La desobediencia: sobre Romina Ressia, fotógrafa.
Por Ana Blayer

 

LA IDEALIZACIÓN DE LA IMAGEN

¿Qué tendrán los días de lluvia que invitan a mirar fotografías?

Las respuestas pueden variar entre nostalgias, recuerdos y la que quieras agregar. El ojo es la antesala a un disparo que permanece estático en el interior de la cámara. Hasta hace unos años, la fotografía analógica necesitaba acercar el rollo a un laboratorio, para revelar, copiar en un tamaño y en un papel previamente elegidos: brillo o mate. Pero, cuando la cosa era abaratar costos, pedíamos revelado y “muestras”.

Skaters couple, Romina Ressia

Al cabo de unas veinticuatro o cuarenta y ocho horas, las pasaba a retirar. Entonces, comenzaba la selección entre fotos buenas, malas, fotos movidas y aquellas a las que algo les faltaba. Y la clásica: te reíste y cerraste los ojos ¡caramba!, estropeaste la foto.

ARTE POR ARTE

Cuando la cámara está entre tus manos, la comunicación con el aparato puede ser algo único. Los principiantes sacamos una y otra foto, disparamos a lo primero que se nos cruza. Al ver los resultados, entra el deseo de profundizar y mejorar las tomas. Es el momento donde, a veces, se elige acudir a un taller de fotografía, fotoclubes o salidas de práctica fotográfica.

Para ello, uno de los primeros temas es aprender aquello que las diferentes escuelas denominan leyes o reglas de la composición. Hay quienes dicen que son cinco, otros diez o también diecisiete.

Romina Ressia
    • Ley de horizonte
    • Ley de tercios
    • Ley de equilibrio visual
    • Simetría, contrapeso, el número tres, dirección y movimiento, perspectiva, ángulo de la toma

Veamos que el quid de la cuestión está en cómo distribuir eso que veo. Y lo más divertido , una vez conocidas las leyes, es la propuesta: “juega con eso que se llama composición”. Por un instante de absoluta rebeldía, podría decir algo así como que “el trueno antecede al rayo”.

INVERTIR EL RUMBO DE LA HUELLA

Romina Ressia, argentina, nació el 11 de marzo de 1981 en Azul, conocida también como la ciudad cervantina, denominada así en el año 2007 por la UNESCO. Después de finalizar sus estudios secundarios, Romina dejó atrás las huellas de su infancia y adolescencia y se trasladó a la Capital Federal.

Romina Ressia

Pese a haber estado interesada en estudiar en Bellas Artes, por presión de su familia, se orientó hacia las carreras de Licenciatura en Administración y Ciencias Económicas. Pero, culminado el cumplimiento de cierto mandato, rompió con el ámbito de las finanzas y comenzó a danzar con el anacronismo. Romina es una artista que combina la influencia renacentista con objetos contemporáneos.

Provocadora, al momento de ensamblar objetos, enciende la incomodidad. Disfruta de la ironía y de lo absurdo. Rompe con el clasicismo, propio de las pinturas de los grandes maestros, con elementos de la cultura pop.

La virgen rezando de Giovanni Battista Salvi da Sassoferrato, versión Romina Ressia

Por ejemplo, Ressia fotografió modelos con atuendos del siglo XV y XVI, a los que adhirió un par de patines colgados al cuello, pistolas de agua y bolsa con pochoclo. Así logra una simultaneidad exquisita entre el pasado y el presente.

¡LADRAN, SANCHO!

Diversas notas periodísticas informan sobre sus exposiciones en galerías europeas y en EEUU, y sobre las numerosas distinciones y reconocimientos recibidos por Ressia a nivel internacional. Ella misma suele hacer referencia a cómo su apellido italiano le ha abierto puertas en el Viejo Mundo, donde hasta realizó trabajos para «Vogue», de Italia. Pero, con la intención de abrir más aun el planisferio, ella destaca la importancia de las redes sociales como espacio de exposición permanente, y su agrado por llegar a un público amplio que cruza el charco en dirección a diferentes lugares del planeta.

Romina Ressia

Un dato más: en tiempos de pandemia, Romina incursionó en la pintura. Sin embargo, ha destacado que no le interesa el resultado de esas producciones, sino tan solo el proceso.

Finalmente, con todo este recorrido, Romina abre de un tajo en el pecho del deber. Ya en su infancia, en la casa de su abuela, contemplaba con interés una reproducción de “Las Meninas”, del pintor español Diego Velázquez. Me animo a imaginar cuánto de lo grabado en la retina de la infancia se desovilla ahora en producción propia.

 

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