La decisión: sobre el lenguaje inclusivo.
Por Verónica Pérez Lambrecht.
LA LUCHA
Es claro que la lucha por la apropiación y soberanía del lenguaje no puede ser encarada fuera de la constelación de otros conceptos. El lenguaje se construye, deconstruye, reconstruye y nos constituye: ¡hablamos!
Antes de iniciar cualquier garabato, pensé en la palabra “lucha”, en ¡cómo no me gusta! Repasé sinónimos: disputa, riña, altercado, revuelta, camorra, pleito, controversia, discusión y debate, entre otros tantos, como combate, pelea. También aparece persistencia, insistencia. Del lado de los antónimos están acuerdo, concordia, armonía y una variedad optimística de palabras. “Lucha”. ¿Acaso hay mucha diferencia en decir “debate o discusión”? En verdad es una lucha -y no puedo liberarme de la palabra que no me gusta- porque, precisamente, hacer propio el lenguaje, transformarlo para que re-edite otros significados, no está libre de combates, polémicas ni controversias. Las tensiones vienen de tant@s que resisten el statu quo patriarcal, desde la convicción anti-derechos más aberrante, hasta la comodidad más chata, pasando por concepciones religiosas, asimilaciones, el rechazo al sonido, el fascismo y un abanico de negaciones: todas, sin excepción, sujetas al hilo patriarcal que nos engendra, siglo tras siglo.
TUTTI-OTRE
Claro que estoy totalmente en contra del lenguaje inclusivo. Quiero decir, de la expresión lenguaje inclusivo. Porque, ¿quién incluye?, ¿desde qué centro de su magnanimidad aunque sin coronita, levanta la barrera, firma el pasaporte y bienviene a través de e o x? Mejor llamarlo lenguaje descentrado, sin aduana ni peaje -desalambrado, tuttifruti, culeado–, es decir donde cualquier palabra, entre y salga con jugoso placer, sin Academia que valga, por la emancipación.
María Moreno (1)
Ciertamente, es válido sentirse contenido en el lenguaje tal como está establecido, pero el cambio va mucho más allá. Y, además, ¿cuál es el problema de entender que hay muchos sujetos que no se perciben parte del plural/generalista masculino? No se trata de perder la capacidad académica al escribir, ni de aceptar cualquier desvío como potencial “regla empírica” (tal la de incluir modismos zonales, como “haiga”), se trata de dejar de censurar las implicancias del cambio y dejar que se abra un paradigma de aceptaciones de la otredad, otredad que en algunos casos somos nosotras mismas.
ANTIPRINCESAS
Ahí deviene la lucha feminista, la que se alista siempre en el frente de batalla -no en el escritorio de “las decisiones”-, la que irrumpe y dis-rumpe, la que incomoda y expone la situación de esclavitud del sistema patriarcal y capitalista. Y se hace grande, se expande, abraza y deconstruye. Es vanguardista y generosa, porque no se queda con la deconstrucción binaria, sino que abarca la amplitud de perspectiva de género. Es probable que otros colectivos apoyen estos cambios, pero ninguno como este, el que heredamos de las mujeres irreverentes: Juana Azurduy, Manuela Sáenz, Alfonsina Storni, Eulalia Ares, (…) hasta Estela de Carlotto, Taty Almeida, Nora Cortiñas.
Y aquí es menester mencionar que estas mujeres viven eternamente jóvenes, en sus aún largos ’80. Porque las generaciones más jóvenes, los centennials –“les pibes”-, no cuestionan estos cambios, vienen con ellos, como la tecnología. Acaso si preguntás a la gente más adulta, ¿encontrás entre los de 40 para arriba y, más aun, entre los de 70 y 80, muchos que no se aferren a su statu quo como garrapatas? Sin ir muy lejos, ¿qué motivo podría hacer que la RAE se expida en contra del lenguaje de género? ¿Qué limitación de perspectiva de evolución los condiciona? Yo sé que la edad puede no ser un condicionante para aquell@s pibes grandes que están despabilad@s.
ESTUDIANTES DE VERDAD
El lenguaje, como toda normalización de nuestras conductas, no es neutral y responde a un entramado específico de poder.
Leandro Bruni (2)
Hablar con la “e” hasta es divertido, tiene musicalidad, sin embargo, patea el hígado, ¿no? ¿Por qué la modificación del lenguaje no sexista implica una anomia? ¿Contra qué regla o norma atenta? Como dice Bruni, pasa por el entramado de poder que se sabe no sólo interpelado, sino cuestionado y en decadencia, ¡enhorabuena! Y sigue: “es reconocer que la gramática constituye sentido y que, resignificando las palabras, se construyen nuevos marcos interpretativos con los que entendemos la realidad”. Sí, se construyen nuevos sentidos de realidad y el lenguaje no escapa, porque está vivo y se redefine de acuerdo a los signos de los tiempos.
Y, en esto de entender los signos de los tiempos, aunque la RAE baje el pulgar, el estudiantado argentino brega por la adaptación y, en algunos altos establecimientos, paulatinamente, ganan los cambios. Así lo expresa Carolina Spataro (3): “Lo que busca es amparar y ampliar derechos para que estudiantes que quieran escribir sus trabajos académicos utilizando el lenguaje inclusivo en cualquiera de sus formas puedan hacerlo«. Otras universidades que incorporaron lenguaje inclusivo son la de Chubut, Rosario, Río Negro -la primera- (4), Córdoba y siguen. Las resistencias son manifiestas en las generaciones de padres y madres, más que entre docentes, y estudiantes… podría decirse que, de les estudiantes hay mucho que aprender.
OPINE OPINA OPINO
Una pequeña encuesta a mi micro-mundo:
Nombre o pseudónimo y edad
- ¿Qué opinás del lenguaje inclusivo?
- ¿Lo usas? Si lo usás, ¿cómo? (oral, escrito, con e, x, @, otro)
- ¿Conocés a alguien que lo use?
Manuela, 24
1. Está bien. Me parece que, si las diferentes diversidades se sienten bien al usarlo, está perfecto. No me incomoda para nada.
2. A veces, todes, chiques.
3. Algún que otro amigo.
Muriel, 47
1. Cuesta incorporarlo, pero me parece bien.
2. Lo uso con el @.
3. Si muchísima gente conozco que lo usa.
Catalina, 13
1. Está bueno implementarlo para agregar a los demás sexos que antes no agregábamos al hablar.
2. A veces. Con la e.
3. Varias de mis amigas, algunas maestras, familiares, etc.
Natacha, 44
1. Me parece innecesario.
2. No lo uso.
3. No conozco a nadie que lo use oralmente, sí en forma escrita.
Melina, 38
1. No creo que se excluya a nadie dentro de nuestro lenguaje, tal vez todos podríamos aprender braille para comunicarnos con los no videntes o señas para comunicarnos con los sordomudos, creo que ese sería un verdadero lenguaje inclusivo.
2. No lo uso.
3. Conozco quien lo usa a medias por así decirlo, en algunas ocasiones.
Pelado, 57
1. Me parece adecuado.
2. Lo aplico y uso. Oral/escrito, usaba la x, la @ y ahora uso la «e».
Diego, 45
1. Opino que se va a incorporar de una u otra manera.
2. Lo uso irónicamente creo, oralmente.
3. Conozco poca gente que lo use.
Leonardo, 74
1. Opino que es complicar más el español.
2. No me gusta decir “todes” yo prefiero hablar y escribir “todos y todas”, definitivamente.
Luli, 18
1. Creo que no es una manera de que otro se sienta identificado.
2. No.
3. Conozco gente que si lo hace, usa mucho las palabras con e.
Gallega, 48
1. No me gusta, no me llega, no me parece inclusivo. Creo que arruina el vocabulario y nuestro lenguaje madre.
2. No lo uso.
3. Si, conozco y me resulta chocante.
Hugo, 56
1. Me parece una aberración.
2. No lo uso en absoluto.
3. No conozco a nadie que lo use.
Roberta, 34
1. Me da igual, aunque al principio me chocaba.
2. No.
3. Si.
Martina, 18
1. El uso de la e invisibiliza a la mujer, ya que es no binario. Seguimos quedando fuera del lenguaje, y quedamos fuera de una modificación que, supuestamente, se la relaciona con el feminismo.
2. No. Para realmente incluirnos, digo todos y todas, por ejemplo.
3. Sí. Tengo compañeros y compañeras que lo utilizan de forma oral, pero no tanto escrita.
Nati, 39
1. Respecto del lenguaje inclusivo me siento un poco incómoda porque no me queda en claro cómo usarlo. Necesito mayor información.
2. Lo uso con mi hija adolecente quién despacito hecha luz sobre nuevos paradigmas.
3. Sí conozco quién lo usé.
Emma, 9
1. Está bueno.
2. A veces. Con la e.
3. Mi hermana.
Verónica, 43
1. Me encanta por disruptivo.
2. Si. El @ me resulta bueno por el impacto visual. La x me parece indefinida, tal vez es apropiada en algunos casos, no la uso. La e se puede pronunciar, me cuesta.
3. Cada vez más.
Respecto del tema, Pedro Saborido dice: “El problema del lenguaje inclusivo, de lo nuevo, (…) no es que exista, sino que yo envejezco. Ante lo nuevo reacciono.” (5). ¿Y si en lugar de ser meros reaccionarios se hace el intento de ver de qué va? Remata en otra oportunidad (6) respecto del tema y de les jóvenes: “No puedo evitar ser viejo, pero sí puedo evitar ser choto.”
COROLARIO
Voy en el bondi con la carga del día, a mitad de camino, suben dos pibas, hablan mucho y estoy cansada. Escucho, se refieren a sí mismas: “¡hay que poner las cuerpas!”. La expresión supera, incluso, al lenguaje inclusivo. Ampliamente, define ese sujeto cargado de contenido: ser mujer y soberana de la esencia femenina, incluso la física. Las cuerpas. Y, simplemente, vibro ahí.
- María Moreno, “Sin aduana ni peaje”, 12/05/2019, Página|12
- Leandro Bruni, “El poder del lenguaje”, 3/01/2019, Página|12
- Constanza Bonsignore, entrevista a Carolina Spataro (Ciencias Sociales – UBA) en «El lenguaje inclusivo no va en detrimento de la rigurosidad académica», 2/08/2019, Página|12
- Maximiliano Fernandez, “El lenguaje inclusivo llega a cada vez más universidades públicas y divide las aguas”, 20/08/2019, Infobae
- Pedro Saborido, entrevista en Voz y Voto, 16/11/2018, La Voz
- Pedro Saborido, entrevista en ERE C5N, 1/05/2019, publicado por RPN
Fotografía Juan José Stork, FOTOMONTAJES