Joseph Cornell. L'Egypte de Mlle Cleo de Merode- cours +®l+®mentaire d'histoire naturelle 1940

Por Carolina Diéguez.

Los Anormales: Sobre Joseph Cornell

ENTRE LA COLECCIÓN Y LA RECOLECCIÓN

Joseph Cornell: más recolector que coleccionista, por cierto.

Su producción nace de la búsqueda voluntaria e involuntaria de objetos y restos. Una búsqueda, mezcla de azar y decisión, con el ojo siempre atento al posible cruce.

En sus obras, lo textual a veces es protagonista; otras, telón de fondo o paisaje. En esa alternancia, el texto aparece como material, fragmento e imagen. Se amalgama con los objetos y con “restos”. La parte por el todo. Cornell resignifica el “sobrante” en cada apuesta.

De la misma manera que Perec, sus propuestas construyen espacios. “Especies de espacios” habitables.

George Perec. Especies de Espacios (Fragmento)
George Perec. Especies de Espacios (Fragmento)

EJERCICIO N°1: CONTRA EL ALINEAMIENTO

La caja: santuario – relicario o un pedacito de intimidad, esta vez aparece abierta. Así, expuesta a la intemperie, está cubierta de una atmósfera infinita, no recortable, como si el aire fuera un cielo.

Joseph Cornell. Cassiopeia -1960
Joseph Cornell. Cassiopeia -1960

Caja abierta

La caja abierta casi no es una caja. Su misterio no consiste en qué tiene,- en la sorpresa escondida- sino en su capacidad de contener, en “ser un cuerpo” sin hilachas. O con hilachas. Es, a su vez, un juguete, que invita a la prueba, al tacto e- incluso- a la trasgresión. Cornell es el artista niño que se decide por jugar y hacer jugar. Ahora, no parece cualquier niño, sino uno al estilo del Zaratustra de Nietzsche, para quien: el camello carga su historia, el león se da cuenta que carga, tiene “conciencia” pero aún no actúa y, después, llega el niño. ¿Y qué es capaz de hacer el niño que no puedan hacer el camello y el león? El niño es inocencia y olvido y, por supuesto, un nuevo comienzo. Olvido sin amnesia. Capacidad de no caer en el resentimiento. Y las obras de Cornell despiertan ojos de niño sin edad. El niño es un dios que baila.

En esta coreografía, la grilla delimita el juego, ella es el escenario. Se cierra en celdas y abre caminos que incitan a la rayuela, a ir de cielo a tierra y entre sus compartimentos.

 Joseph Cornell. Untitled Penny Arcade Portrait of Lauren Bacall 1945-46
Joseph Cornell. Untitled Penny Arcade Portrait of Lauren Bacall 1945-46

La caja abierta no sólo que casi no es una caja, también es una no caja. Es decir, el negativo, el lado oscuro, el azogue del espejo que toda caja también es. La caja abierta abre el juego y expone la partida a la intemperie y al vacío, por llena que se encuentre. La caja abierta te deja cara a cara con la inmensidad del mundo y sus desamparos, casi se puede tocar lo inmenso. Y hay algo más: los vacíos, esas pequeñas ausencias enmascaradas de blanco, pueden ser un hundimiento o una chance.

EJERCICIO N° 2: MODELO PARA DESARMAR

La caja abierta no sólo casi no es una caja, no sólo es una no caja, la caja abierta no es sólo ese dios que baila, es también intrincada infancia: instancia modificadora de toda edad. Orfandad con padres o sin. Inmensidad del mundo y sus desamparos. De tan inmenso el mundo, la infancia se vuelve microcosmos concentrado: miniatura, manifestación plástica de lo que la poesía hace con el lenguaje, lo contrae al mínimo para que los sentidos se concentren al máximo. Y, entre las miniaturas, no puede no haber muñecas siniestras, muñecas inservibles como juguetes. Ellas recogen la expresión y la rigidez de la de porcelana; su falta de rubor, su exceso de quietud. La mueca de porcelana explicita la simultaneidad de la vida y de la muerte. Hasta la chance de descuartizarla, de levantarle el pelo y separarle los ojos de la mirada conspira en la idea de pequeños Frankenstein para desarmar.

Joseph cornell. Bebe-Marie 1940
Joseph cornell. Bebe-Marie 1940

EJERCICIO N° 3:JUGAR O APRENDER A VIVIR EN LA ESCALERA

Entre el dios que baila y la niña en miniatura, lo siniestro se desplaza de ternura a horror y viceversa (como en la rayuela, de la tierra al cielo y al revés). Y, de tanto andar, a veces, cae en trampas. Trampas de la infancia niña y de la otra infancia. Trampas de la lucidez que hace foco sobre la muerte y “el yo me voy a morir”. Entonces, la caja no es sólo una casi no caja, no es sólo una no caja, ni solamente un dios que baila: es, también, corona de espinas. Casi un destierro de la infancia. Las trampas del tiempo, paradojales, ayudan a continuar el ejercicio de la misma infancia. Y, como dijera M. Negroni en su “Elegía a Joseph Cornell”: “Sólo cuando llegó a la Roca de la tristeza, la niña se detuvo. /Abrió su alforja sin prisa y dijo: Todo empieza a vivir. La eternidad comienza.”[1] Allí, en cada caja, Cornell abre la partida y nos invita a jugar esa otra infancia.

EJERCICIO N° 4: PERDERSE O APRENDER A PERDER

Joseph cornell - The Hotel Eden 1945
Joseph cornell – The Hotel Eden 1945

La caja abierta: pequeño escenario de un teatro en el que siempre hay una nueva función para ver, donde descubrir algo diferente. El habitáculo perfecto para el flâneur.[2]

 Joseph Cornell. Defense d'Afficher Object  1939
Joseph Cornell. Defense d’Afficher Object 1939

 

En “défense d’ afficher” una silueta se separa del fondo: la figura cobra independencia y recorta un hueco sobre la superficie. La imagen se escinde de la imagen y la palabra, de su significado. Una poética de la asimetría construida sobre figuras simétricas.

¿El texto sobre el vacío reza “prohibido fijar carteles” o “defender la mirada”?, ¿por qué deberíamos defender la mirada?, ¿de qué o de quién defenderla?

La cita a Magritte se vuelve ineludible.

La caja abierta no sólo casi no es una caja, no sólo es una no caja, no es sólo ese dios que baila, no es sólo intrincada infancia, la caja es también disyunción. Disyunción de la palabra y la imagen: opuestos no complementarios.“Teatro de los espíritus:/Los objetos juegan al aro/Con las leyes de la identidad.”[3]

En la disyunción, las cajas abren y cierran un sinfín de senderos para perderse en el no saber. Poesía pura. Las cosas corridas de su lugar. Y, en ese corrimiento, una vez más, Cornell devuelve al tiempo donde todo se puede aprehender, donde una dimensión se continúa con la siguiente. Vacíos y huecos convocan al surrealismo: la ventana abre otro espacio.

 Joseph Cornell. Object Abeilles 1940 - construccion
Joseph Cornell. Object Abeilles 1940 – construccion

La realidad en blanco y negro invita una ventana al cielo: “Las abejas han atacado el azul celeste pálido”

EJERCICIO N° 5: CONTRA LAS REGLAS, SALTAR

Canicas, botones, brújulas, dedales, frasquitos vacíos y llenos, dados, alfileres, polvos de colores, timbres, mapas, pájaros, cuentas de vidrio y palabras. Muchos compartimentos para recorrer ordenadamente o a saltos: “Jaulas de infinito (…) Cuentos del tiempo.”[4] Cajas como santuarios de estampas, objetos y palabras para mirar con ojos siempre reinventados. No hay un único camino de lectura, pero sí una no regla: romper el hábito, perderse y entregarse al juego. Dejarse seducir por la belleza.

Joseph Cornell. L'Egypte de Mlle Cleo de Merode- cours +®l+®mentaire d'histoire naturelle 1940
Joseph Cornell. L’Egypte de Mlle Cleo de Merode- cours +®l+®mentaire d’histoire naturelle 1940

George Steiner decía que la belleza surge con la ruptura de una regla. Y las obras de Cornell tientan a una lectura cruzada. Imposible no asombrarse ante sus cajas.

Ese algo inesperado y necesario que produce un efecto estético.

Entre una celda y otra, el vacío: ausencia y hueco para el salto. Si los límites de mi mundo son, como decía Wittgenstein, los límites de mi lenguaje, entonces la obra de Cornell no conoce límites.

La caja abierta no sólo casi no es una caja, no sólo es una no caja, no sólo es ese dios que baila, no sólo es intrincada infancia, no sólo es disyunción, sino también ausencia y posibilidad.

 

Object Roses des Vents - 1942-43
Object Roses des Vents – 1942-43

 

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Objetos y apariciones

Hexaedros de madera y de vidrio
Apenas más grandes que una caja de zapatos.
En ellos caben la noche y sus lámparas.

Monumentos a cada momento
Hechos con los desechos de cada momento:
Jaulas de infinito.

Canicas, botones, dedales, dados,
Alfileres, timbres, cuentas de vidrio:
Cuentos del tiempo.

Memoria teje y destejo los ecos:
En las cuatro esquinas de la caja
Juegan al aleleví damas sin sombra.

El fuego enterrado en el espejo,
El agua dormida en el ágata:
Solos de Jenny Lind y Jenny Colon.

«Hay que hacer un cuadro», dijo Degas,
«Como se comete un crimen». Pero tú construiste
Cajas donde las cosas se aligeran de sus nombres.

Slot machine de visiones,
Vaso de encuentro de las reminiscencias,
Hotel de grillos y de constelaciones.

Fragmentos mínimos, incoherentes:
Al revés de la Historia, creadora de ruinas,
Tú hiciste con tus ruinas creaciones.

Teatro de los espíritus:
Los objetos juegan al aro
Con las leyes de la identidad.

Grand Hotel Couronne: en una redoma
El tres de tréboles y, toda ojos,
Almendrita en los jardines de un reflejo.

Un peine es un harpa
Pulsada por la mirada de una niña
Muda de nacimiento.

El reflector del ojo mental
Disipa el espectáculo:
Dios solitario sobre un mundo extinto.

Las apariciones son patentes.
Sus cuerpos pesan menos que la luz.
Duran lo que dura esta frase.

Joseph Cornell: en el interior de tus cajas
Mis palabras se volvieron visibles un instante.

Octavio Paz

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[1]Negroni, María: Elegía Joseph Cornell. Caja Negra ediciones, Bs. As., 2013

[2]“paseante”. Refiere a la actividad de vagar por las calles sin rumbo, sin objetivo.

[3] Paz, Octavio: “Objetos y apariciones”. Fragmento del Poema.

[4]Ibid.

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