El miedo: entrevista a Javier “El Profe” Romero.

Entrevista: Lourdes Landeira, Isabel D´Amico, Gabriela Stoppelman
Fotografía: Ana Blayer
Edición: Gabriela Stoppelman, Isabel D´Amico

 

“-La tierra tiene sus páginas: los caminos. ¿Entiendes lo que
quiero decir?
-Más o menos.
-Tú lees libros, yo leo el suelo”
“Un río llamado tiempo, una casa llamada tierra”, Mia Couto

 

Que se agite, rote, mute, que sea magma inquieta bajo los pies del transeúnte, tempestad o sismo, caricia de ola sobre la orilla, catapulta a contramano de las horas, verso surcado en la tierra caliente, pulso en la sombra de las ciudades. Que sea imperiosa, aldeíta, tu danza. Que contonee y esquive, que avance y proteja. Que no afirme tu ruta la forma obcecada de siempre el mismo camino, que te animes a mostrarte más con menos, que puedas gritar el miedo sin tener que extirpar la bala. Que no esperes el llamado de la altura o de los fuertes, y que partas sin recelo cuando el tiempo se despliegue y un reclamo del color te suelte amarras. Allí viene la señora de paso muy jornaleado, cuenta el aire, cuenta el agua, cuenta el tiempo en mililitros de descanso, el aceite va en un vaso, huele a cal, huele a fritura. Por detrás se abre la tarde en el suburbio, es el barrio disputándose el ocaso entre esquinas. Y, cuando funda la voz y avanza el surco, va la noche a prepotear por su prestigio, su elegancia, su ambición, su olor a saña. Y que no sea la luz la de mañana. Que te atrevas ahora mismo a encenderte claroscura, matizada, que no hables como sierva, que no pienses como esclava. Que esta cena sea a lo grande, con la casa por fin libre, tanto tiempo ensimismada. Y que podamos, entonces, ser la escuela del maestro que no ama, la cobija de la cama que no entibia. Que sea laico, nuevo y rústico el pedido. Sin gramáticas urgentes, sin bufandas que hagan frío entre palabras. Que te estires, que te extremes, te infinites, que el abrazo sea su tu lengua; la melodía, tu espada. Esta vez la noche es larga, ya lo creo. Pero siempre está la opción de danzar en la ventana. Que se vea el interior de la aldeíta, que circule el clamor por jardines y terrazas. Y que sea pronto, pronto el reencuentro, la copa urgente, la charla larga. Que se mueva la aldeíta, que se esparza.

Jacek Yerka

 

ESE OSCURO OBJETO DEL DESEO

Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida.”
“Ética demostrada según el orden geométrico”, Baruj Spinoza

¿Cómo va hoy el equilibrio entre quienes inducen al miedo y quienes temen?

Mirá, el tema del miedo aparece claramente cuando, al investigar cómo concibe la comunicación digital el macrismo, nos encontramos con una charla, dada por uno de los cerebros de la campaña, Hernán Iglesias Illa. Allí, él decía que el miedo era uno de los principales elementos de la campaña. Por el contrario, el amor era algo enfermizo, propio de los fanáticos. Todo esto lo explica en un encuentro masivo de simpatizantes del PRO. A mí me impactó mucho, porque algunos seguimos creyendo que la política tiene que ver con el amor. Cuando uno ve las campañas, advierte que sí han puesto en práctica este principio del miedo, sobre todo, al demonizar el otro, al hacer del otro un monstruo que da miedo. Decían cosas como: ¿Vos dejarías a tu hijo, al mando de un narcotraficante como Aníbal Fernández? Y, al lado, ponían a Vidal toda blanca, diáfana y transparente. En los medios hegemónicos, por supuesto, existe mucho esa insistencia con trabajar los miedos.

En relación a esta pasión triste del miedo, nosotros trabajamos a un filósofo, Baruj Spinoza, quien decía que esclavos y tiranos tienen algo en común y podríamos resumirlo en la frase, “cuanto peor, mejor”. Hasta acá vos hablaste de los tiranos. ¿Y los esclavos?, ¿los que se impregnan del miedo, sin ser ellos mismos los sembradores del miedo?, ¿qué se puede oponer a estas operaciones?, ¿razones?, ¿otro imaginario?

Mundos imaginarios, Gediminas Pranckevicius

Yo creo que siempre hay que responder con otro imaginario. Creo que el imaginario del amor y el de la generosidad son el mejor antídoto contra el miedo, aunque uno siempre le hace lugar a la razón.

Cuando Larreta arma su discurso alrededor de consignas aparentemente rebeldes, como “no, al miedo”, “sí, a la libertad”, ¿te parece que el amor funciona como antídoto?

Uno lo que busca es cuidar la salud de la gente, no quiere incentivar que se enfermen y se contagien…

¿Pero el slogan debería ser “el amor”?

No. Ahí habría que ver qué jugar. Yo creo que, si hay un sector con la posibilidad de desplegar sentimientos, es el campo popular. Cómo hacerlo, hay que pensar.

Igual pareciera que, en la disputa, no nos estuviera yendo bien

Tenemos algunas dificultades de comunicación. En realidad, dificultades de «unidad» en la comunicación. Igual no es la única dimensión donde se juega la política. En la dimensión más terrestre, más individual, creo que hay algo muy rico que sí se está dando. Esa dimensión permitió vencer a esa maquinaria del macrismo, que tenía toda la guita, todo el poder, todos los medios. Sin embargo, se la pudo derrotar con un cuerpo de ideas y un imaginario, que no solo vino de arriba -es decir, de los candidatos, los políticos- sino que también tuvo participación popular, en lo colectivo.

 

MEMORIAS DE UNA CATAPULTA

Azul gris,/ hería tu mole/ el pulmón blando/ de las aguas./ Pero te acunaban,/ ignorantes/ de tus nidos/ de obuses./ Tornillo sobre tornillo,/ Plancha sobre plancha,/ torre sobre torre./ Te lanzabas al aire/ en un esfuerzo/ de catapulta.”
“Buque-Escuela (Jeanne D´arc)”, Alfonsina Storni

Un factor crucial en la comunicación actual es la velocidad. ¿Cómo se da en los distintos ámbitos donde vos te manejás: en la radio, en la tele y en la docencia?

Ciudad flotante, Nina Lindgren

Hay muchísimas diferencias. El oficio más lento de todos es escribir un libro. Después, le sigue la escritura de un artículo, un informe. La velocidad máxima se da en la radio. De 7 a 9 en «Abrí los ojos» debo hacer varias notas por hora. Por su parte, la docencia tiene un tiempo más tranquilo.

Sin embargo, a los estudios terciarios y universitarios, se los llama “carreras”. Hay como un tiempo bastante estrecho, donde el alumno debe cumplir con cursar una determinada cantidad de materias por cuatrimestre.

Sí, es cierto. Pero el ritmo es distinto. En la docencia hay más tiempo para ejercitar, para comprender al otro. En la radio, ni siquiera ves al interlocutor y, aparte, te apura la cantidad de información que tenés que dar en poco tiempo. En la franja horaria en que yo trabajo, las personas recién se despiertan o recién se suben al auto para ir al laburo o a la escuela. A esa hora quieren escuchar las novedades. En ese tramo, corro. En cambio, en la Universidad, me puedo tomar tiempo para lograr estar en sintonía con los alumnos.

¿Y en las redes? Porque estás presente casi al instante y mucha gente busca y espera tu palabra. ¿Vos participás con esa intensidad porque las redes te demandan, “hay que sostener al personaje del profe Romero”, o realmente te provoca placer?

Los medios hegemónicos son muy poderosos y nosotros tenemos armas más chicas. Tenemos que atender a nuestras catapultas cargadas de verdad para combatir la mentira. Me lleva tiempo, pero disfruto de poner a disposición mi mirada y mi ejercicio profesional en las redes. Todos somos comunicadores, con más o menos destreza, pero todos podemos serlo.

La gran ciudad flotante de cartón, Nina Lindgren

 

ALDEANITOS EN EL RING

“En vez de hacer de perro del hortelano, /o llorar a la luna porque no nos quieren,/ echemos pájaros en el jardín de las preciosidades.”
“La vida: ‘A otra cosa’”, Jorge Leónidas Escudero

¿Existen hoy nuevas modalidades de extorsión en los medios?

Javier «el profe» Romero con El Anartista. Entrevista virtual. Fotografía Ana Blayer.

Hay modalidades clásicas de extorsión, que hoy tienen más posibilidades, por el anonimato que dan las redes. Podés decir cualquier cosa con una identidad falsa y viralizarlo…

Vos sufriste muchas situaciones de persecución. La presentación de «Vale Todo» fue cancelada. Hadad intentó detener el lanzamiento del libro que hablaba sobre él. También se te acusó de haber recibido cantidades de dinero. Ante todo lo que te sucedió y te puede suceder, ¿cómo te vinculás con el miedo?

Me cuesta bastante tener miedo. Muchos me preguntaron, ¿no tenés miedo de hablar de Rousellot, de las patotas, de Hadad, de la CIA, de Clarín?, ¿no te da miedo lo que los grandes medios puedan decir? Y, sí, miedo me da. Pero, ¿qué voy a hacer?, ¿callarme? No, salgo al ring, me como dos o tres trompadas y recibo golpes bajos. Sé que el árbitro juega para ellos, pero no me victimizo por eso.

 

TEJER LA ALDEA

¡Qué anchas, qué anchas nuestras rutas!/ Ellas nos llevan derecho a las ciudades aún niñas, a las aldeas aún niñas, en un país donde la misma naturaleza cambia de semblante,/ donde, por todo, una primavera de muros, sube, y no espera,/ donde el acero brota entre las mallas de la Gran Red como jugando.”
“El año nuevo”, Al Tchin, de “Poemas chinos”, traducidos por Juan L. Ortíz

Nos gustaría que nos cuentes acerca de la experiencia de comunicación popular, “Mueve”. ¿Qué implica la comunicación popular?

Domiki reka, Jacek Yerka

La comunicación popular de estos tiempos viene con la novedad de las redes de comunicación. Estoy hacer muchos años en esto, tengo más de viejo que de zorro y viví en la piel y muy de cerca, todo este proceso, que viró de una comunicación del punto a la masa a una comunicación de múltiples vasos comunicantes simultáneos. Se trata de un cambio revolucionario, muy potente, muy poderoso, difícil de asir, de asimilar, violento, rápido y, al mismo tiempo, fascinante porque da más herramientas para la disputa. Sin dejar de ver el peso de los grandes medios de comunicación, que son quienes definen el debate público, creo que las redes de comunicación empoderan y le dan voz al pueblo. Y el pueblo es la mayoría. Y la mayoría tiende a querer vivir mejor. Antes, la voz la tenía «alguien». En algún momento, la iglesia, después, los diarios, la radio. Hoy, si tenés un teléfono, bajas twitter y escribís una idea.

¿Desaparece acá la autoridad competente y jerárquica?

Sí, tal cual, es más democrático y todos tenemos voz. Ellos tienen medios muy poderosos, pero nosotros somos muchos más. Si nos juntamos y formamos red, podemos dar una pelea muy interesante. Empiezan a aparecer debates que ellos siempre quisieron obturar, pero con las redes es muy difícil. El caso más paradigmático es el tema del feminismo. Los grandes medios de comunicación son patriarcales y el feminismo se les escapó por abajo. La potencia del feminismo se visibilizó y estuvo en las calles. La convocatoria se dio, principalmente, a través de las redes. Así, el feminismo tomó un grado de organización superior que le permitió sacar músculos y dar la pelea de otra manera. Pero también podría citar otras reivindicaciones que se fortalecieron con las redes. La posibilidad de conectarse sin la mediación de los medios de comunicación es la clave.

Y sobre el proyecto «Mueve», ¿qué podés decirnos?

“Mueve” trata de intervenir para empezar a debatir y organizarse. La potencia te la da la organización y la intervención en la feria digital. Ser más potentes requiere de mucho esfuerzo, de mucha gente, de cierta unidad en las ideas. Es necesario comprender las lógicas de las redes: entre otras cosas, qué funciona, por qué funciona, cómo lo hace, qué significa un hashtag, cuál es la importancia de ponerlo todos a la misma hora. El campo popular debe jugar en este ámbito, porque lo masivo se disputa también ahí. Ellos tienen muchas herramientas, trolls y demás, pero representan intereses de las minorías y son pocos. Las mayorías tenemos acá una posibilidad. “Mueve” es una interpelación en ese sentido. Tratamos de ayudar en ese debate abierto y de incluir a todos los sectores.

 

TODOS LOS MUROS, TODOS

“Y ahora vive sin la luz que te daban / agota en la oscuridad que estás el temblor de tu nombre / porque ahora tendrás que inventar otro / un nombre que no sepa nadie decir al pasar / uno que no conozca ni Dios /la palabra escrita en la pared de la pesadilla será tu señal/ ahora que nadie te querrá salvar y los murmullos / las voces anónimas ya no tendrán nada que decir de tu deriva /solo te resta intentar un pensamiento que no sea un recuerdo / sin ella y sin vos / como una playa vacía que piensa desde el límite / en que los amantes rinden sus armas frente al cansancio.”
Jorge Alemán

Es muy interesante lo que describiste respecto a lo que pasó con las redes y con la potencia del feminismo. Efectivamente, el movimiento explotó en las redes -más vinculadas a lo efímero, a los pocos caracteres- pero traía un bagaje histórico y de lucha muy importante. ¿Cómo ves a los movimientos que nacen y crecen en la red?

Entrega urgente, Jacek Yerka

Hay movimientos efímeros que sintonizan en un momento determinado y otros que terminan anclando en algo más profundo. Es algo muy nuevo lo de las redes y, además, son herramientas también efímeras. Hay redes que eran muy potentes y dejaron de serlo.
Una vez una dirigente política muy importante, durante un debate, dijo: “no se puede hacer política con 140 caracteres, esa limitación hace que no haya profundidad en la política”. Entonces, yo le pregunté si iba a pintar paredes en la campaña y me contestó que tenía un equipo de pintura. Ahí agregué: “¿cuántos caracteres podés escribir en un paredón?” No te va a resolver la vida. A veces hay un cierto desprecio por estas modalidades digitales, sin evaluar las verdaderas posibilidades. Algunos dicen, no se lee más. Bueno, yo creo que se lee y se escribe más que nunca. Con las redes se lee mucho.

En tu caso particular, ¿qué tipo de lectura te interesa? En general.

Estoy con poca lectura. Con la actividad que tengo, se darán cuenta que no leo tanto, pero trato de estar aggiornado, de ver qué está pasando en el mundo con la comunicación política, sobre todo, hacia dónde va.

¿Ficción leés?

Sí, necesito leer ficción, si no, no puedo respirar. Y también escuchar música de todo tipo. Lo necesito todo el tiempo.

Se impone la pregunta «Anartista»: más allá del poema como género, ¿qué es lo poético para vos?

Anteayer estaba hablando con Jorge Alemán. Lo saqué al aire para pedirle su mirada acerca de lo que sucede con la pandemia. Recordé que él había sido Premio Nacional de poesía en los ’70, y le dije que era una lástima tener que convocarlo por la pandemia, ya que me hubiera gustado mucho hablar de poesía con él. Me respondió que estaba bien, que hay que hablar de la poesía como una expresión del arte, como elemento que puede expresarse de distintas maneras, también en un cuadro o en una obra de teatro. Hasta ese momento yo no lo había pensado de ese modo por lo que le pedí que lo explicara mejor. Entre otras cosas, me dijo que el arte primitivo, por ejemplo, también es poesía, algo allí se expresa. Me pareció una mirada interesante.

 JORGE ALEMÁN con EL PROFE ROMERO en «Abrí los ojos»

 

TOTAL RESONANCIA

“Ha de ir cayendo gota a gota, destilándose finamente/ por las arterias del hombre dolorido,
hasta llegar en comunión de maleficios/ al supay mineral/ y en la agraria desolación de pachamama/ ha de volver por el camino/ de la papa y la sara/ hacia el cielo infinito.”
Héctor Borda, poeta boliviano

Nos detuvimos en varios recursos que utilizás en las redes que podrían acercarse a lo poético. Por ejemplo, hacés una nota al pie muy sintética de algo que dijo un facho. Si Jorge Macri dijo: “Tenemos tres camas de terapia intensiva disponibles”, vos agregás “Le falta decir ‘que mueran los que tengan que morir’”. Ese trabajo de síntesis es un recurso de la poesía ¿alguna vez lo pensaste de esa manera?

No, no. Para nada. Y nunca escribí poesía, me gusta leerla, pero nunca me atreví a hacerlo. No creo que sea algo que yo pueda hacer. Es una expresión tan potente…

Tengo otro recurso aquí: Clarín dice, “El sistema de camas de terapia intensiva de las clínicas ya colapsó, y esto pasa también en las públicas. Clarín y Larreta nos dicen: Total normalidad”, y vos anotás “Total normalidad”, que es un recurso de enfático, como un eco y un estribillo.

Javier «el profe» Romero con El Anartista. Entrevista virtual. Fotografía Ana Blayer.

Lo usé porque, el día posterior al golpe de Estado del ‘76, en la volanta del diario, Clarín puso “Total normalidad”. Me quedó tan grabada esa manera de tomar posición con respecto a lo que sucedía. En la primera línea de la tapa del diario, después el título, decía algo así como que las Fuerzas Armadas se hicieron cargo del poder, pero el título no era tan importante como ese recurso, que tenía una potencia y un contenido devastador. No hacía falta leer el resto del diario. Al vivirse ahora una situación tan tremenda, en relación a la muerte, ese “total normalidad” regresó a mí. Para los grandes medios son los otros quienes se asoman a la muerte, no ellos.

Hay un tercer recurso: “El coronavirus se ensaña con los jóvenes en la India enfrentada a una explosión de casos” (Clarín), y vos decís “Los jóvenes no se contagian, abran las escuelas”. Es decir, trabajás parodiando las contradicciones del enemigo.

Está muy bien. No lo había pensado como un recurso que también fuera afín a la poesía. Yo tenía una sección en la radio que la pensé en base a la sensación de que ellos viven y hablan como desde una dimensión paralela. Todo el mundo sabe que los chicos se contagian y contagian al resto. Y ellos dicen que no: ¿de dónde sacan eso? Al pensar en estas situaciones, me acordé de “Dimensión Desconocida”, una serie que daban hace muchos años y le puse así a la sección radial.

Turf bay, Jacek Yerka

Trabajás mucho con resonancias de tu memoria…

Sí. Se me cruzan. Igual trato de hacer el ejercicio de no ser tan elitista en la formulación del mensaje, porque a veces se corre el riesgo de hablar de cosas que, en realidad, solo nos interesan a algunos. Dejar gente afuera me parece un poco presuntuoso. Como decís vos, son cosas que me resuenan. Pero, también, cuando digo “total normalidad” sugiero que para ellos eso es normal, hago ese guiño, entendible para todos. Y es que twitter es una red muy de gueto y trato de correrme todo el tiempo de eso, trato de que mi interpelación sea más popular.

En ese sentido, el cuarto recurso es el humor. Creo que fue ayer que dijiste “Si Alberto lanza una campaña contra el mal de Chagas, el PRO te hace una marcha defendiendo a la vinchuca”. ¿No considerás que el humor, en términos de síntesis, musicalidad y potencia, produce también un efecto poético?

No lo había pensado desde ese punto de vista, pero sí. El humor es lo que me permite algunas osadías. Mi humor, a veces es negro, trato de reírme incluso en momentos difíciles y también de mí mismo. Si no, todo es muy duro de soportar. Hago humor, sí. Pero, al mismo tiempo, soy muy duro en lo que pienso, tengo postura tomada y, al hijo de puta, lo llamo hijo de puta. Y chau.

Desde el punto de vista de género no está bien. Ahora se usa decir hijo de yuta…

Por supuesto, claro. (risas)

El humor también limpia de solemnidad, porque la información acerca del número de muertos y de contagiados se vuelve más triste si uno le agrega solemnidad…

Mural, China

Sí. Se vuelve insoportable. Te inmoviliza, te da miedo. Hay que tratar de correrse, sin dejar de entender que se trata de una tragedia. En ese sentido, yo tuve la fortuna de conocer gente que había sufrido mucho la vida y, sin embargo, se hacía un lugar para reírse. Eso te ayuda a sobrellevar la vida.

 

LA ESCUELA EN UN VASO DE ACEITE

“(…) Cuando la boca como luna soñadora /esconde la cara bajo las palabras/ Cuando la vida en ropas de Príncipe/ voltea la espalda a la ventana/ hasta el sol/ hasta el sol está desnudo (…)”
Anthony Phelps, poeta de Haití

¿Cómo fue el proyecto que armaste con tu hija, “La Aldea Comunicación”?

Tuve la dicha de que a mi hija también le gusten estos temas. Ella empezó de chica en una cooperativa de trabajo de comunicación, que se llama ‘FM En Tránsito’. Se trata de un grupo de pibes y pibas que trabajan con mucho esfuerzo y con un pie en la comunicación popular. Ella aprendió bastante ahí. Después, estudió comunicación popular y, además, algo de televisión. Ahora ella está trabajando más en comunicación institucional y, desde allí, milita en política. Ahora no trabajamos juntos, pero tuve la suerte de poder hacerlo por un tiempo y me enriqueció mucho.

¿Quién es un profe para vos?

Jacek Yerka

¡Uy! Mirá, el primer programa de televisión que hice me lo pidió un grupo de estudiantes y docentes de la Universidad de Morón, que tenía un estudio de televisión. A partir de la propuesta, se nos ocurrió un proyecto que se llamó “Los maestros”, o algo así. Se trataba de entrevistar personajes públicos de organizaciones sociales, políticas, gremiales o empresarias. Al final del programa, yo hacía una última pregunta: “¿Quién es un maestro para vos?” Ante esta pregunta, muchos entrevistados se descolocaban.

¿Te está pasando lo mismo?

Es que me doy cuenta de que no reflexioné nunca sobre eso. ¿Quién es mi profe? No sé. Hay un montón de gente que admiro en la profesión y en la vida, pero soy bastante distinto a esas personas, así que me cuesta imaginarlos como profes míos. Fui tomando un poquito de cada quien, pero no tengo alguien puntual que señalarte.

¿Y Morón?

Bueno, cuando tuve que armar una sociedad de comunicación le puse “La Aldea”. Es la aldea en que uno vive. A mí me resultó un choque muy fuerte empezar a trabajar en los medios porteños. Vivir en el conurbano y haber laburado desde chico me daban una perspectiva diferente. Yo hacía reparto de productos comestibles, iba en una camioneta a los negocios y vendía. Tenía una curiosidad antropológica ahí, porque además repartía en barrios muy populares, en villas, y me quedaba charlando con la gente, con comerciantes y clientes. Eran momentos muy difíciles desde el punto de vista económico, como en los últimos meses del gobierno de Alfonsín. Yo andaba en la calle y, de pronto, veía que una mujer compraba aceite en un vaso, porque no le daba para comprar una botella. Ahí aprendí cosas que no vi en la escuela ni en el laburo ni en los libros. Cuando esa mujer salió del negocio con el vaso de aceite cubierto con un nailon encima para que no se le derramara, le pregunté al almacenero y me dijo: “Y, sí. Compran un vaso porque son jornaleros. Laburan y cobran el día.”

Más allá de la tristeza y la miseria, la imagen del vaso de aceite es muy poderosa.

Yo vengo de una familia de clase media. Comprábamos el pan de a kilo y las bananas, por docena. Ver que otros solo podían comprar una banana o dos panes te ubica, te hace decirte, “loco, no te mires más el ombligo.” Puede ser que ese tipo de situaciones fueran mis maestros.

Javier «el profe» Romero con El Anartista. Entrevista virtual. Fotografía Ana Blayer.

 

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here