Entrevista a Maru Fumagalli, miembro del Equipo Argentino de Antropología Forense.

Entrevista: Nora Lombreg, Anne Diestro, Gabriela Stoppelman
Edición: Gabriela Stoppelman

Caen/se levantan/es un hecho”
Paco Urondo

TorVic. "De Mariposas Negras", dibujo digital, 2014.
TorVic. «De Mariposas Negras», dibujo digital, 2014.

Dicen que ladean el silencio para estar más cerca unos de otros. Ni susurros, ni fraseos,  ni suspiros. Combados a favor del vientre, anidan en la tierra un lenguaje de espera, un combate obstinado en su puro permanecer. Cuentan que, cuando la materia del mundo se espesa en oscuridades, rehuyen las manos de los vivos. Que no se trata de una voluntad ni de un instinto: su mudar consiste en estar,  un compás de guardia hasta el momento indicado. Por ejemplo, cuando  un aleteo de mariposas negras los preanuncia, o cuando la mano que lentamente los busca, suda al ritmo de sus nombres. Entonces, se inquieta  un desperezarse de tiempo dentro de la fosa. Un sobresalto de estratos y sedimentos inspira profundo y se vuelve caldo, polvo de origen. En la esquina opuesta de los objetos y los seres, la nada chirría sus dientes,  agria en el recuento de tantas batallas perdidas. Reducida casi a su propio nombre,  frágil e inerme, ella sabe: contra su pálido ser, puede hasta la más mínima filigrana de una huella. Y es que, de tanto en tanto, desde el simple relato de una cicatriz, se desovilla un reguero de pistas, marcas, señales, direcciones en la aparente ingenuidad de un territorio. Hay todo un tiempo previo de pesquisas atentas, diálogos al acecho, olfatos convocantes. Y, entonces, un día, aplacado el furor de las primeras paladas, ellos se ofrecen. Despuntan su elemento cargado de ahogos hacia la bocota abierta de la tierra, ahora vuelta en dirección al cielo. El nombre que a cada muerto le falta  no cabe ya en las manos de quienes los buscan. El no tiempo se extiende en el  hueco que comienza a exponer su tesoro. Y ahora la forma que los contiene a todos parece un ojo, un gran ojo que se mira a sí mismo avanzar hacia el alba de un encuentro. La mirada se llena de memoria. Por allí se desoculta la hidalguía de una muñeca, intacta en sostener el recuerdo de una niña. Más lejos, un reloj, detenido en una hora sin historia. Y también botones, prendas de vestir y de arropar, diarios, intimidades que han sobrevivido al peso de los vivos y de su propia ausencia. Dicen que, cuando sus nombres andan cerca, ellos ladean el silencio para abrazarse al temple de quienes los añoran.  Entonces, se corren, se prestan a dejarse regresar. Los primeros que los reciben después de tanta asfixia son, por ejemplo, los ojos de Maru Fumagalli: un fuego que flamea el coraje de un oficio sagrado. Y dice así:

 

TODAS LAS MANOS, TODAS

                                                           Un día nos reuniremos gran suma de minúsculas/despiertas y conmovidas/Entonces derribaremos las puertas del tiempo injusto/Y no habrá nadie entre nosotros que llore por causa/de los ídolos mimosos/Nadie entre nosotros que nos delate con su canto de sirena/a los señores de la infecundidad porque habremos cerrado/tanto nuestras filas que toda la ternura será nuestra
Tilo Wenner, poeta argentino desaparecido

 

Maru Fumagalli
Maru Fumagalli

¿Qué generación de antropólogos sos?

Y… Soy como un híbrido entre segunda y tercera generación. Está la generación que gestó el Equipo, los fundadores, que arrancan en el ’84. Hubo una segunda generación, cuatro o cinco compañeros antropólogos que se incorporaron entre 1998 y 2001. Y, en 2002, entramos nosotros, un grupo de ocho o diez, de los cuales cuatro se fueron luego por otros caminos, así que quedamos seis, de esa tercera camada. En total, seremos actualmente cincuenta, y estoy contando a unos diez compañeros que trabajan en Laboratorio Genético en Córdoba, abocados exclusivamente a esa tarea.

 

Maruja Mallo. "Antro de fósiles".
Maruja Mallo. «Antro de fósiles».

¿Y cuántos trabajan en la parte arqueológica? 

Tres o cuatro. Pero es que el trabajo tiene varias etapas: el trabajo de investigación preliminar, la reconstrucción histórica de cada contexto en el que se labura, la recuperación arqueológica, el análisis, el perfil  biológico de los restos- que sería el trabajo de laboratorio- y el cotejo genético. Son cuatro etapas pero, en la realidad, se trata de un proceso que se va retroalimentando, pocas veces de una manera lógica, lineal y ordenada. Muchas veces se recupera primero un cuerpo y, a partir de eso, se inicia la investigación preliminar, o bien llegan restos al laboratorio.

Interviene el azar.

Claro. Y si no participaste en alguna de las etapas de esos restos que te llegaron, hay una parte de la información que te falta y es muy difícil reconstruir. Esto es “todos con todos”. Si podés participar de todas las etapas del proceso, tenés un margen un poquito mayor de posibilidades de identificación, lo cual tampoco implica un éxito. En este trabajo el éxito es muchas veces una quimera. Por eso, en Argentina, nosotros tenemos setecientos restos recuperados, sin identificar.

TorVic. «De mariposas negras».

En otros lugares puede también pasar lo mismo. 

Totalmente.  Y trabajamos con gente que ha hecho la investigación preliminar en otros idiomas y a veces es un problemón. Nos manejamos en inglés, pero ahora  estoy aprendiendo ruso también…

Me imagino, ahora en el Cáucaso… 

Bueno, para este proyecto nos contrata como consultores la Cruz Roja Internacional, para la recuperación y análisis de restos de víctimas de una guerra civil que se dio en los años 92 y 93. El conflicto se dio a raíz de que Georgia era una república soviética y, en el  año 1991, fue una de las primeras repúblicas que se desprendió de la URSS. Una vez que se independizó, había diferentes grupos étnicos dentro del país, que preferían seguir perteneciendo a la URSS. Cuando la URSS cae, estos conflictos explotan. Entonces se da un conflicto de secesión con Abjasia, un lugar muy chiquito al noroeste de Georgia que quiere seguir en la URSS y no se considera georgiana. Lo anterior genera una guerra civil en la que esta población minoritaria, un 17 %, echa de ese pequeño territorio a los georgianos. Georgia todavía considera a  Abjasia como parte de su país. Y Abjasia no ha sido reconocida como república autónoma, salvo por Nicaragua, Venezuela, Cuba y Nassau.

Igor Morski
Igor Morski

Todo esto no lo sabías desde antes.

 Lo tuve que estudiar. A mí me dijeron “Vas a ir a Georgia” y pensé en Georgia, Estados Unidos. Pero no. Era en el Cáucaso. Y me puse a estudiar. La verdad es que está muy bueno. Es un motorcito muy personal para mí en este trabajo. Primero porque haya ciertos conflictos  invisibilizados, uno no se entera de estos lugares y sus historias si no sale a buscar la información. Y, luego, porque no es lo mismo informarte que vivirlo y entenderlo desde los propios actores, aunque hablen en ruso y nos entendamos poco.


DIARIO  ÍNTIMO DE UNA FOSA
                       

Luego de tomar el último sorbo de café/ con un gesto que yo amaba/ dio vuelta la esquina/ entre la gente/ y se metió en mí/ hasta perderse
Pequeña historia de bolsillo”, José Eduardo Ramos, poeta argentino desaparecido


¿Qué tiempo se vive adentro de la fosa? Nosotros vemos a los antropólogos desde afuera, arrodillados, acuclillados, con esos cepillitos…

Para  mí es un “no tiempo”, una suspensión de la cronología. No me pasa con ninguna otra actividad en la vida. Puedo estar ocho horas en esa posición, sin comer ni tomar agua y no me doy cuenta del tiempo, estoy sin sed y sin cansancio. Puedo pensar, por momentos, muchas cosas. Por otros, absolutamente nada. Es muy loco. Hay cuestiones muy puntuales: la ropa, los objetos son la personificación de esos restos. Uno no naturaliza nunca el trabajar con la muerte aunque, después de quince años de trabajar con restos, un poco los ves a todos como iguales, quizás como método de autodefensa. Más allá del  compromiso con el trabajo, uno genera determinados mecanismos para poder enfrentarse al horror sin que el horror te trague. Veo tus lentes ahora, son tuyos. Esos objetos son los que nos van a devolver, cuando no estemos. Y nos van a devolver de una manera muy fuerte. En el Cáucaso me pasó de recuperar un diario íntimo escrito, por supuesto, en ruso y previo a la guerra civil. Estábamos excavando y encontramos una pareja enterrada en un ropero, que era el modo de enterrar a los  muertos en medio de ese conflicto: como podían y donde podían. A la señora, la enterraron con su hermano y su diario íntimo. Ella le había escrito durante dos años a su hijo, que estaba estudiando en Moscú, cómo se desarrollaba el conflicto. Desde su cotidianidad hasta cuestiones macroeconómicas y macropolíticas de la región. Había fotos que el hijo le mandaba, fotos que ella le mandaba al hijo. Estaba todo en la fosa. La cuestión es que, cuando se desata este conflicto, el hijo vuelve para pelear en esta guerra y, en ella, fallece. Nosotros sabemos que en algún lugar se va a recuperar el cuerpo de ese hijo. Y la familia de esta gente está viviendo del otro lado, en Georgia.

Equipo de Antropología forense.
Equipo de Antropología forense.

Los objetos son como embajadores de las personas que ya no están presentes, pero sí representadas por y en esos objetos. 

Totalmente. Y para la familia, en muchas ocasiones, es mucho más poderoso un objeto que un dictamen genético o que una pericia antropológica.

LECTORES DE DOBLE VÍA

       “Afuera/el agua cae/de arriba para abajo/adentro/el agua sube/de abajo para arriba.”

 “Lluvia en la villa”; Roberto Santoro, poeta argentino desaparecido.


Para mí, ustedes son los lectores más grandes del país. Hacen una lectura del último capítulo de la vida de una persona. 

Sí, y esa lectura es un camino de dos vías. Por un lado vas del cuerpo hacia atrás y, por otro, vas desde el evento de la desaparición hacia adelante. Caminos de doble vías que se retroalimentan.

Salvador Dalí. "El escritorio antropomórfico".
Salvador Dalí. «El escritorio antropomórfico».

Cuando tenés la información…

Claro, cuando se pudo llevar a cabo el ejercicio de memoria que te permita reconstruir el recorrido. Muchas veces, eso no existe. Tenemos casos de restos que presuponemos a quién pueden corresponder, pero las familias no quieren ese cuerpo.

¿Por qué? 

Diferentes motivos. Para nosotros todos son respetables. Ese es también un límite en lo nuestro, trabajamos sólo a pedido de las familias.

Pero al ser parte de la historia de todos, se podría pensar en que sería legítimo actuar de oficio con los restos. En el caso de los nietos, recuerdo que Estela decía que la identificación se hacía más allá de lo que el nieto decidiera luego hacer con eso. 

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Lo que pasa es que ahí tenés un delito imprescriptible, anterior incluso al chico, y que se sigue siendo cometido -es un delito continuado- más allá de la voluntad individual de  un nieto joven de querer aceptar o no que es hijo de desaparecidos.

¿Y en este caso? 

En este caso, la desaparición forzada es un delito de lesa humanidad, pero el leitmotiv de la creación del Equipo es trabajar por y para los familiares. Entonces, si los familiares no acceden a entregar una muestra de sangre o si no están de acuerdo con esta búsqueda, para nosotros, es un límite. 

Una violencia que se contradice con el espíritu de ese organismo. 

Claro. Nosotros no somos un ente del aparato judicial. Somos antropólogos forenses que, muchas veces, actuamos como peritos de la justicia. Pero en la mayoría de los casos, como peritos de los familiares.

¿Cómo se leen huesos? 

Es un proceso complejo que nadie te  enseña. La antropología forense no es una disciplina académica. Yo estudié antropología con orientación social. Después, no hay donde especializarse en antropología forense. En mi caso, fue a partir de mi acercamiento al Equipo. Ellos me enseñaron a leer huesos. Más allá de que uno pueda sentarse a leer bibliografía y preguntarse cosas, hay una transmisión oral y una práctica concreta. No hay una actividad  abstracta y teórica separada de una praxis. Cuando yo entendí que no había posibilidad de desunir una cosa de la otra, me dije: “Este es el lugar”.

maru6, katan amamo

Más allá de lo anatómico, lo que se puede aprender en el campo de la medicina, digamos, ¿esto se aprende en la fosa con los huesos que aparecen y no con los que ya están? 

Sí. Lo que tenés en la fosa es, en realidad, un esbozo de lo que va a venir, muchas veces en la fosa se leen cosas que luego son erróneas. Es un primer acercamiento, aunque fundamental, porque te va a permitir mantener a lo largo de todo ese proceso el contexto de hallazgo y cómo y por qué esa persona o ese grupo de personas llegaron a estar ahí y cómo fueron esos últimos momentos. Eso es algo que me hace mucho ruido en la cabeza: los últimos momentos. Encontrar un reloj, por ejemplo, con una hora que no sabés si es la hora en que la persona murió, o si el reloj siguió funcionando hasta que el tiempo lo dañó, o en qué momento se detuvo… Es muy impresionante. Y muchas veces el objeto que recuperás de una fosa lo ves de una manera que después, en el laboratorio, se revela como otra cosa. A veces recuperamos ropa completamente arruinada, llena de barro, parece que no se va a poder hacer nada con ella. Y, después del proceso de acondicionamiento, ves una prenda que te permite dimensionar el tamaño de una persona, sus gustos, una época histórica,  una moda determinada, una época del año…

En Creta se descubrieron corsets de mujer y tacos altos de una civilización de mil seiscientos años antes de Cristo… Objetos.

MARIPOSAS  NEGRAS ALETEAN DESDE VIENTRE DE LA TIERRA

“Tiembla ante los ojos/ la fugaz acuarela/ es ilusión de risa entre las plantas”

 “Picaflor”, Alcira Fidalgo


¿Cuánto y por qué se conserva un hueso bajo tierra?
 

Depende de las condiciones de inhumación. Me tocó trabajar en un contexto rural en las Filipinas, selva impenetrable, clima absolutamente tropical, un suelo muy ácido. Fuimos a excavar en busca de tres cuerpos y lo único que recuperamos fue la ropa. De los huesos, sólo quedaban unos fragmentitos minúsculos. Prácticamente, a los huesos, se los había comido la tierra. Y, además, les había crecido encima un árbol. Cuando excavamos encontramos la ropa dispuesta con  un árbol gigante arriba. Todo esto con un chamán al lado,  que nos contaba un montón de historias, imaginate. Nosotros veníamos trabajando hacía una semana en una montaña a la que llegamos en un contexto muy adverso. Vivíamos en la casa de una familia divina, la gente en Filipinas es un amor. Al cabo de una semana, no encontrábamos los restos. El chamán decía “Los muertos se corren, no les gusta que los molesten, no quieren ser encontrados”. Nosotros entrevistamos a los lugareños y al jefe de la comunidad, que es lo que tenés que hacer muchas veces para poder acceder a ciertos sitios, sobre todo, en las zonas rurales: es el que regula la dinámica del lugar. Hicimos entrevistas con unos, con otros, hasta que  pedimos hablar también con el chamán. Ahí fue que empezó con esto de que los muertos se corrían. Pero que, dada la buena convivencia que habíamos tenido, ya éramos como parte de la misma familia y ellos iban a aparecer. Nos quedaba un día de excavación y nos teníamos que ir. La misión estaba planificada para una cantidad de días, con una cantidad de víveres. La noche anterior, estábamos cenando con toda la gente, como treinta personas en un cobertizo. En eso entraron tres mariposones negros y empezaron a volar por todos lados. La gente se miraba como quien dice “Ahí están, ahora sí”.- “Ellos vienen a dar su consentimiento para ser hallados”. Al otro día, fuimos y aparecieron dos de los tres…

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Como las mariposas en la Plaza de Mayo ¿te acordás?

Totalmente. Tres mariposones, uno blanco y dos negros. Buscábamos una mujer y dos hombres.


En la cultura mochica de la zona de la costa de Perú, hay una mujer llamada “La dama de Cao”. No la encontraban hasta que Walter Alba- quien encontró al Señor de Zipán, otro personaje importante-, dijo que tenían que llevar al chamán, quien tenía que tomar el cactus “San Pedro”  y, de ese modo, ella iba a dar su consentimiento para hallarla.

Exactamente. A cualquier lugar donde vayas tenés que tener en cuenta a todos los actores y a esa cosmovisión que, por más que vos vayas con todos tus instrumentos científicos, tu capacidad de raciocinio y tu ateísmo, no vas a llegar a los mismos resultados.

¿Y qué pasa con tus convicciones ante eso? 

Hay una conmoción, absolutamente. Es un replanteo general de la vida que se reabsorbe, lamentablemente, cuando vuelvo acá. Creo que cada detalle ayuda a entender la realidad del lugar donde a una le tocó trabajar y a no permitir que la realidad de torbellino que vivimos nosotros nos haga perder cierta dimensión humana y cierta forma de concebir las cosas desde otro punto de vista. Es decir, lo que nosotros vivimos es como es, pero podría ser de otra manera. Estas cosas nos ayudan a evitar las naturalizaciones y certezas. Ojo, sin caer en el relativismo absoluto donde todo es válido.

¡EUREKA!

                        “No vayamos a olvidarnos de la luz/ que no está allá arriba ni tan lejos,
sino aquí,  por estos lados

“Un favor  a la poesía”, Lucina Álvarez, poeta argentina desaparecida

 En  lo que estás diciendo y en  lo que leímos están todos los lenguajes: el narrativo, una teatralidad, literatura, rituales locales que se suman al ritual antropológico, donde sólo falta la música para que sea una ópera…

Para mí ese es el objetivo del trabajo, que la comunidad sea parte de esta búsqueda y se integre con el saber científico, que no es sólo ciencia o, al menos, yo no lo vivo como tal. Todas las miradas y todas las lecturas son válidas en ese momento, millones de percepciones y lenguajes que se entrecruzan con el mismo objetivo y que siguen siendo diversas.

Maruja Mallo."Escaparate". Óleo sobre lienzo, 1928.
Maruja Mallo.»Escaparate». Óleo sobre lienzo, 1928.

¿Qué pasa cuando las cosas empiezan a aparecer en la fosa? 

Es como el ¡Eureka! Hay situaciones en las que tenés un testigo directo que te dice dónde pasó tal cosa. En general, en el contexto de una guerra, las familias enterraban a sus muertos y ahí tenés testigos de primera mano. Me tocó exhumar en un caso así, en el que un señor había enterrado a toda su familia: a su mujer, a su hermana, a su cuñada, a su cuñado, a sus dos sobrinos, eran como siete. Ahí no hubo, casi, margen de error. El problema es cuando las fuentes son de segunda mano y ese ejercicio de memoria para llegar a la instancia de recuperación se hizo de una manera parcial o defectuosa, por contar con pocos actores. Un testigo indirecto, una historia fragmentada, pocas fuentes de información… Entonces, tenés que sentarte con multiplicidad de actores, preguntar y repreguntar, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿quiénes?, ¿por qué? Algunas veces, podés reconstruir algo y otras  es la búsqueda de la aguja en el pajar. En estos casos, cuando aparece, es el Eureka.

¿Usualmente reconocés un fémur como masculino o femenino, por ejemplo? 

Sí. Y depende siempre de las condiciones en que se encuentren los restos. Resulta fundamental interpretar el contexto de inhumación y una recuperación adecuada de los restos inhumados. En contextos de restos quemados o mezclados es probable que la información se presente de forma muy fragmentada. Ahí el contexto es fundamental.

¿A ustedes los habían convocado en México, por el caso de los estudiantes? 

En el caso de Ayotzinapa, no. Sí nos convocaron y trabajamos en el caso, a pedido de los normalistas. Hace cinco años que el Equipo tiene una oficina permanente en México. Una de los miembros fundadores del EAAF está viviendo allí. Vivía en Nueva York. Fue una de las primeras en involucrarse con el trabajo en México y Centroamérica, fue la que impulsó la creación de lo que llamamos el “Proyecto Frontera”, la formación de bancos de datos genéticos a nivel regional, México y Centroamérica, para la búsqueda e identificación de cuerpos de migrantes México-USA.

Pero ahí no tenés la autorización de los familiares, ¿o sí?

Lo que se hizo ahí fue crear el banco como una instancia con tres patas: una de ellas el EAAF, otra el Estado y la tercera una ONG local, que representa a los familiares. El EAAF funciona allí recolectando y la información  pre-mortem y procesando las muestras de sangre de los familiares, que son convocados por las tres instituciones.

BIOGRAFÍA  ESCRITA EN UNA CICATRIZ

                                   “Tal vez no dejen otra cosa que su memoria en una bala indecible, quizás apenas sus oxidados zapatos queden sobre la arena/como un
espacio para continuar la marcha”
 “Los compañeros”, Enrique Coureau, poeta argentino desaparecido.


Qué importantes son las cicatrices en todo esto. Eso que te hiciste en el tobillo habla más de vos que el dolor por un amor que te dejó.

Sí. Quizás una fractura que sufriste a los ocho años y por la que estuviste vendada dos meses… Por eso la entrevista es un ejercicio de memoria que recupera completa la historia de vida de una persona.

Robert y Shana Parkeharrison
Robert y Shana Parkeharrison

Decía  Carlos  Somigliana, compañero tuyo del EAAF, que la memoria es un trabajo.

Totalmente. Es una madeja que hay que ir desenredando porque la memoria está opacada, encapsulada. Y muchas veces hay que separar paja de trigo.

Y el que separa también tiene una memoria que inventa.

Sí, y como entrevistadora tenés que lidiar con eso. Uno debe estar muy atento a no forzar situaciones para conseguir información.

Aparte, después de muchos años de ausencia, la gente asume como reales cosas que nunca pasaron.

Totalmente. Y también bloquea cosas que sí pasaron. Por eso es importante, si se dan las condiciones, entrevistar a  la mayor cantidad posible de personas. Muchos miembros de una familia a veces no quieren hablar, pero habla la madre. En la mayoría de los casos, las madres son las personas más valientes en estas historias. Cuando la  madre empieza a hablar, el resto  entra en confianza. Pero a esa confianza hay que construirla en dos horas de entrevista con una persona a quien, quizás, no vas a ver nunca más, en una instancia en la que necesitás completar un formulario de cuarenta y ocho páginas con información de todos los aspectos de la vida de alguien. Entonces, se trata de encontrar un equilibrio entre completar el formulario requerido y obtener información múltiple y diversa, a partir de la generación de confianza con ese interlocutor.

¿Hay algo intuitivo en eso, a medida que la conversación transcurre? Porque este trabajo tuyo es científico, humanístico, social, medio psicológico también y hasta literario, en la reconstrucción de los hechos, hay una importancia vital en los relatos. ¿Y lo poético?

Se da en el contacto directo, en la interacción.

En uno de los videos sobre el Equipo que vimos, una antropóloga decía que, cuando está en la fosa, no se angustia. Pero, al identificar los huesos y al darles un nombre, estas personas se vuelven como un pariente de ella, ella siente como si hubiera muerto su padre o un hermano. ¿Cómo te relacionás con esto?

Maruja Mallo
Maruja Mallo


Yo les pregunto cosas a los huesos. A veces me encuentro hablando sola junto a los restos, diciéndoles que necesito que me permitan leer, conocer el nombre, la historia… Muchas veces he trabajado mucho con esa persona, con su historia, he soñado con ella. Cuando aparece el nombre, es la conmoción, es un momento de extraña felicidad. Es el mismo hueso pero ya tiene nombre, cara e historia. Cuando sucede, lo primero que se me viene a la cabeza es: tenemos finalmente una certeza para transmitir a la familia. La notificación es el segundo momento de conmoción.

 

LA NADA IMPOSIBLE

                     Tal vez mis versos mueran/ pero un tiempo nuevo/traiga el verbo exacto”
“Duda”, Claudio Ferrari, poeta argentino desaparecido


¿Qué pasa con la voz en ese momento?

A mí se me representa la voz a través de la familia, cuando me cuentan cómo era la cotidianidad de esa persona, cómo pensaba, cómo se manejaba, qué vínculos tenía con su comunidad, con su familia, con su novia, con sus compañeros de militancia… La voz está en ese poder construir memoria a partir de ese hueso que, a simple vista, es sólo un objeto. Ahí me aparece su voz, pero no en el hueso. En el hueso se me aparecen otras cuestiones, cómo fueron sus últimos momentos. Esos huesos que, sin naturalizar, son todos tan parecidos- acá, en las Filipinas, en el Cáucaso, en México y en Sudáfrica- y que, sin embargo, son la victoria después de un proceso absolutamente doloroso y fragmentador a nivel nuclear de la familia y a nivel social, porque la figura del desaparecido es de absoluta fragmentación.

Después de todo esto yo no quiero que me cremen ni que cremen a nadie porque estaríamos quitándole al futuro  un texto que puede hablar de nuestra época, de nuestra historia.

Mirá, destruir un cuerpo de modo que no quede absolutamente nada es un trabajo muy difícil. Uno puede ocultar, mezclar, distorsionar, pero siempre hay rastros que se pueden recuperar e interpretar.

Manuel González Serrano
Manuel González Serrano


EN EL FINAL, OTRA VEZ FUE EL VERBO

           “Que todo sea una salvaje profecía, amor poseído amor ido”,

“Comunión salvaje”, Miguel Ángel Bustos, poeta argentino desaparecido


Volviste del Cáucaso hace muy poco. ¿Necesitás decantar, tomar un poco de distancia luego de cada misión?
 

Sería lo ideal, pero no es lo usual. Muchas veces no se cuenta con el tiempo. O ese proceso se da en tiempos fragmentados. No está bueno eso… A veces, explota por otro lado, repercute en otros ámbitos.

¿Y no te resulta un poco aburrido cuando estás acá? 

Un poco. Luego, está el asunto de la imprevisibilidad.  Hay ocasiones en que te encontrás replanificando cuestiones personales en función de un imprevisto.

¿Ustedes dependen de algún ministerio? 

No. Nuestra premisa es la de funcionar como ONG de modo de no tener dependencia de ningún organismo estatal ni entidad privada. Desde 2007 contamos con un subsidio de Nación acotado al trabajo que realicemos en Argentina. Pero la financiación del Equipo se genera de un modo bastante artesanal, está en manos de personas encargadas de  contactar fundaciones, embajadas, organizaciones y presentar el trabajo que el Equipo ha hecho a lo largo de estos treinta y cinco años para pedir fondos. Todo el dinero que ingresa al EAAF se redistribuye en las tareas que se llevan a cabo.

¿Vos podrías hacer esto por el resto de tu vida?

Piet Mondrian. " el árbol gris "
Piet Mondrian. » el árbol gris «

Bueno, es una pregunta que me hago últimamente… Yo pienso en los fundadores del EAAF, en los que comenzaron a sus dieciocho o veinte años, quienes realmente dedicaron su vida a esto. Realmente me resulta admirable su modo de no claudicar. También, pienso en los casos de restos que se identificaron con nombre y apellido y no hay nadie que los reclame, que las familias arrastran conflictos de años a partir de la desaparición y que no pueden resolver el evento de inhumación, qué hacer con esos restos. Luchar toda una vida por esto y cuando llegan las certezas, dar paso a otra etapa compleja, la concreción de un duelo absolutamente inacabado. Nuestra función es tratar de dar respuestas concretas y acompañar desde nuestro rol ese camino. 

¿Quién, que no haya tenido un pariente asesinado, ve los huesos de su madre? Es anormal, vos podés tener el cadáver de tu madre, pero no los huesos. Debe ser tremendo. Pienso en la imagen de los huesos abrazados en la fosa. Si los separás un poco de la idea de la muerte, uno ve que eso es lo que se preservó después de la muerte, lo que sigue vivo.  Hay ahí un espectáculo de muchísima solidaridad, como que los esqueletos se abrazan… 

Bueno, los familiares de colectivos donde se dieron eventos cerrados, como en el caso de la comunidad de El Mozote, en El Salvador, decían: “Ellos lucharon juntos, resistieron juntos y murieron juntos. Y para nosotros es reconfortante que estén juntos aquí. A pesar de rescatar sus restos de manera individual, nosotros decidimos que vuelvan a descansar con sus nombres, pero juntos”.

Pauline Moss
Pauline Moss

Esos muertos tirados en la fosa común parecerían haber estado como asfixiados, hasta que ustedes les devuelven un nombre,  ahí recuperan algo vital, una especie de “aire”. 

Sí. Y también está el tema de la decisión de las familias, de qué hacer con esos restos. Algunos quieren cremarlos y guardar las cenizas en su casa, como el corolario de cuarenta años de lucha, por ejemplo. Ese momento de las decisiones es otro mundo complejo con el que lidiar. Nosotros somos custodios legales de los restos hasta el momento de la inhumación. Entonces uno tiene que asesorar a la familia y acompañarla en ese proceso que puede llevar meses o años. Incluso, estamos en el entierro de los restos si la familia lo solicita. Son temas muy personales. Hay familias con las que nos seguimos viendo en una relación imperecedera.

¿Sos docente? Te pregunto porque es difícil encontrar material sobre el trabajo de ustedes.

Me cuesta un poco la docencia. En estos últimos años, me estoy amigando con eso, pero más por necesidad de salir a comunicar. Solemos tener muy bajo perfil, nos cuesta  bastante la exposición, pero es necesaria. Por un lado difundir el trabajo del EAAF y, por el otro, mediante capacitaciones, difundir la generación de capacidades locales en diferentes partes del mundo. Un grupo de compañeros se encuentra trabajando full time en esa área.

¿Vivís de esto?

Sí. Los primeros cinco años en el Equipo estuve como voluntaria tratando de entender de qué se trataba todo esto. Iba al laboratorio, buscaba asesoramiento y capacitación. Pero la primera vez en la fosa, que fue en el sur de la provincia de Buenos Aires, me quedó todo claro. Yo, desde pequeña, supe que me interesaba la diversidad, el hecho de que hubiera en el mundo tanta gente diferente y, sin embargo,  tan parecida. Entonces, ¿por dónde acercarme a eso? Estudié Antropología sin saber mucho de qué se trataba. En la carrera me di cuenta de que sí me iba  a permitir un abordaje de la diversidad humana, pero que la vida dentro del claustro académico no me convocaba en absoluto. No sabía que existía el Equipo. Un día me enteré a través de una compañera de estudio, ella me contó que trabajaba como voluntaria en el EAAF. “Quiero ir”, me dije. Lo loco es que a esta compañera no la vi nunca más. Bueno, fui a entrevistas, me informaron cómo era el trabajo allí y decidí que eso era lo que yo quería hacer. Aquello conjugaba las variables que a mí me interesan en la vida: una bajada práctica a la realidad de la diversidad humana, un tomar contacto con los actores históricos de diferentes contextos atravesados por la misma problemática, realizar un aporte concreto- desde una perspectiva científica- a la ausencia de un cuerpo.

LA FRONTERA DEL MAR                                

                                   Lo humano es que el alama no incline su rodilla”,
Roberto Santoro

Hay algo muy chamánico en lo que hacen ustedes, en el sentido laico: devolverle un nombre, una cara, una foto a un fantasma. 

Sí. Uno tiene muy naturalizado esto, lo veo más que nada en los fundadores pero también en mí: ¿Cómo no hacerlo? Es una militancia, es un trabajo.

Bárbara Bezina. "Autorrestrato con calavera".
Bárbara Bezina. «Autorrestrato con calavera».

Es muy amoroso, aparte, el trato que ustedes tiene con los huesos, los vuelven a armar como  a una persona… Vimos el video en el que una viejita, entre temblores, recibe la caja con los objetos y los huesos del hijo. Uno piensa en qué sentirán esas manos…

Se recuperan lazos, relaciones sociales…

Es raro que no escribas sobre esto. 

Algún día me gustaría hacerlo. Pero mi herramienta es la foto. Y lo extraordinario de la experiencia es rescatar el ámbito de pertenencia de una persona. Muchos actores desde diferentes perspectivas, aportan información: un amigo, el compañero del club, el compañero de militancia, una esposa, la segunda novia.

¿Hablan ustedes en la fosa ?

Hay momentos. A veces estamos muy compenetrados en la tarea y otras hablamos de cualquier cosa, como en cualquier trabajo. Depende, por supuesto, del contexto, al que uno está muy atento. Se trabaja con mucho respeto. Es muy movilizante, por ejemplo, cuando se encuentran los familiares presentes en el lugar.

¿Te tocó buscar a alguien cercano? 

Sí, me tocó. En eso uno tiene que tener un poco de distancia, porque a veces se genera una empatía con algunas familias y se puede perder de vista que no se pueden prometer resultados. En este trabajo, el manejo de las expectativas es permanente. Básicamente, uno tiene que trabajar controlando las expectativas de los familiares y también las propias.

Bárbara Bezina "Anocheciendo en ele jardin"
Bárbara Bezina «Anocheciendo en ele jardin»


Taty Almeida decía que lo único que quiere antes de morirse son los huesos de Alejandro, pero que hay muchas posibilidades de que lo hayan llevado en uno de los vuelos de la muerte.

Han aparecido restos de vuelos de la muerte, pero no mucho tiempo después de efectuados. Hoy en día, es un desafío muy grande ante esa lógica de ocultación. El mar es un límite tremendo. 

¿Y los huesos mezclados por la acción de las topadoras?

En estos casos se produjeron muchas identificaciones cuando se comenzó a utilizar el ADN de forma masiva. Hubo exhumaciones acientífcas por el año ’84, hechas por los bomberos, la policía y demás, mezcla de encubrimiento e ineptitud; sin conocimiento en la materia es altamente probable perder evidencia fundamental. Entonces, con el uso de las retroexcavadoras mezclaron, rompieron y mandaron todos esos restos, descontextualizados, a un depósito en Asesoría Pericial de La Plata. El Equipo los recuperó en el año 2002. Se realizaron estudios antropológicos y genéticos de esos restos y, por esa vía, se lograron múltiples identificaciones.

Es impresionante que una ONG sostenga el deseo de encontrar mientras que desde el Estado durante muchos años la tarea fue la del ocultamiento.

Sí.

TODO  OCULTAMIENTO ES UNA HUELLA                            

                                   “Tal vez / si los últimos/ seres/ que quedaran sobre esto / bajaran / sencilla humildemente /los ojos/ hacia adelante/ la libertad sería/ en serio/
un pedazo de eternidad”

“Extremaunción”, Jorge de la Cruz Agüero 


Me decías que en la fosa son cuatro personas trabajando.

Sí, muchos de nosotros rotamos de tareas. Al principio todo era muy artesanal y los recursos muy limitados. La mayoría tenemos conocimientos generales de todas las áreas pero estamos especializados en alguna de ellas. Yo  trabajo específicamente en recolección de datos antemortem y recuperación arqueológica. Hoy en día, el campo del antropólogo  forense se ha ampliado y diversificado. Históricamente, nuestro aporte se enmarcaba en la búsqueda y recuperación de restos, productos de conflictos sucedidos 20, 30, 40 años atrás. Eso ha cambiado.  México es un ejemplo de los múltiples aportes que se pueden brindar desde la antropología forense, en el marco de un conflicto actual.

Leyendo lo tuyo me venía la imagen de la tachadura, como que el esqueleto es un texto tachado debajo del cual aún late algo.

Es que el ocultamiento no existe porque implica una huella. Siempre.

 

Escora Pedraforca
Escora Pedraforca

MANO A MANO

                                   sepúltame con el viento/ con el aire humedecido/por una mano”

 Paco Urondo

Ustedes son detectives.

Bueno, es que hay huellas que se deben recuperar. Pueden estar más o menos ocultas, pero son huellas, están. Además, en el caso de Argentina, las fuerzas de seguridad tienen la obligación de registrar todo lo que hacen, cada procedimiento, por mínimo que sea. Y eso en algún lugar queda. Los milicos tienen un protocolo de procedimiento desde el pedido de una resma de papel hasta para un operativo militar. Eso deja huellas y ahí es donde nosotros indagamos. También están los diarios de la época y testimonios personales que se van encontrando y aportan información, que se sistematiza con objetivos claros y concretos.

¿Y cómo han llegado a los registros clandestinos? 

Mayormente, a través de  testimonios orales y escritos. Incluso, en algunos casos, por testimonios de personas que pertenecieron a las fuerzas de seguridad. Las fuentes testimoniales son múltiples y diversas.

Hay que tener mucha capacidad para bancar la frustración también, ¿no?

 En La Perla, se buscó diez años.

¿No encontraron nada? 

Hace unos dos años, aparecieron restos dentro de unos hornos ladrilleros, pero por La Perla pasaron más de dos mil personas…

Una tarea de gran perseverancia.

En Tucumán, tenemos una oficina permanente.

¿Hay un standard respecto de la profundidad hasta la que se excava?

El nivel donde interrumpís una excavación es el del sedimento estéril. Desde el nivel del suelo, empezás a cavar y vas removiendo capas de sedimento. Podes hacer una lectura de cómo eso fue removido a través del tiempo.

Todo se puede leer.

Claro. Si yo hago un pozo acá y planto un  árbol, dentro de veinte años, vos vas a poder notar, si cavás y leés el suelo, que acá hubo una perturbación. Las capas de sedimento son, en sí, absolutamente homogéneas, no presentan ninguna disrupción. Entonces, cuando vos cavás, si ves que en un punto las capas se interrumpen, ves que hubo actividad. Cuando volvés a encontrar esa homogeneidad, es que se terminó el laburo. Ese es el límite.

¿Se cava con pala? 

Claro. Es manual. Se trata de dar indicaciones correctas de dónde y cómo cavar, porque una pala la maneja cualquiera, pero se trata de saber cómo buscar y qué leer en un sedimento. Por ejemplo, cavar en capas de unos 20 cm, limpiar, observar y luego cavar otros 20 cm. Hay lugares donde los cuerpos están a cincuenta centímetros, pero también hay otros en que están a dos metros de profundidad.

¿Y las calaveras?

 Para unos, las calaveras son movilizantes. Para otros, los objetos. Es muy personal. En mi caso, son las manos, siempre presté mucha atención a las manos de una persona, me parece un medio de expresión muy potente.

Maru Fumagalli con el Anartista
Maru Fumagalli con el Anartista

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