falta de justicia, y las baldosas de la memoria. De todo esto da muestra esta película, que arranca lágrimas y fortalece convicciones. Los que una vez fueron niños hoy son sociólogos, empleados y maestros: todos ellos, bajo el denominador común de la militancia desde los Derechos Humanos. Todos ellos, detrás de las huellas que nunca se borrarán.
ENCRUCIJADA
Desde sus inicios, como hijos de militantes víctimas del terrorismo de Estado y en un contexto de impunidad para los genocidas, los H.I.J.O.S han sido incansables luchadores. Actualmente en Argentina existen regionales de H.I.J.O.S en diferentes provincias y a nivel internacional. Bajo la consigna, “No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos”, sostienen que el único lugar de un genocida es la cárcel. Estas palabras son su modo de interpelar a la sociedad.
Finalmente, la película es un rastreo de lo terrible a lo maravilloso. Aborda un punto de intersección, desde donde avizoramos cómo lo “siniestro” atraviesa sus vidas, pero sin olvidar, con el objetivo de volver a construir, tal vez desde otro lugar, una vida con justicia y castigo a los culpables.
(*) Estos fragmentos pertenecen a la canción que es banda de sonido de la película