Los anormales: Entrevista a Pedro Brieger

 Entrevista: Lourdes Landeira, Mariana Dosso, Adriana Valetta, Gabriela Stoppelman, Víctor Dupont, Fabio Faes, Germán Cavallero.          

Edición: Gabriela Stoppelman.                

Pedro Brieger nota Mi bobe tejía punto atrás. “Es el único punto que recuerda mientras avanza”, decía. Las agujas chirriaban entre sus manos con mucha historia, al tiempo que su sillón de mimbre- el trono para el tejido-  imitaba la dirección del punto.

La escritura y la conversación de Pedro Brieger  siguen  el movimiento de aquellas agujas de tejer. Vuelve al origen- el padre en Dresden, la madre y a su cuaderno con pequeñas memorias cotidianas, la etimología que desenmascara las operaciones sobre el lenguaje, las fuentes que lavan las manipulaciones en la información- y, a la vez, avanza hacia el futuro. Para adelante, teje en lo imprevisible, en la sorpresa, en el efecto impensado de un punto fuera de norma, que desorganiza la disciplina de la trama.

El punto atrás es una maravilla de memoria sin nostalgia. En las hilachas de los mitos caídos, refunda el relato. Mientras siembra bifurcaciones en los senderos de la lana, se encuentra con su pariente- el punto cadena- para que las lecturas de la historia puedan regar los frutos del presente y separar la flor de la hojarasca.

Y, entre premura y premura, la palabra llega a un jardín.

Porque, aunque en la vida todo no se pueda, entre dos puntos urgentes, siempre se abre una mirilla. Por esa especie de ojal del tiempo, se cuelan otras imágenes: la mirada descansa en una señora que riega la vereda con una manguera, los celulares caen por infinitos inodoros, un poema se esconde entre papeles olvidados, un cuento se hace promesa y una pila de cuadernos de notas desperezan el presente con sus memorias.

Extraños capullos, esos que retoñan fuera de trama. Miren con atención: ahora mismo brotan- por acá y por allá- entre las figuras del jardín.

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SEMILLAS CON SORPRESA

 Una de las cosas que más nos interesó, entre las recurrencias de tu escritura, es la noción de trama, la idea de entretejido.

 ¿La trama de la Asamblea de Palermo Viejo?

No, de ésa no leímos nada…

Claro, ésa se llama, justamente, “la trama”. Ah, ¡los agarré!

La noción de trama, ¿tiene que ver con tu escritura?

No lo sé, sería muy fácil para mí decir, “sí, claro, por supuesto”. No lo sé, no lo puedo responder, nunca me lo puse a pensar. Tal vez tiene que ver con otra cuestión. Y es que, si bien soy sociólogo, hace mucho tiempo pienso que no puede haber conocimientos estancos: los sociólogos son sociólogos, los politólogos politólogos, los historiadores historiadores. Por eso incorporé muchas cosas de la antropología, de la historia. Yo me formé en diferentes etapas, en diferentes universidades. Con el correr del tiempo, me fui dando cuenta de que todo estaba entrelazado. Mis libros tratan siempre de estar hilvanados, más que por un corte social, por un corte histórico. De hecho, “Las 100 preguntas y respuestas sobre el conflicto palestino-israelí” tienen esa característica: parten del presente, van al pasado para llegar otra vez al presente. Pero nunca lo pensé desde la escritura.

 Así como lo dijiste, es un cuento, es circular como un cuento,…

 Yo escribí cuentos en una época. Fui premiado y todo. A principios de la década del noventa, fui muy prolífico en ficción. Surgió de la nada. Yo vivía en Colegiales, en Zabala y Zapiola. Y tenía el rito, en el verano, de salir, comprar el diario, comprar facturas e ir a una plaza a tomar mate y a escuchar la radio. Todos los días hacía eso. Para mí era  muy placentero. Una mañana, había una chica baldeando con una manguera en la mano. Y no sé por qué me inspiré y llegué a casa y escribí un cuento. Y no sé cómo empezaron a brotar cuentos por todos lados, cosa que a mí nunca se me había cruzado por la cabeza. Y escribí, fui bastante prolífico. Lo presenté en alguna que otra editorial, pero no me dieron mucha bola. Pero están ahí…

 Leer: «EL RITO»   

Nunca los editaste…

 No, no, salvo alguno que presenté en un concurso y recibió una mención. Pero nunca fue publicado. Los tengo a todos. Es más, uno sería muy actual, porque se llama “La doble M”.

 Leer «LA DOBLE EME» 

Y el que recibió el premio, ¿qué nombre tiene?

 Creo que era “Siglo XX” , algo así. En una época, me gustaba mucho jugar con las sorpresas al escribir cuentos. Me gustaba jugar con el efecto. Como lector, los cuentos que tienen sorpresa son los que a mí también me atrapan. Pero nunca pensé en el tema de cómo era mi escritura…Yo, cero formación en letras. Además, salvo por la lectura, la ficción nunca me había atraído. Empecé alguna que otra novela que, por otras circunstancias, no seguí. Alguna todavía la podría retomar, pero no se puede todo en la vida.

 Leer «SIGLO XX»

 VOCES  DE RAÍZ

 Sin embargo hay algunas reflexiones en las introducciones de algunos libros. Decís, “un libro se compone de muchas voces y manos”.

 Sí.

 ¿A qué viene esa noción de coralidad?, ¿cómo es que se escribe un libro con muchas voces y manos? Incluso, libros que no sean los de entrevistas…

 Vos te referís al último y, justamente, es un libro con muchas voces porque es un libro de entrevistas. Y muchas manos, porque mucha gente me fue ayudando desde diferentes lugares.

¿Pero no es siempre así? ¿Aunque no sea de entrevistas?

No, no es siempre así, porque hay libros que son más fruto del trabajo intelectual, con menos interacción con gente. A ver, sí a través de la lectura, por supuesto, nada es estrictamente original.

 Son las voces de los textos.

Pero son las voces de los textos, sí, es verdad. Lo que pasa que no es lo mismo. Si bien un texto te hace reflexionar, no es lo mismo el ida y vuelta con alguien que te tira algo y te hace pensar y, entonces, decís: “ah, esto no lo había pensado”.

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 ESPECIES IMPREVISIBLES

 Asociada a la sorpresa de la que hablabas hace un rato, en tus escritos encontramos reiteradamente referencias al  “misterio”. Por ejemplo, en relación a los movimientos populares.

 No sé si es una característica, no lo tengo estudiado, pero creo que bien merecería un estudio. En los últimos años, y tal vez desde la caída del muro de Berlín como fecha simbólica, han surgido muchos movimientos populares, cuya aparición no podían prever ni los politólogos, ni los historiadores, ni los sociólogos, ni los científicos políticos. Nadie imaginó la caída del muro de Berlín. Y menos de la manera cómo se dio. Nadie imaginó la desaparición de la Unión Soviética de la manera en que se dio. Yo escribí un libro que se llama “Los últimos días de la URSS”, donde ni siquiera hago alusión, porque no recuerdo haberlo planteado, a esto de la sorpresa.

 Ese libro tiene algo de ficción o, por lo menos, de relato. Muestra recursos de ficción. Está estructurado de cierta manera…

 Eso lo pueden decir ustedes. Yo no tengo la capacidad para decirlo.

 Siguiendo el relato, te referías a la cuestión de “nadie lo esperaba”, estabas en ese punto…

Sí, yo no sé si hay un punto de inflexión ahí, pero nadie preveía la desaparición de la Unión Soviética. Planteé ese libro porque, yendo para atrás, en mi propio estudio de lo que era la Unión Soviética, se preveían algunas líneas. Y se dio algo que nadie esperaba, nadie- pero nadie-: ni la CIA, ni la KGB, ni las grandes cabezas. También  puedo mencionar varios casos, donde incluso participé. Como, en la Argentina, el 19 de diciembre de 2001: nadie imaginó, previamente, a miles de personas que saldrían a la calle con cacerolas…

 ¿La “Primavera árabe” tampoco era imaginable?

 Absolutamente, para nada. A mí no me gusta utilizar la expresión “Primavera”, me parece  más periodística que política. Y, a veces, el periodismo juega con palabras que no dicen mucho. Pero, justamente, nadie preveía esa salida masiva a las calles. En el último libro sobre España, a los doce entrevistados les hice la misma pregunta sobre el 15M. Y nadie lo preveía. Uno puede decir “los estallidos sociales a veces son imprevistos”, sí, es verdad, algunos más que otros. Podés decir, también: desde el análisis, estaban dadas las condiciones objetivas. Y eso a mí me fascina, me parece que le da a la vida una riqueza y un misterio…Por lo novedoso, nadie preveía un Kirchner, no uno con esas características…

  MALEZA POÉTICA

¿Alguna vez asociaste esa riqueza o ese misterio al concepto de lo poético?

 No.

 Como un exceso de sentido, ¿jamás?

 No, yo cero con la poesía. Nunca me atrajo…

Con lo poético, no con la poesía, con un exceso de sentido…

 ¿Qué es “lo poético”?

 ¡Eso que acabás de decir!le da a la vida una riqueza y un misterio, por lo novedoso, porque nadie puede prever que surja algo así”.

 También escribí unos poemas en una época, pero ni los debo tener porque no… ¿Qué es, entonces, lo poético?

Esa riqueza, ese exceso de sentido, eso inasible que surge de pronto en la trama de esos textos o de esos sucesos…

No sé…

Cuando elegís un tema de escritura, a la hora de contar, ¿hay una puja entre lo literario-ficcional y lo concreto de los hechos a narrar?, ¿o hay un fluir espontáneo?

 Una combinación de las dos cosas: hay un fluir espontáneo, pero a veces busco algo de un relato un poquito más “poético”. Igual, siento que no estoy a la altura, me cuesta mucho “florearme”. Como, por ejemplo, sucede en esos libros que en las primeras páginas empiezan narrando un minuto, un segundo; esa capacidad de describir, no sé, la caída del sol o un punto en una mesa, esa capacidad de hacerlo en cuatro páginas. Yo no puedo, a lo sumo, me da para dos líneas. Nunca hice un taller de literatura y siento que no  me da para eso.

¿Te gustaría?

 Sí, pero no se puede todo en la vida. (…) no sé. Sí, me encantaría, me gusta mucho escribir y podría ser bastante más prolífico. De hecho, esa novela…, cada tanto digo, “la quiero retomar”. Y mi cabeza está en otras cosas.

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 HERBARIOS DE FAMILIA

 Vos hablas -me llamó la atención- de tus cuadernos de notas.

Sí.

“Mis atesorados cuadernos de notas me ayudaron a recordar momentos no integrados en mis artículos”. Ahí hay otro tejido entre la escritura privada y la escritura pública. Lo recordé recién, cuando decías que tenés cajoneada la novela como un texto que puede volver…

Y eso también tiene que ver con  mi poca memoria, yo soy muy desmemoriado. La gente no me cree, pero soy terriblemente desmemoriado.

Pero ese “tesoro” de los cuadernos, ¿es simplemente una ayuda-memoria?

 No empezó así. Mis viejos viajaron en el ´66 a EEUU y a Europa. Y mi mamá escribió un cuaderno de notas, sin tener nada que ver con la literatura ni nada que se le acercara. Ahí contaba dónde había estado, pegaba un sobrecito de azúcar, una florcita, cosas por el estilo. Y, en un viaje, no sé por qué, se me ocurrió empezar a hacer algo similar. Y empecé a pegar las servilletas, el boleto del subte; y a escribir bastante lo que yo iba haciendo; incluso, lo más minucioso, hasta lo que había comido. Me gusta mucho la comida, se habrán dado cuenta por algunos de los textos…

Así termina “Cien preguntas…”

Claro. Y en la radio juego con el personaje del que come mucho, cosa que es verdad…Pero te decía: yo iba anotando absolutamente todo. En los últimos tiempos, me cansé y la tecnología me fue sacando de eso. Al empezar a estar conectado por Internet, en los viajes, ya le dedicaba menos tiempo a escribir en el cuaderno. También le dedicaba más y más a conectarme con mi pareja y a otras cosas. El cuaderno se empezó a convertir en un lastre, ya no tenía tiempo. Hasta que tomé la decisión de dejar de escribir cuadernos. Salvo que viaje a un lugar muy raro donde, en una de ésas, lo llevo. Pero sí es verdad que los tengo todos guardados. El día que yo me muera, ¡las cosas que van a tirar en mi casa van a ser increíbles!, ¡acumulé tantas porquerías! Una de las porquerías serán esos cuadernos que, tal cual los agarren, irán directo al tacho de basura.

 O no, pensaba  si la escritura de ficción, los cuentos, el encantamiento por escribir una novela y los cuadernos pueden ser para vos una alternativa a las limitaciones del lenguaje periodístico.

 No me animaría a teorizar tanto.

 ¿Nunca te satura recibir tanta información?

 Sí, claro.

… y tener que documentar…

Ramonet habla de la nueva forma de censura, justamente, de la sobreabundancia de información. Es imposible procesar. Es más: cosas que pasaron hace dos días te parece que pasaron hace una semana y cosas que pasaron hace una semana te parece que pasaron hace un mes.

 Y, en medio de tanta información, ¿la escritura aún es placentera?

 Sí, a mí me gusta mucho escribir, me gustaría escribir más. Pero mi trabajo central hoy es hacer radio y televisión. De hecho, con el nuevo portal que tengo, NODAL, una vez cada dos o tres semanas, trato de escribir un artículo sencillo, simplemente porque me gusta, quiero escribir. Pero los tiempos no dan. Yo necesitaría días de cuarenta y ocho horas, semanas de veinticuatro días y años de ochenta y cuatro meses.

 Pero igual la escritura forma parte de tu trabajo y es ahí donde preguntaba, ¿a veces no es muy  policial esta cosa de tener que informar…? Si no quisieras que la escritura pudiera exceder la información.

 Ustedes me hacen preguntas que yo nunca me hice, no tengo respuestas. Sería muy fácil decir: “sí, por supuesto, claro”.

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UNA BOTÁNICA SIN LATINISMOS

 ¿Te planteás las diferencias que hay en el lenguaje de la radio, el de la  televisión y en la escritura misma?, ¿o te surge naturalmente manejarte en estos registros diferentes?

 Me es muy natural y esas formas  tienen un hilo conductor. No sé si surgió por mi vocación docente, me gusta mucho dar clases, aunque no lo hago tanto como quisiera porque no me da el tiempo. Durante diez años, di clases en TEA y tuve que dejar porque entré a trabajar en la tele. Yo sigo manteniendo una materia en Sociales, sólo el teórico, no lo quiero dejar. Pero vuelvo a la pregunta: lo que hay en común en todo lo que hago y que ha sido para mí una obsesión es llegar al gran público con un lenguaje sencillo. Una de las cosas que la gente me dice es que soy muy claro, muy didáctico. Yo escuchaba en un informativo de radio, donde decían: “las tropas yugoslavas tomaron la colina – un nombre raro-, cerca de la ciudad –de nombre raro- y el general –de nombre raro- decidió hacer no sé qué.” Yo escuchaba esos informativos indescifrables. La gente ni sabe dónde queda Yugoslavia y le dan tres nombres que nadie sabe qué son.

Vos te ocupás mucho del origen de los nombres, de la etimología: qué es “Al-Qaeda”, qué es “talibán”, qué es la “Jihad”…

 Justamente, para que la gente pueda desmenuzar conceptos. Ahí, creo que la formación académica es muy importante. Ustedes marcaron lo de “fundamentalismo”, que lo explico en uno de mis libros. Lo hago para contrarrestar la simplificación de colegas, escritores y de quienes han vulgarizado esta profesión, que hablan de cualquier cosa sin tener idea. Sí, siempre me interesa mucho poder llegar al origen de las cosas que, además, es lo que permite entender un fenómeno.

¿Y cómo hace tu escritura para  destejer esa simplificación de otros?

  Explicándolo  de la misma manera que hablo. No me resulta difícil. Además, aprendí mecanografía en la adolescencia, así que escribo con todos los dedos y no miro el teclado. Cuando escribo, yo siento que las palabras fluyen. No sé si alguno de ustedes también escribe así. Lo hacía con la Olivetti también: miro directamente y fluye.

 Esto de la  rigurosidad académica de los términos, ¿asumís un rol político en eso, en esta disputa simbólica por los términos?

Sí, sin lugar a dudas. Uno de los primeros textos que me iluminó, aún antes de empezar a estudiar sociología, en el 73, fue un libro escrito por un sociólogo brasileño, que vive ahora en Francia, Michael Löwy. Es sobre la objetividad en las ciencias sociales. Me impactó mucho cuando dijo: “no hay objetividad en las ciencias sociales”. Efectivamente, lo fui descubriendo. Y, claro, esto es un pensamiento político.                                                           

¿Sentís que das herramientas a los sectores populares también? ¿Cómo se apropian de esa disputa simbólica? 

A mí me pone muy contento cuando me para gente muy sencilla en la calle- cuidacoches, recolectores de cartones, kiosqueros,  un policía-. Para mí es la prueba de que no hablo solamente para un grupo de elegidos. Por supuesto, hay cosas que se les escaparán. Porque está claro, uno tiene un lenguaje.

 Como a los elegidos, también se les escapan las cosas…

Sí, por supuesto. Tanta capacitación, tanto conocimiento y se les escapa lo más obvio.

Pero, vuelvo. Para mí lo importante era hablar para el gran público. Creo que la masividad de la televisión, la continuidad – voy por mi doceavo año en la tv pública- y el haber instalado la política internacional en la televisión todas las noches, me ayudó a bajar esos conflictos difíciles de entender, a algo sencillo. Muchas veces, en entrevistas, sé que doy muchos nombres y datos. No importa que retengan todo, tengo que darlos.

 EL ÁRBOL NO DEJA VER EL BOSQUE

 En muchos de los asuntos de los que vos te ocupas aparecen caracteres ficcionales de la realidad. Como que Al Qaeda no es el movimiento que se dice que es, no es la organización centralizada que se dice que es. Y, sin embargo, se lo persigue. Como si fuera una situación de novela, como si estuvieran persiguiendo a algo que no existe.

 No sé qué decir.

 Decís de Al Qaeda: “Es muy probable que, como organización operativa, nunca haya existido;  que se trate de una corriente influida por todo lo que Bin Laden representa”. Hablas de la presencia real o imaginaria de Al Qaeda; de la máquina de la muerte formidablemente moderna de Estados Unidos como espectáculo”. Son todos recursos  de escritura que dan a ver a la política como  espectáculo.

 Es que se la muestra como un espectáculo. Esos bombardeos que ves por televisión- lucecitas de colores-  no te permiten interpretar qué hay, no ves muertos. Bueno, está el texto de Jean Baudrillard “La Guerra del Golfo no ha existido.” Creo que es eso,  la política está mediatizada por el espectáculo.

 Simulacro.

 Sí, efectivamente. Y  tienen mucho que ver con la masividad cultural de los Estados Unidos, con su modelo del marketing político que se ha importado. No viene de Tailandia, ni de la India ni de Mozambique. La cultura estadounidense nos ha impregnado. Somos parte de eso, nos guste o no. Siempre digo que odio la violencia. Si  tengo un altercado con alguien en la calle, prefiero pasar por cagón e irme. Hace más de 40 años que no me agarro a piñas y lo evitaría por todas las formas. Ahora, me encantan las películas de Schwarzenegger y las películas de acción y  violencia, ¡me encantan! No es que haya una contradicción. Una cosa es una visión de mundo y la otra cosa es poder disfrutar de algo que ha impregnado mi vida. Pero soy consciente de eso, yo sé distinguir. Cuando veo la película de  Schwarzenegger, no soy un sociólogo analizando; disfruto. Y me encanta “Terminator” y todas ésas y las puedo ver muchas veces. Sin embargo, soy incapaz de pegarle a alguien.

 Yo me refería más que al espectáculo visual, al espectáculo del lenguaje, en general. Me llamó mucho la atención esto que vos marcás de que llamaron a un tipo, al que hacía los discursos para el presidente norteamericano, para que buscara una frase y poder  vincular a Sadam Hussein  con Al Qaeda. Cómo se construye la realidad, ¡que contraten a un tipo para buscar una frase!

 Sí, hay muchos ejemplos de manipulaciones mediáticas que yo cuento en mis libros.

 Vos citaste una frase “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Dijiste: esta frase crea el mito a partir del cual se genera todo un movimiento y una realidad,  ¿cuánto poder tiene  una frase para crear la realidad?

 Qué buena pregunta. Mirá, en algunas circunstancias, son poderosísimas Yo me fui a vivir a Israel a los 18 años,  en el ’73. Una de las primeras cosas que a mí me shockeó fue esta frase. Por circunstancias fortuitas, yo caí en una granja colectiva que- justamente- había sido antes un poblado árabe. Ahí todavía había casas que habían pertenecido a aquellos que fueron echados de su lugar. Entonces, el asunto pasó por algo que yo vi en la realidad, no por algo teórico.

 ¿Algo que leíste en la realidad?

Leí en la realidad algo que era parte de un mito fundacional y chocaba con lo que yo estaba viendo. En el momento no tuve la capacidad para analizarlo, pero sí para verlo. Lo primero fue el shock, la caída de un mito. Como les  pasó a muchos comunistas soviéticos cuando, de repente, descubrieron que eso no era el paraíso. Entonces, se quedaron sin historia porque todo lo que habían creído por décadas era una gran farsa y no tenían de dónde agarrarse. En cuanto al mito, yo tengo un texto, escrito  hace varios años, «La década del mito neoliberal». Tomo como base un libro de un sociólogo chileno, Tomás Moulian, en el ’95 o ’96, él escribió “Chile, actual anatomía de un mito», un libro excelente. Él explica y deconstruye muy bien cómo los militares armaron el mito de Chile potencia.

 ¿Ahí la escritura tiene una función en deconstruir el mito?

 Claro, absolutamente.

  Porque el mito es más que una ficción, casi una mentira…

Claro, bueno, yo en el texto me puse a analizar qué era un mito para poder deconstruirlo bien.

 ¿Hay un campo semántico que vincula mito y mentira también?

  Sí, por supuesto, construyeron una gran mentira, pero tuvieron una gran habilidad para construirla y para que los otros la siguieran repitiendo hasta el día de hoy.

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 SHERLOCK GARDINER

 Haces un poco de detective cuando pones esas doscientas y pico de veces en las que Clarín escribe la palabra “fundamentalismo”. Hasta las contaste.

Creo que tiene que ver con la rigurosidad y lo metódico. Para demostrar lo incorrecto de algo o lo correcto de lo otro, bueno, ir y buscar cuántas veces dijeron esto, cuántas utilizaron lo otro. Alguien podrá estar de acuerdo o no con lo que yo digo, pero nadie podrá decir que no soy riguroso. Por lo general, cuando digo algo, está chequeado. No me han agarrado, que yo sepa, ni una vez, con un dato falso o incorrecto. A veces se me pasan algunos y me mortifico enormemente, trato incluso de corregirlo después.

 Al menos, en Occidente, en los países influidos por la cultura norteamericana,  solamente usar la palabra fundamentalismo contribuyó a la estigmatización…

 Sí, es fundamental. En otras cosas, también. Cuando vos decís que la presidenta es bipolar, estás trabajando en muchos sentidos. Nelson Castro no hace un análisis médico de la presidenta porque no es su médico. Y, si fuera su médico, no lo revelaría, por una cuestión ética. Cuando decís algo tan fuerte, ni más ni menos que de la  Presidenta de la Nación, sabés que eso puede ser repetido. Nelson Castro conoce el  poder de fuego que tiene. Después, en cualquier charla de café, la gente te tira que la Presidenta es bipolar y tal vez ni sabe qué significa la palabra.

 Es la trama del lenguaje de lo simbólico y de lo real. Vos vas al dato rígido y objetivo y, a la vez,  tenés esa otra percepción de ver a alguien baldeando la vereda y poder hacer una lectura sobre eso. A lo mejor, te resguardas en ese dato duro, pero hay implícita una mirada mucho más sensible.

Otra vez, yo no puedo responder porque son cosas que nunca me he planteado, ustedes me miran desde afuera. Yo, no.

 FICCIUS DESACTUALIZATIS

¿Hay en vos, como periodista, algún pudor con la metáfora o  con el lenguaje poético al escribir?

No sé qué contestar porque no tengo la mínima idea. ¿Qué sería el pudor?

Algo así como censurarte: esto mejor no lo pongo porque complica, esto es demasiado cursi, esto no es del palo del periodismo, así no se escribe una nota, este no es el lenguaje que corresponde.

No sé. No tengo la formación que tienen ustedes, entonces, no puedo ver todas esas cosas que yo podría decir que me salen de manera “natural”, sin elaborar. He leído mucho, pero nunca he estudiado sobre la escritura.

Y, como lector, ¿qué te pasa cuando advertís estos recursos en el periodismo?,

 ¿crees que ese tipo de lenguaje agrega a una nota periodística?

 En algunos casos sí

¿En qué casos?

Habría que ver cada caso concreto.

Por ejemplo, en el caso de lo que se llama el Nuevo Periodismo,  que trabaja disponiendo, dando a ver una situación más que informando, como hacen Cristian Alarcón, Leila Guerriero…

Lamentablemente, no los tengo leídos. Uno de los problemas, con el trabajo y la saturación de la información, es la poca posibilidad de leer. En realidad, uno se la pasa leyendo. Y siente que hay tanto para leer, que es inabarcable. A mí me calmó un poco un pequeño texto que leí hace un tiempo, de Umberto Eco, en el que contaba los libros que él no había leído. Entonces, yo estoy salvado, me dije. Si él no pudo leer todo…. Yo perdí el gusto de la lectura de ficción. La gente, cuando se va de vacaciones, se lleva un libro.  Lo último que yo quiero llevar es un libro. Igual, llevo. Además, ahora uno lee en más dispositivos, estás leyendo todo el tiempo, no paras de leer. Estoy desactualizado con las lecturas de ficción.

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 SAMUELILLO O EL JARDÍN DE LAS DELICIAS

 Para armar un clima de época, ¿no recurrís a la ficción?

Sí, sí, estoy pensando en el libro de España. Ese libro se hizo muy rápido, entonces, no me daba tiempo para ponerme a leer algo de Almudena Grandes o alguna que otra novela sobre el franquismo.

.Vos  insistís mucho en  “estoy apurado”, “es urgente”, “no tengo tiempo”. Cómo se puede pensar a esa velocidad…

 Conocen el libro “¿Por qué corre Samuelillo?”

No…

 Me lo recomendó mi analista, hace muchos años.

Vamos a ir a tu analista.

Samuelillo es  alguien que no puede parar, corre todo el tiempo y no para, no para, no para.

 Marcas la urgencia como un hecho incontrastable ¿Cómo se puede pensar y disfrutar del pensamiento? ¿Cómo se puede pensar tan rápido?

 No lo sé. Yo disfruto mucho de la vida. Y, por suerte, hago prácticamente todas las cosas que me gustan. A mí me gustan las plantas. Tengo un jardín en pleno Palermo Hollywood, como se lo llama hoy. Para mí es un placer maravilloso ir todos los días, varias veces por día. Además, soy hiperquinético, no puedo estar sentado… Y una de las cosas que me dan mucho placer, cuando me levanto, es ir a ver las plantas, tocarlas, cultivarlas, plantar semillas y ver cómo crecen, traer semillas de todos lados. Ustedes están mucho en contacto con gente como yo. Me lo imagino, por las entrevistas que hicieron. Este trabajo es difícil hacerlo sin pasión. Hoy, con los dispositivos tecnológicos, tenemos una ventaja que es una desventaja a la vez, porque quedamos atrapados.

 Es más accesible la información, pero también hay más caudal…

 Es una locura, claro, te convierte en un esclavo ¿Cómo puede ser que a tanta gente se le caiga el celular en el inodoro? Me incluyo… ¿Qué pasa que gran parte de la población  lleva le celular al baño? Hay una dependencia. Yo también lo llevo a  todos lados y estoy pendiente de la información. Mi trabajo y mi vida personal están permanentemente entremezclados. Ni siquiera soy como un médico, que termina de operar y vuelve a casa. Sigo, no paro, soy consciente de eso.

 ¿Nunca te angustia esa velocidad?

 A veces, cuando tengo que hacer demasiadas cosas, siempre tengo demasiadas cosas…, pero también lo disfruto mucho. Una entrevista es parte del trabajo, aunque también es parte del placer. Hay un correr muy placentero. Pero la sobreinformación y la cantidad de dispositivos que nos conectan es otro asunto. Hace poco viajé a España y mi pareja viajó después. Contamos 6 o7 dispositivos que teníamos para comunicarnos instantáneamente… Alucinante. Nos viene fantástico, porque podés mandar mensajes desde diferentes vías.

 Es imposible estar solo, imposible la ausencia…

 A mí no me gusta la palabra soledad, me parece que estar solo no es lo mismo que estar en soledad. Tiene que ver más con estar solo.

 Como con las plantas…

Tengo mucho contacto con las plantas, varias veces voy a ver cuál creció, qué cortar, qué retocar…

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 PLAGUICIDAS O BARBARIE

 Una pregunta, cambiando un poco de tema. ¿Es posible hoy pensar que el Islam para occidente ocupa el lugar que el comunismo dejó vacío, en tanto enemigo? ¿O es demasiado simplificado?

 No… Yo creo que es verdad. De hecho, yo creo que lo escribí en el ´95 y es actual,  el Islam se ha convertido en el gran enemigo de Occidente. En realidad, más que el Islam, es el tema del “otro”, del “diferente”. Cuando pienso en el “Otro” como diferente, pienso mucho en Europa: Francia, Reino Unido, Alemania, España. Europa, hoy, no es lo mismo que hace 100 años. Alguien que vivió hace 100 años, que se despertara hoy, no podría creer ver en Europa tantos negros, musulmanes, indios, pakistaníes, rumanos, de todo. Creo que es lo que explica el crecimiento de la extrema derecha en Francia. Justamente, el rechazo hacia el otro. La pureza de la raza, que es algo increíble y no lo dicen de esta manera, porque remite al nazismo, pero se trata de la pureza del francés. El idioma francés que habla alguien de origen árabe es diferente al de los blancos de tradición francesa de toda la vida. Cuando uno va a una panadería a comprar pan y sale la empleada blanca, típica francesa, y dice “Bonjour”  (con un acento), lo dice diferente de alguien de origen árabe o musulmán. Es una “R” general, fuerte y con diferentes cadencias, no es esa “R” arrastrada, gutural. A Francia, por múltiples razones, llegaron oleadas migratorias de “otros” y no se lo bancaron. No se bancaban, ya en el año ´98, que la selección francesa tuviera varios negros  de origen árabe. Son cosas que el francés parisino puro no se  banca. De la misma manera que un alemán, con muchas generaciones de alemanes rubios atrás, no se banca que aparezca un negro alemán y le diga “yo soy tan alemán como vos”. Bueno, todo esto fue un prolegómeno, para decir que gran parte de esos “otros” son musulmanes, gran parte de estos negros son musulmanes. Los pakis que llegan a Londres son 99 por ciento musulmanes; una parte de los indios que llegan son musulmanes; algunos, desde las Antillas, son musulmanes; los del norte y  centro de África, también son musulmanes. Sumado a eso, la existencia de organizaciones político- militares que apelan a la violencia y que son musulmanas: Al Qaeda y todas las otras que están apareciendo.

 La historia no soporta que quede vacío ese lugar del otro.

 Y no… Además, el problema con el otro lo tienen todos. Un judío creyente no puede creer que un cristiano crea esa taradez de la resurrección de Cristo. Un cristiano creyente no puede creer que un judío crea en el Mesías. Son como diálogos cruzados, donde no hay escucha. Esto es parte de la historia de la humanidad.  Pero, en relación al tema del “otro”, a mí me gusta una figura que usa Samuel Hamilton. Dice que una persona tiene múltiples identidades, múltiples sombreros: yo soy hombre, hincha de River, periodista, escritor y me saco y me pongo el sombrero, dependiendo de la circunstancia. Entonces, tengo múltiples sombreros. Para mí, un hincha de Boca es un otro, una mujer es un otro y puedo hacer miles de etcéteras. No tengo problema con eso. A ver, por supuesto que hay situaciones de polarización política donde uno sí tiene un problema con eso.

¿Crees que muchos dirigentes de USA y Europa piensan que en Islam hay un 99 % de pensamiento “irracional” y religioso y que eso implica un juicio y una manera política de encarar el conflicto?

 Sí, claro. Tiene que ver con la otredad y la presunta superioridad intelectual del mundo Occidental. No hace mucho tiempo cortaban cabezas en Indochina, hacían postales con cabezas clavadas en palos por parte de Francia. Después del exterminio en América, los  campos de concentración y los crematorios, los europeos no tienen autoridad moral para hablar de civilización o barbarie. Sé perfectamente qué es eso. En mi familia, somos descendientes de judíos alemanes.

MI PLANTA DE NARANJA CHOMSKY

Como periodista, nos intriga saber cómo confías en que determinada información  la podes reproducir como verdadera. ¿Es casi como un acto de fe, o de confianza?

 Muy difícil, circula demasiado  por las redes y se chequea muy poco. Pero, en el periodismo, uno construye referencias a las que respeta. Yo sé que Chomsky va a ser muy riguroso con los datos, entonces, más allá del análisis, si él me da un dato, yo le creo. Tengo esos referentes contados con una mano.

¿O sea que la verdad es algo muy esquivo en todo esto?

Sí. Hace poco, en Israel, 3 policías habían baleado a una mujer palestina y un diario Israelí, Haaretz, que para mí es el más confiable, dijo que la mujer había muerto. La mujer no murió y yo dije que había muerto. Después, en otra nota al día siguiente, pusieron que estaba gravemente herida. Y yo me mortifiqué por haber dado un dato que no era correcto. Para mí sigue siendo algo muy importante, tiene que ver con la credibilidad. También en NODAL, la agencia que manejo. He formado a la gente que trabaja ahí para chequear, buscar y asegurarse de la información. Siempre ir a la fuente, no confiar y ser muy cuidadosos. Pasa que, muchas veces, los diarios ponen como textual algo que no es, lo ponen incluso entre comillas. Por ejemplo, cuando citan textual de un discurso ante la ONU hay que poner el discurso entero, ir al original. A veces, incluso, la versión taquigráfica que se da previamente no coincide exactamente con lo que se dijo, porque hay presidentes o presidentas que después se van de ese discurso. Pasaba especialmente con Cristina.

 FLOR DE FILÓSOFO

 Una cosita más, ¿qué te enseñó Spinoza?

A no llorar ni reír, sino a comprender, a pensar.

 ¿Racional, causa – efecto?

 Sí, como una de las variables. Pasa que, ante un hecho, uno se sacude y es difícil parar la pelota para tratar de comprender. Es paradójico. Eso lo discutía mucho con Cardozo, el periodista fallecido, él era muy cartesiano también. Y yo le decía que para poder entender el Islam había que dejar de lado el pensamiento cartesiano. Vivo en una contradicción, soy muy racional. Y soy no creyente, por razones obvias. Pero la mayoría de la población mundial cree en algo que no tiene que ver con lo racional. Y yo soy muy respetuoso de eso. No es fácil para mí.

 Spinoza decía que el único modo de llegar a la verdad- siempre inmanente- era la intuición, que no es lo que nosotros entendemos por intuición.

  Sí, pero él también era religioso, vivía en un contexto, en una época en que  el 99 % era religioso. Para mí, el pensamiento racional  es una guía, incluso para tratar de comprender a gente que cree en la Pachamama.  A mí  me cuesta mucho entender el pensamiento religioso, mágico.

 ¿Sería algo así como no acusar de superstición a todo aquello que no entre dentro de la lógica, causa – efecto?

 Yo trato de hacerlo, tengo mis prejuicios. El pensamiento racional también es prejuicioso, parte de la base de que lo otro no existe, ahí hay una soberbia intelectual.

– Nota:  «El Anartista agradece a Pedro Brieger el envío de los tres cuentos que se publican junto a esta nota»

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