Conversación con Reynaldo Sietecase

tapa Reynaldo

 

SIETE FORMAS DE ABRAZAR A UN MANDARINO

 Entrevista: Magdalena Mirazo, Víctor Dupont, Karina Caputo, Gabriela Stoppelman

Edición: Víctor Dupont, Gabriela Stoppelman

 Fotografía: Karina Caputo

 1. “Entre veinte cerros nevados/ lo único que se movía/era el ojo de un mirlo.”

2. “Yo era de tres pareceres, / como un árbol/en el que hay tres mirlos.”
(De “Trece maneras de mirar un mirlo”, Wallace Stevens)

La que puede abrazar el vacío, la que se anima a tocarlo porque- cuando arde- se renueva y rejuvenece. La que lo rodea y lo alimenta como un hijo a su padre anciano.sietecase5 Del vacío se nutre,  dentro de él muere, desde su densidad regresa.  Ella es la más deseada y la más menospreciada. Puede ser la joya del lenguaje o la “rebuscada de la fiesta”. Se trasviste y se disfraza, pero jamás olvida ni su opacidad ni su transparencia. Entre lo que muestra y lo oculta, da su batalla. Frunce lo literal,  da vuelta del lado del ruedo lo gastado, festeja  el mundo como si la tristeza fuese también una chance y un desafío de su tela. Es terciopelo y tronco. Enramada y barro. La temible compañera de las manos se enreda con todo el cuerpo, lo sostiene, lo deja flotante sobre la superficie como si lo enraizara. Árbol de la siempre infancia, la palaba poética es la alhaja de esta charla.  En su alianza con la lengua madre, siempre convoca a un niño. Cada vez que vuelvo a Rosario, me abrazo a un mandarino.  A las palabras de Reynaldo Sietecase les brilla la voz y le tiemblan los ojos.  Ya conocíamos  algunos  matices de la mirada, “me he pintado sordo, con el rostro lleno de ojos”, “retinas en el fondo de las cosas”, “por las manzanas en los ojos de los asesinados”, pero vinimos por más. Mate, agua, galletitas, el ambiente entero estrechaba.

PRIMER ABRAZO: EL  ABRAZO LIMPIO DEL POEMA

La primera fruta del primer árbol, la más prohibida, la más deseada, las más abrazable: el verso. “Todos los machos salieron de la cueva / menos uno que se quedó a pintar”. Puede que la fruta haya sido el anzuelo, el sietecase 1imagespuente entre la cueva y el mundo, entre la poesía, el periodismo y el mundo de la ficción. Pero, ¿por qué se quedó en la cueva ese único hombre?, ¿cómo pensar esta relación entre la cueva y el mundo?, ¿cómo transitar entre los diferentes registros de la palabra? Escribo casi en todos los registros con mucha claridad acerca de en qué terreno estoy transitando. Si escribo periodismo, el anclaje- el acuerdo con el lector- es que lo que escribís es verdad. Las personas y los diálogos son reales. Cuando trabajás en el terreno de la literatura – cualquiera sea el género – ahí vale todo: aun utilizar hechos de la realidad para transformarlos en ficción. Asocio la ficción a la imaginación, a la invención. Utilizo recursos narrativos en mis notas porque eso tiene que ver con el nuevo periodismo. Hubo un cambio desde la década del 50: Truman Capote, Tom Wolfe;  en Argentina, Rodolfo Walsh (“Operación Masacre” es anterior a  “A sangre fría”, de Capote, pocos lo saben) Estos escritores se dan cuenta: se puede utilizar técnica narrativa para contar hechos reales. Si se quiere, el lenguaje poético entra dentro de las técnicas narrativas. Lo que no hay en la crónica periodística es invención, para mí es fundamental esto. Es un vicio. El lector sabe: ahí hay una cuestión ética, no lo podes engañar. Yo no puedo inventar un diálogo.  Yo puedo imaginar alguna situación: cómo la presidenta le pidió la renuncia a un ministro, por ejemplo, la puedo recrear y arrancar:“ministro,¡firme aquí!”.No fui testigo de ese diálogo pero, a lo mejor, un secretario, una fuente mía me lo contó. Me animaría, yo pondría textual  “Ministro, firme acá…”, “Presidenta, ¿le parece? Firme acá, por favor, y le extiende la birome.” Yo tengo un libro llamado “Pendejos”,  son diez homicidios cometidos por chicos. Nace en hechos reales, pero no deja de ser ficción. Eso es lo que tiene la literatura: te permite hacer cualquier cosa, hay géneros más o menos sucios. La poesía no es un género sucio, la novela sí es mugrienta, sietecase 10maravillosa por eso. Mirá el Quijote. Sucio es poder mezclar lo real, la ficción,  la invención, diálogos, entrevistas. En la poesía el lenguaje tiene una preeminencia fundamental. La cueva, la infancia de la especie, la lengua madre vuelta vivienda, refugio y voz. Hay en la forma de la cueva, en el relato de la cueva, un imán que atrae como vientre: ahí volvemos a lo que me pedías: ese texto de la cueva está en un libro raro. Es un libro sobre Buenos Aires que hice con un pintor rosarino, Sánchez Fantino. Le dije: “vos pintás desde arriba”. Y desde entonces hace mapas, cuadros que son mapas. Hicimos juntos “Mapas para perderse”. Ese texto mío que citás, el del hombre que salió de la cueva, es un texto dedicado a él. Porque, ¿cuándo a alguien se le ocurrió el arte? En algún momento, a alguien le importó más pintar que ir a  cazar. Ese día se quedó. Es todo una fantasía, ¿qué lo llevó a quedarse allí? Ese tataratatarabuelo, o esa tataratataraabuela, quizá fue mujer… Esa maravilla por ahí es el inicio del arte. Ese poema mío es un texto dedicado al amigo por esa locura de pensar que, por ahí, ese trazo sirve para algo.

SEGUNDO ABRAZO: EL ABRAZO PINTADO

“Yo Francisco Goya pinto / pinto para desagraviar los huesos que me cargan”.¿Cuál es la relación de la poesía y ese desagravio? En realidad, es sietecase 10casi un juego. Cuando, en “El Prado” vi la sala de la pintura negra de Goya, quedé impactadísimo. Empecé a leer sobre él y se me ocurrió: “y si Goya escribiera, ¿qué escribiría?” Seguramente, poemas, cartas. Pensé primero en cartas. Un epistolario. Después dije, no, e hice ese primer poema. Lo hice en primera persona, habla Goya. Yo me lo imagino a Goya tratando de desagraviar a la especie. Me parece que todo gran artista hace una especie de expurgación de males. El hombre es un mamífero contradictorio, como decía Marechal. De pronto, va a un bombardeo y- después- está metido bajo el barro sacando chicos de una inundación. Es la misma persona en un punto. El que tortura es el mismo que da la vida por alguien que no conoce. En esa contradicción, me parece, el artista trata de balancear o equilibrar tanta atrocidad. Si alguien está afuera haciendo balance, vale la pena que estos tipos estén aquí… ¡y sí vale la pena! Mirá lo que pintaron Goya o Picasso. Decías, en relación a la poesía:“Los trazos leves en el  momento en que el alma se entrega a las calamidades”.  Como una memoria ancestral- como el eco de aquel día en que un hombre decidió no ir a cazar y prefirió quedarse en la cueva- llegan instantes en que se hace indispensable el trazo leve. ¿Cuándo se te hace indispensable el poema? El poema es producto de la necesidad. sietecase11El único formato que escribo por extrema necesidad, no tenés modo de meterlo en otro lado. Siempre cuento una anécdota… En mi casa de Rosario, hay un mandarino. Se me había ocurrido un verso sobre ese mandarino. Estuve cuatro o cinco años con ese verso. Y, un día, salió el texto entero: salió  un poema que se llama “Mandarino de noche”, es un poema de 15 carillas. Previamente, trabajé años con eso. Lo firmé todos los domingos durante un año. Una amiga que trabaja en la BBC hizo un video. Charlé con Tarrago Ross y él le escribió un vals – El vals del mandarino – y el texto no aparecía. Yo quería contar qué me pasaba con el mandarino… Generalmente, una imagen te dispara algo. A mí, por lo menos, me aparece un verso o una palabra, a veces no, a veces me da vueltas una idea por la cabeza y lo escribo… La poesía es muy misteriosa. Yo me di cuenta de que el árbol me esperaba. ¿Cómo te va a esperar un árbol? Yo volvía de Buenos Aires, cada tanto llegaba a la una de la mañana, y decía: “mirá quién me está esperando”. Ese árbol me espera. Yo abría la puerta: un jardín… y allí estaba el árbol,  era la primera persona a la que veía. Y a veces iba y lo abrazaba. Bueno, ese es un pensamiento poético. Pero tiene que ver también con una condición. Ser poeta no es escribir poesía. Es una manera de vivir. Marechal lo decía: “ser poeta no es la mera función de lanzar al mundo criaturas poéticas: es una manera de vivir”. Que una persona abrace a un árbol está vinculado con esa manera de entender la vida. Jorge Riestra -gran escritor de Rosario – Premio Nacional en 1984-, escribió mucha literatura sobre los bares.Tiene una novela gigantesca “El Opus” y muchos libros cortitos muy buenos. Él tenía una idea loca, quería instaurar un día del árbol, cuando la gente eligiera su árbol en la ciudad. No sé si eso no está en el germen del poema. La poesía tiene todos esos recovecos, memorias, quizá la lectura de “Mi planta de naranja lima”- el árbol con el que hablaba José Mauro de Vasconcelos- influyó.

 TERCER ABRAZO: LA FRUTA RÍTMICA

Especulaba Octavio Paz, en “El arco y la lira”, que tal vez la poesía haya sido sietecase3mageshija de la música, de aquello primeros tamtam que abrazaban la cueva; y la prosa, la primogénita de la danza, si pensamos la coreografía como un modo de despliegue y desarrollo. El ritual, ese pariente sabio de la boba costumbre, ese ancestro que repetía para generar siempre un matiz de diferencia, pudo dar la primera nota, tender los brazos para anunciar el sonido En cuanto al ritmo y a la música, ¿cómo se da en tu poesía? No sé cómo es en general, tuve una experiencia muy fuerte en la década del noventa, estuve viviendo seis meses en Brasil. Es una larga historia.Yo dirigía una revista y, con un amigo brasilero, nos escribíamos tanto que- en un momento- me mandó un cassette. Me dijo que me dejara de joder, que fuera a Brasil. Su madre no me conocía y decía, mientras golpeaba en una mesa: “Acá tenés un lugar en la mesa, hijo”. Escuché el cassette. Yo laburaba en un banco -laburé en una metalúrgica, en una imprenta – renuncié al otro día y me fui a Brasil. Eso cambió radicalmente la manera de entender la poesía. Le prestaban una atención increíble al sonido, al ritmo, yo venía haciendo una poesía más social, más melancólica. Ellos podían decir cosas tremendas: “café con pan, miseria nan”. ¡Mirá qué consigna usaban para juntar a la gente en la plaza! Me dio esa visión musical que muchos poetas argentinos buenos tienen. Oliverio Girondo, es un ejemplo… Yo aprendí a prestarle atención a la música. Hago rap con algunos de mis poemas. Incluso, mucha gente – cuando me escucha leer- se queda sorprendida de la música que tiene mi lectura. Vos lo escuchabas leer a  Juan Gelman y era una cosa muy singular. Sí, después hay poetas que no leen bien  o no se preocupan por eso. Y los respeto. La poesía nació oralmente. Es una cuestión oral. Así que yo le doy mucha importancia. Dicen que, allá en los comienzos, cuando lo oral marcaba el paso, el ritmo era íntimo de la cifra. Hay mucha referencia a los números “cifrados” en tus poemas. Ese es otro juego. Y ahora los completé, completé los diez poemas  y los publiqué juntos: empecé por la idea del siete, por mi apellido que me marca mucho, entonces escribí sobre el siete.  sietecase4Claro, todo se relaciona, con la magia y el misterio que traen los números. La poesía me tiene que servir para jugar, para escribir lo que se me dé la gana. También ahí impacta ese quiebre que hizo en mí la poesía de Brasil. Era la musicalidad de las palabras, el sorprender. “Quien no se asombre está muerto”, decía mi amigo Ce Cordeiro. “El mundo es un castillo: el que no asombra está muerto”, él dice que nunca dijo eso. “Vamos al infierno, amigos”. Una vez, se puso una máscara de diablo, se paró al lado del chofer, empezó a hablar con la gente, discutía, hacía poesía. Bueno, eso tiene  que ver con su condición poética. Mirá lo que te digo. Hay tipos que son poetas y no son buenos escribiendo.Y no es provocación vana. La provocación vana se queda ahí. La poesía tiene que tener verdad y belleza. Pero no necesariamente la verdad quiere decir que vos tengas que hacer poesía social. Verdad que sea verdadera. Que no sea un recurso vano.

CUARTO ABRAZO: LO INASIBLE

El abrazo se entreteje con los cuerpos. Entre el tronco y el niño, se cuela una hebra. Entre el tronco y el hombre, se refunda la hebra de la infancia y se proyecta hacia el deseo. Hay hebras que se toman entre los dedos, como frutos, jugos deliciosos que se paladean y se eligen. Y hay hebras que se sietecase6inmiscuyen, como condimento, como un extra, como ese plus donde la poesía es reina.  “El cuatro es ingenio, pasión, fantasía y tristeza”,  dice un poema tuyo. Y, en  otro, ingenio, pasión, fantasía y tristeza se deshilachan entre versos.  Tu poema “El tiempo que perdemos” distribuye: para el ingenio, “la noche a espaldas del carcelero”; para la pasión, “la aventura de las manos”; para la fantasía, “kilómetros de espalda en minutos”; para la tristeza, “pronto que envejecemos”. ¿Sos consciente de cómo vas dispersando conceptos abstractos? No, a veces descubro cosas cuando releo, o alguien me lo hace notar. La poesía tiene eso, tiene mucho de inconsciente. Hay que tener cuidado de no repetirse. Pero, en la mayoría de los poetas, descubrís la misma simbología, las líneas de poética. Aparecen, desaparecen, aparecen, desaparecen: los tigres, el reloj, la arena, Borges es eso. Leo mucha poesía, leo poetas nuevos. Escribo desde los 16 años y ahora me doy cuenta de que empiezo a tener un estilo propio. No lo busco. Devino,  se fue consolidando,  se fue construyendo. No me releo, vos me leés unos versos que yo ni recuerdo haberlos escrito. Mi ingreso a la poesía tiene que ver que con  mi viejo escuchaba a los poetas del folklore, Jaime Lima Quintana, Armando Tejada Gómez, a Jaime  Ávalos. Yo quedé loco. Cierro los ojos y escucho esas voces “a esta hora, exactamente, hay un niño en la calle”, esa voz cavernosa, era tremendo. Primero fue lo oral,  después empecé a comprar libros de poesía. Estoy haciendo el espectáculo “El amor muerde”, con Sandra Corizzo,  ella es una cantante genial. No es casual que yo esté dando ese paso con tanta visibilidad periodística. Rozín, Tenembaum vienen a verlo y no lo pueden creer, muchos ni registran que soy poeta desde los 16 años. En el 98, Lanata me presentó a alguien, yo le dije que soy periodista, de Rosario, y Jorge me dijo: ¿por qué no decís que sos poeta?  A mí me parecía un disvalor, ¡sos periodista, hacés política! El pudor, en tantas ocasiones, se entromete entre la poesía y el mundo, como si de verdad hubiera tal confrontación. El pudor, ah, el pudor. Cuando presenté mi libro “Hay que besarse más”,  Osvaldo Bazán- en su charla de apertura- dijo que había que organizar una marcha de orgullo poeta. Parece como un lugar de menos valor que el resto de la literatura. Y, aun así, para mí la poesía es fundamental para los periodistas. Da imagen, registro, gracia, picardía. Cuando un periodista lo maneja bien, te das cuenta el plus que otorga. Bueno, “el barrilete cósmico”, de Víctor Hugo Morales, es una construcción poética, para usar la más trillada de todas. Hay periodistas que escriben muy bien y no quieren ser poetas ni escritores, hacen bien el laburo. Yo, a los periodistas, les digo: lean, vayan al cine, escuchen música, vayan al teatro, todo eso te mejora. Eso se lo digo también a un médico, lo hace más sensible, seguramente mejor médico, no en lo técnico, pero sí en lo humano. Yo veo que esta es una etapa del periodismo donde hay muy poca historia, hay poco periodismo narrativo. Muy de vez en cuando encontrás una historia de vida. Vos podes contar una inundación diciendo “hay 300 evacuados, se cortó la ruta 8”. O podes arrancar ´”Juan se levantó a la mañana y, cuando puso los pies en el piso, el agua le llegaba a la rodilla. Rápidamente, corrió a la habitación de su hijo, el bebé lloraba, el agua ya mojaba las sábanas”. Tomás Eloy Martínez decía: el buen periodismo es el que te tiene que hacer llegar tarde al trabajo. Yo creo que se equivocan muchos diarios y editores,  al pensar que siempre es mejor más corto y más foto. No podés competir con los medios electrónicos, ahí tenés imágenes las 24 hs en 6 o 7 canales. Lo que no va a tener el canal de noticias es la crónica de un buen periodista narrativo, una que te cuente qué encontró  Juan. Igual, para escribir periodismo o ficción, necesitas soledad, no hay vuelta que darle. Yo tengo una frase de Hemingway “todos trataran de que no escribas” y  enumera: los amigos, los enemigos, la familia, el trabajo, todos…. Bueno, contra eso hay que luchar, no es fácil. Fui encontrando un equilibrio, estoy haciendo radio, fundamentalmente. Una sola columna en Telefé, de política. Si pudiera vivir de la literatura, dejaría el periodismo. La radio igual es lo más personal que haces. Todas las mañanas leo poesía, hace tres años. La tele te mata. La radio permite el juego, el misterio. Yo estoy haciendo un programa de autor ahora, muy modelado a mi estado de ánimo: entender que hay que encarar las cosas con alegría, de manera positiva. Así también trato de entender la lectura de la política. En estos años no estoy enojado, no me enojo con lo que pasa, cuento qué  pasa.

QUINTO ABRAZO: LA GENEROSIDAD DEL POEMA

¿El abrazo del poema tendrá algo del abrazo amoroso? Barthes ha escrito que ahí está el momento del hechizo, del encantamiento inmóvil y de la voluptuosidad infantil. En el abrazo amoroso estallan las historias contadas. Momento de la voz que viene a fijarnos, atónitos, a afirmarnos en nuestros deseos. El abrazo amoroso late de puro don, de pura generosidad. Tengo varios amigos que son mis críticos. Javier Cofre, cada vez que publico, me hace una devolución, me sugiere cosas, yo cambio versos, corto. Mariano Justo, un poeta joven que respeto  y quiero mucho. Mariel Ascencio, mi compañera de la obra «Malditos»,  te dice barbaridades. Está bueno tener gente que te dice qué terrible es lo que hiciste. O te interpela: ¿otra vez hiciste eso?, ¿por qué haces momentos de televisión en la radio? Pero es genial. Tengo, también, una gran valorización sobre el editor. Uno con buena leche te mejora mucho lo que vos haces. Además, no va a saludar al atrio. Tengo años de edición en la  revista “23”. sietecase9Estaría buenísimo que tuviéramos un editor todo el tiempo, que te fuera editando la vida, sugiriendo y opinando. Se nota que no hay nostalgia en tu poesía. No, inclusive los poemas más tristes tienen algunas vueltas.»La Tristeza» es  el poema de mi madre. Yo la perdí cuando tenía 16 años. No había podido escribir sobre ella. Hay un poema que se llama «Mi madre murió en la guerra», está en los inéditos. Incluso ése tiene alguna chispa para adelante o, por lo menos, lúdica. La música la asocio más a la poesía. Es como si la poesía fuera una parte mía que canta y la prosa reflexiona. Como decía Trejo: “Yo soy la jirafa loca y el oficial prusiano”. La poesía es la jirafa loca, aunque llore. Y el oficial prusiano escribe la prosa, tiene un corsé, un proceso bien diferente. Como el poema que a vos te gusta de Kavafis: ahí hay una idea de lo que es la poesía, “un puente y no la meta”. Sí, un viaje, que es el concepto homérico de la poesía.  Porque la poesía tiene que ver más conmigo que con el receptor. En la prosa uno puede especular a quién va dirigida. Yo generalmente no lo hago, trato de leer o escribir una historia que me guste a mí, sólo porque me interesa contarlo. Nicanor Parra decía, en un Manifiesto, “Para nuestros padres la poesía era un artículo de lujo y para nosotros es un artículo de primera necesidad”. No podemos vivir sin poesía, ese es el cambio que meten ellos en el sesenta, en la poesía latinoamericana. Está bueno asociar la poesía a la necesidad. A mí no me lo provoca ninguna otra forma de escritura. Yo hace un par de meses que no escribo un poema, pero yo no voy a forzarme. Sin embargo, para la prosa o para el cuento,  guardo recortes y los uso.  ¿Qué pasa con la poesía y la generosidad? Por un lado, desde el tratamiento del lenguaje en la escritura, es absoluta, ¿pero entre los poetas? Es muy mezquino, bueno, yo no existo poéticamente. Yo creo ser un buen poeta. No reconocen a Trejo ni a Beatriz Viterbo ni a Vivanco. La poesía es así, a mí no me preocupa, nunca me publicaron un poema  en ningún suplemento literario. El ninguneo a Fontanarrosa, a Osvaldo Soriano, yo hablaba con ambos y lo lamentaban, lo  sufrían. Después, cuando se mueren, son fenómenos. ¿La tarea de un suplemento literario no sería recuperar las voces de esos tipos?

  

SEXTO ABRAZO,  EL DESEO INFINITO  Y SIN APURO

De árboles, la poesía sabe.  “El árbol de Diana”, de Alejandra: aquel sin raíces, aquel de tallo con su cono de iluminación obsesiva. Un árbol parecido a la palabra lucidez: sus ramas aspiran tanto de luz como de Lucifer. Sus rayos se reflejan en un foco central en torno a la escritura, centelleante y breve. El árbol en cuya sombra soplaste tu infancia y lo plantaste con cuidado, como cuenta la canción de Cabral. También está el árbol de Rilke, el de los sonetos a Orfeo. El secreto parece indicarnos un parentesco entre hojas, tronco, luz, música y poema. “Y se elevó un árbol. / ¡Oh, pura elevación! / ¡Oh, canto de Orfeo! / ¡Oh, gran árbol frondoso en la oreja! / Y todo calla. / Sin embargo, en el vasto silencio / hay un nuevo principio, una señal y un cambio”. El deseo es lo que te mueve, tengo una sed permanente, trato de disfrutar lo que estoy haciendo. Ya pasé esa etapa de vorágine abrumadora, te come la cabeza, la vida. Ahora lo más gravoso es que me levanto a las 4.30 de la mañana. Después, me organizo, duermo siesta, hago esta nota, salgo mucho de noche, voy siempre a ver algo. Trato de prepararme mentalmente para laburar y para escribir cuatro o cinco horas. Después, pueden pasar dos días sin escribir. Pero, como nadie está esperando un libro mío, a nadie le preocupa que escriba o no. Eso es genial. Implica no estar presionado por la editorial,  nunca firmo opción para escribir nada, tengo una novela que voy a terminarla cuando pueda, si es que puedo. A decir verdad, el deseo es la dirección del abrazo, no el abrazo mismo. Antes de ser deseo de algo es la fuerza deseante, la disponibilidad de la potencia que somos. Después, se amolda a una forma de mujer, de poema, a una voz, a una figura. Da fruto. Aparece,  muy insistente, en lo femenino, en lo erótico, tanto  en las novelas, como en los cuentos y en la poesía. Algo propio de lo poético es femenino. Esa alternancia entre quietud y movimiento que se da tanto en tu obra-  en “Pintura negra”, por ejemplo- donde vemos cuerpos en reposo. Y en tu narrativa, cuerpos dinámicos. Le doy mucha importancia al erotismo. No lo tengo muy pensado, pero me interesa la cuestión de lo femenino. Con respecto a lo dinámico y lo estático, no sé, soy uno de los pocos periodistas que dicen no sé, la frase menos usada en el periodismo argentino. «No sé». No lo tengo muy claro, hay cosas que  haces porque las  haces. Pero me interesan las lecturas. A mí lo que más me interesa es hablar de literatura, me hace reflexionar.  Hace meses que no doy una nota, salvo en algún programa de un amigo, como el de o Matías Martin. Pero hablar de actualidad me aburre un poco, hablo tres horas por mañana, creo que hay tanta locura que nadie te escucha demasiado, no está interesante debatir. Debato más con Romina, que piensa exactamente distinto que yo. Para qué sumar una discusión que, además, te desgasta. Ya me anoté en el curso de dramaturgia de Kartún, para escucharlo a Kartún, no porque me interese el teatro. Es una fiesta escuchar un intelectual de ese nivel. Me quedé sin Mario Trejo, no tengo muchos maestros para escuchar. Y Mario era genial, solo comparable a Gelman como poeta. A Girondo, a Borges incluso. Una obra muy pequeña, casi un solo libro, “El Uso de la palabra”. Ahora, en “Ediciones en danza” editamos  “Ley de vida”, que era su libreta, es una maravilla. Y Jairo le grabó cinco poemas en el último disco. Un tipo muy extraño, casi una leyenda. En la primera película de Bertolucci, Mario era actor. Periodísticamente, entrevistó a Ben Gurión, al Che, a Arafat. Los últimos 20 años estuvo acá, anduve muy cerca de él, vivía en una pensión. Un tipo intratable, un viejo malo. Era  incapaz de hacer lobby,  un provocador, generaba problemas en las reuniones. Pero a mí me dolió un poco que tipos que lo  admiraban nunca dijeron que lo admiraban: Gelman, un caso.

SÉPTIMO ABRAZO: EL VIAJE

                El poeta ha colmado su mirada de manzanos, telas, torsos desnudos, mapas, tetas, versos para el desagravio. Lo hemos visto -leído-  casi todo. Lentamente, como quien no quiere la cosa, su mundo volvió a disimularse entre mate, galletitas, agua y sonrisas. En el temblor de todos nuestros ojos, la amabilidad agradecía y las manos disimulaban el tránsito, el abrazo del vacío. Ese vacío que a veces toma la forma de una espiral, de un garabato, de un canturreo, de un tamtam; en Sietecase supo formar, difuminado y recurrente, un mandarino.

Un mandarino real.  

Alguien, sin decirlo, prometió una Ítaca.

La alianza misteriosa del poema con la batalla, del árbol con la voz, de la luz con la fiesta.

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.”

sietecase

 

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