M.C.Escher, "Espirales". Xilografía, 1953.

Viaje alrededor de un punto: Sobre heterónimos, curas en el aire y extrañas matemáticas. Los “Aleph” de un viaje quieto

Por Lourdes Landeira

BATIME EL RECORD

Me gusta viajar. O, al menos, eso creo. Aunque no siempre implique desplazamiento físico o echar a andar la imaginación, el viaje no se lleva bien con la quietud. Implica, necesariamente, alguna forma de  movimiento – con o sin cuenta kilómetro – en líneas rectas, zigzagueantes, en círculos no siempre perfectos.  A veces hacia un punto fijo; otras, fijados en un punto o quizás sin puntos ni comas. Lo  cierto es que debe transformar.  Quizás allí se encuentre el  eje: en la transmutación o, al menos,  en su posibilidad. De ese viaje hablo, del que nos cambia de lugar, aun cuando no nos trasladamos; el viaje que supera el binomio quietud – movimiento.

El vértigo de una caída en parapente, la turbulencia del rafting de curso rápido; la pulverización de una flor ante la mirada, instantes adormecidos, cuerpos que retornan en ebullición.

Cierto es también que, para algunos, no hay vuelta. Como el caso del cura brasilero: él le puso carne a su afán;  de hacer el bien, dicen. Quería juntar dinero para los camioneros – ¿sabrán ellos qué es viajar? Tantas horas, tantas vidas, miradas atentas a las rutas, mercancías transportadas de origen a destino, sin sosiego. Luego de ese andar continuo, estáticos en el volante, ¿podrán ser otros fuera de la cabina? El cura, por ellos, encontró el modo de darle  forma a su intención de ayudar. Se propuso batir algún record de permanencia en el aire. Atado a mil globos de cumpleaños, se lanzó al todo y a la nada, provisto de un GPS que no sabía usar. Los vientos lo manipularon a su antojo y un remolcador encontró su cadáver tan lejos de donde había partido y tan igual a como salió. Más de dos meses después.

FIJATE CÓMO ES EL MUNDO, SI NO HAY REVÉS

En este  mundo que se pretende sin revés, la propiedad rige desde todos los puntos cardinales. Vayan cuatro lugares para referenciar la intrascendencia y dar batalla a la Rosa de los vientos. El preciado dinero es el premio a quienes logran ir más allá, llegar más lejos en algo, aunque más no sea coleccionar aspiradoras. Como es el caso del hombre británico que tiene 322, pero no le gusta limpiar. Con ellas, entró al famoso libro a plasmar su insignificancia.

Claro que “el libro de la insignificancia” es otra cosa y, en él, Kundera pasea su condición desde el célebre urinario de Stalin. ¿Será todo cuestión de perspectivas? Por supuesto que también es de otra índole el afán de coleccionar de Joseph Cornell,  quien al morir dejó en su sótano miles de cajas catalogadas con el material acopiado en años. Sobre las cajas, dice María Negroni en su Elegía: “… van, si se quiere, más allá del altar privado, inaugurando un ciclo laberíntico que deja vagar lo imaginario, en su versión más serial.” Debo decidir dónde poner la luz plena, qué ocultar en la incandescencia, abrir un rayo por las dudas.

 

M.C.Escher, "Espirales". Xilografía, 1953.
M.C.Escher, «Espirales». Xilografía, 1953.

 

VENITE A PASEAR, SIN  EL AUTO DE PAPÁ

Es que me cuesta decidir adónde ir, en qué viajar. Los aviones son seguros pero, en los últimos tiempos, se pierden bastante en sus cajas negras; los micros se accidentan con frecuencia, aunque ofrecen a algunos la posibilidad de sobrevivir. El barco es para mí solo un viaje de ida. El tren, ese es mi medio de transporte. Ahí estoy segura, aunque sus destinos son tan escasos y sus horarios tan incómodos. No, mejor no. Me entrego a la velocidad del avión y añoro el andar nocturno en la butaca de un micro de larga distancia. Es mi espacio de confort. Ahí estoy, en verdad, en tránsito; ahí me transformo. Mientras, exploro la cajita de supervivencia (¿notaron que muchos servicios ya no la dan?); alfajor, mini galletitas saborizadas, un jugo natural, no por venir directo de la fruta – de hecho, nunca estuvo ni cerca de una naranja, solo sabe de la esencia que la imita – sino natural por falta de frío. Ahora quisiera haber optado por el avión y que una azafata  me preguntara qué quiero tomar. Así, creo tener opciones. No me está cayendo bien la merienda fuera de hora

“La idea de viajar me provoca náuseas… El tedio de lo constantemente nuevo, el tedio de descubrir, bajo la falsa diferencia de las cosas y de las ideas, la perenne identidad de todo, la semejanza absoluta entre la mezquita, el templo y la iglesia, la igualdad de la cabaña y del castillo, el mismo cuerpo que es rey vestido y salvaje desnudo, la eterna concordancia de la vida consigo misma, el estancamiento de todo lo que, vivo sólo por moverse, está  pasando.”, dice, en “El Libro del desasosiego”, un heterónimo de Pessoa.

Intento acomodar las piernas y reubico el apoya cabeza sin desatarme del cinturón. Debería haber comprado esos coloridos almohadones de viaje que venden en todas las ferias de la ciudad. De todos modos, lo voy a conseguir en mi destino, estoy segura. La promoción del lugar  lo decía: iba a sentirme como en casa. La verdad,  si mi deseo fuera sentirme como en casa, ahí me quedaría: quiero, justamente,  sentirme de otro modo. Pero el concepto del mundo global llegó al turismo y entonces sus impulsores prometen reproducir lo que nos debe gustar  a donde  vayamos. No soy turista, ni hegemónica – si alguna deidad hay, por favor, “que nunca lo sea”-.

HACEME LA CUENTA

Quizás por eso me cuesta orientarme y no ubico bien los puntos cardinales; en cambio, deambulo por la cinta de Moebius, intercambiando afueras y adentros que no lo son. Claro, solo logro ver la cinta desde sus orillas artísticas; sus propiedades matemáticas no consiguen decirme nada.

 

Tampoco entiendo demasiado la importancia en esa materia – la de la matemática – de la rotación de un cuerpo sólido alrededor de un punto fijo, pero sé que su investigación le valió a Sofía Kovalévskaya un premio de la Academia de ciencias de Paris en el año 1888. Sin embargo, recuerdo que el estudio incluía al tiempo como a una variable compleja  y a los componentes de la velocidad y de la aceleración como sus funciones meromorfas. O algo parecido a eso. Por si algún desprevenido no lo sabe, las funciones meromorfas no admiten singularidades no aisladas ni singularidades aisladas esenciales (matemáticos, por favor, abstenerse o ser benevolentes). O mejor aún  encontrar, como la tal Sofía , que las ciencias pueden viajar junto a la música y la poesía y que sus razonamientos puede influir en las fantasías y abrir mundos inaccesibles. Incluso alrededor de un punto fijo y las rotaciones que lo circundan. Y que ese viaje nos salve de dictadores, como quienes en días nefastos prohibieron la enseñanza de la teoría de los conjuntos, por lo subversivo de sus grupos y estructuras. Apoyo el Aleph en mis rodillas y vuelvo a mirar por la ventanilla.

“Los paisajes son repeticiones. En un simple viaje en tren inútil y angustiadamente entre la distracción ante el paisaje y la distracción ante el libro que me entretendría si yo fuese otro. Tengo de la vida una náusea vaga, y el movimiento me la acentúa. Únicamente no hay tedio en los paisajes que no existen, en los libros que nunca he de leer”, seguía el Soares de Pessoa

 

M.C.Escher – Collage de fragmentos de Metamorphosis, 1940 - 1967
M.C.Escher – Collage de fragmentos de Metamorphosis, 1940 – 1967

               

UNA COSA MÁS, NO TE PIERDAS MOLVANIA

En mi caso, estoy pronta a vacacionar en un hotel de existencia dudosa. A diferencia de Molvania, ese país ficcional que solo se puede recorrer en las páginas de una guía de viajes, publicitado como: “Molvania. Un destino ideal: un lugar al que hay que ir. Un lugar al que no se llega nunca. Porque Molvania no existe”. La cita la tomé del libro de Bernd Stiegler, La quietud en movimiento. Una breve historia cultural de los viajes en y alrededor del cuarto. También ahí encontré la recomendación para mis cinco días en el Vue des Alpes. Tengo reservada la habitación 301 y guardo celosamente el código de acceso que, dentro de algunas semanas, (poco después de mi regreso de este presente deambular) me abrirá la puerta al mundo renderizado, donde, según prometen, no estaré obligada a comunicarme con otros. Es más, advierten que puedo no encontrar a nadie allí.

The site where the Hotel Vue des Alpes is being built has been developed and constructed on a PC pentium III with various 3D programmes since March 2000The guests of Vue des Alpes are accommodated in nine comfortable single/double rooms of 13.5m2 each. Each room has a great terrace guaranteeing a view on the spectacular mountain panorama and the lake. A stately dining hall on the ground floor and a snug lounge bar to socialise in is at the visitors disposal.As the guests will arrive by internet there are no plans for garages nor parking places.

Los creadores de semejante maravilla  no son arquitectos sino artistas y la estadía virtual es gratis. Por lo que entendí en mi rudimentaria comprensión de la lengua inglesa, no se espera de nosotros una contribución monetaria sino nuestra participación como parte de ese desarrollo que ya cuenta con el aval y la premiación de varias voces autorizadas a juzgar el arte. Por mi lado, lo recorreré con la visión de una simple caminadora. Volviendo a Stiegler, llamó “Cercana lejanía” al capítulo de su libro que dedicó al Vue des Alpes. Por esto de cómo Internet acerca lo lejano al mismo tiempo en que  el contacto fundamental entre los seres humanos se localiza en la yema de sus dedos puestos sobre algún dispositivo globalizador. Paradojas.

El micro acaba de estacionar y veo la terminal desierta desde el marco de mi ventanilla. Un perro mueve la cola sin despegarse de su colchón de tierra seca. La puerta se abrió; solo me resta incorporarme y bajar. Compruebo que el celular tenga buena señal y que no haya encendidas luces de alerta en alguna de en sus múltiples ventanas. Solo después lo suelto en el bolsillo externo de mi cartera, para tenerlo a mano por si se ilumina. Aprovecho a verificar que el papelito en que anoté la dirección de mis huéspedes esté pronto a salir en mi ayuda si me pierdo.  Serán solo tres días de intervalo. Antes de volver a mi cuarto a mecerme en la mecedora que no tengo.

“Una u otra vez he ido, siempre oprimido, siempre poniendo solamente el pie en tierra cuando estoy de vuelta”, concluyo con el heterónimo.

Baudelaire-fuera2

 

 

   

1 Comentario

  1. Buenas! solo quería informarte de que hay algunas imagenes
    que no me cargan correctamente, aunque no se si es de la página o será mi internet..
    aunque lo he probado en varios navegadores y
    me seguia pasando lo mismo. De todas formas, felicitarte por el contenido

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