El Desaliento: Cuando te quitan el cuerpo y la palabra.

Por Anne Diestro Reátegui

“Siempre está el cuerpo /A veces nos distrae es cierto / Sin él estaríamos distraídos para siempre / Sólo se puede tocar el cuerpo/Tocar también es hacer música / Hay luces que uno no puede arrancar de los puentes de la memoria”.  “Amplio horizonte abrázame”,

Tilo Wenner. [i]

VIENTO ALIENTO

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Joos Van Craesbeeck.

Siempre se puede escribir en una hoja en blanco. Gritar, hablar, contar historias que nos movilicen. Cada vez que lo hacemos,  somos conscientes: nos regimos dentro de la palabra y ella nos pone en evidencia cuando sucede lo “insoportable”. Pero, si el cuerpo, la voz se unen y hablan, los poderes del Estado pueden temblequear. Lo que cualquiera considera democracia está bañado, en general, de una serie de prohibiciones. No todas resultan tan legítimas como parecen. En situaciones de tanto enfrentamiento, se pueden perder la voz y el cuerpo. Y, como menciona Tilo Wenner – tal como resultó su destino  de “desaparecido»-sin ellos, estaríamos distraídos para siempre. Nos amputarían la palabra, violarían nuestro movimiento. En el marco de estos despojos, así se cuenta Ayotzinapa.

Andaba yo perdida entre las palabras de Tilo y el mapa de México, cuando un bar atravesó mi recorrido bonaerense, el 26 de septiembre. Ese día se habían desatado fuertes vientos en Almagro y yo seguía sentada en el exterior de local. Un grupo de jóvenes venía hacia el bar, una mujer encabezaba el grupo, su liderazgo se notaba desde su forma de caminar. Luego, los rostros angustiantes. Un calor de búsqueda arreció cuando abrieron las puertas de local, un calor que entrelazaba las ráfagas, la noche y el frío.

Ese lunes tenía aliento rasposo, sangriento, nocturno. Ese lunes se cumplían 2 años de la masacre que dejó desaparecidos y muertos en Iguala, México.

DESCIFRAR LO AUSENTE

El futuro está quieto” repite Rainer María Rilke. Cada vez que abro “Cartas a un joven poeta”, pienso el futuro de los que gritan y militan en el presente, en esa fuerza de viento, cuando salimos a las calles a reclamar injusticias. El estado mexicano se llevó a 43 estudiantes. Supe los nombres de cada uno ese 26 de septiembre, en el bar de Almagro. El grupo que se acercó junto al viento demencial traía consigo vértigos y más presencia que nunca. Los cinco chicos mexicanos hacían un ritual de la palabra: ellos también creían en la profecía hablada. Su potencia me hizo cruzar la puerta. La primera imagen fue el rito. Un círculo de 25 personas, aproximadamente, encerraba el número 43. En el medio había casi un corazón, un conjunto de velas que daba forma a la cifra sobre una mesa de madera. El corazón encendía la búsqueda de estudiantes y nos tenía paralizados. Las palabras de la mujer líder se contuvieron del llanto hasta casi el punto final. Antes, resonó y repicó en las paredes el nombre de cada uno de los estudiantes de la Normal Rural de México. Formamos una especie de salón de clase y, por cada nombrado, todos al unísono repetíamos ¡Presente! Porque era cierto, ellos son el ahora de la búsqueda. Su ausencia multiplica su presencia. Eso es lo que el estado mexicano no esperaba. Una reacción inversa al miedo ante los asesinatos.

UNA NORMAL POCO NORMAL

AyotzinapaLa Normal Rural de Ayotzinapa, “Raúl Isidro Burgos” fue fundada en la ciudad de Iguala, Estado de Guerrero, México en 1926. Desde su creación se mantuvo el concepto de la educación como derecho popular.  Y estuvo vinculada con luchas sociales desde 1970. A pesar de las versiones sobre cómo sucedió, la desaparición de los estudiantes sigue bajo el mismo rótulo: masacre.

 

¿Dónde están los 43? ¿Es así de sencillo matar a 6? ¿Desollar a 1? Según la revista Anfibia[ii], una de las hipótesis sería que los narcos junto con la policía local y el presidente municipal -del Partido de la Revolución Democrática-, no pudieron tolerar otro grupo en la región. Debían arrasar al ERPI, Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente. Según dicen, el ERPI recluta gente entre las Normales. Entonces, los asesinatos de Ayotzinapa  fueron una forma de mantener el control bajo el mando de un narco-estado.

Enrique Peña Nieto, presidente de México, no quiso ensuciarse mucho las manos, a pesar de la fuga del presidente municipal del Estado de Guerrero. “[iii]Yo soy el primero en recoger la pena y el dolor por el que pasan los padres de familia ante no saber qué pasó con sus hijos”, dijo Peña Nieto en una entrevista en México. ¿Cómo es que haces tuyo un dolor que no te pertenece y por el cual eres responsable? Los jóvenes mexicanos señalan la poca intervención del Estado y el jefe sale a decir que ese dolor también es suyo. Quedan familiares, amigos y hombres sensibles burlados entre palabras. Pero aun así, su aliento se vuelve potente y la búsqueda, actual. Los desaparecieron y mataron para lograr una ausencia, pero el pueblo no olvida. Bajo el grito: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!, clama el regreso.

La matrícula de la Normal Rural  no para de crecer.

CASI OSCURAMENTE GEMELAS

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Javier Henriquez.

El 26 de septiembre, los estudiantes de Ayotzinapa  hacían una colecta para la marcha en conmemoración de los 46 años de la masacre de Tlateloco. Estudiantes desarmados ejercían su derecho a la memoria. Esa noche, del 26 de septiembre, se encaminaban hacia la tragedia. Ambas masacres difieren en un número, en cuanto a víctimas desaparecidas. En Tlateloco, 44 desaparecidos registrados durante la masacre del 2 de octubre de 1968. La noche negra de Tlateloco prendió fuego a estudiantes. Jaime Tamayo, investigador de la universidad de Guadalajara, dijo: “Las dos tragedias guardan similitudes, paralelismos y una lección clara de una democracia mínima que representa la libertad en México. Ayotzinapa es el recuerdo tortuoso de que los años no sirvieron en términos de lección. Es un fiel recordatorio de que haber puesto atención a las consignas del 68, muchos aciagos y violentos acontecimientos se hubieran ahorrado[iv]”.

ARQUEÓLOGOS ESPONTÁNEOS

Las movilizaciones estudiantiles presionan al Estado. El estado es esa bestia cuya primera salida en algunos países logra “ejecutar”, desaparecer estudiantes. En 1992 el grupo colina, un grupo militar del estado de Alberto Fujimori en Perú desapareció a 9 alumnos y  a 1 profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, La cantuta. Según su argumento el secuestro se dio por vínculos con el terrorismo. Nada comprobado.

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Alumnos y profesor de La Cantuta.

Detrás de los desaparecidos quedan familias a la espera de los cuerpos. Noches, días de espera potenciada por angustia, por el simple hecho de no saber.  Tener un familiar o amigo desaparecido te convierte en un constante arqueólogo, en un reconstructor de la memoria. Sin duda, esa angustia cesa cuando te dicen dónde está ese cuerpo, si quedan restos, cuántos o cuáles son. El cuerpo clama, aunque no siempre encuentra resquicios por donde hacerse oír.

Está claro para algunos:

  1. No nos pueden seguir desapareciendo.
  2. No somos objeto de muerte para los otros.
  3. Nuestra vida se debe respetar.
  4. El Estado no puede quedarse en silencio.
  5. Nuestra lucha es la búsqueda.

Esa noche del 26 de septiembre, Ayotzinapa llegó a mí con fuertes vientos, movilizantes y duros. El rito inició la noche del 2014 en Iguala, México. Sigue aún y seguirá, hasta que los cuerpos respondan. La profecía de la palabra es presente. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Este papel en blanco reclama de mí una escritura que se oriente a una nueva realidad donde el Estado y los grandes poderes dejen de determinar nuestra semántica y nuestra caligrafía. Las movilizaciones y marchas son una escritura colectiva de todos quienes nos queremos vivos. Ahora quizá, seamos un peligro para ellos, pero debemos sostener este trazo para que no se animen a regresar.

Vuelven los vientos. Vuelve el frío. El hálito hace una orilla en el pensamiento: la búsqueda es presente y el cuerpo, nuestro principal motor.

 

 

 

 

[i] Poeta desaparecido en la dictadura militar Argentina, 1976.

[ii] http://www.revistaanfibia.com/ensayo/ayotzinapa-el-nombre-del-horror/

[iii] http://www.milenio.com/firmas/carlos_puig/Pena-Nieto-enterro-historica-Ayotzinapa_18_795700454.html

[iv] http://www.sinembargo.mx/02-10-2015/1505561

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