Viaje alrededor de un punto: Conversación con María Negroni
Entrevista: Víctor Dupont, Federico Barea, Gabriela Stoppelman, Lourdes Landeira
Desgrabación: Federico Barea
Edición: Gabriela Stoppelman, Lourdes Landeira
Fotografía: Santiago Resnik
LA NIÑA
(PARTE I)
“Algo nos empuja sin pausa, nos tiende un puente que es también muralla”
“Hace falta mucha infancia”
Cuando ella llegó, veníamos de un viaje largo, lento e intenso. De tanto jugar con citas, habíamos logrado tender algunos puentes. De libro a libro, de María Negroni, se desplegaban pistas de autitos, muñecas de trenzas largas, sueños de santas, anunciaciones de ausencias, cajitas llenas de miniaturas. Desperfectos. Juguetes rotos. Voluptuosos pedacitos de fugas, amores feroces, trozos “de alfabetos llenos de dudas”. Fisuras. Plegarias. Un boleto de calesita. Un poema.
De tanto en tanto, los puentes se nos quebraban. Increíblemente, lográbamos rearmarlos con vacíos, silencios, faltas. “(…) pensar es adivinar. (…) lo importante, ahora, es cuidar el vacío (ninguna pasión, ningún plan de viaje, ningún apego a una cosa concreta), mezclar lo ruin, lo erótico, lo culto y hallar una forma que estribe en la ausencia de forma. ¿Será posible?
Inmediatamente, María ofreció sus ojos al juego. María Negroni llegó con mucha mirada. La jugaba alrededor de la mesa, como quien intenta conocer al resto de los jugadores, pasándoles las fichas, las cartas, las cifras. Había, en la mirada, un recorte de tarde de domingo en Buenos Aires, un reclamo para que abrieran los gimnasios y las bibliotecas, para que la ciudad se desperezara por fin de su calma chicha, de su modorra de fin de semana, y se pusiera a ritmo de juego.
“Es preciso encapsular el secreto, rodearlo de silencio, cristalizarlo en un relicario. Es preciso también que el relámpago (…) invente su mansión privada, íntima, donde el objeto hallado reverbere en su propia red de constelaciones. “
LA INFANCIA DEL VACÍO
La idea es ir tirando un poquito los temas y ver cómo podemos conversar sobre el “Viaje alrededor de un punto”. El primer asunto que nos pareció relevante, en la lectura de tus libros, es la importancia del fragmento, el trozo, lo que falta, lo inepto. Esa presencia de una exaltación de la falla, de la carencia que, paradójicamente, da la posibilidad de acceder al todo. Y ahí está la posibilidad de vincular tus temas al nuestro, podríamos decir en este caso “viaje alrededor de una miniatura”, o “viaje alrededor de un pedazo de algo”, poesía.
Sí, también podríamos hablar de viaje alrededor del vacío, ¿no? Es otra manera de decirlo, que como dije alguna vez es algo lleno. No sé, se me ocurre decir que, por suerte, hay una grieta entre el mundo y el lenguaje. O sea, el lenguaje no alcanza. El significante siempre es menor a lo que puede referir. Entonces, digamos, en la falla o imposibilidad de abarcar, se abre una grieta, que no se puede llenar, nunca. Por un lado, entonces, hay un fracaso en la tentativa de nombrar. Pero, por otro, se puede ver de una manera positiva, porque esa insatisfacción vuelve a relanzar el deseo, que es lo que lleva a querer decir. Yo lo vería como una especie de fracaso, no sé si decir eficaz o feliz, ¿no? Pienso en Sísifo, yo veo la figura del poeta como Sísifo, alguien que arrastra la piedra, llega y- en el momento en que la deposita- se le vuelve a caer. Por eso no existe en realidad, para mí, la figura del poeta. Poeta se es solamente en el momento en el que estás subiendo la piedra. Ni antes de subirla, ni cuando se te cayó. Ahí estás en el desierto. Ahora, la cuestión del fragmento y los trozos, eso no sé muy bien cómo podría explicarlo. Me parece, a ver, que todas las obras de arte, todas crean miniaturas de mundos. Los poemas son microcosmos. Como decía Baudelaire, el poema es un sueño de piedra. De piedra, quiere decir que puede ser bellísimo, horrible, espantoso, lo que fuere, pero de piedra. Hay una tensión ahí entre el arte y la vida. Pero crear ese tipo de mundos autónomos nos da una ilusión de control, nos permite huir por un momento, de la fugacidad, de lo efímero de la existencia.
Pero, la experiencia, la no cotidiana, la que no está sometida al cambio permanente, es el punto hacia el cual el poema fuga, aunque hay una relación ambigua con la cotidianeidad.
Claro, por supuesto, como decía Gelman: El poema es la ceniza que cae del pucho, el pucho siendo la vida ¿no? O sea, sí, obviamente que esa tensión está; sin ese magma no hay arte tampoco.
¿Hay una diferencia entre experiencia y experiencia poética, o la experiencia poética sería como una experiencia en sí misma?
Es una pregunta muy difícil. Yo creo que hay una tensión entre estos dos tipos de experiencia. La experiencia poética, que es parte de la vida, es una clase de experiencia. Pero yo creo que no es lo mismo escribir que vivir.
¿Qué se entendería por experiencia? “En ese espacio, a salvo del contacto con la experiencia, algo maxiimiza las posibilida de ver” En este sentido, me parece que la experiencia a veces es vista, en tu obra, no sé si como algo negativo, pero sí como algo que obstaculiza, cuando uno está metido ahí adentro, el contacto con alguna otra cosa.
No, me parece que, la experiencia no es negativa. La experiencia es parte de… Sin la experiencia no hay nada. O sea, la experiencia es lo que tenemos que atravesar todos. La experiencia es el viaje. No hay poema, ni literatura, ni arte, sin la vida. Yo no estoy oponiendo por un lado la experiencia y por otro lado la escritura .Eso sería una falsa dicotomía. Ahora bien, como decía Clarice Lispector escribir es horrible, es dificilísimo.
Claro, una tensión pero no de opuestos.
No de opuestos, no. No podría existir la poesía si no hubiera la experiencia. Ahora, de ahí a creer que la poesía puede “salvar” (ente comillas), que puedo, como decía Pizarnik, escribir el cuerpo del poema con mi cuerpo…. Un flujo hay,sí, pero como se probó en el caso de ella, no logró fundirse en el poema, no lo pudo hacer, aunque era su deseo..También los surrealistas, intentaron borrar las fronteras entre el arte y la vida, sin lograrlo. No soy muy optimista en este tema.
ANUNCIAR LA CRIATURA
“La realidad es un ansia infinita”
¿Habría algo de esas tensiones en “La anunciación”? Me refiero al planteo de la acción revolucionaria y, en cierto sentido, de la imposibilidad de la acción revolucionaria del poema
Sí, la Anunciación es como una especie de tsunami de tensiones. Si te fijas, todo está ya en la dedicatoria del libro (A “Humboldt” que acaso sigue vivo en las palabras no escritas). Plasmar el poema sería una especie de escritura del adiós. Uno se despide, de cierta manera, expulsa esa experiencia que vivió, la transforma en otra cosa. A su vez, esa experiencia te expulsa, porque todo lo que está ahí ya no te pertenece .El libro es una especie de ente, de criatura, si querés.
Te iba a preguntar por eso de quedar afuera, eso quizás tiene que ver con un tipo de vacío, una relación con el vacío que vos mencionás una y otra vez, acá y en “El sueño de Úrsula”.
Sí, bueno, antes de pasar a Úrsula, quería decir.., otra cosa. La cuestión de la relación entre la escritura y la realidad, en especial la política. La posibilidad de actuar sobre la política
En “La anunciación” hay un momento en que se dice algo así: “no me gustan las palabras grandilocuentes, ni las palabras solemnes”. ¿Cómo ves la relación entre literatura y política?
Depende de si mirás la literatura como una cosa utilitaria. La literatura no es utilitaria, tiene que ver con otra cosa, con una especie de búsqueda que se hace a través del lenguaje. El lenguaje es un medio y lo que hace, es una cosa mucho más sutil. La escritura desmonta las maneras convencionales de mirar la realidad, la desmonta, la desarma. Entonces, echa por tierra cualquier posibilidad de pensamiento autoritario, sin fisuras. Y, cuando digo autoritario, no me refiero solamente al discurso político, sino a cualquier discurso porque todo es político, todo, el discurso íntimo también lo es. por supuesto.. El discurso que dice “esto es así”, asertivo, es autoritario. Venga de donde venga. Por eso, el poeta en general, o la poesía, nunca tiene un lugar. Hay casos extraordinarias… el de los poetas románticos alemanes, por ejemplo, que son revolucionarios mientras dura el camino a la revolución. Que tiene que ver con el cambio, con el desmontar. Y cuando el poder se instala, se quedan afuera. Inevitablemente. Claro. Y después está la cuestión de lo que vos decías, Fede, de los discursos claramente políticos. Yo creo que son aquellos discursos válidos en la medida en que provienen de algún ser, de un poeta que esté atravesado por la necesidad de ese discurso. Gelman es un caso, por ejemplo, pero hay muchísimos más.. Yo no creo en aquellos que dicen “ah, voy a escribir un poema político” sino en los que no pueden no escribirlo.
Claro, del mismo modo en que por ahí un enamorado no puede no escribir en relación a esa pasión amorosa. Porque hay una absoluta necesidad.
Absolutamente. No es que uno decide voy a escribir un poema de amor. Si no siento nada por nadie, no va a funcionar. O cuando la gente te dice “Ah, tengo una historia buenísima, te la cuento, vos escribíla” Claro, es imposible. (Risas)
ÚRSULA: JUEGOS DE LA MEMORIA
“Si no deja de tocarme –pienso–, abrirá en mí una distancia, un abismo presuntuoso (como el que aparta a una piedra de sí misma). Acabaré tratando de robarle una forma, de inventar un sentido, de decir lo que no debe decirse –bajo ningún pretexto– en palabras. Me perderé.”
Quería volver con Úrsula
Sí, volvé.
“El viaje desconcierta, destruye, purifica, en espera del desconocimiento mayor. La revelación de lo que fuimos antes de la memoria”
Bueno eso tiene que ver con lo real con mayúsculas. Es decir, con lo insondable de la existencia. Lo que esta antes de la memoria, incluso antes de haber nacido, antes de estar en este mundo. No me acuerdo cómo es la frase pero la idea es que el viaje, la vida, con suerte, va purificando. Purifica en el sentido de que va dejando capas, va entendiendo, va complejizando las preguntas que se hace. Desconcierta, purifica y permite volver a eso que existía antes de la memoria. No la memoria que tiene que ver con la vida chiquita, con el pequeño yo, con esto que somos en este momento. Me parece que hay una cosa mucho más grande, ¿no? Que estuvo, está y estará. Y la relación de eso con lo innombrable…Si logramos entender algo, tal vez podamos volver a eso que está antes de la memoria, antes de nuestro nacimiento histórico.
Hablabas, en algún lugar, no recuerdo en cuál de una profecía retrospectiva.
Ah, sí. De la escritura. Esto me pasó. Comprobar que la escritura más rápido que yo. Por lo menos, que yo. Entonces, escribo cosas y no sé exactamente qué estoy diciendo. Y muchas veces se me ha probado, como hacia atrás, que yo sabía algo sin saberlo.
¿Tiene que ver, acaso, con eso que vos llamás epistemología de la ignorancia o de no saber?
Mmmm… no, no tiene que ver con eso. Aunque la idea de que la poesía es una epistemología del no saber me interesa. No como una ciencia del conocimiento sino como la ciencia de ir hacia la ignorancia. Y otra vez la misma idea: desmontar, desarmar… volver. Volver a lo que no sabemos. Una de las cosas sobre las que yo insisto en mis talleres de escritura es que, en realidad, se escribe desde lo que uno no sabe, no de lo que sabe.
Se saben después. Muchos empiezan a escribir creyendo que los mueve un argumento o una imagen. Y menos mal, porque eso alivia. Si partís de que vas a buscar lo que no sabés,
Pero es eso, la verdad es eso. Toma un tiempo, pero hay que decirlo, ¿no?
JUEGOS DE NIÑA ALQUIMISTA: DE IMANES, ATRACTORES Y COAGULANTES.
“Prestar mucha atención (la vida es una tarea ardua y maravillosa). Y no olvidar que el lenguaje es uno de nuestros dones más paradójicos, porque eso mismo que nos limita a veces como una jaula puede, a condición de que se lo haga bailar y sufrir y emocionarse, revelar por un instante, efímero y eterno, lo que no puede decirse. Nada más importa. La poesía es una lucha contra las palabras y su fracaso es espléndido.”
Bueno, en ese sentido, en esas imágenes -disparadores. Por ejemplo, en “El sonido y la furia”, de Faulkner. Él escribe a partir de la imagen de una nena, de las bragas de una nena subida a una escalera, mientras recolecta una manzana; o en el poema de William Carlos Williams, del carro de manzanas. A fin de cuentas yo no sé si es antes el poema o la imagen… O como vos hacés en “Elegía a Joseph Cornell”,justamente. Lady Godiva en miniatura, la niña esa del caballo blanco, con el pelo largo, vos decís que es una imagen que, de alguna forma, cuando la ves, sentís que precede y antecede. Que está también, no sé, como que ya existía en tu imaginario y, cuando la viste, fue “tac”, como un coagulante.
Claro, sí, hay mucho de eso.
Pero hay una consciencia muy clara cuando se repite, aunque no se repita igual, cuando esa coagulación sucede. Después, ya el traslado al papel es otra cosa.
Pero, a ver. Sí, vamos a tomar el caso de “Cornell”, que es muy interesante en cuanto a su gestación. En realidad, en uno de mis viajes a Buenos Aires, yo me reuní con un galerista, Jorge Mara, que tenía un proyecto de armar una colección… que nunca se hizo, no existió… Pero mi libro sí. Como me lo propuso, yo lo hice. El me había dicho: “voy a invitar a distintos escritores para que elijan una imagen,”. Creo que Edgardo Cozarinsky, también invitado, eligió una fotografía de su abuela. Elegías una imagen y, a partir de eso, había que escribir algo, un ensayo. Entonces yo dije: “bueno, voy a pensar” y me fui. Eso era, no sé qué año, pero ponele 2010, más o menos. Entonces, ahí se me ocurrió, porque a mí Cornell siempre me fascinó. Dije, primero, voy a trabajar sobre una caja. Y le escribo a este hombre y me dice “fantástico”. Bueno, entonces, yo empecé. Y ahí digo ¿y si en vez de escribir sobre una caja escribo sobre un fotograma de uno de sus films? Porque el cine de él es menos conocido que las cajas. Entonces volví a ver las películas, entre ellas una que se llama “La trilogía de los niños” y me fasciné de nuevo. Pero no es que yo primero tenía la imagen. De hecho lo primero que escribí fue un párrafo sobre la caída de las torres gemelas porque el día que me senté a escribir era el 11 de septiembre del 2011, o sea 10 años después de la caída de Las Torres. Entonces, hice un dibujito de las torres (lo tengo ahí) con los cuerpos cayendo. Y empecé como si fuera un diario. Y me fui al cine. Ahí vi la imagen. ¿Entienden lo que digo? No es que empecé con la imagen… Termino el libro, vengo a Buenos Aires y se lo doy a Mara. Entonces él lo lee y me dice “Ay, María, muy hermoso esto, pero es un libro de poesía, no es un ensayo¨. Decidí entonces buscar otro editor. Y así fue.
En alguna entrevista, ya no sé dónde, hablabas del atractor; que cuando uno está escribiendo todo sirve. Uno está capturado por ese imán y después todo empieza a encajar. A girar alrededor del punto.
Es verdad. Sí, es como una cosa magnética. El asunto es llegar a la captura primero, después todo empieza a girar en torno a ese punto como si hubiera un imán.
LA NIÑA ABRE LA PUERTA PARA IR A LA FIESTA MARAVILLOSA
“El arte –pareciera sugerir Cornell- siempre lee un libro interior que habla de la ciudad del alma. En esa ciudad hay cosas de lo más curiosas: magias de circo, fiestas de Halloween, travesuras, parques cubiertos de nieve, palomas sobre estatuas ecuestres, y hasta bustos de Mozart que observan todo desde una vidriera en Mulbery Street. Hay también, en ciertas conjunciones o geografías temporales, una luz secreta que hace coincidir la maravilla con el laberinto que la esconde. Entonces el libro se cierra, la ciudad sueña, el centro desaparece. Queda el mundo, esa visión inasible, aterradora, magnífica.“
Y también salir.
Y también salir. Salir es más fácil
¿Sí? Porque, ¿cómo se termina un libro? ¿Cómo lo cortas? Cornell podría haber seguido….
Podría, pero uno tiene la sensación de que ya está. Incluso lo podés seguir, pero es como si fuera la resaca de un río.
Como si el “atractor” caducara después…
Claro, sí. Se termina. Los libros se terminan, me parece. El final se impone.
Y por ejemplo, con un trabajo apabullante como el ensayo. En tu caso con Alejandra Pizarnik, cuando tenés tanto caudal de información más la obra completa, ¿cómo hacer el recorte?
Bueno, Fede, a vos te pasó con Cortázar Y a mí con Pizarnik. Uno entra en el mundo de ese escritor y llega un momento en que se harta.
Ah, claro. Y ahí salís.
Ahí salís por hartazgo.
Tal cual. No quise decirlo yo, lo ha dicho él.
¿Cómo logras ver que es hasta ahí?
También en la vida pasa; por ejemplo, viví en Nueva York muchos años. Me pasé 10 años absolutamente enamorada de esa ciudad .Me costó un matrimonio, porque el que era mi marido en ese momento se quería ir desde el día uno. Y a mí no me sacabas, era como si hubiera llegado a la fiesta más maravillosa. No quise saber nada. Y yo tenía algunos argumentos de por qué teníamos que quedarnos y los peleé. Hasta que él después, como a los 10 años, me dijo “basta”. Y se volvió. Pero quiero decir… yo me quedé diez años más. Y después de esos 10 años, dije, “ya está”. Y lo volvería a hacer todo exactamente igual. Todo, desde el primer momento, todo. Incluido el sufrimiento amoroso.
Es como una filigrana. Cuando una etapa de la vida o un libro terminan, hay una especie de “filigranita” que uno puede seguir, ¿no?, algo que permanece más allá.
Es cierto. Pero eso se va. Se va (es una metáfora un poco extraña), como un virus, a ver, vos te enfermaste, te curas, pero te quedó un pequeño virus que, digamos, muta. Entonces, eso vuelve a encontrar una forma y hacés otro libro, pero vinculado al anterior. O sea, se va uniendo, aunque vos no lo quieras. Es como “a pesar de…”. Toda obra es una unidad. Nadie se escapa de las obsesiones que tiene, entonces las explora de distintas maneras, incluso, desde distintos géneros.
Cambian los atractores.
Claro, pero el núcleo es el mismo. Ahí habría una pregunta, para la que no tengo respuesta. Y es, ¿cuándo se agotan esas obsesiones?
La poética es un poco lo que se sostiene.
Claro, pero lo que quiero decir es que por ahí podría llegar un momento en el que uno se transformara, como Sánchez. Digo, el de Néstor Sánchez es un caso como el de Rimbaud,los dos se van, se van de la escritura.
No hay más poema, no hay más escritura.
No. Ya está.
JUEGOS DE ALTO RIESGO
“La verdad dibuja una red”
No había leído “El sueño de Úrsula”. Lo empecé para descansar un poco de la lectura de poesía. Y encontré ahí tanto de eso de lo que quería descansar. Y empecé a escribir poesía de nuevo, yo misma. Y te lo agradezco. Pero ahí me encontré con Pinnosa…
Pinnosa (Spinoza), en la novela.
¿Alguna casualidad?
Alguna casualidad. Y decía acá una frase “cualquier cosa que hagas estará bien, no en el sentido de la perfección claro, sino bien como está bien vivir. No existe un sitio único en la cabeza de las cosas, existe sólo en nuestro vagar confuso y ciego hacia la luz. La verdad dibuja una red…” Bueno, ese dibujo de la verdad, esa filigrana de la que estábamos hablando, ¿no?, es una verdad que se vincula con todo lo otro. Digo, con lo innombrable, con el vacío, con la nada. Acá es como que me había coagulado en la lectura, toda tu obra. En esta frase. En esa frasea del dibujo de la verdad.
Bueno. Y además está eso otro, también, ahora que lo leíste, pensaba que ahí también se dibuja una red… y la red atrapa. Se penetra. Porque la imagen que tengo es que esa red se atraviesa. Es como que ahí está todo, incluso la verdad, Por eso Pinnosa dice: Penetrala. Metete adentro y si puedes, pasa al otro lado.
¿Y si no podés?
Y si no podés, bueno. Pero por lo menos la penetraste. Hiciste el intento.
Riesgos
Sí, claro.
PINNOSA SU GRADO DE POTENCIA
“Mi nombre le llegó como al invitación a un naufragio”
Es muy lindo lo que decís de Spinoza. Porque ese es el personaje más sabio en la novela. Pinnosa, como la maestra espiritual.
Y que la saca de quicio también.
Sí, claro, claro.
Tanto afirmar la vida…
Sí, es como una monja. Es como Spinoza. Pero vos sabés que esos nombres son los nombres reales en la leyenda. Porque la leyenda está escrita.
Ah, qué casualidad.
En la realidad, las vírgenes que acompañaban a Úrsula se llamaban así: Saulae, Cordula, Pinnosa, etc.
Nombre judío le toco a esta Virgen.
Y sí, esos eran los nombres que tenían. Ese sí que fue un viaje, Úrsula para mí fue un verdadero viaje.
¿Y en cuanto a los lectores? Porque hay mucho trabajo en el lenguaje, muy de la poesía. La frase quebrada, la aproximación a la metáfora. Que requiere una exigencia, no la del lector común.
Bueno, pero de eso no me puedo preocupar yo…
No, no.
Si me preocupo por eso, no escribo.
.
UN ÁNGEL CON UNA PLUMA
“toda navegación instaura/el río que la lleva”
Bueno, yo había escrito el libro anterior, “El viaje de la noche”. Y ahí, cuando estaba escribiendo ese libro hice un viaje a Venecia. Entonces, en la Academia de Venecia, descubrí el ciclo de Úrsula pintado por Carpaccio, donde está esa imagen que figura en la tapa del libro.Un detalle. Pero en el cuadro grande, que es enorme, como todo este espacio… aparece por la puerta una especie de cono de luz y un ángel con una pluma para escribir en la mano. Como si fuera una anunciación de la escritura. Y ella está así, dormida y tiene esa borla que dice: “infantia”. Es como la nena de “Cornell”. Entonces, por supuesto, salí del museo y me compré la postal. Y me la traje. Mientras terminaba el otro libro averiguo quién era esta Úrsula. Porque el cuadro se llamaba “El sueño de Úrsula”. Ahí comenzó un viaje de investigación, donde descubro que es una leyenda, la leyenda aurea que escribió Voragine en el Medioevo.
Lo interesante es que en un primer momento decidí titular a mi libro de sueños, “El sueño de Úrsula¨. Pero justo el día en que estaba terminando de preparar el manuscrito para el editor, dejo a mi familia comiendo y me voy a escribir un mini prólogo para explicar cómo se conecta Ursula con los sueños.
Claro, “ustedes coman”.
Tal cual, me voy al escritorio y escribo dos párrafos. Cuento quién era Úrsula. Y ahí pienso: un momento. Yo no puedo regalar… esta historia maravillosa. Tengo que escribir algo con esto. Aparte, viste que está todo el tema de la independencia, la autonomía de la mujer versus el amor, el viaje, todo eso… Entonces, volví a la cena familiar, frustrada, porque, dije: ahora tengo un libro sin título y un título sin libro.
Claro, no querías ni lavar los platos.(Risas)
Exacto… Entonces, presenté un proyecto a la Beca Guggenheim proponiendo escribir un poema sinfónico, a voces. Ese era el proyecto original. Una especie de poema polifónico con cada una de las vírgenes diciendo algo. Pero se me fue de las manos. Entonces, lo terminé y lo mandé al Premio Planeta. ¿Se acuerdan de eso?
DE POLIFONÍAS Y CONCURSOS
“No hay, me dije, para un artista, más deber que evitar lo unívoco y recordar que lo bello es una especie dentro de lo raro.”
Ese fue el año que lo ganó Piglia con “Plata quemada”. Yo quedé segunda y tercero salió Pablo De Santis. En el jurado había varias personas; estaba Roa Bastos, Tomás Eloy Martínez, Mario Benedetti y María Esther de Miguel. Me dieron el segundo premio. Yo no me lo esperaba. Yo no soy novelista, en primer lugar. Estaba feliz de la vida. Después me entero por Eloy Martínez, que: hubo una discusión a muerte con mi libro. Me cuenta que Benedetti dijo que no había podido pasar de la página cincuenta”
(Risas)Y que Roa Bastos le contestó: “Pero Benedetti, sus problemas de lectura no pueden determinar si un libro vale la pena o no.”
Bueno, con lo cual, se inclinó la balanza. Y así salió. Ahora, entonces, como ganó ese premio que fue medio escandaloso porque coincidió con todo ese quilombo, el libro tuvo lectores. Se hizo una segunda edición y la verdad es que todas las devoluciones que tuve fueron muy hermosas.
Es una apuesta polifónica. Hay que llevar tantas primeras, todas juntas. En poesía uno lo imagina todavía más sencillo. Pero en un texto de prosa…
Fue muy lindo escribirlo porque ese viaje me permitió compenetrarme en ese mundo, totalmente y en la vida de esas mujeres.
¿Cuánto tiempo tardaste para escribir eso?
No me acuerdo, pero fue mucho. Sí, sí. Hice el viaje, a Alemania con la beca Guggenheim. Maravilloso. Remonté el Rhin y llegué como las vírgenes a Roma.
* Ilustraciones de Henry Darger «Niñas»
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Estupenda entrevista. Llena de vericuetos y compleja. Pero esclarecedora y reveladora en muchos aspectos. Muchas gracias
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