El cuerpo: Primer premio del concurso Anartista “Celebrar la palabra”.


Por Eugenia Casetta Buenanueva

 DEDOS

niña con muñeca de trapo, Carlos Enrique Cabrera
Niña con muñeca de trapo, Carlos Enrique Cabrera

Soy único e irrepetible, sin embargo, muchos Cerebros dedicados a la ciencia nos encumbran -a mí y a tantos- como lo único tangible y Real. Luego hay debates filosóficos acerca de cuestiones abstractas e incomprobables, como el alma y cosas así. Puedo observarme casi completamente con ojos. Tengo lo necesario para mirarme a mí, ¿no soy una maravilla?  Poseo unas extensiones que todo lo pueden palpar y asir, ¡asir! Es algo muy divertido de realizar: tomo un dulce con Dedos, lo entrego a boca y obtengo una explosión de placer, porque se activan unas hormonas de felicidad, con solo acercar el chocolate. Así que, Dedos siempre están atentos, por si hallamos chocolates. Puedo asir y arrojar, con múltiples resultados, muy festivos, aunque se activan hormonas distintas, que suelen poner en alerta y tensar el resto de mí para lograr el objetivo.

 

PIES

muñeca2Me extiendo hacia el suelo, sobre el cual se apoyan Pies y me soportan como columnas macizas, aunque más entretenidas. Me traslado sirviéndome de ellas adonde necesite: por ejemplo, hacia el sol, contacta a Piel, la entibia e inmediatamente se esparce entre sinapsis similares a las de antes de dormir. Ahora, mis Pies corren, incluso patean un objeto redondo, es de lo más divertido. En este preciso instante tengo una revolución química y de nuevas conexiones neuronales, endorfinas recorriéndome, me siento imbatible. Me caí.

Pies se enredaron, de repente, queríamos estar en otro lugar y no pudimos coordinar. A raíz de ese otro cuerpo que deseo palpar con toda mi Piel, oí decir: ese cosquilleo que me recorre son mariposas. ¡Ridículo! ¡Sé perfectamente que soy cuerpo humane por entero! Mis vellos se tensan, cada centímetro de mí se prepara para recibir a ese cuerpo, nunca igual a otros.

CEREBRO QUE SÍ, CEREBRO QUE NO

Actualmente poseo el tamaño definitivo. Recuerdo que, en mi etapa de crecimiento, cuerpos ya desarrollados solían aprovechar su superioridad física para obtener placer a través de mí. Así, me paralizaba milímetro a milímetro, no quería palpar esa otra Piel.

Cerebro resistía y se negaba, sin embargo, mis receptores neuronales avisaban de un peligro aun peor: que me hirieran. Esto último provocaba una reacción en cadena por la Piel, se desataban sinapsis instantáneas y una catarata de hormonas -indeseadas la mayoría- me inundaba. Y, entonces, no me oponía a nada ya. Brota líquido de ojos, surge un dolor incorpóreo, ¿incorpóreo? ¿Fuera de mí? Cerebro me dice que sí. ¿Podría ser una sensación abstracta, como un alma?

muñeca3Cerebro se entretuvo con estos pensamientos, por lo cual el resto de mí sufrió mucho menos. Ni Piernas ni Brazos ni Abdomen ofrecimos resistencia alguna. Cuerpo parecía no tener más huesos, soy de tamaño inferior y delgado. Matemáticamente, no hay posibilidad. Piel se erizaba sabiamente, producto de millones de terminaciones nerviosas para repudiar. Aunque fueran unas milésimas de espacio invisible, poder crear una distancia entre esa Piel repugnante y la mía, evitar sentir su humedad, su calor, su vello al hacer contacto conmigo, su sudor frío caer, deslizándose sobre mi extensión. El cuerpo superior en tamaño se restregaba contra mi abdomen, Piernas tenían intentos esporádicos de resistencia. Así, sucumbía rápidamente al peso de este cuerpo que aplastaba mis Pulmones y aparecían esas crisis interminables sin oxígeno. Por fin, desvié mis Ojos hacia un recoveco menos oscuro, me quedé dale observar a una muñeca de trapo allí arrojada.

Soy Cuerpo, sin huesos. Parezco esa muñeca de trapo, sin estructura, que siempre se amolda a la forma rinconera.

Me toman, me giran, me maniobran. Me jalan, muñeca de trapo soy.

EPÍLOGO EN EL RINCÓN

Finalizó.

Lentamente vuelvo a ingresar oxígeno. Diferentes funciones de mí se recuperan, luego de estar en pausa, en contradicción fisiológica: adrenalina para huir y oxitocina para relajar y sobrevivir. Permanezco junto a un cuerpo idéntico a mí, la muñeca de trapo del rincón.

Cerebro se cree superior, se cree dueño de memoria. Tengo memoria propia y más veloz. Cuando me era imposible ingresar oxígeno por largas horas, Cerebro- literalmente- colapsaba. Hormonas y endorfinas se disparaban y contrariaban las mejores sinapsis e impedían todo intento de ingresar oxígeno. Cerebro se aterraba. Si se sucedían tres minutos continuos sin oxígeno, dejaría de funcionar, y se desequilibraría. Tengo memoria corporal: reacciono instantáneamente sin necesidad de Cerebro. Así, lentamente, lograba respirar. Igual a cuando se activaba mi olfato ante ese perfume. Toda mi Piel se erizaba y tensaba, lista para defenderse, Estómago se anudaba dolorosamente, pero ya no me paralizaba, Pies retrocedían lejos del aroma a peligro, mis sentidos se agudizaban al máximo y Cuerpo estaba preparado a reaccionar. ¡Y Cerebro aún en el intento por entender qué sucedía! Miles de neurotransmisores funcionaban desesperadamente y contra reloj, sin hallar el dato necesario. Sin embargo, mi Memoria-Cuerpo ya había accionado y alertado sobre el perfume usado por aquel cuerpo de mayor tamaño, ese que me transformaba en muñeca de trapo.

Ya soy Cuerpo desarrollado, adquirí capacidad para deleitarme y defenderme. Ya no vuelvo a ser muñeca de trapo. Aun así, observo a diario muñecos y muñecas de trapo. La mayoría están en pleno crecimiento y, por su tamaño, no pueden defenderse, y solo yo los veo.

mujer-muñeca

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