Nebulosa del Anillo Sur

Por Fernando Turjanski

 

 «No me pidas que no vuelva a intentar/ que las cosas  vuelvan a su lugar».

«Arráncamelo», Wos

 

 

«Y si el anhelo te lleva a navegar en mares tormentosos, cuando las Pléyades huyan del poderoso Orión y se hundan en las brumosas profundidades y todos los borrascosos vientos rujan, no sigas entonces con tu barco en el oscuro mar sino, como te pido, recuerda trabajar en tierra».

«Los Trabajos y los Días», Hesíodo

 

Ante esta imagen,  por un lado, puede ser redundante mencionar el asombro, el sentirse abatatado por semejante belleza, algo de orgullo ajeno quizás por haber evolucionado en ciertos aspectos, para lograr capturar una especie de obra de arte cósmica. Por otro lado, no puedo evitar notar una clase de ojo que nos vigila a lo lejos, como un gran hermano estelar. Espero que sea solo para cuidarnos del peligro y no para castigarnos. Aunque, si así fuera, sin duda el castigo lo hemos ganado en buena ley. También se me viene a la mente una canción de Ismael Serrano ¨Habitantes de Alfa-Centauro encuentran la sonda Voyager¨, genial como gran parte de su obra. Pero, sobre todo, recuerdo algo que dice, en una de las interpretaciones – no tengo claro si fue en nuestro país, al cual tanto cariño le tiene-. Allí propone que la sonda Voyager fue enviada al espacio en búsqueda de vida inteligente, al no haberla encontrado en la tierra. Tiene su gracia, es cierto, aunque no es nada liviana su afirmación. Afortunadamente ahora tenemos la inteligencia artificial.

Dejo de lado, si hay vida inteligente o no en la tierra, ya me pregunto por qué tanto esmero de mirar cada vez más lejos y cada vez menos cerca, dentro de nosotros, si se quiere. ¿Es posible que, poco a poco, por ambición de lejanía, de más avances tecnológicos, perdamos a la par, la capacidad de asombro, la maravilla de lo que tenemos al alcance de la mano?  La evidencia muestra de sobra que no somos ni siquiera cuidadosos o responsables, para seguir el ritmo de los avances logrados.

Ahora me acuerdo de Daisetz Suzuki, y de una de sus obras ¨El ámbito del Zen¨, donde explica la diferencia entre Vijnana y Prajna. Vijnana es aquel que ve una flor, la arranca, la disecciona en partes cada vez más chicas, hasta el punto en que pierde noción de que aquello analizado era una flor. Por otro lado, el Prajna ve la flor, pero no la arranca, sino que se detiene, la comprende como un todo. ¿Acaso nos comportamos como el Vijnana, y al buscar, ya sea con microscopios o telescopios, cada vez más cerca o más lejos, olvidamos lo crucial, es decir, lo observado en primera instancia? El daño irreversible que ya hicimos en nuestro planeta ¿será una de las razones motoras, la búsqueda en lugares lejanos, otras galaxias?

 

¨El universo es un libro escrito en el lenguaje de las matemáticas, siendo sus caracteres triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es humanamente imposible comprender una sola palabra: sin ellos sólo se conseguirá vagar por un oscuro laberinto¨

Galileo Galilei

Instrumentos y figuras de Ernst Chladni
Instrumentos y figuras de Ernst Chladni

 

Esta es una imagen de Ernst Chladni quien, entre otras cosas, experimentó con el tema de la resonancia en las conocidas placas Chladni. Sobre una placa de metal, con un soporte que le permitiera vibrar, colocaba sal. Por ejemplo, en uno de sus experimentos, hacía vibrar la placa con el arco de un violín. Su hallazgo fue realmente maravilloso. Según la vibración, el elemento distribuido sobre la placa, respondía a sus variaciones y formaba figuras asombrosas, como si realmente, más allá de la existencia de la sinestesia, los sonidos tuvieran un dibujo en particular. Hay un vídeo maravilloso en Youtube con un experimento ya más moderno, que hace vibrar la placa Chladni con un parlante y diferentes frecuencias sonoras.

 

La primera vez que lo vi, atravesé una experiencia mística o poética, similar a una ocurrida un tiempo más tarde, al descubrir la veta oculta dentro de la madera. Luego de pulirla en el mismo torno, con lijas cada vez más finas, la vi brillar como oro. Entonces, asocié esa vivencia con un principio del Kybalión que dice «Todo es vibración. Si vibras alto, atraes lo alto, si vibras bajo, atraes lo bajo».

Estas experiencias me recordaron investigaciones como las de Tesla, o Wilhelm Reich -su aparente descubrimiento del orgón, esa especie de energía; y las orgonitas, aquellos elementos que la capturan- o las fotos Kirlian, que logran obtener con especies de radiografías el aura de objetos inorgánicos, pero también de hojas de un árbol e incluso de nuestro cuerpo y se utiliza en ciertas terapias alternativas. Es importante detenerme en el hecho de que el cuerpo humano está conformado por gran parte de agua, y funciona gracias a conexiones eléctricas. Hay casi literalmente relámpagos entre nuestras dendritas y axones.  Entonces, ¿acaso es posible que cada uno vibre de cierta manera?, ¿que esa vibración pueda variar, o incluso afectar a otro ser cercano, y por qué no afectarnos como masa? ¿Somos esponjas que absorbemos energía de alrededor y, de ese modo, lo que nos circunda altera y determina nuestro comportamiento?

Cómo no citar aquí el terrible libro de Edward Bernays – sobrino nada menos que de Freud-, ¨Propaganda¨, de 1928, que usó los hallazgos de su tío, pero para algo nefasto. Paso a enumerar algunos ítems en el índice del libro para ilustrar y simplificar: ¨Ordenando el caos¨, “La nueva propaganda¨, ¨Los nuevos creadores de propaganda¨, ¨La psicología de las relaciones públicas¨, ¨El negocio y el público¨, ¨ La propaganda y el liderazgo político¨, ¨Actividades de las mujeres y la propaganda¨, ¨La propaganda para la educación¨. Por último, pero no por eso menos importante, ¨Los mecanismos de la propaganda¨.  Es inevitable pensar, cómo somos pasibles de manipulaciones, sin duda, así lo ilustra ¨The Wall¨ de Pink Floyd.

Resonante con la propaganda, se me viene a la mente la contraparte o la antítesis de lo buscado por Bernays. Aunque unos cuantos años más tarde, -pero se dice, mejor tarde que nunca- Ariel Dorfman y Armand Mattelart publicaron ¨Para leer al Pato Donald»: Comunicación de masas y colonialismo¨ Fue en 1972. Al igual que sucedía con el índice de Bernays, ya el título y su subtitulo de este otro anticipa con qué bueyes ara.

Para finalizar solo dejo picando otro genial libro necesario de Naomi Klein ¨La doctrina del shock¨. Hay un documental muy interesante basado en este texto mismo

 

«Todo fluye y refluye; todo tiene sus periodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; Todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación»

«El Kybalión, Los tres iniciados», Hermes Trimegisto

 

Armonógrafo de Messrs- Newton y dibujos con aparatos más modernos

Como dice el principio de El Kybalión, aunque la verdad abarca mucho y es difícil quedarse con una arista en particular, se puede deambular por distintos rumbos. Pero primero se me ha venido a la mente el querido Heráclito quien, incomprendido por sus contemporáneos, se ganó el epíteto de ¨el llorón¨. Llevado al punto de la historia, es cierto que todo avanza y retrocede, y resulta acertado en ciertos contextos o situaciones, pensar que la historia se repite, sí, aunque no lo hace como la Ourobóros – aquella serpiente que se muerde la cola tal como indica su etimología-, sino en forma de espiral. Igual que todo asciende y desciende. Independientemente de la dirección, la imagen del péndulo se ajusta bastante a este mecanismo. Sin embargo, el mecanismo es algo más complejo en su precisión. Aunque se podría pensar que, con matemáticas y versiones diferentes del mismo, que las placas Chladni; resuenan con el doble movimiento de un péndulo (van de sonido a color).  Claro está que no podrían haberse descubierto sin un matemático, Frances, Jules Antoine Lissajous, que vivió durante el siglo XIX, y descubrió que al hacer vibrar un diapasón lograba distintas proyecciones con rayo de luz mediante, un espejo y una pantalla.

Existen armonógrafos de dos o tres péndulos. Hace unos años hice uno intuitivo de dos, pero con poca precisión en las pesas. La cuestión consiste en variar el peso en la base de los péndulos, para alterar su oscilación. Cada péndulo oscila en cierto eje y sigue una trayectoria. A su vez, cada péndulo tiene en la parte superior unida, como si fuera a una especie de codo, en donde se coloca un lápiz. Por  arte de magia sin truco, el lápiz, según la oscilación y peso aplicado, hace diseños. Estos parecen hechos por un espirógrafo, ese juguete tan especial, para realizar dibujos geométricos. El ritmo es compensación, una especie de equilibrio o armonía que solo a nosotros parece faltarnos.

 

«Ha soñado la enumeración que los tratadistas llaman/caótica y que, de hecho, es cósmica, ya que todas lascosas están unidas por vínculos secretos»                                                                                                                   «Alguien sueña», Jorge Luis Borges

 

Pseudo mandalas hechos en Corel Draw

 

Hace mucho tiempo atrás tropecé con el numero áureo o número de oro, también llamado Phi o φ en honor al escultor Fidias. Para ser sincero, ese tropiezo fue un camino sin retorno. Como el número Pi, es irracional, pero Phi también está presente en la sucesión de Fibonacci, que se consigue sumando a cada uno el número anterior, 0, 1, 1, 2, 5, 8, 13, 21, 44 y así hasta el infinito. Si a cada número se lo divide por el anterior, mientras más grande sean ambos números, más cerca nos encontramos de 1.618. Si bien se llama así en honor a Fidias, no solo se encuentra en esculturas, en obras de arquitectura, en Grecia, en la pirámide de Keops, en bocetos en el lienzo detrás de las pinturas,  en la llamada espiral de Durero, sino también en la distribución de las semillas de girasol, en nuestras proporciones de los huesos. A su vez, la sucesión de Fibonacci la sigue al pie de la letra, la caracola Nautilus.

Lo anterior se relaciona con la denominada Geometría Sagrada que estructura la semilla de la vida, la flor de la vida, el árbol de la vida para los hindúes. Por supuesto, resultaría interminable ahondar con profundidad en el asunto, pero no se puede dejar de mencionar el árbol de la vida para la Cábala.

En esta atmósfera andaba, cuando me puse a componer los pseudo mandalas, hechos a base de círculos, presentes en la flor de la vida. Pero luego copié y pegué el mismo dibujo varias veces, con variaciones del ángulo.

He pasado mucho tiempo con estos dibujos. Como se puede apreciar, he descubierto que las líneas pueden convertirse en puntos o flechas para obtener resultados como los de la imagen, donde también aparece una especie de patrón oculto.

Finalmente, como decía al comienzo, por lejos que miremos o por cerca que indaguemos, siempre da la sensación de que algo se escurre.

 

«Lealtad sobre tumbas/piedra sagrada/Dios no alcanzó a llorar/sueño largo del mal/hijos de nadie, cinco siglos igual».

«Cinco siglos igual», León Gieco

 

Collage con material de archivo, celebración de la Pachamama

 

¿De qué nos sirve la historia, si no es, entre otras cosas, para aprehender, -sí con h-, para que no solo el verbo se haga carne, sino también la experiencia, para no cometer los mismos horrores del pasado, para replantear el presente y poder pensar un futuro, más cuando hay tanta sangre inocente derramada? Hace mucho tiempo hice un registro audio visual con entrevistas, de un festival de la Pachamama, al cual asistieron distintas representantes de comunidades. Desde aquel entonces me quedó grabado el hecho de que el sikus no se toca solo, sino en comunidad, al igual que la danza. Pero, luego de un reencuentro con el material, he refrescado que también se toca en invierno. Y que, del mismo modo que el resto de los instrumentos, los sikus son fabricados con elementos de la naturaleza. Lo mismo con la Whipala, su bandera, el emblema que les fue arrebatado, aunque siempre permanecen  rastros grabadas en piedra, de hace más de cuatro mil años. Es posible ver esas cicatrices en lo alto de los cerros, al igual que percibir que toda su idiosincrasia, sus creencias, su forma de vida, su vínculo armonioso con la naturaleza y la profunda sabiduría, de la cual tenemos muchísimo para aprender. La Whipala tiene demasiados significados, pero en cada color están representados los elementos de la naturaleza; las estaciones; y los distintos asentamientos originarios. Dentro de ella, como si fuera poco, se encuentra la Chakana, que también abunda en símbolos. Estos pueblos, aparte de regirse por la reciprocidad en cada Ayllu, tienen tres reglas. La primera es no ser ocioso.  Porque gracias al trabajo y al  esfuerzo comunitario para, por ejemplo trabajar la tierra, se da la posibilidad de hacer de manera equitativa la distribución de la cosecha. Hubo un tiempo en que el concepto de pobreza era algo completamente desconocido. Segundo, no mentir a otro ni mentirse a uno mismo. La mentira es un camino sin retorno . Por último y tercero, no robar.

Lamentablemente, no se puede reparar el daño histórico con cambiar de nombre a un día particular, ni tampoco es suficiente quizás reconocer que realmente no hubo ningún descubrimiento de América; que después de todo nosotros somos los bárbaros y la sangre derramada fue de los civilizados.

Hoy en día nos encontramos en serios problemas: los monocultivos, la soja transgénica de Monsanto –quien de santo no tiene nada-, los pesticidas, las fumigaciones, que luego de un tiempo convierten en un verdadero desierto inútil a la tierra, contaminan a los ríos y envenenan todo lo que tocan.

Los pueblos originarios tienen la perspicacia de saber bien qué cultivar, qué mezclar. Disponen de un método para tener bien controlada la siembra y evitar las indeseables malezas.

La lista es interminable e incalculable el conocimiento perdido en eso que consideramos nuestro saber. Por ejemplo, en Chichén Itzá, el templo de Kukulkán, que tuve el placer de visitar. Quedé conmocionado de cómo, en cierto momento del año, en un equinoccio, la sombra del sol, baja, poco a poco, los escalones del templo.

Calendario maya

Como cierre, cito un proverbio africano, que trae Eduardo Galeano en «El libro de los abrazos»: «Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador».

 

 

 

 

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