Por Luisa Luchetta

La Persistencia: Sobre África

«Esta es la historia de un fracaso»,  

                                                     Dr. Ernesto Guevara, Diario del Congo.

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  Últimamente han llegado noticias dramáticas. Mareas de africanos huyen. A Europa, adonde puedan. Ahogados, cadáveres flotantes, enfermedades mortales. No sé por dónde comenzar. ¿Por la Biblia y la interpretación de algunos cristianos, acerca de que el hombre negro es descendiente de Caín y por eso mismo llevará por siempre la marca del asesinato de su hermano Abel? ¿Por la institucionalización de la esclavitud, tan útil para someter a América?

CRUZAR EL CHARCO DEL NORTE HACIA EL SUR

africa colonias

En el comienzo, fueron el miedo a la enfermedad y la ambición de la conquista. Así, los europeos- principalmente portugueses y holandeses- mantenían su sed de dominio en las zonas costeras de África. Pero, a medida que la tecnología avanzaba en armamentos y en medicina, se animaron continente adentro. A partir de la Conferencia de Berlín en 1885 ingleses, franceses, italianos, belgas, alemanes , españoles, envueltos en los nacionalismos europeos, veían una gran posibilidad para comerciar sus productos y acaparar poder. Estados Unidos mantuvo, hasta su independencia en 1847, a Liberia en la costa occidental del continente a fin de repatriar a los esclavos libertos.

A medida que exploraban, los invasores descubrieron la variada y abundante riqueza africana. Desde entonces, Europa no dejaría el continente jamás. Aún hoy, casi sin colonias, la presencia de grandes multinacionales de origen europeo, norteamericano- a las que se han sumado las chinas y las japonesas- controla el devenir económico de sus naciones.

africa riquezasPaíses como Eritrea- ricos en minería, oro, cobre, plata- producen miles de asilados. La población huye, mientras empresas canadienses explotan su riqueza.

Como para muestra basta un botón, veamos otro ejemplo: Sudán del Sur se independizó en el 2011. Es uno de los países más pobres del planeta y anda sumido en un conflicto armado, que desarraigó a más de 2.000.000 de personas.  Desde 1989, Sudán es gobernada por Omar Hasán Al-Bashir, acusado por genocidio y por crímenes de lesa humanidad. Si bien el  80% de la economía en Sudán es agrícola, el país resulta también rico en petróleo, oro, tungsteno y gas. La población huye de las garras de Al- Bashir y busca sobrevivir en Arabia Saudita, Uganda, Chad, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania.

Dos botones también sirven. Va, entonces, otro ejemplo: La República Centroafricana es rica en oro, diamantes y uranio. Pero casi la mitad de su población es analfabeta y la expectativa de vida no pasa de los 44 años.

Algo parecido sucede en Níger, el tercer productor mundial de uranio.

Si le digo que mejor que dos botones son varios botones, el lector seguro me agradece. Cómo dejar afuera, entonces, a la República Democrática del Congo. Allí se explotan no solo diamantes, sino también el coltán, material de suma importancia para la producción de nuestros celulares, cada vez más sofisticados. A pesar de esto, y a pesar de las enormes utilidades de las que seguramente disfrutan las empresas productoras de nuestros teléfonos móviles, la República Democrática del Congo (ex Congo belga) es el país más pobre del mundo. Bueno, en realidad, si pensamos en sus recursos naturales, pobre no es: más bien, muy rico. Pobres resultan gran parte de sus habitantes, los más explotados del planeta.

Algo similar se observa en otros países del continente. Las grandes potencias, conmovidas, no hacen más que enviar ayuda humanitaria, toneladas de alimento que se podrían producir o adquirir por propios medios, este socorro incrementa día a día el endeudamiento externo, la dependencia de los estados africanos.

A río revuelto, ganancia de pescadores, decía mi mamá cuando escuchaba que había estallado una guerra en alguna parte del mundo. Los enfrentamientos entre etnias, como aquel de 1994, en el que murieron miles de tutsis a manos de los hutus, grupo mayoritario del país. Los tutsis eran los preferidos de las autoridades belgas. Después de la masacre, los tutsis sobrevivientes se refugiaron en la vecina República Democrática del Congo.

Enfrentamientos étnicos, enfrentamientos religiosos, ejércitos, grupos armados, agricultores expulsados de sus tierras. Armas, otro gran negocio.

Mujeres niñas secuestradas, trofeos de guerra. Mujeres niñas mutiladas. Mujeres niñas violadas.

Homosexuales asesinados.

En nombre de Dios.

mujer con foto niña

Todos los anteriormente citados corresponden a la zona denominada subsahariana.

Perdida en el mapa africano, tímida para transmitir datos que se entrelazan y confunden en internet, una idea me persigue. Persiste en mí una película que pasa por las cámaras de gas, los campos de concentración nazi, la versión autóctona de la tortura y el plan sistemático de desaparición de personas; los normalistas mexicanos, la travesti recientemente asesinada, las migraciones silenciosas de poblaciones originarias, despojadas de sus tierras ancestrales para beneficio de multinacionales sin cara, sin nombre, pero con largo prontuario de  depredación. Persiste en mí la vieja pregunta por el origen, el grado y la propagación del mal. ¿Qué formas particulares adquiere lo cruel en nuestra época? Los migrantes africanos no son un daño colateral impensado. Hay una decisión política de lanzar a la nada a miles de personas, hay un genocidio financieramente planificado: no porque ese sea el objetivo de los poderosos, sino porque ese el costo pagable sin que se les mueva un pelo.

Como todas las guerras, la de África es una guerra por dinero. Pero no tiene precedentes esta decisión consciente de dejar gente a la deriva, con el beneficio extra de que los asesinos se sienten con las manos limpias, porque ellos no aprietan el gatillo. El desierto y la falta de solidaridad de ciertas fronteras matan, según dicen las planillas informativas de las estadísticas.

CRUZAR EL CHARCO DE SUR A NORTE:

 Todo lo que hasta aquí escribí son datos. Datos que otros dan por ciertos. Datos que favorecen a idiotas con dólares o euros para sacar fotos con maravillosos animales muertos. Datos que conmueven nuestra conciencia judeo-cristiana. Pero qué poco podemos hacer. Datos que esconden el día a día de niños, madres, hombres,  en busca de supervivencia. Ya lo dije, por lo que esas tierras tienen en recursos naturales, ¿no deberían ser ellos los más ricos del mundo? Datos que faltan, datos escondidos, ¿es mensurable el dolor ante un hijo muerto?

 migrantes muertos

“Esta es la historia de un fracaso», decía el Che, en su Diario del Congo. Tenía razón el Comandante. Parte de ese fracaso se debe a la falta de comprensión, al abismo entre culturas. Y, por eso, pido perdón a los africanos. Son ellos mismos quienes tienen y deben hacer oír su voz, aunque no se entienda muy bien qué sucede allí y por qué. No hay que bajar los brazos, muchachos: a nosotros, a los del sur, también nos cuesta hacerles entender a esos del norte.

El otro, para ellos, siempre fue un problema. Muy pocas veces en la historia fue encarado como problemática. Una problemática es una zona de tensión, la tensión no debe resolverse para un lado u otro, simplemente oscila. Una vez el nudo aprieta más acá; otra; allá. Un problema es algo que busca una solución. Y la solución que los explotadores han encontrado desde hace tantos años es el exterminio. Borrar. Pero, en este caso, la borradura adquiere rasgos particulares. La goma es de poca calidad y no desaparece la figura de los migrantes de una pasada. Los deja andar. Los deja caminar el hambre, la enfermedad, el silencio. ¿Han visto ustedes la ominosa fuerza del silencio, mientras esos miles andan, con la cabeza gacha y las palabras ocluidas entre la falta de horizonte hacia adelante y la imposibilidad de volver?

Démosles la voz a ellos: Les presento a Binyavanga Wainaina, escritor nacido en Kenia

http://ciudadideas.blogspot.com.es/2010/09/como-escribir-acerca-de-africa.HTML

UNA HUELLA EN UN GRANO DE ARENA

Mientras tanto, ante el silencio de las ruidosas ciudades, miles de pies cansados dejan una huella en los granos de arena. Los cuerpos se alejan, sus rastros persisten. Resistirán al olvido de los que se van y de los que quedan.

Mientras esos pies golpean rítmicamente el suelo africano, algunos los escuchamos desde lejos. Están en el aire los sones, ya es tiempo de hacerse oír. Huellas en el mar, manos desgarradas por los alambres de púas. Como desde una gran boca que vomita injusticia, el pueblo africano desplazado comienza a hacerse notar, a hacerse cuerpo y no sólo una foto enmarcada.

En el siguiente video alguien que ha levantado la voz:

 

 

 

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