Lo inesperado: Sobre la historia de la escritura.
Por Estela Colángelo
EN EL PRINCIPIO FUE UN CUADERNO
Todo comenzó con el abrazado cuaderno, tan opuesto a las horrorosas fotocopias. El cuaderno testigo de sentires, víctima de sus consecuencias: manchones de lágrimas, estrujamientos, quemaduras…
Luego vino la desesperación. “La esperanza es mala” decían algunos griegos. Habrá que confiar en las bondades de lo inesperado. Ahí interviene Gabriela quien coordina y orienta nuestras pretensiones de escribir en la revista.
Y así lo hizo. Como aquella mano pequeña acompañada por la de la maestra que, con la lapicera de pluma de metal, la llevaba al tintero de cerámica incorporado al pupitre, y, sin titubeos ambas escribían. Así, esta arrugada mano que hoy teme no poder acariciar la hoja con la pluma, trata de evocar a la historia de la escritura y a sus soportes.
CHOR(R)EADO DEL CIELO
La escritura venía de los dioses, o al menos, eso creían muchos. Los griegos pensaban que Prometeo se la había dado a la humanidad como regalo. Los egipcios, que era un beneficio de Tot, el dios del conocimiento. Los sumerios cuentan que Inanna – diosa sumeria del amor, la belleza, el sexo, el deseo, la fertilidad, la guerra, el combate y el poder político-, le robó la escritura al dios Elki, cuando estaba borracho y se la dio a la humanidad.
Desde estos orígenes mitológicos, parten dos caminos para contar el rumbo que la escritura debió abrirse entre las distintas civilizaciones. La primera hipótesis sostiene que la idea de escritura -aunque no de símbolos de un sistema concreto- se habría extendido paulatinamente desde este foco mesopotámico hasta otras culturas cercanas. La otra hipótesis fundamenta que tuvo más de un origen, ya que del otro lado del Atlántico se han hallado también caligrafías como la zapateca, la del estmo –ambas en México; en Oaxaca y Tuxtla respectivamente- o la rongorongo de la Isla de Pascua.
En esta primera entrega, tomaremos los períodos iniciales (30 a 40 mil años a.C. y hasta el 2 mil aproximadamente a.C.) en lo referido a la aparición de la escritura. Con respecto a los soportes desde los primeros hallazgos, hasta el descubrimiento del papel.
EL PATRIARCA DEL PAPEL
Hoy es sabido: lenguaje no es sólo escritura. Si algo parece distinguir al hombre desde sus orígenes es la necesidad de expresarse, más allá de la supervivencia. Si no ¿Cómo pensar ese cuidado que el tiempo, los hombres y la naturaleza han puesto en preservar dentro de cuevas y cavernas las pinturas rupestres más antiguas (40.000 – 30.000 años a.C. era paleolítica)? Hombres que debían salir a cazar, en condiciones climáticas extremas, con la mente al filo a cada momento, ¿cómo es que se hacían tiempo para pintar, para decir lo indecible, con los pigmentos o los recursos que tuvieran?
Claro, la escritura, todo un esfuerzo de abstracción y metáfora, llegó mucho después. Su desarrollo comenzó en Oriente Medio, en Mesopotamia, hace 5.000 años aproximadamente. Surgió, según se especula, gracias a un cambio de vida de las civilizaciones. Tras el descubrimiento de la agricultura el hombre dejó de vagar y se asentó en un territorio que necesitaba organizar. Los contratos de propiedad se plasmaban con una grafía sencilla. La sociedad crecía y la escritura evolucionó con ella. Acontecimiento y cuentas debían inscribirse para poder legarlos a los demás. Los sumerios construían hogares con ladrillos de arcilla cocida al sol. El material que utilizaban para las paredes de sus casas era perfecto para escribir cuando todavía estaba húmedo. Se elaboraron tablillas planas y rectangulares. Fueron las progenitoras de nuestro actual papel: el primer “papel” de la historia utilizado para escribir. Los sumerios usaron este sistema durante veinticinco siglos. A ellos siguieron los pueblos babilonios – asirios – eblaítas. Los primeros restos de “texto” escrito que conocimos corresponden a las tablitas de Uruk, un templo sumerio que contiene inscripciones llevadas a cabo por los sacerdotes para la contabilidad de sacos de cereales y cabezas de ganado. Eran signos en forma de cuña. Denominada escritura cuneiforme, se realizaba con cálamo, el predecesor de la pluma del tintero. Los sumerios empleaban unos dos mil símbolos que representaban objetos y acciones.
ALETEAR LAS LETRAS
Atrás de esa estela fueron los acadios, quienes ocuparon las tierras donde vivían los sumerios quienes crearon un sistema monográfico de escritura. Cada signo representaría un sonido de su lenguaje. Llegaron desde la península arábiga y los terrenos que ocupa la actual Siria. Así, al convertir cada sonido en un grafo, los acadios pudieron crear un modo de escritura para entender y comunicarse con los sumerios. Las tablillas con grabados cuneiformes deben leerse de derecha a izquierda. Los paleógrafos la denominan como “escritura de los pájaros sobre arena húmeda”
UNA CUESTION DE CLASE
Y ahora llega una de las más famosas: la escritura jeroglífica. La etimología narra que se trata de un cruce entre “hieros” -sagrado- y “glifo” – grabado-. Los jeroglíficos son una combinación de signo figurativo y símbolo abstracto, no representan a la palabra ni fonética, ni alfabéticamente sino mediante figuras o símbolos. Fueron usados por los egipcios y los mayas. Generalmente se encontraron en monumentos. Esta escritura emplea pictogramas, en los que podemos contar hasta setenta variedades de pájaros. Un buen tiempo después de su nacimiento, los sacerdotes la utilizaron hasta convertirla en una escritura hermética o hierática.
De cómo leer estos signos no tuvimos noción hasta que Champollion decodificó la famosa piedra Rosetta (París- 1822). Originariamente dispuesta dentro de un templo, fue trasladada durante la época paleocristiana y finalmente usada como material de construcción en un fuerte cerca de la localidad de Rashid (Rosetta) en el delta del Nilo. Allí fue hallada por el soldado Pierre Francois Bouchard durante la campaña francesa en Egipto. Las tropas británicas derrocaron a las francesas en Egipto en 1801. Trasportada a Londres, está expuesta al público desde 1802 en el Museo Británico, donde es la pieza más visitada. La complejidad de la escritura y el largo aprendizaje que requería hizo de ella una profesión
especializada, la profesión del escriba. Frente a una gran población que no sabía leer, los escribas estaban vinculados al servicio del rey o del templo y eran bien pagados. Por saber escribir pertenecían a la clase privilegiada de los respetables junto con los sacerdotes, los guerreros y el rey. A una parte del pueblo se le enseñaba la escritura demótica, que es la misma jeroglífica pero simplificada. Se utilizaron diversas materias como soporte de escritura hasta que finalmente se universalizó el papiro, donde se explayó este idioma, que se escribe de arriba para abajo y de izquierda a derecha.
EL PUEBLO DEL LIBRO
Los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob, se establecen en la tierra de Israel. El hambre los fuerza a emigrar a Egipto.
El hebreo tiene casi treinta siglos de historia escrita, a lo largo de los cuales obviamente se han dado diversos procesos de cambios lingüísticos, por lo que se puede considerar que el hebreo antiguo y el hebreo moderno son dos lenguas emparentadas.
Durante muchos siglos el uso del hebreo antiguo quedó limitado a la literatura, a la liturgia y a la academia.
EN EL BOSQUE DE LA CHINA, UN POEMA ME ENCONTRÉ
En el año 1.700 a.C. comienza a desarrollarse la escritura China durante la dictadura Shang. Del sistema anterior sólo se registra un fragmento de barro cocido con la inscripción de lo que parecen once grafías, descubierto en el poblado de Dinggong (1922). Podría ser una forma de protoescritura.
En China, la gente preguntaba al cielo sus dudas mientras observaba en los huesos y caparazones de tortugas puestos al fuego. En las figuras resultantes de las quebraduras, leían las respuestas. Miles de esos huesos se han encontrado. Por ellos nos podemos dar una idea de las preocupaciones que los movían. Fueron los que empezaron a contar China cuando no se llamaron chinos sino “shang”. Cuanto más antiguo es algo, más venerable, siempre lo creyeron los chinos.
Quienes registraban estas escrituras eran letrados. Cualquiera que intentase escribir las miserias con las que se topaban los hombres, las contaban desde una gran distancia y, a veces, hasta las ubicaban lejos en el tiempo porque se temía la reacción de los poderosos.
¿Qué fue lo primero que escribieron los chinos? Oráculos. Eran apenas notas muy acotadas, talladas en caparazones de tortuga o en huesos de otros animales. Buscaban prevenirse de lo que les depararía el mañana. Después empezaron a escribir sobre bronce y los signos se estilizaron un poco. En china los caracteres no eran figuritas muertas sino elementos dotados del poder de generar o alterar la realidad. De ahí el gusto por los amuletos. Este respeto reverencial por lo escrito siempre acompañó a los chinos y así como algunos en la civilización occidental, enseñan que el pan es sagrado y no se tira, lo mismo se les enseñaba a los niños: nada escrito era considerado basura, así fuera una lista de las compras.
Así las cosas, desde sus comienzos, los caracteres no fueron un simple soporte para el habla. Siempre estuvieron ligados a la poesía. Ellos son poesía. Los huesos oraculares se descubrieron en 1899. Un erudito mandó comprar a una botica huesos para moler y así mejorar algún malestar. Observó que en una escápula -probablemente de cordero- había unas marcas que no parecían naturales. Limpió el hueso y se dio cuenta: era un texto. Más tarde, en la por entonces perdida ciudad de Hanyang, la que fuera capital de Shang, encontraron una escritura bastante evolucionada. Los chinos, poco a poco, abandonaron la superficie plana de huesos como soporte de la escritura y se valieron de tallas sobre objetos de bronce. Las vasijas se destinaban a las ceremonias y los textos hablan de rituales. Lo que podríamos llamar escritura moderna se daría en unos 500 años antes de nuestra era, en las inscripciones hechas en tablillas de bambú. Se cortaban tiras de bambú sobre la que se escribía y luego se anudaba una junto a otra para formar el texto. Este nuevo medio permitió otro tipo de registros: administrativos, históricos, filosóficos y poéticos. También se utilizaban tablitas de otras maderas y telas de seda en chino clásico. El emperador Shihuan Di en el siglo II a.C. establece por decreto y por primera vez un idioma para todo el territorio.
NO TODO SIEMPRE FUE CUADERNO, LÁPIZ, BOLÍGRAFO
Según fuera la punta de los objetos que se utilizaron para escribir, los estudiosos llamaron inscritos a las producciones a punta seca y escritos a los de punta mojada.
Dentro del primer grupo se puede afirmar que la escritura se talla, se graba, se esculpe. Encontramos aquí a la ya mencionada escritura cuneiforme cuyos “lápices” eran cañas biseladas, cuñas de metal, madera o marfil usadas para imprimir la arcilla. Las tablillas de arcilla eran pesadas y de difícil transporte.
Muy difundidas fueron las tablillas de madera recubiertas de cera, estuco o barniz. En Egipto se usaron conjuntamente con el papiro. En Grecia y Roma se esgrafiaba el texto sin dificultad con un objeto punzante. Los punzones o estilos “stilus” tenían en un extremo la punta y el otro era romo, para borrar, raspar, alisar la cera, muy funcional para los escolares de la época. En China se difundieron para grabar los sellos con los signos.
La escritura antigua de los pueblos germánicos se conservó en las llamadas runas. Fueron encontrados, también, grabados en objetos de madera como cofres o cajas.
La piedra fue el soporte por excelencia de los epígrafes griegos y romanos. Se grababan inscripciones sepulcrales, decretos, triunfales. El mármol pulido y el granito se destacaban por sobre todos los demás. El procedimiento de esculpido era artesanal. Entre los metales, el bronce es el más destacado para tallar documentos como decretos, leyes, diplomas militares, leyes de hospitalidad y patrocinio. La ventaja es que se traslada con mayor facilidad que el mármol. En la India también se encontraron inscripciones en láminas de cobre. Aztecas y mayas usaron huesos de animales como tortugas, ballenas, donde tallaron acontecimientos de su historia.
Cuando la escritura se pinta, se dibuja o se imprime con tintas, pinturas y sustancias fijadoras usando instrumentos como pinceles y plumas, se los llaman escritos. Los soportes por excelencia fueron el papiro y el pergamino.
Para fabricar artesanalmente el papiro se usaba el centro de la planta cyperus papyrus. Se cortaban láminas delgadas que se entrecruzaban y se superponían en una superficie húmeda que se dejaba secar al sol. Las hojas se alisaban con martillo de marfil y se cortaban del mismo tamaño. Se comercializaba en Roma y Grecia, lo que contribuyó a la difusión de la literatura. Como requerían cuidados especiales de conservación con el tiempo fueron reemplazados por pergaminos.
El nombre pergamino proviene de la ciudad de Pérgamo, actual Turquía. Es de origen animal. Se obtiene de la piel de animales como ternera, cabra, oveja, carnero y a veces también de antílope, gacela y avestruz. Éstas son tratadas mediante delicados procedimientos y operaciones de limpieza curtidos con posterior estirado y tensado. El pergamino fue el soporte por excelencia a partir del siglo III y IV.
EL PAPEL NUESTRO DE CADA DIA
El papel fue descubierto por los chinos a partir de residuos de la paja de arroz, el cáñamo, la seda y el algodón. Esto se dejó de lado para utilizar trapos de lino y el cáñamo que se deshacían, se dejaban macerar y fermentar en agua hasta obtener una fina pasta obtenida a golpes de martillo o piedras de molino. Esta pasta se pasaba primero a una cuba de metal a temperatura constante y luego por un tamiz de filamentos. Se prensaba dando origen a finas hojas de papel. Los árabes copiaron el conocimiento y lo introdujeron en Europa. La propagación del uso del papel y su difusión masiva ha constituido uno de los mayores adelantos en la historia de la cultura.
ALERTA, ÚLTIMAS NOVEDADES
Aunque parezca sorprendente el paleontólogo italiano Emmanuel Anati, a comienzos de 1990, sostiene la teoría más moderna sobre el origen de la escritura. Después de registrar y analizar más de veinte millones de signos grabados en las paredes de las cuevas de todo el mundo, llegó a la conclusión de que resultaba posible ver en ellos más que simples dibujos.
Además de pictogramas que representaban objetos, personas y animales, había también ideogramas, que hacían alusión a conceptos como la fecundidad o la caza, e incluso, psicodramas, estados de ánimos, nada distinto o inferior, pues, a los primeros signos de la escritura sumeria o egipcia. De ser así el origen de la escritura no tendría cinco milenios sino cuarenta, pues esa es la edad de las cuevas de Tanzania, en el sureste del continente africano.
El hombre acaso no inventó la escritura por necesidad económica sino espiritual, la arraigada y muy humana necesidad de expresarse. Ya hace tiempo lo dijo el prestigioso lingüista Noam Chomsky, al afirmar que todos los seres humanos llevan impreso en su mente los rudimentos de una gramática universal que la relación con los adultos tan sólo despierta. ¿Acaso no poseía esos rudimentos el hombre de Neanderthal y por ello introdujo símbolos en las paredes de las cuevas?
Muy interesante la nota! Una buena pasada de historia.