Persistencia: Sobre Américo Aniello Salvatore Nunziata, la lucha por la palabra.
Por Marcela Castro Dassen
NACIDOS DENTRO DE UN VOLCÁN
“En el acoplado de un camión, yendo al trabajo voluntario en La Habana, con mi padre, la gente hacía ritmo todo el tiempo. Mientras cortaba caña, mi padre era un solo hombre con el machete. Agradezco su decisión de ir a Cuba y llevarnos. Tengo la imagen de él como un Quijote: arrebato de energía, voluntad, amor por la ciencia. El estudio. Investigación. Pasión deportiva. Principios. Tenacidad. Tenacidad, tano, napolitano… pude asociar cuando lo supe. Y, claro, el Vesubio, allí. Y, cuando mi hijo Dante me preguntó sobre los orígenes de la familia, le hablé de esta característica y del volcán. Por eso él, en su cuaderno de primaria, escribió: orígenes de la familia: origen volcánico.” (Sandro Nunziata)
Persistir en conductas, ideales, proyectos. Para sí y para otros. Todo está escrito con espejos, al decir de Alejo Carpentier. Espejos acomodados como en dominó. Así, ninguna imagen queda fuera del recuerdo vuelto lenguaje. Vamos, pues- como Alicia- hacia adentro del espejo.
MEMORIAS DE UN VIDRIO CON ESTRELLA
Américo Aniello Salvatore Nunziata. Impecable, descriptivo, con sentido del humor. De mi padre, fumador empedernido, solía decir “Marcelo respira por un agujerito”. Jamás olvidaré aquella oportunidad en que mi perro se escabulló en busca de la perra en celo del Dr. Nunziata. En su desesperación, el hombre arrojó una piedra, que se estrelló en el vidrio del vecino. Envuelto en ira, rescató – de entre su escaso vocabulario- al menos 25 insultos. Y Américo, a modo de toda respuesta, atinó a decir “Dr.- (el vecino también era médico)- entiendo que entre colegas universitarios debemos dialogar de otra manera”. Puedo asegurar que lo dijo con plena convicción de sus palabras.
Ahora que estoy dentro del espejo, lo sé. Américo no fue sólo un niño que tiraba piedras en los baldíos ni un defensor de títulos universitarios. Su persistencia en la corrección del lenguaje anduvo de la mano de sus ideales. A esos, ni aun dentro de los peores reflejos, los abandonó.
Su casa tenía más libros que muebles. Américo era, a mis ojos, “La revolución”. Le pedía una y mil veces que me repitiera sus relatos cubanos, su descripción de la muralla china. En esas fue que me presentó a José Julián Martí Pérez y a sus “Versos sencillos”, a Carpentier con su “Viaje a la semilla” y a Dulce María Loinaz, con “Yo dejo mi palabra en el aire, sin llaves ni velos”.
Paciente, serio, reflexivo: Américo. Nos recibía en su sencillo mundo de textos. Mi hermano y yo nos zambullíamos a leer, ávidos de su sabiduría. Él nos invitaba a su ordenada soledad, sólo a veces felizmente interrumpida por Dora, su amada esposa.
Abrazadora potencia de los volcanes que lo vieron nacer, pasión por el arte que acompañó su infancia.
“Ese, a quien yo llamaba simplemente papá, se llamaba Américo Aniello Salvatore Nunziata. Nació el 25 de septiembre de 1910, en Bologna, Italia. Fue bautizado por el Papa Pío X, dato que tendrá importancia por el giro que él mismo dará más tarde en su vida. Su madre, Rosa Sícoli, brasileña descendiente de italianos, había nacido en 1893. Se casó con Carlo Nunziata, artista italiano y empresario de teatro.” (Martín Nunziata)
DISTORSIONES DEL ESPEJO: AMÉRICO NACE LEJOS DE AMÉRICA
Carlo y Rosa Sícoli se conocen en Buenos Aires, en la pensión de la madre de Rosa. Desde allí, viajan a Italia, donde nació Américo. Como dentro de tantos espejos, no tardan en aparecer- en el azogue y en el brillo de la pareja- ciertas turbulencias. La separación definitiva lleva a Carlo hacia Brasil. Rosa reconstruye su imagen en otro espejo: conoce a Onésimo Bonomi, empresario teatral y dueño de “Amaro Monte Cudine” y “Montebar”, íconos de la época.
Mientras tanto, el magma comienza a arder en el joven espíritu de Américo.
Lo imagino niño, cuando asistía a El Salvador y al Lasalle; lo imagino, después, en un auto con chofer, cabina aparte. Premio de religión, monaguillo. Lo imagino también con la mirada transparente, con la mirada atenta sobre otros niños que, al vocear diarios, anuncian diferencias de clases. En esos pregones se abrían las brechas que exigían una explicación primero; una acción, después.
Américo recurrió a quienes tenía. No encontró la respuesta en Dios, muy a pesar de su bautismo papal. Huérfano de doctrina, se dispuso entonces a reconstruirse en el caldo de lo real. Inteligencia, sensibilidad y coraje para la transformación le permitieron dejar aparecer al nuevo Américo, dentro de los contornos del Viejo
ALQUIMIA DEL ESPEJO
En esas mutaciones andaba, cuando eligió el arte de curar. La facultad de medicina era poco territorio, frente a su deseo de servir. Tampoco lo seducían los negocios familiares, ni el ofrecimiento de su padrastro, Bonomi, de ser su albacea testamentario. La medicina práctica sí fue un espacio donde se encontró a sus anchas. La ejerció en la persistencia de sus ideales, siempre que lo dejaron. Medicina hospitalaria, generosa.
Dos imágenes reflejadas con la misma fuerza: su excelencia médica y su condición de comunista. La primera, opacada por el Estado, al que le entregó el saber. En el azogue, sus pacientes. El agradecimiento se tradujo alguna vez en una gallina viva colgada de las patas. Y, otra vez, cuando Alberto J. Armando- a quien Américo le había salvado la vida luego de un accidente de tránsito-, le obsequió un auto 0 km., que desplazó a un viejo Morris Ten.
Bella imagen, excepción a la regla:
“También sucedió que condiscípulos suyos, alumnos de su gran maestro, Ricardo Finochietto, usaban la condición de comunista de papá, para que no fuese reincorporado al Hospital Rawson del que había sido cesanteado. Papá recordó siempre con gratitud al Dr. Jorge Taiana, (padre) quien, siendo peronista, reconoció la calidad profesional y humana de papá y se jugó por su reincorporación. (Martín Nunziata)
Discípulo y continuador de las técnicas de Ricardo Finochietto, con quien escribió “Asistencia a los enfermos hepatobiliares”, libro utilizado en diversas universidades del mundo (Barcelona, Harvard). La primera edición es de El Ateneo, en 1942. Américo, solo tenía 32 años.
Para ese tiempo, del bautismo papal apenas quedaba el recuerdo. Por entonces, se autodefinía como ateo consumado y elegía afiliarse al Partido Comunista Argentino. Américo consecuente. El ejercicio hospitalario, gratuito y público de la medicina debía extenderse a todas las disciplinas. En su afán universalista, Américo trabajó como Profesor de la Cruz Roja. Allí, en una encrucijada de espejos- el encuentro fue durante el mismo año en que se edita su libro- conoció a Dora. Hitos de vida y una historia de amor que merece su propia nota: “Fue un amor a primera vista que duró 41 años”, dice Dora.
“De ellos, nacimos 4 hermanos varones que, sucesivamente, fuimos generando la expectativa nunca cumplida con ropita rosa y de llamarnos “Margarita”. Eduardo, el mayor, nació el 10 de marzo de 1946; Martín, (yo) el 29 de julio de 1947; Ricardo, el 6 de noviembre de 1948 y Sandro (Alejandro) el 7 de junio de 1951.” (Martín Nunziata)
ESPEJOS VELADOS
El 17 de octubre de 1945 los encuentra en la quinta de Anne Marie Heinrich. Nina Castagnino, esposa de Carlos Castagnino, les avisa que una multitud se había congregado en la Plaza de Mayo y reclamaba la liberación de Juan Domingo Perón, detenido en Martín García. Dora- embarazada de Eduardo-, Américo y sus amigos se acercaron al lugar. En medio del azogue roto, los espejos complotados y la represión armada, Américo –herido- fue en busca de un amigo desaparecido. En un rincón, descubrió el cadáver del Dr. Mauricio Ottolengui. Ese día es el primero de tantos. Palos en la rueda persistente, que no se amilana ni aun cuando lo detienen por pedir solo un minuto de silencio en memoria del colega fallecido.
Intolerancia no es persistencia. Ser comunista en nuestra Argentina puede ser la historia de una odisea.
PISAR ESPEJOS ROTOS
Cesante en 1950 del Hospital Rawson, fue despedido con un aplauso por los médicos y el personal. Se sabe que los deseos fuertes y los reconocimientos públicos nunca alcanzaron para evitar la ignominia.
Ese espejo del poder es el que lo llevará preso a la cárcel de Olmos durante la llamada “Revolución Libertadora”. De allí es trasladado a la embarcación “El París”, fondeada a 5 km de la costa. Un grupo de hombres condenados por su ideología. Durante un mes seguido, Dora le enviaba flores, que Pugliese colocaba sobre el piano de a bordo.
Como se hacía con los locos durante la Edad Media, cuando se los condenaba a naufragar en el espacio más amplio- el océano- a Américo le tocará un modelo más moderno y estrecho de aquel castigo. Durante el Gobierno de Frondizi, pasará un mes y medio detenido en otro barco, el carguero BDT7. Allí, las condiciones serán mucho peores que durante el primer encierro. Y nuevamente Dora pondrá la música. Desde la costa, sentada en el muelle, sacaba su acordeón e inundaba la distancia con melodías. Notas espejadas en el aire, esperanza de que Américo las escuchase y supiese que allí estaba.
“Es que Dora nos lo contó varias veces y de un modo tal, que hoy mismo- al evocarlo- se me llenan los ojos de lágrimas” (Vivi, esposa de Martín Nunziata.)
De barco en barco, el asunto terminó en tierra no tan firme, dentro de la cárcel de Caseros. Y, tras su liberación, vuelta al ruedo.
UN ESPEJO DONDE NACE LA ESCRITURA
Nada detiene al magma. Entre reja y reja, en mayo de 1956, presidió la Delegación Cultural Argentina del Partido Comunista. Así viajó a China, a la URSS, pasó por París por y Checoslovaquia. Yo era pequeña. Pero los espejos que nos reflejan a esa edad, aunque se distorsionan, nunca se pierden en ninguna curva del tiempo. Recuerdo sus relatos de la “La gran muralla China”. Tal vez, esa fue la primera oportunidad en que un texto- oral, en este caso- me puso frente a la potencia de las palabras para crear imágenes. Vi, claramente, lo minúsculo que se sentía Américo frente a más de 4000 km de paredón- alguna vez fueron 7000-, construidos a través de los siglos. Eso que insistía en el tiempo de la piedra se trasladó hasta mí durante el tiempo del viaje de regreso a América y llegó a mí en las palabras de Américo. Dentro del espejo de su relato, nació mi escritura.
Y, aún hoy, al escribir esta nota, el reflejo y el azogue de ese día me saludan. Así, reinventan y trasmutan mi imagen, mientras mi palabra avanza, hasta este punto. No final.
ESPEJO CONTINENTE.
Américo, nombre continente.
Un lugar en América en el que sus ideales y su vocación se fundieran y volvieran compatibles.
Una Argentina donde convivían el Dr. Taina, Ricardo Finochietto, y “Tacuara”, “Tradición, Familia y Propiedad”.
Más vidrios rotos, ahora no por las manos inexpertas del Dr. Nunziata al defender la virginidad de su hermosa pastor alemán, sino por disparos en su hogar.
En 1959 triunfó la Revolución Cubana. Los ojos del mundo se focalizan por un rato en imágenes claras o distorsionadas. Lo cierto es que, para muchos, nace una esperanza.-El sueño de una América más justa. Ese año nací. Y, hasta el día de su muerte, en 2001, mi padre se emocionaba al recordar aquel 1º de enero de 1959, y a los niños cubanos saludando con el grito “Seremos como el Che”, ya en 1997.Las reservas, las deudas de la revolución quedarán para las tertulias. Aquí nos ocupan la vocación de Américo, la unión del magma de sus ideales y su vocación de curar.
“A mediados de 1961, la naciente revolución queda prácticamente desmantelada de profesionales y técnicos. Hizo, entonces, un llamado internacionalista a los pueblos del mundo, a los partidos políticos progresistas y de izquierda, solicitando ayuda solidaria.
El PC argentino recurrió a sus afiliados. Un médico que había sido designado estaba muy enfermo y le propuso a papá tomar la posta. Consultó con mamá, quien inmediatamente le dijo que sí y, en poco tiempo, junto a una delegación de argentinos, papá partió en un viaje previo a Cuba. En la Habana, se entrevistaron con el Che, quien les planteó la necesidad de contar con ellos y, a la vez, les señaló los límites que tenía Cuba para contratarlos en términos de los magros sueldos que la Revolución podía pagar. Todos aceptaron, sabían a qué iban. Papá sólo le planteó al Che que no quería abandonar a sus dos perras, a lo que éste le respondió sonriendo: “Tráigalas, Dr. Yo no soy ministro de perros, pero seguro que no habrá problemas”. También tuvieron un encuentro coloquial con Fidel.
A su regreso, mamá organizó una gran feria americana y puso en venta todo, o casi todo. Menos la casa, que se alquilaría.” (Martín Nunziata)
Y allí partieron los seis, con las dos perras, a un destino incierto.
Me avergüenza decir que “conozco” Cuba. En esa isla que se reflejó en infinitas imágenes, innumerables textos, fui turista. Muy lejos de eso estaban los Nunziata. Ni turistas ni exiliados: Voluntarios deseosos de ayudar. Una gesta que cambiaría radicalmente su vida. Desconocida por la mayoría y nada reconocida por la historia.(1)
El viaje fue una sucesión de vicisitudes, entre las que se cuenta la de Américo corriendo a sus perras en el Aeropuerto de Galeao, Brasil, luego de partir desde Uruguay, seguir a Trinidad y Tobago, para finalmente aterrizar en suelo cubano. Aeropuerto de Rancho Boyeros.
Algunos meses pasaron hasta que la familia tuvo un hogar. Una casa en Alta Habana, en ese momento 15 km de la Ciudad. Y entonces Américo se lanza de nuevo a la labor. Trabajó en el Hospital Manuel Fajardo como Jefe de Ortopedia, y en la Universidad como profesor invitado. En 1965 Médico, en el Hospital Naval de La Habana. Qué lujo para los cubanos, lujo del que se vieron privados tantos argentinos.
La isla, espejo en la esperanza de muchos, azogue en el rechazo de otros tantos, dio sal y pimienta a la vida de Américo. Los sabores amargos vendrían mas tarde.
Foto vívida, recreada en la imagen de la retina: En la Plaza de la Revolución, al pie del Monumento a José Martí, muy cerca de Fidel, el Che y de Raúl, estaba presente toda la familia Nunziata. Eso fue en la Primera Declaración de la Habana. Cuba se declara “Socialista y Primer Territorio Libre de América”.
Movilizados en la “Crisis de los Misiles”, ocuparon puestos de lucha. Todos, incluso la bella, enamorada y comprometida Dora. ¿Hubiera sido más hábil Américo con el fusil que con la piedra? “Estudio, Trabajo y Fusil”, premisas cumplidas.
Dora, primera mujer extranjera que tuvo el cargo de Secretaria General de la Federación de Mujeres Cubanas en Alta Habana. Dora alfabetizadora en un país que hoy tiene el mayor porcentaje de universitarios. Dora fundante. Enseñó recetas de cocina, incorporó la huerta familiar a una sociedad victima del embargo comercial, económico y financiero desde 1960.
Y Américo, persistente en sus ideales, salvaba vidas. Hizo mucho más que difundir, eso lo hace cualquiera. Las suyas no fueron sólo palabras, lo suyo resultó comunismo vivido por elección. Y, por eso en 1966 representa a Cuba nada menos que en Italia, su país natal, durante el Congreso Internacional de Ortopedia. Un año después, Martín, con 20 años, regresó a Argentina a cumplir con el servicio militar obligatorio. Mejor colimba que desertor. Al poco tiempo lo siguen Américo, Dora y dos de sus hermanos.
Y aquel compromiso solidario, que tenía un plazo de un año, fue de seis. A Américo le costaron algunos aspectos de la idiosincrasia cubana, no lo compartía todo. De cualquier forma, el de Cuba fue un ciclo cumplido, sostenido por sus principios y su ideología en esta dura etapa de la Revolución, que cambiaría la vida de toda la familia, espejándose en cada uno de sus éxitos y de sus fracasos.
ESPEJOS PATAGÓNICOS.
El Che moría en Bolivia y asumía Onganía en Argentina. Las imágenes recorrían el mundo, ganaba por varias millas la del Che. Mientras tanto, Américo andaba “proscripto” como médico por la “Ley de represión del comunismo”. Inhibido de ingresar en hospitales públicos. Rechazado en los sanatorios privados por quienes habían sido sus discípulos. Por eso, la familia alquilaba un pequeño departamento en Buenos Aires, a la espera de recuperar su casa en San Isidro, alquilada seis años antes. Allí decide Américo venir a Río Gallegos, a 3000 km de su familia. Y es, en esa dura etapa de su vida, en que del otro lado del espejo esa niña que fui se nutrió de todo él.
“En Santa Cruz hay 100.000 habitantes en 243.943 km 2 Eso no quiere decir que cada 2,5 km haya una persona saludándote”. Frase inolvidable.
Es durante esa época y en solo 3 años, cuando Américo dejó su huella imborrable. Amigos para el resto del tiempo, Marcelo Castro Dassen, (mi padre) Pío Carlos Martínez y su familia, los Baletta, familia de campo, colegas y, como siempre, sus pacientes. Por entonces, comienza la primera experiencia de Américo en un consultorio privado al que le puso igual dedicación y generosidad que a su trayectoria hospitalaria.
Hoy, con la historia completada por la generosidad de Martín y Sandro Nunziata, me estremece el darme cuenta de la feroz batalla espiritual del hombre. Dora, en Buenos Aires, cocinaba para casamientos, fiestas, luchaba por sacar a su familia adelante. Sus hijos, imposibilitados de terminar sus estudios. La sola mención de Cuba cerraba todas las puertas. “La peste del comunismo, aislamiento y persecución.”
Uno de sus hijos permanecía en Cuba. Y Américo, entero para brindarse a los demás. Obsequiaba la palabra, abría páginas inolvidables, prestaba su sillón y su biblioteca. No sólo él festejaba la llegada de Dora. Los amigos la esperábamos. ¡Sus manos eran mágicas! Tejía hermosas mantas al crochet. Yo iba con mi ovillito y mi aguja a aprender. No superé el cuadrado pero, al menos, aprendí el punto cadena.
Cocinaba lo que le dieran como manjar. A una de sus tortas la “patentó” Doriaike. “Aike”, en idioma tehuelche, significa lugar. Lugar de encuentro.
LA SUMA DE LAS IMÁGENES
En 1971, la familia vuelve a encontrarse en su casa de San Isidro. El pequeño consultorio privado era la esperanza en tiempos de paz. Américo se siente opacado por la muerte de Salvador Allende y las mil esquirlas que ultrajaban la vía pacífica al socialismo bombardeado en La Moneda. Y, mientras tanto, en nuestra Argentina, “Cámpora al Gobierno; Perón, al Poder”, nueva ilusión de corto aliento. Un suspiro en el espejo. Pero las cosas no terminarán ahí. Como un nuevo “bis” de nuestras viejas derrotas, hizo entonces su aparición en escena la AAA y se instaló el terror para quienes tendían a la izquierda en sus ideas. Con la asunción de Videla, en 1976, Vivi- embarazada de 8 meses- es despedida del colegio en donde trabajaba, con el “argumento” de que no estaba casada por Iglesia. Su hija, Ianina, nació el 27 de septiembre de 1976, con una discapacidad severa. Entonces, mientras Américo y Dora cuidaban a Fernando y Pablo- los otros hijos de Martín- en Villa Adelina les destrozaban su casa y les robaban todo, en un operativo militar organizado.
Ellos se salvaron de la muerte y, ante esa “advertencia”, malvendieron la casa familiar en una extraña operación. Luego sabrían: aquella era una empresa en la que se combinaban una inversora y el operativo militar. Sobran las palabras.
Américo y Dora quedan, así, recluidos en un mínimo departamento. Martín y Vivi, ante la imposibilidad de irse del país, comienzan una dura vida en el Delta. Ese fue su “exilio interior”. En cambio, Ricardo anduvo por el Amazonas. Sandro fue rescatado por la danza y Eduardo vive aún hoy en México.
“Papa murió el 12 de octubre de 1984. Me pidió que cerrara la sala del velatorio, que no quería discurso alguno, que eligiera el cajón más ordinario y que quitara el crucifijo y las broncerías. Quiso ser cremado y me pidió que arrojara sus cenizas al río Paraná. Así lo hice. Al mes, mamá me pidió que la llevara hasta el Paraná para tirar flores. Complací su deseo y, con mucha paz, cumplimos el ritual.” (Martín Nunziata)
Un tiempo después, Ricardo se arrojó desde un octavo piso Y Dora lo sobrevivió, fortaleza emocional que suma reflejos ancestrales, tal vez.
“Ricardo no estaba escondido. Aunque, al ver su caída…virtual…real…, estaba escondido en algún lugar o perdido o habitando otros. Lo que percibíamos era una cáscara” (Sandro Nunziata)
MI PROPIO ESPEJO
Mi querido Américo, como buena abogada, quise hacerte justicia. Escribí, indignada por la falta de reconocimiento a un grande; a un hombre que no claudicó ni ante la adversidad de tantos espejos rotos.
Cuando la palabra “persistencia” me trajo tu nombre, lo primero que hice fue preguntarle sobre vos al Sr. Google- a quien no hubieras querido conocer-, segura de que encontraría, al menos, 20 links. Pues no, solo dos breves referencias. Una sobre una carta que se subasta en Londres, creo, donde el “Che” los menciona. Y otra: algunas notas respecto a publicaciones médicas. Ninguna referencia a tu estancia en Cuba por más de seis años, a tu actuación como médico hospitalario en Argentina, nada. No esperaba menos de Wilkipedia. Eso sí, me permitió ponerme en contacto con Martín, con Vivi y con Sandro.
Y, si de persistencia hablamos, los 3 nombres encajan como las piezas faltantes de un rompecabezas. Justos, respetuosos del espacio del otro, suman a la imagen total. Y completé mi historia. Y tal vez sumé algunas anécdotas infantiles a la vida de Américo. No hay otra palabra, “GRACIAS”
REFLEJO EN SU HIJO MARTÍN(1)
“Cualquiera sea la idea que se tenga de Cuba, cada vez que se habla de la calidad de su medicina y de su persistencia como sociedad, me acuerdo de la tarea y el compromiso de mi viejo formando médicos, fiel y coherente con sus principios. En este sentido no hay ninguna contradicción. Decía mamá, que uno muere del todo cuando mueren los recuerdos. Aún me encuentro con gente que me hace referencia a cuando papá lo operó o le salvó la vida a algún pariente o conocido; otros que lo recuerdan por su compromiso. A pesar de tantas tristezas, nuestras historias me siguen pareciendo conmovedoras y trascendentes. Amo a mis padres. Tuvieron muchas más virtudes que defectos. Ojalá yo haya cometido menos errores con mis hijos, cosa que no sé. Y ahora sí puedo decir que Cuba es mi segunda patria. No fue un error. Más allá de lo que pueda ser hoy. Haber ido a Cuba fue una ilusión, una utopía fantástica, como toda la década de los ’60. Cuba no tuvo la culpa de los golpes de estado criminales que nos tocó vivir en Argentina. Con la ayuda de mi memoria, los apuntes de mamá, el amor y los deditos de mi amada Vivi, he tratado de transmitir aspectos de la vida de mi papá.”
POSDATA
Y sí, un poco abusé de la generosidad de sus hijos y de su nuera. Esto dijo Vivi:
“Hola, soy Vivi: Yo sí te voy a hacer un comentario sobre tu escrito: Me gustó mucho desde dónde encaraste el relato. Me sorprendió al principio, porque yo estaba imbuida en el aspecto biográfico y algo despersonalizado donde Martín trató de reconstruir una crónica de vida. (ni te imaginás la cantidad de reflexiones, emociones, alegorías, analogías, cantidades de hechos, comentarios que se nos presentaban evocando la historia vivida, a medida que íbamos transcribiendo a la compu lo recopilado por Martín. Y todo eso fue dejado de lado, más todo lo que ya había segado Martín cuando hizo su borrador)
Después recordé que tu trabajo es para una revista literaria ¡y me encantó cómo lo encaraste!
Una sola cosa me atrevo a decirte, desde mi emocionalidad descarnada: No es lo mismo hacer música con otro médico (que en realidad la acompañó para que no fuera sola -lo que no es poco-) a que Dora se sentase en el muelle, sacara el acordeón (no es un instrumento cualquiera) y tocara melodías con la esperanza de que Américo la escuchase y supiese que ella allí estaba. Es que Dora nos lo contó varias veces y, de un modo tal, que hoy mismo- al evocarlo- se me llenan los ojos de lágrimas. “
NOTA ASOCIADA: CARTA DEL EMBAJADOR
Feliz y agradecida .
Emocionado hasta las lágrimas al leer un excelente trabajo literario con una biografía hasta ahora oculta, que es nada más ni nada menos, la de mis padres.Muchas gracias por sacar a la luz por primera vez esta historia.
Gracias a ustedes Martín¡ Ha sido para mi un increíble experiencia la de conectarme con esta historia de vida. No saben todo lo que trajo consigo, no solo para ustedes como familia, sino para mí misma, para mis hijos.- Es gratificante saber que existieron hombres como Américo, y que existen personas como vos, Sandro y sus familias¡
Gracias Martin¡ Fue para mi una hermosa experiencia recorrer la vida de un grande, y encontrarme con ustedes.
Gracias Marcela, aunque no nos conocemos, por tu bello esfuerzo de reconstruir la imagen de un inprescindible, y devolverlo a la memoria colectiva. Gracias Martin, Viviana, y Sandro por estar ahi todavia. Con los ojos llenos de lagrimas, Companero Dr. Americo Nunziata, PRESENTE!!!
Emocionada. Gracias Vivi por comentarme esta nota , gracias Martin y Sandro por compartir siempre sus viviencias , recuerdos que siempre estan de momentos compartidos con Americo , Dora y Ricardo.Mi vida seria distinta de no haberlos conocido .
Gracias Marcela y abrazos a Martín y Sandro.
Hola,
Recien ahora leo tu artículo. Soy Silvia Braslavsky. Conocí mucho a Américo Nunziata siendo muy pequeña. El trabajaba por las tardes, junto a mi madre, Berta Perelstein, en el Instituto de Relaciones Culturales con la Union Soviética (IRCAU). Mamá y Américo fueron camaradas y amigos. En 1953, estando mi padre, Lázaro Braslavsky, muy enfermo, y mamá de viaje en la URSS (volvió en enero de 1954), Américo y otros camaradas pasaron muchas noches en casa cuidándolo. El 14 de mayo de 1954 papá falleció y en casa estaba precisamente Américo conversando con Berta. Guardo de Américo muy gratos recuerdos. Su personalidad era muy fascinante.
Hola,
Recien ahora leo tu extraordinario artículo. Soy Silvia Braslavsky. Conocí mucho a Américo Nunziata siendo muy pequeña. El trabajaba por las tardes, junto a mi madre, Berta Perelstein, en el Instituto de Relaciones Culturales con la Union Soviética (IRCAU). Américo y mis padres fueron camaradas y amigos. En 1953, estando mi padre, Lázaro Braslavsky, muy enfermo, y mamá de viaje en la URSS (volvió en enero de 1954), Américo y otros camaradas pasaron muchas noches en casa cuidándolo. El 14 de mayo de 1954 papá falleció y en casa estaba precisamente Américo conversando con Berta. Guardo de Américo muy gratos recuerdos. Su personalidad era muy fascinante. Te agradezco esta multitud de recuerdos.