El cuerpo: Entrevista a Juan Manuel Herbella, ex futbolista, médico, escritor.

Entrevista: Nicolás Sada, Gabriela Stoppelman
Edición: Gabriela Stoppelman, Nicolás Sada

 

La mano y el movimiento habían nacido el mismo día. O así lo recordaba la mano cada vez que la acción la solicitaba. Entonces, sin una palabra, ella acomodaba las líneas de su palma, las cicatrices de su dorso, la identidad de sus yemas y las memorias de sus anillos. Todo esto transcurría muy rápidamente. Dentro del tiempo, pero a un ritmo otro. La mano tenía predilecciones, biografía y adherencias. Por su parte, el movimiento ostentaba destreza, instantes y habilidad para las distancias. Lo que había entre ellos no podía llamarse un romance, aunque sí se trataba de una forma del amor. Ella se afirmaba en los trazos y en las caligrafías. Lo suyo era un transcurrir a lo ancho, como quien se expande hasta la mayor audacia del espacio que escribe. De tanto en tanto, la mano se desperezaba por puro mal disimulo. Es que no había otra forma de permanecer adherida a una palabra, cuando la coreografía del texto la urgía hacia adelante. Pero, como el movimiento la cuidaba mucho, ni bien la veía apenas cansada, le otorgaba una pausa. Él, mientras tanto, se aliaba con contracciones y desplazamientos, con giros y volteretas. Se ocupaba de limpiar la modorra de los instantes donde intentaba calar el olvido y de no permitir nunca que el sueño se apelmazara. Si la cosa venía de abrazos, ellos primereaban la movida. Si se presentaba de ausencias, ellos agitaban los recuerdos. Caricias, manualidades y deportes los vieron andar el cuerpo del camino. Y, cuando llegaron al final, mano y movimiento se estrecharon en un apretón de alegrías, al ver cómo el horizonte aún prometía. Un abanico de escrituras recorrió entonces el torso del territorio. Y así todo recomenzó, ante el rostro avinagrado del olvido. Mano y movimiento renacieron juntos. Y tendieron la mesa para la charla con Juan Manuel Herbella.

Dalí. "La poesía de América".
Dalí. «La poesía de América».

CORREDORES  DE LA MEMORIA

                                                                       Es muchísimo mejor vivir diez años de vida con intensidad y perseverando en un firme objetivo, que vivir esos diez años de un modo vacuo y disperso. Y yo pienso que correr me ayuda a conseguirlo. Ir consumiéndose a uno mismo, con cierta eficiencia y dentro de las limitaciones que nos han sido impuestas a cada uno, es la esencia del correr”
De qué hablo cuando hablo de correr” (Haruki Murakami)

 

¿Ejercés como médico?

Hasta el año pasado era médico en las inferiores de Vélez. Ahora dirijo el Departamento Médico de Argentinos Juniors. También tengo mi cargo concursado en la Facultad de Medicina, soy subdirector de la carrera de Especialista de Medicina en Deporte. Además, doy clases de Salud Pública para estudiantes de la carrera de Medicina. También atiendo y escribo.

¿Atendés también en consultorio?

Sí. Igual, desde que empecé con el trabajo en Argentinos Juniors, tuve que cortar con algunas cosas porque me fracturé el quinto metatarsiano por el estrés y el correr, iba de un lado al otro.

¿Qué especialidad tenés?

Soy médico especialista en medicina del deporte y en Salud Pública y Magister en Administración de Sistemas y Servicios de Salud.

Una vida relajada… Bueno, el tema de este número de la revista es el cuerpo. En unos de tus textos  decías: “El cuerpo y la mente están diseñados para desarrollarse a través de estímulos diversos. Cuando un deporte se aprende desde niño, no se olvida más, queda vigente la huella motora”. Me preguntaba si la memoria del cuerpo es solamente motora.

Miriam Medrez. Obra de la serie “Lo que los ojos no alcanzan a ver”
Miriam Medrez. Obra de la serie “Lo que los ojos no alcanzan a ver”

No, lo pienso así porque trabajo en la medicina del deporte, pero la memoria es global. No es como en la Inquisición, cuando se decía que el cuerpo y la cabeza eran cosas que funcionaban por separado. Para tener un funcionamiento motor uno necesita también un impulso nervioso. La memoria global es una memoria cognitiva. Lo que me gusta de este tema es que todos damos por sentado que al chico hay que escolarizarlo,  porque hay que enseñarle a leer, a escribir, a sumar. ¿Y nadie se pregunta si al chico hay que enseñarle a correr, a caer, a moverse, o dejarlo librado al azar? Porque, en muchos lugares, en las clases de Educación Física no les enseñan a los chicos a correr. Ves gente correr por la calle, otra que corre maratones y muchos corren horrorosamente mal. Lo que quiero decir es que todos nos preocupamos en Argentina para que la gente sepa hablar el castellano, no porque sepa correr. Hay memoria cognitiva corporal. Aquellos que llevan a un cierto nivel de desarrollo una práctica, no la olvidan más y tienen virtudes para el resto de las prácticas. Por eso se dice a veces de alguien: es un futbolista, pero juega a cualquier otro deporte. Claro, la representación del cuerpo está mucho más desarrollada y es más rica en alguien que realizó una actividad deportiva que en uno que no. Y no se pierde más, aunque deje de jugar. Yo dejo de jugar por cinco años, voy y le pego a una pelota, y le sigo pegando mucho mejor que el 90% de la gente. ¿Por qué? Porque le pegué durante mucho tiempo.

Siendo una memoria psicofísica, ¿habría entonces también traumas en esa memoria?

Hay un montón de cuestiones vinculadas con la mente y con el cuerpo. A los jugadores lesionados, después hay que reeducarles la marcha. Y no es que corren mal porque estén lesionados, ya están recuperados, pero su cabeza todavía los condiciona negativamente. Entonces, no van a disputar una pelota, no extienden igual una rodilla que la otra, no le pegan igual de bien a la pelota. O también  esto: quienes,  producto de una lesión no pudieron usar un pie y compensaron usando el otro durante un tiempo, cuando se recuperan de la lesión, ya han aprendido a patear con los dos pies. Y uno se pregunta ¿cómo cambió este chico en tan poco tiempo? Porque no dejó de entrenar y, de tanto compensar y compensar, mejoró.

¿Y no hay olvido? Yo di clases en la cárcel y algunos presos que habían estado mucho tiempo me decían que, cuando salían, se comían los cordones de la vereda

Miriam Medrez. Obra de la serie “Lo que los ojos no alcanzan a ver”
Miriam Medrez. Obra de la serie “Lo que los ojos no alcanzan a ver”

Si me citás ese ejemplo, no sé qué decirte, no conozco. Pero en el deporte de alto rendimiento, en líneas generales, no hay olvidos. Hay memorias que se prolongan más tiempo del que normalmente deberían hacerlo. Es selectivo, digamos. Y, quizás, en otros deportes no pase, pero el fútbol es un sueño en sí mismo desarrollado desde la infancia. Cuando llegás a cumplir y convertir en realidad ese sueño y, de pronto, a los treinta y pico de años, no podés llevarlo más adelante, tenés un problema, porque vivís toda tu vida recordando lo que hiciste. Hay casos emblemáticos de jugadores que se tuvieron que retirar en un buen momento de su vida deportiva, porque les detectaron una miocardiopatía hipertrófica, por ejemplo. Nunca antes se habían sentido mal, estaban en la plenitud y les dijeron: “no podés jugar más, tenés que hacer reposo, a ver si se reduce la pared de tu ventrículo y te podemos permitir volver a jugar”. Nunca la pared se redujo lo suficiente y no pudo volver a jugar. Ese hombre nunca pudo procesar el duelo porque no tuvo dolor. Otros, que se retiran jóvenes por un dolor, durante mucho tiempo intentan volver, volver, volver y no pueden. Pero  esos  procesan mucho mejor el retiro. Entonces hay un montón de cosas vinculadas entre cuerpo y mente, es imposible separarlas.


CICATRICEAR UN RETIRO
                   

“Lentamente ascendió el balón en el cielo./Entonces se vio que estaba lleno el graderío./En la portería estaba el poeta solitario,/pero el árbitro pitó fuera de juego”
“Estadio de noche” (Günter Grass)


En un texto escribís sobre algunos jugadores a quienes, sin que les suceda ningún accidente, se les va el deseo de jugar. Dice la cita:
Es que el fútbol es un fuego con llama fuerte que se consume rápidamente”.

Bueno. Eso, en realidad, está situado dentro de un contexto y de una historia vinculada a una época y un momento determinado. Creo que hay momentos en la vida en los cuales empezás a dejar de tener las mismas ganas que antes de algunas cosas, o que determinadas actividades ya no te gratifican igual. Yo me refiero al fútbol porque, en un momento, ya no me gratificaba como cuando era chico ¿hubiese querido seguir jugando? Sí. Pero mis condiciones ya no eran las mismas, eran condiciones peores.

André Lhote. "Football".
André Lhote. «Football».

¿Condiciones físicas?

Físicas, institucionales, de contexto, de todo.

Esto lo vimos en “El último pase”, donde  escribís acerca de la calidad de vida y de otros asuntos alrededor del retiro. Entre las cuestiones que mencionás, está la necesidad de la escritura. ¿No lo sufriste tanto gracias a la escritura?

Ese libro quedó detenido en una etapa del tiempo, cuando yo acababa de retirarme. Lo que no cuenta el libro es que estuve un año y medio sin pisar una cancha de fútbol porque no podía ir ni como hincha. Después, en un momento,  volví por trabajo. Para completar la idea, el sufrimiento aún está ahí, no lo procesé tan bien.

 

MOVETE, CHIQUITO, MOVETE

Un primer verso que pone al poema en movimiento como por obra de magia.”
“Estación terminal” (Enrique Lihn)


Quería recuperar algo que tratás en un artículo, sobre que el sedentarismo juvenil es una epidemia. Muchos chicos no hacen actividad física porque no se enganchan con lo deportivo y, en  muchas escuelas, no hay alternativas. En las instituciones, se supone que educación física es solo deporte.

Hay una confusión de arranque: el sedentarismo no es no hacer deporte, es no hacer actividad física. Pasamos tanto tiempo con los chicos enseñándoles a leer y a escribir y no les enseñamos el desafío lúdico, algo mucho más allá de la educación física que, en este país, es absolutamente deficitaria. Vos vas a Alemania o a otros países como Cuba o Corea y te das cuenta. Mirá, yo estuve en muchos países y me ocupé de observar qué hacen con el deporte. En Corea he visto pibitos de cinco años hacer taekwondo. Y había centenares de chicos haciéndolo. Y esto va más allá del hecho deportivo incluso. Se trata de, en vez de tomar un taxi, ir caminando, de usar una bicicleta para trasladarte. La actividad física es más que el deporte y que el ejercicio, porque los deportes, salvo el ajedrez, son ejercicio: Si hacés deporte, hacés ejercicio. Pero vos podés hacer actividad física sin hacer ejercicio. El ejercicio es un método aislado, la actividad física es barrer la vereda, andar en bicicleta, subir las escaleras, jugar a la mancha…. Lo que hay que encontrar son las herramientas para que los chicos tengan la necesidad, las herramientas que  adecúen su vida a una cierta reglamentación: todos sabemos que hay que cubrir la demanda de calcio del cuerpo en crecimiento un chico. Todos lo sabemos. Ahora, ¿todos sabemos cuáles son las recomendaciones de actividad física para un niño de la OMS? No. Y es una hora por día todos los días. Y para un adulto cinco días a la semana, al menos, treinta minutos. La gente no lo sabe.

Robert Delauney.  "Los corredores."
Robert Delauney. «Los corredores.»

Hay chicos que son torpes por naturaleza para el deporte y están relegados.

Hay deportes para todos. Lo que sucede es que ni los padres saben ni las instituciones tienen el conocimiento. El niño puede ser torpe, pero perfectamente hay deportes que no necesitan una gran coordinación motriz. Vos podés jugar al rugby, que es un deporte bastante torpe, podés hacer judo que es otro también bastante torpe. El taekwondo es por ahí un poco más coordinado, pero no requiere de una gran habilidad.

No tiene por qué gustarte el deporte. Puede disgustarte y podés encontrar otras formas de relacionarte con tu cuerpo. Hay algo en el imaginario social: el chico que se destaca en el fútbol -acá, en otros deporte, para otros países- califica como posible líder; o la piba más atlética o más parecida al cuerpo que se considera bello, porque lo curte en el gimnasio es la más deseada. ¿Eso no incide también en este sedentarismo más allá de las computadoras?

Eso pasó toda la vida, mientras que lo del sedentarismo es muy actual. Sí incide, pero dentro de la multicausalidad del sedentarismo, hay otra cosa que incide más y es el nivel de tecnología que permite que un chico pueda jugar, consola de juego mediante, con otros chicos sentado cada uno en su casa. Ni siquiera tiene que trasladarse a la casa del amigo. Mis hijos descargan el programa on line para la play station 4 y a veces se los tengo que cortar porque los veo gritando ¡“Me mataste, me mataste, sos un guacho!, ¿cómo me vas a matar así?” Y están solos con el televisor. A ese chico, si vos no lo cortás, puede pasarse horas y horas sentado frente a la pantalla, juegan con sus amigos que están en el auricular. Y no se mueven. Si vos sos un poquitito bueno en algún deporte, ya te destacás de los que juegan con la play, porque si le dedicás un poco de tu tiempo vas a ser mucho más hábil y mucho más coordinado que la gran mayoría de los chicos de clase media de Argentina. Hay muchos factores. Otro factor es que no jugás solo en la calle, que tu papá te tiene que llevar. A los diez años, empecé a jugar en las inferiores de Vélez. Me tomaba el colectivo y me iba hasta Liniers. Hoy, mi hijo no lo hace, no se vuelve solo. Recién ahora, a sus diez años, lo estoy dejando ir a taekwondo, a tres cuadras de casa, y lo sigo de atrás a ver cómo va. Eso atenta contra el desarrollo también. Son tantas cosas… Pienso que, hoy en día, con esta sociedad que tenemos, no necesitás ser tan bueno en un deporte como para destacarte porque la sociedad bajó tanto que, manteniéndote, ya estás arriba.

 

POEMA DEDICADO A ILLUMINATI

                                                                       “Aquellos que saben no hablan;/aquellos que hablan no saben./Detén tu lógica/Deja que lo agudo pierda su filo,/que las marañas se resuelvan,/la luz se temple/y la agitación acalle” (Bruce Lee, Poema)

 

¿Y cómo es la relación con tu cuerpo cuando escribís?

Tomasz Alen Kopera
Tomasz Alen Kopera

Un desastre. Es el momento en que pierdo más la ergonomía. No es muy positivo, termino con mucho dolor en el cuello.

Pensaba que igual el cuerpo entero está en la acción de escribir.

Sí. Obviamente escriben la mente y el cuerpo, te posesionás tanto que no te das cuenta ni de cómo estás sentado.

¿Y de dónde sale la necesidad de escribir?

De chico. Yo siempre escribí algo, en mi casa la lectura era algo muy fuerte. Surgió. Recién empecé a canalizarlo y a publicar cuando hice periodismo en TEA. Allí conocí un montón de gente que escribía, empecé a soltarme  y llevo diez años de escribir de manera continuada.

¿Y  cuándo necesitás los recursos de ficción que a veces usás, como algunos elementos del lenguaje poético y otros que parecen más de la narrativa de una historia?

Como me gustó tanto, empecé a hacer algunos talleres literarios, cuando tenía algún tiempo para trabajar mi escritura. Y, por el otro lado, esos recursos vienen de la lectura, de leer distintas cosas.

¿Escribís ficción?

No mucha, uno de los cuentos está publicado en “Pelota de papel”. Dentro de la historia hay unos capítulos totalmente ficcionados. Es un partido. Fijate que termina: “Querido lector, este es un relato verosímil y, si usted ha sido capaz de decodificarlo, considérese un iniciado” porque ahí yo hablo de una logia: los ”Illuminati y los Ilustrati”.

¿Y cuál es tu relación con la poesía?

Es lo que menos leo y lo que más me cuesta. Me dio mucha vergüenza publicar esto. Hoy lo leo y me genera, no sé…

¿Y qué sería lo poético para vos?

Un gol. Una linda patada al que se la merece es poética. Y un montón de cosas de la vida diaria. Y, en la escritura, me preocupo y me gusta que haya momentos de intensidad de lenguaje. Cuando yo era chico, una de las penitencias que había en casa era leer el diccionario. Me tiraban cinco palabras y, si no las conocía, las tenía que ir a buscar al diccionario. Entonces, siempre estuvo presente la búsqueda de los sinónimos, los antónimos, qué palabras pegan y cuáles no, una cacofonía…

Tenés una relación lúdica con el lenguaje.

Sí. Y creo que se nota.

Hay mucha poesía aquí, desde los títulos, las citas, el juego, los tonos…

Ustedes le tienen más estima que yo a mi literatura. No leo lo que escribí hace mucho tiempo porque ya no me gusta, por ejemplo.

 

MANDAR LA PRIMERA AL BANCO DE SUPLENTES

                                                           Andaba yo desnudo de mí/perdido en la lluvia del olvido,/de barco navegando por las plazas,/dormido el pecho,/su gorrión descalzo/y tuve que llevarte a la palabra,/ ponerte en posición de vuelo,/a veces de bufanda/rueda azul/andaba/te seguía/mi muerte con su forma de guitarra/y tuve que ponerla en la memoria/como se pone un hijo/con esa rabia dulce/mitad de mí agua del aire”
“Canto a la esperanza” (Jorge Santoro)

 

¿Y qué te gustaría lograr con la escritura?

Algo sobre lo que estoy trabajando: una impronta propia, pese a que pueda ir cambiando los registros. Ahora estoy haciendo un libro con Planeta que se llama “Por favor, no me cortes el pie y otros relatos médicos del fútbol”, eso es lo que le dice Toranzo, el jugador de Huracán, al médico, en la puerta del quirófano, cuando tuvo un accidente en Venezuela. Allí están el pie de Toranzo, el tobillo de Batistuta, la rodilla de Bataglia, el tendón de Aquiles de Gago, el codo de Lavezzi, el dedo de Pumpido, distintas partes del cuerpo que todos asociamos con ciertos jugadores. Son once historias de once jugadores.

Hay algo en el fútbol con el número once. En “Pelota de papel” vi cosas como “Las once frustraciones del 4”  también, “Once posibilidades de…”

Las 12 del lateral derecho. Es que el fútbol es once, hay futsal, cancha de cinco, de siete, pero el fútbol es de once. Y ese  texto del que hablás es un dodecálogo: el doceavo es, en realidad, el que refuta a todas las teorías anteriores “salvo que sea brasilero”.

¿Y qué más buscás en la escritura?

Juan Manuel Herbella con el Anartista.
Juan Manuel Herbella con el Anartista.

Tantas cosas… Por ejemplo, tengo más de doscientas cincuenta columnas escritas en diarios. Ese un formato que, en una hora y media sale. Es mi zona de confort, digamos. Ahora, siempre voy buscando distintos desafíos. Crónicas de un partido, vivencias, y ahora, en el tercer libro, ya salí de la primera persona, pero mantuve la comodidad de las columnas de Perfil. Ahora  escribo una narración completamente distinta, no es ficción pero son textos mucho más largos, historias más largas en las cuales se mezclan los testimonios de distintos individuos. Uno de los casos es el de Mirko Sarik, donde me junté con la madre, con el hermano, con la hermana, con el coordinador de las divisiones inferiores, con un amigo de las inferiores, con uno que era el rival de toda la vida, con un chico que jugó un par de partidos con él, distintas personas que se entrecruzan en el relato e incluso se dan contrapuntos entre ellos y yo, como narrador omnisciente, voy jugando con los contrapuntos: uno dice que el día fue uno y en realidad era otro día, pero en su cabeza lo recuerda distinto. Son muchas entrevistas más artículos de archivo, más recuerdos del narrador omnisciente que se van mezclando a través de ese devenir de distintas personas que se contraponen o adoptan la misma teoría. Entonces, juego con ese formato que me genera una complejidad mayor. Ahora estoy en esa búsqueda. Esto estará saliendo para fin de año o principios del próximo.

 

EN LAS REDES DE LA MEMORIA

                                               Cuando desde mi nuca vuelvo al cuarto -que a veces me repite por todos los hoteles del mundo-,/el espejo se mira, narciso de su historia,/que acumula con suave, pavorosa memoria;/la mesa da un gemido de bosque moribundo;/y el agua de mi vaso cuida lejanos peces.”
“Poema de octubre” (Amelia Biagioni)


Recién hablabas de cambiar y de buscar. En una crónica hablaste de una revolución deportiva. ¿Qué sería para vos una auténtica revolución deportiva?

Maradona ha sido una revolución deportiva. Una revolución deportiva en Argentina han sido los Juegos Evita, porque mezclaban deporte y salud, porque un montón de gente se volcó a hacer deporte. ¿Qué sería hoy una revolución deportiva? Creo que llamaría una revolución activa o de actividad física. Con la dinámica que lleva hoy la sociedad, la gente cada vez hace menos deporte. No me preocuparía tanto porque hicieran deporte, en principio. Hoy lo importante es que se muevan, que la gente sepa moverse. Esto me preocupa mucho en mis hijos y en sus amigos.

¿Y si uno te hubiera dicho “No me gustan los deportes”?

No hay forma, porque eso es el desarrollo de los chicos.

Lou Ros
Lou Ros

¿Pero podría suceder que ellos encuentren otros espacios para ese desarrollo si le das a elegir?, ¿por qué la hegemonía del deporte?, ¿no podría suceder que de un padre amante del deporte salga un chico al que no le interese?

No te voy a decir que de un padre amante del deporte tenga que salir un chico igual, pero dos personas para las cuales el deporte no es parte esencial de su vida, no se van a ocupar de manera denodada por que su hijo haga un deporte.

Pero no por eso no se ocuparán del desarrollo de los cuerpos de sus hijos ¿Una actividad física tiene que ser deportiva?

El deporte tiene valores que la sola actividad física no tiene.

¿Hacer baile, teatro o yoga?, ¿qué valores tiene que no estén presentes en otra actividad?

No te refuto que las actividades lúdicas sirvan igual, pero creo que el deporte tiene en sí mismo un valor que trasciende a la actividad física. Hay áreas que desconozco y no sabría profundizar, como el teatro o el yoga. Pero hoy en día, la competencia está mal vista y se critica mucho, como parte de la lógica cultural que tenemos. En eso me siento nadando contra la corriente. Hoy la gente reniega de la competencia en las escuelas. Y la competencia es esencial y fundamental para el desarrollo del chico. Hay que educarlo para que aprenda a saber perder. La competencia, el deporte, te obliga a entender que vos te esforzás, competís, luchás lo más posible y algunas pocas veces ganás.

Va a perder parientes, amigos, tiempo, ilusiones. Casi no hay actividad en este mundo donde no sea necesario aprender a perder. ¿Hay otra forma de aprender a perder que no sea compitiendo?

No sé. Sé que los chicos, como vos decís, pierden amistades, complicidades, territorios, parientes, sus padres pierden el trabajo, etcétera. Pero digamos que esas pérdidas tienen una magnitud muy grande, distinta a la de una pérdida banal y circunstancial del deporte. La pérdida en el deporte te lleva el mensaje de esforzarte, a tratar de mejorar y ver si podés ganar. Cuando tu padre pierde el laburo, no podés hacer nada, pero si me das a elegir prefiero que aprenda a perder en el deporte, porque eso te hace esforzarte por mejorar, ver en qué te equivocaste y volver a intentarlo para tratar de ganar.

Cuando le enseñás a un chico a contar una historia, lo primero que tenés que decirle es que no puede contar todo, que tiene que aprender a perder, a dejar algo de lado. Lo mismo si le enseñás a pintar: no podés pintar todo, tenés que recortar, tenés que aprender a perder. Te repito: casi no hay manifestación de la vida donde no haya que aprender a perder.

Miriam Medrez
Miriam Medrez

Es cierto. Son perspectivas que no he analizado. Es muy difícil… Nosotros, como sujetos, cuando nos ponemos rebeldes, pensamos que nos alejamos de las improntas familiares y en realidad no es así. Durante mucho tiempo yo estuve convencido de ser un tipo que se formó solo. En mi casa no había un médico, ¿nadie estudia medicina? Yo estudié para médico. ¿Nadie juega a la pelota en mi casa, nadie entendía lo que era el fútbol? Yo jugué al fútbol. Creí que había logrado construirme solo como sujeto. El problema es que, llegado a esta instancia de mi vida, soy un profesional igual que mi papá, un deportista retirado que disfruta mucho del deporte -igual que lo disfruta mi viejo-, soy docente de la Universidad de Buenos Aires, igual que mi mamá. Entonces, en realidad, le di matices a mi vida, no fui algo absolutamente ajeno al entorno en el que me desarrollé. Es muy difícil que en su impronta personal, en una obligatoriedad de la casa, mis hijos se alejen demasiado del deporte.

Vuelvo un poquito a la revolución deportiva.  ¿La búsqueda de cambio, el rol que te planteás en tu nuevo libro y todo lo que sucede en la literatura deportiva actual, forman parte de esa revolución?

Es cierto que hay una revolución en cuanto a la literatura deportiva. Hay mucha más receptividad para estas cosas. Durante mucho tiempo lo deportivo y la lectura estuvieron separados. Hoy, el utilero de Vélez, por ejemplo, al que le regalé un ejemplar, me dijo: “Es el primer libro que me vio leer mi mujer, y nunca se imaginó que lo iba a leer tan rápido”.

Hacés muchas referencias a mitología, filosofía, el paradigma de Kuhn, ¿Tenés la ilusión de que alguien únicamente centrado en el deporte agarre tu libro y se entusiasme con estos otros saberes?

Esa es mi máxima ilusión. Por eso trato de utilizar palabras distintas y otros registros. Al tipo que lee lo atrapa, en realidad, el fútbol. Pero, producto de eso, aprende qué es una rodilla o un desgarro.

 

MI NOMBRE ES BOND. BOND, EN BICILETA

                                                           Lloramos y corremos, /caemos y giramos,/vamos de tumbo en tumba/dando brincos y vueltas entre
pañales y sudarios.”
“El salto” (León Felipe)

¿Pensás que la habilidad motora implica sí o sí una mayor conciencia del cuerpo?

Juan Manuel Herbella con el Anartista.
Juan Manuel Herbella con el Anartista.

No solamente una mayor conciencia, también una mayor representación cerebral, un montón de cosas, una mayor velocidad de reacción. No responde igual una persona que tiene su cuerpo entrenado que una que no. Ejemplo: Yo ando mucho en bicicleta. Un día, un tipo venía en auto, boludeaba con su celular, a baja velocidad, medio parado. Yo pasé entre su auto y los que estaban estacionados. De pronto, dobló para entrar a un garaje sin poner el guiño. Me mordió  con su rueda la rueda de mi bici que se quedó clavada y yo volé por encima del auto, cinco o seis metros. Caí del otro lado. El tipo bajó del auto y vino desesperado. Yo había caído como corresponde, di unas vueltas, hice un rol sobre el capot del auto, caí al cemento, ahí hice otro rol y me levanté. Se paralizó toda la calle. “¿Estás bien flaco? Te vi volar por encima del capot, pensé que te habías matado”. «Me lastimé un poco el codo en una caída de cinco o seis metros, al vuelo. Lo que sí, me vas a tener que comprar una bicicleta nueva». Eso es el haber piloteado durante mucho tiempo de tu vida que te peguen una patada de atrás y vos volás y tenés que caer. Venís corriendo a toda velocidad y tenés que volar y caer y poder levantarte. Yo no pensé: “Tengo que volar, hacer un rol arriba del capot y después hacer otro en el asfalto”. Salió solo. Eso se educa. El piloto deja de manejar, pero sabe volantear. Tengo un amigo que jugó siempre al tenis y tuvo que dejar. No jugó nunca al ping pong, pero la coordinación que tiene le permite jugar bien al tenis de mesa, aunque no le guste. Ya tiene el brazo, el ojo, el golpe. Y vos no podés jugar contra alguien que hizo un deporte competitivo.

 

PERO, DANIEL Y MAURICIO, ¿EN QUÉ  HEMOS CONVERTIDO LA ATENCIÓN AL DEPORTE?

Hablabas de la competencia y, en varios textos, tenés una crítica fuerte al deporte de alta competencia.

Por un lado, no soy un detractor del alto rendimiento. Sí soy contrario a que el mayor caudal de dinero vaya al alto rendimiento. Hay países que no tienen medallas olímpicas en los que la gente se mueve y tiene una impronta deportiva mucho mejor que la de Argentina, por ejemplo. No me preocupa ganar la medalla olímpica. No cabe duda, es positivo acompañar a aquel que tiene ese sueño, pero creo que también habría que estructurar una forma en que el Estado haga que actores externos contribuyan con el desarrollo de esos deportistas de elite, que son menos del 1% de la población, y que buscan un rendimiento deportivo. Creo que no tiene sentido que el Estado gaste una fortuna de dinero en mantener en el Enard las becas de cincuenta tipos cuando, en realidad, no le está dando la posibilidad a un montón de gente que hace deporte. Yo quiero que toda esa gente compita por los valores del deporte. Eso me interesa, no la competencia de elite que, en última instancia, es una elección de vida que paga muchas consecuencias. Yo te puedo hacer ruidos tenebrosos con mi tobillo, mi codo y mi cuello. Yo decidí conscientemente elegir mi carrera de alto rendimiento y para mí el Estado no tiene que subvencionarme en eso.

Nosotros entrevistamos a Mónica Santino, y dijo que más allá de la revolución de Perón, algunas cosas suceden en lo micro.

Sí, hay revoluciones inorgánicas. El tema es que vamos desmejorando, cada vez son menos esas revoluciones y cada vez son más difíciles. Nosotros tuvimos dos candidatos a presidente en la última elección, los dos surgidos del deporte. Y, en el debate presidencial, no estuvo el deporte presente ni la preocupación por el cuerpo ni por el desarrollo físico de los argentinos, ni la preocupación porque la inactividad está generando una epidemia de obesidad. 

Umberto Boccioni
Umberto Boccioni

LA MEMORIA  MUNDIAL

                                                “Esta espantosa reliquia del dolor: la alucinada memoria.”
Miguel Ángel Bustos

¿No hay mucha presión en el deseo de los padres amantes del fútbol de tener un hijo futbolista profesional?

Hoy en día, los chicos que van a las divisiones inferiores, ven a Messi, ven a un millonario, a Higuain, a Agüero… Entonces, la proyección, las posibilidades de cambiar de tu realidad a otra son absolutamente diferentes o mucho mayores. La atracción es lógica, porque vos, padre, pensás que hacés lo mejor para que él pueda cambiar la realidad y ser mucho mejor que vos. Entonces, la lectura desde este lado es que el padre se quiere salvar. Y la del otro lado es “Yo le apuesto todo a mi hijo para que él cambie su vida radicalmente comparado con lo que le puedo dar si sigue mi camino”. Se prejuzga dentro de un desconocimiento. Porque se trata también del hijo del colectivero o del albañil.

Pensaba en la utilización del Mundial 78 de parte de la dictadura y en nuestra actualidad en la que mucha gente, consciente de la utilización que harán de él, no lo boicoteará, ¿qué pensás sobre esto?

Esto existió siempre. No cambia la vida. ¿Qué puede logra boicotear el Mundial?, ¿prolongar un año la realidad?

Un año para mucha gente es…

Lo entiendo pero, por el otro lado, la gratificación dura para siempre para un montón de gente, porque todos los que salieron campeones del mundo

¡La gratificación! ¿Sirve, cuando tenemos un millón de trabajadores desplazados por una reforma laboral asesina?

Si no existiera el fútbol, sería con el béisbol. Pan y circo existe desde el propio circo romano.

Juan Manuel Herbella con el Anartista
Juan Manuel Herbella con el Anartista

 

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