El Lado B: Entrevista a Mónica Santino.

Entrevista: Nora Lomberg, Anne Diestro Reátegui, Gabriela Stoppelman

Edición: Nora Lomberg

La vio venir. El sol se abalanzaba sobre la cancha, derramado en lluvias de luz, entre nube y nube. El tiro de esquina era la última chance de empatar el partido contra un rival muy difícil y añoso. Siglos y siglos de no pasar la pelota. Enormes extensiones de tiempo, meta arrellanarse en la cancha, sin que atisbaran siquiera las mínimas condiciones para que una mujer le reclamara el balón. Pero, mientras el otro se jactaba del enorme palacio donde acomodaba su victoria, un pique latía. Palpitaba bajito, era apenas una caricia sobre el pasto. En eso, el silbato autorizó el corner. La vio venir. Tenía el cuadro de la escena casi pintado en la retina. La posición del resto de sus compañeras, el cono de sombra sobre la hinchada detrás del arco, el hueco entre los defensores donde escabullirse. Y, aunque el escenario estaba tan claro, no subestimó a su rival. Durante los pocos instantes en que la pelota tardó en llegar hasta su cabeza, su memoria le proyectó- a toda velocidad- retazos del manual del prepotente, subrayados del libro del desprecio, apéndices de la enciclopedia del insulto. “Cuando terminen de discutir, por ahí aprenden a jugar”, “¿vos te viste en el espejo?”, “¿viste cómo te quedan los botines? La vio venir en esa curva que una franja del sol tomó de la cintura. Y así, entre la luz y comba, la oportunidad llegó hasta ella en giro de baile. Llegó en un ceñirse de la lucha al deseo, en un arco que le contaba toda la historia que fue necesario patear para quedar habilitada y en posición clarísima de gol. Un arco retorcido y lleno de espirales le susurró – una a una y en tan poco tiempo- la cantidad de ilusiones que debieron irse al vestuario sin pisar la cancha, la inmensidad de tarjetas rojas recibidas por tantas, sin haber jugado ni un un solo minuto, las columnas de amarillas tatuadas en las mitradas de cuántas hinchadas de lo adverso. La vio venir. Así, entre danza y relato. La pelota y ella se encontraron en el momento exacto, justo después de que las otras le armaran la precisa coreografía: los contornos cómplices del cuerpo colectivo. El pique latía desde hacía tanto tiempo. Sólo hacía falta abrir la historia con el pase indicado para que el leve latido se volviera estruendoso grito de gol. La vio venir. Entonces, Mónica Santino cabeceó.

LA ALEGRÍA NO ES SOLO BRASILERA

Vimos la película “Mujeres Con Pelotas”, tomamos algunas notas e hicimos algunas lecturas…
Queremos otra película para este momento, yo vi un documental de Carlinhos Brown, donde plasma la experiencia de Candeal, en Bahía, Brasil. Él armó una ciudad cultural en un barrio muy vulnerado y el documental gira alrededor de ese asunto. Yo me imagino una película así, con muy poca presencia nuestra y la voz de las pibas por delante de todo. Hicimos un festival, ahí había algunas compañeras con cámara y se iba a editar. Desde “La Nuestra”, organizamos el “Primer Festival Latinoamericano de Fútbol Femenino y Derechos de las Mujeres” -largo el nombre, ¿no?-. Fue del 25 al 28. No existen las casualidades, pero justo coincidió con el día internacional de la lucha contra toda forma de violencia hacia las mujeres.


Y eso también enmarcó desde qué lugar nosotras hablamos de fútbol y derechos. Desde La Nuestra y el cuerpo técnico, Juliana Román Lozano, María José Figueroa, Natalia Laclau, trabajamos muchísimo todo el año. La idea original era más larga y con más equipos, pero fue lo que pudimos hacer. Hubo que remar absolutamente con todo, hasta para conseguir la última cosita. El festival se desarrolló bajo el lema “Mi Juego, Mi Revolución”. En el torneo, participaron 8 equipos, de Provincia de Buenos Aires, de Córdoba, unas compañeras brasileñas, alemanas e inglesas, también algunas norteamericanas, que vinieron en rol de entrenadoras. A la par de los torneos, hicimos talleres y espacios de reflexión.

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¿Son todos equipos de lugares marginales?

No. Había un equipo de Zárate, un equipo de Laprida (club deportivo Barracas), un equipo de Córdoba, de Chile, de Colombia, las chicas de Villa Martelli- del Programa del Centro de la Mujer, donde yo trabajo hace un montón de años- y de la Villa 31. Como dije antes, estaba también el equipo que era como una mezcla entre Europa y Brasil. Ellas forman parte del Guerreiras proyect.

Es muy interesante porque las jugadoras brasileñas que pasaron por la selección se convierten en embajadoras del fútbol. Recorren Brasil, cuentan cuánto les costó jugar al fútbol. Hablan sobre cómo empezar a crear una cultura de mujeres en relación a este deporte. Las brasileñas juegan tremendamente bien y la mejor jugadora del mundo es brasileña. Pero todo eso no se compara con el desarrollo que el fútbol de varones tiene en Brasil, esa diferencia es muy similar a lo que pasa acá.

DE LA MANO DEL ABUELO, LA VUELTA VAMO´A DAR

¿Y cómo se te ocurrió a vos ser entrenadora de fútbol? Porque no es lo mismo jugar que conducir a los otros en su deseo de jugar.

La idea comenzó a armarse cuando logré jugar en AFA, ya de grande, a los 31. Entonces, empecé a entrenar con un grupo que se juntaba en Capital a las órdenes de un entrenador que se lo tomaba en serio, no de costado. No decía, “total son minas”. Era Cristian Lovrincevich . Aún trabaja en fútbol, no femenino ya. Con él, entramos a AFA, conformamos un grupo y jugamos para All Boys. Toda esa experiencia de asistir a su forma de entrenar me fue dando la idea de que podía ser entrenadora. Me parece que un poco, pasó estrictamente por lo deportivo, pero también por la militancia. Para nosotras el fútbol es militancia, por lo menos, en este momento histórico del fútbol de mujeres, es así. Entonces, si cada una, al dejar de jugar, se convierte en entrenadora, multiplica, ayuda a que no se caiga y a que las más chicas vean que en algunos lugares hay mujeres vinculadas con la toma de decisiones, con cómo se conforma un equipo, con decidir en qué lugar te paras a pelearlo. Lo mismo que pasa en la dirección técnica tendría que pasar en la faz dirigencial.

Es muy interesante cómo usás al fútbol como metáfora para explicar cuestiones extra futbolísticas.

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Sí, pero eso es de siempre. Yo empecé a jugar desde muy muy chiquita, vengo de una familia muy muy futbolera. La salida de los domingos era ir a Vélez. Mi abuelo, mi viejo, todos eran de Vélez. Entonces era una época en que la familia entera iba a la cancha, ahora eso se perdió, encima no se puede ir cuando jugás de visitante y otros montones de cosas que cambiaron. Pero, en esa época, todos los domingos, ibas a ver a Vélez a otra cancha y era una manera de aprender sobre los barrios, de sociabilizarte. Mi familia- muy fanática- tenía la particularidad de que íbamos a almorzar al club. Abríamos el club y cerrábamos el club, porque mi abuelo se iba cuando la última discusión sobre el partido terminaba. Yo era muy chica, iba de la mano de él, tenía 4, 5, 6 años y eso fue lo que aprendí. A mí me encantó. A mi hermano, hasta por ahí. Y a mi hermana, nada. Entonces, a medida que fue pasando el tiempo, esas ganas hicieron que tratara de jugar todo lo posible. Aprendí cosas vinculadas a lo colectivo, a cómo se puede transformar algo. En el barrio, entre todas juntábamos la plata para comprar una pelota de goma. Las cuestiones que tienen que ver con lo organizativo arrancaron ahí. Siempre pensábamos como un grupo. Lo mismo que te pasa en la cancha. Si vos no le podés pasar la pelota a una compañera, difícilmente puedas avanzar y meter un gol. Vos sola no vas a ningún lado. Y lo empezás a aprender así, yo creo que el deporte -y el fútbol, en particular- en ese punto, es maravilloso. Después eso trasladarlo al barrio, cuando las pibas conquistan la cancha, conquistan un horario para jugar en un lugar donde prácticamente no podían entrar. Las canchas son los espacios públicos más importantes en los barrios. Digamos, esa línea de cal se respeta, puede haber ocho millones de necesidades, pero nunca se va a construir una casa en una cancha de fútbol. Se construye para arriba, para los costados, pero en la cancha de fútbol, no. Y hay 5 o 6 canchas dentro de la villa 31, quizás más, todas respetadísimas y todas con una lógica organizativa. Que una mujer gane lugar, cobre visibilidad en ese espacio público tiene para nosotras un carácter político y de cambio.

BANDERAS DE MI CORAZÓN

La cancha la ganaron, sin embargo, vos insistís en la idea “pelear la cancha”.

Y, a medida que fuimos cada vez más y por la convicción de quedarnos plantadas ahí los mismos días y a la misma hora pasara lo que pasara, eso generó una costumbre que, al día de hoy, la tenemos que seguir peleando, pero ya nos conocen.

¿Pelear la cancha funcionó como metáfora ideológica con las pibas?

Claro, claro. La mayoría nació en la mitad de los noventa o más para acá. Entonces, son generaciones que han vivido la falta de laburo, padres destruidos por no poder sostener lugares. En ellas, la cuestión de lo colectivo estaba completamente perdida. Digamos que eras vos y te salvabas vos y nada más. Todo este proceso ayudó a volver a creer en la transformación colectiva. Nosotras creemos que la dictadura militar y los noventa arrasaron los barrios y el tejido social. Ahora estamos otra vez en peligro de que eso vuelva a ocurrir. Parece increíble decirlo, pero es así. Por aquellos años, la solidaridad y la ayuda al otro se cambiaron por sospecha, suspicacia- qué es lo que me quiere sacar, qué quiere de mí-. La mayoría de las pibas traía eso. Entonces se trata de ganar un terreno a partir de la práctica de un deporte. Para las mujeres todavía tiene aun más significancia, porque las pibas- desde muy chiquitas- están acostumbradas a hacer tarea de adultas: cuidar a los otros pibes, cuando no a los de la cuadra, a los propios y en edad muy temprana. La maternidad es el único fin en sí mismo para ellas. Montones de cosas, como el derecho al juego y a cómo se distribuye el tiempo están completamente vedadas. Recuperar un rato, solamente para jugar no sé si las va a convertir en futbolistas, pero es un espacio para ser con otras, un espacio de grupo donde la palabra se vuelve a recuperar entre pares.

Qué interesante, porque el espacio por excelencia de un barrio es la cancha. Y es gratis. Agarrás una pelota y vas a jugar. Y que justo ese espacio esté vedado para las mujeres…

Y, digamos que no está habilitado. No hay un cartel que dice “prohibido jugar”, pero hay un montón de cuestiones en el orden de lo simbólico. Por ejemplo, “no, porque tengo que ir a cocinar”. Los pibes largan la mochila del colegio y van a jugar y están el día entero y, cuando son varones más grandes, vienen de laburar y juegan partidos por plata. Digamos, entra otra lógica: las chicas no juegan. Entonces, el derecho al juego, en esa dimensión, no es algo trivial, no es “voy a jugar un rato”. Constituye un derecho que se amplía a montones de otras cosas. Nuestra experiencia de nueve años de laburo sostenido en el barrio busca la conformación de un grupo parado en sus derechos, que empieza a mirar la vida de otra manera. Algo que se pudo transformar en el barrio es que algunas logren que el compañero varón se quede a cuidar al bebé, mientras ellas juegan a la pelota, eso era impensado.

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DAR CUERPO A LA PALABRA

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Dana Rosiger

 

Es muy impresionante porque se traslada a la lucha de clases: lo que la clase media hace con la clase baja lo hacen los hombres con las mujeres: privarlas de pasar el límite de la supervivencia, del derecho al placer…

Y sí, después hacés esa lectura. Digamos, afuera de los barrios, en otras clases sociales, las mujeres no jugamos nunca más. Jugás en el colegio y, después, si perteneces al alto rendimiento y tenés la suerte de practicar un deporte, seguís. Pero eso es otra cosa, es el entrenamiento por logros deportivos más ir al gimnasio para estar más flaca, no tiene nada que ver con jugar.

Los hombres juegan, los hombres se juntan en un grupete y se van a la cancha, es para ellos como una ceremonia, un momento de descanso. Me parece que la noción de juego tiene que ver con lo que nosotros hacemos. Escribir, por ejemplo, es la posibilidad de perder el tiempo, entre comillas.

Exacto. Cuando pensamos el laburo, cuando nos sentamos a escribirlo, pedimos ayuda a un colectivo que se llama COCOIN, María José Berardi, Jimena Aón, Emiliano Martinez Royano, que después se ocupó del espacio grupal. Nosotras entrenamos esas dos veces por semana, pero también hay un lugar de grupo y las compañeras, acertadamente, habían dividido la cuestión en varios ejes: los cuerpos, los vínculos, el territorio y el lenguaje. La idea es pensar cómo están atravesados los cuerpos de las mujeres en ese ideario, cómo te bajan línea sobre el modo en que tenés que lucir. Los decires: que si jugas a la pelota vas a parecerte a un varón, vas a tener un cuerpo de varón. Y también se conversa sobre cómo empodera, cómo libera, poder decidir “yo tengo el cuerpo que quiero”. El movimiento histórico de mujeres va en la misma línea. Cuando hablamos de la legalización del aborto, tiene que ver con nuestros cuerpos y sobre qué discursos los atraviesan. En lo que nosotras proponemos, las pibas empiezan a armar una historia con pares, donde la palabra cobra otro poder, el territorio que se gana es la cancha y los vínculos entre nosotras. Cómo desbaratar la noción de que juntas no podemos hacer nada porque somos todas brujas, nos envidiamos, somos un desastre, la frase “poné una mina y se arma quilombo”. Cuestiones que muchas veces repetimos nosotras, como “todas las futbolistas son lesbianas, hacen un deporte de hombres, quieren ser tipos, por lo tanto, son lesbianas”,..

“Callate, gila, que es ley” decía una chica en la película…

Ah, eso era una piba lesbiana, defendiéndose de una burla, mientras le recordaba a la otra que el matrimonio igualitario ya era ley .

¿Ustedes escribieron esta experiencia?

Empezamos a escribir, a hacer un recorrido con estas compañeras que entraron a trabajar con nosotras en el 2014. Es un grupo que se armó a partir de los encuentros nacionales de mujeres, son psicólogas, educadoras populares, trabajadoras sociales. La idea era sistematizar la práctica. Ellas hicieron un esbozo. Digamos, hay un laburo hecho pero es cortito y tendríamos que darle una vuelta de tuerca más y sumar lo que pasó ahora en el festival, eso fue muy poderoso.

¿Las jugadoras escriben?

No, no se sientan a escribir con papel. Ese colectivo de compañeras del que les hablaba levanta lo que las pibas dicen.

Qué interesante sería que pudieran incorporar eso.

Hay unas chicas de la carrera de trabajo social que hicieron una tesis y me la trajeron hace dos días a casa. Me tengo que sentar a leerla porque debe ser muy interesante. Creo que se sacaron un nueve. Escriben sobre el deporte de mujeres en los barrios, de qué cosa se podría armar a partir de esas experiencias.

A LAVAR LOS PLATOS

En un momento de la película, los hombres dicen que el fútbol femenino es otro deporte. Es curioso porque eso no se dice del básquet femenino, ni del vóley femenino, ni de la natación femenina, ¿qué de singular los toca cuando las mujeres se apropian del fútbol?

Yo creo que es como la iglesia católica, ¿viste? Imaginate que una mujer pueda ser Papa, tiene una impronta masculina tan, tan fuerte, que se arma como una cofradía de varones. Tocás ahí y se sienten como amenazados, es su propiedad. Como si dijeran “este es un terreno nuestro donde ustedes no pueden entrar”. Mirá, hace muy poco, en el grupo de familias donde mi hija va al jardín, los padres varones decían “vamos a jugar al fútbol”. Todos más o menos están enterados de lo que yo hago. Y yo quería jugar. Primero, me dijeron que dirigiera. Y yo dije: no, yo quiero jugar. Al final de un cumpleaños, un papá dijo: “bueno, vamos a ponemos de acuerdo rápido porque somos varones. Las mujeres tardan más”. Imaginate, un par de nosotras le saltamos a la yugular. La cuestión es que pasaron como dos o tres meses y no se organizó ningún partido. Justo ayer le fui a decir,” che, ¿no era que los varones organizan más rápido?” “No, lo que pasa es que te pusimos a vos en el grupo y se armó quilombo”…, todo en el terreno del chiste claro. Entonces, cuando opinás de fútbol tampoco les gusta. Saber de fútbol es algo muy relativo, es un deporte que permanentemente cambia, siempre hay una incógnita de cómo tal o cual jugador va a jugar. Los varones relacionan saber de fútbol con que citaste dos o tres equipos de memoria o te acordaste de una jugada del año 74 en tal cancha. Y ahí se quedan mirándote. Pero, en realidad, son datos históricos, cualquier fanático o no, puede leerlos. Mirá, me acuerdo esa parte de “El secreto de sus ojos”, cuando Francella dice: “no se cambia de equipo” y recita. Ahí se dan cuenta quién podría ser el asesino. Siguen la pista de cómo el tipo, en una carta, cita a todo un equipo de Racing. Esa parte de la película es muy buena, porque es nuestra cultura. ¿Y a qué iba? A que ganarse el respeto por acordarse cómo formaba Vélez el año 71, me parece que no tiene que ver. Esa es la forma con la que los tipos se manejan. Ocurre cuando a la selección argentina le va mal y son todos directores técnicos y opinan y hablan.

Uno de los muchachos en el documental manifiesta que “El fútbol no es un deporte sencillo, no es para mujeres”. El mito es que ellos tienen más fuerza física pero no que son más complejos ¿De dónde sale esa idea?

Yo creo que esa idea sale de pensar que biológicamente los hombres tienen una superioridad con respecto a nosotras. Si cuando nacés, te tiran una pelota dentro de la cuna solo por ser varón y todos los incentivos tienen que ver con mover las piernas, saltar, correr mientras que a nosotras nos regalan el juego de cocina, la escobita, nos prohíben jugar a la pelota y dicen que no podemos hacerlo porque podemos lastimarnos una rodilla. Si lo vemos así, claro, el fútbol es un deporte complejo. Es difícil tomar decisiones con los pies y cambiar de estrategia en décimas de segundo. No tenés que mirar la pelota, tenés que mirar dónde están parados los demás. Cuando empezás a practicarlo a una edad temprana lo aprendés. Tiene millones de cosas que están relacionadas con la calle y la libertad, lo puede aprender una mujer o un varón en las mismas condiciones. Ahora, si alguien te dice que no podés, no vas a poder. Conozco a más de una piba que les pintaría la cara a más de uno que diga que sabe de fútbol porque son hombres. Hay hombres que sufren porque los obligan a jugar, y claro, como no saben jugar los mandan al arco o los tratan peyorativamente de “maricón”. Hay un libro llamado Fútbol dinámica de lo impensado de Dante Panzeri, habla sobre la complejidad del fútbol y lo compara con el caos del tránsito. Dice puntualmente que cuando jugás a la pelota es porque le escapás al quilombo, porque buscás los espacios. Pasa lo mismo para manejar, si vos estás en una calle embotellada pero tenés esa capacidad de abrirte para salir. El fútbol es igual. Leer el partido antes que la pelota llegue a tus pies y saber dónde están parados tus compañeros, muy pocos jugadores tienen esa habilidad. Ese libro hay que leerlo porque está escrito en los 60’, Dante Panzeri fue siempre muy revulsivo, nadie lo quería. Se murió en el 78. Ese libro está muy bueno y hay pocos jugadores con esa habilidad. Creo que el último fue Riquelme. Los sabiondos del fútbol lo llenaron de adjetivos: pecho frío, lento. Pero Riquelme es un tipo que juega más rápido que los demás. El fútbol no es correr, es pensar con los pies, con todo el cuerpo.

Camille Claudel, la escultora, eligió realizar una actividad que no se consideraba femenina en su época y terminó recluida en un manicomio por la propia madre. Además era la amante de Rodin y él no soportaba esa competencia, de hecho si vas al Museo de Bellas Artes hay más de cinco obras de Rodin y solo una de Camille. Entonces, ¿qué cambió hoy en día para una mujer que se decide hacer algo que es considerado muy masculino? Antes terminaba encerrada, ¿qué metáfora tenemos hoy como castigo?

Hay castigos que no tienen que ver con el encierro pero que sí te condenan de alguna manera. Hoy tenemos a los medios de comunicación y las redes sociales. Se me ocurre pensar en Cristina Fernández, a ella sin ser feminista, ¿cuántas veces la atravesó la violencia de género? Con el lugar importantísimo que ocupó. Se puede disentir con su idea política, pero ¿qué ropa se pone? El 80% de la crítica tienen que ver con esa condena. Si buscás páginas anticristina la mirada está puesta desde ese lugar. A mí me duele, más allá que pueda estar parada desde la misma posición política, puedo entender que alguien puede discutirla, pero no así. Creo que dentro de 30 o 40 años vamos a decir que fuimos contemporáneos de alguien muy importante, quizá de la talla de Eva Perón.

Y a vos, como entrenadora, ¿cómo te vuelve el castigo?

Todo el tiempo tenemos que estar validando lo que somos. No es lo mismo que llegue un varón y pegue cuatro gritos, es distinto. Entonces ese lugar lo tenés que estar validando permanentemente. Sobretodo porque es mi laburo y no es un hobby.
Pero ¿no sería auto discriminación? Es decir, ¿se tiene que insistir para que sepan que a pesar de ser mujer podés hacerlo?
No, no creo que sea auto discriminación, porque lo vivís y lo sentís. Uno lo percibe desde el lugar de la queja, intentás cambiarlo todo el tiempo y para mí, haberlo convertido en un laburo es el logro. Soy empleada de la municipalidad de Vicente López, contratada como Directora Técnica, en la Villa 31 también soy Directora Técnica y cuando hacía el curso me decían que era un hobby, o que estaba loca por el fútbol. Y esto no es un pasatiempo, es mi vocación. La batalla va por ahí, la violencia de género es simbólica y pasa todos los días. Estar corriéndote desde ese lugar es lo que nosotras pensamos cambiar. Para nosotras es un orgullo que nuestro cuerpo técnico esté conformado por mujeres, todas pasamos por el fútbol en una u otra instancia. Nuestra batalla es poner en agenda el juego y el derecho al juego. El tiempo, el ocio y qué hacemos las mujeres con eso. Lo estamos logrando, vamos por el tercer encuentro de mujeres en el que ponemos como actividad el fútbol y muchas compañeras feministas lo están tomando como un campo nuevo, algo renovador para seguir hablando de las mismas luchas.

Mi juego, mi revolución, ¿se refieren a eso?

Sí. Es la lectura política de lo que pasó en la Villa 31 y cómo trasciende. La militancia de un grupo de pibas, abre la posibilidad de articular con otros grupos. Además es político porque cambian costumbres, hay un empoderamiento de normas, nos adueñamos de la palabra. Todo eso queremos expandirlo de la Villa 31 a otros barrios.

FINAL DEL CUENTO

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Dana Rosiger

¿Cuál es la diferencia entre el juego y el deporte?

Yo creo que a jugador profesional de fútbol no son muchos los que llegan, nada más que un grupo de elegidos. Y lo sufren, yo creo que lo sufren, es una angustia infernal y una presión muy poco soportable. Y que no tiene nada que ver a cuando eran chiquitos y jugaban a la pelota. No es lo mismo y es muy impresionante cuando ese modelo llega hasta a los más chiquitos. Vos recorrés un torneo infantil y ves pibes con cara de angustia. Salen en fila india del partido, van atrás del director técnico con la cabeza agachada. Seguramente, en el vestuario los cagan a pedos o hay un padre, colgado del alambrado que grita barbaridades. Eso es muy común, lo podés ver cualquier fin de semana en una liga de fútbol infantil. Y para mí eso roza la explotación. Eso es terrible, eso les pasa a los varones, a los que tienen habilitado jugar. A mí me llamaba la atención que las chicas se quejaban de que no podían profesionalizarse. Pero, si se profesionalizaran, terminarían como los hombres, sería el “final del juego”. Yo creo que jugar al fútbol es una vocación. Hay pibas que nacieron para jugar a la pelota. Imagínate viviendo del deporte que te gusta… es muy lindo pensarlo. Yo creo que nosotras estamos en un momento divino, a años luz de la profesionalización. Tendría que haber muchos cambios culturales para eso. Un partido de mujeres tendría que llenar una cancha y ahí es donde empiezan a aparecer los intereses.

O desear un futuro que no termine en lo mismo que le pasó a los hombres.

Cuando esos intereses entran a ser prioritarios, es muy complicado, fijate ahora la catarata de cadenas de corrupción de los mayores dirigentes del fútbol mundial, la muerte de Grondona los dejo a todos al descubierto, es muy impresionante eso. El avión que se acaba de caer, es responsabilidad de la Conmebol y sin embargo los dirigentes fueron a llorar al funeral y las víctimas son los jugadores de fútbol. ¿Quién les devuelve la vida a esos jugadores?, es una locura, la selección argentina viajó en ese avión un poquito antes, sólo las piernas de Messi valen cuatro veces más que el avión. Es muy impresionante y no hay una renovación en eso, no sé cómo se cambia, pero es una cuestión estructural y es muy difícil. Nosotras de todo eso estamos muy lejos, la FIFA tiene intenciones de desarrollar el fútbol femenino porque le encontraron la veta comercial, eso es lo que pasa en otros países.

¿Y que harían ahí, ante esa propuesta?

Y ahí no sé cómo mantener cierto espíritu que tenga que ver con el juego, no lo sé, igual falta muchísimo para que en Argentina llenemos una cancha con un partido de fútbol de mujeres, falta para eso, mientras no genere ingresos no es un problema.

Pero eso se construye, si ellos toman la decisión de difundirlo hasta que se llene la cancha, van a lograrlo

Ojala pudiéramos conservar el amateurismo o esa manera de vivir el deporte y sentir el fútbol así. Lo que nosotras tenemos ahora son grupos de amigas, mucho esfuerzo por entrenar y montontes de cosas que están del lado del sacrificio o de la invisibilidad. En ese mundo deportivo, hay montones de cosas que nosotras ganamos que son muy importantes. Ahora me parece que debemos luchar para que las más chiquitas tengan acceso al deporte más rápido, pensar en clubes propios, donde pueda haber divisiones inferiores y un crecimiento, es una etapa histórica para dedicarnos a eso y también conseguir que haya más mujeres con conciencia de género en el deporte, en los lugares donde se toman decisiones. No alcanza con poner a una mujer que “ es la esposa de” y termina siendo peor que un hombre.

Recién hablabas de sacrificio, me pareció muy interesante en la película, cuando mostraban que practican en esa cancha lastimadora

Claro, ahora cambió, desde el 2010 tenemos un sintético, con un alambre alrededor. Y con el proyecto de urbanización de la villa es posible que haya una nueva obra y se mejore.

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Pero vos no te quejabas, eso me llamó la atención. Pensábamos si hacen un trabajo para revertir la queja, que es tan paralizante.

Si hay algo que nosotras aprendimos en el barrio, tiene que ver con esa conexión con lo vital, arreglarte con muy poco para que la realidad sea menos dura. Nosotras detestamos cuando nos encaran por el lado de qué buenas que son por lo que hacen, porque no es bondad, ni madre Teresa de Calcuta, ni asistencialismo, ni nada. Es ir a ejercer un derecho con sujetas de derechos que son las pibas. Nosotras estamos a la par y aprendemos de ellas como ellas de nosotras y lo que se arma, es un tuco que el viejo feminismo y el movimiento de mujeres sostienen: la horizontalidad y cómo nos emponderamos unas a otras. Nosotras aprendimos un montón. Decidimos hacer el curso de entrenadoras a partir de eso, a estas pibas hay que darles más cosas y para eso voy a estudiar. Ellas a la vez se hicieron dueñas de un lugar del barrio que les pertenece ejerciendo derechos, me parece que eso es muy distinto a hacer un campeonato, sacarme una foto y soy la mejor entrenadora del mundo, me vuelvo a mi casa y la piba está en el mismo lugar, digamos. A veces el deporte ahí es una línea muy finita para ciertos discursos de derecha, fascista, “te saco de la calle” y yo no te saco de la calle, voy a transformar la realidad. Pero el lugar existe, sino eso es muy peligroso y no es lo que nosotras queremos, el crecimiento es justamente a la par y es lo que nos hace poderosas como colectivo.

PELOTAZOS

Es importante entender que el lenguaje escrito y hablado tiene un gran valor. Nosotras tuvimos mucha suerte de participar este año en un proyecto hermoso. La idea fue de un jugador de fútbol: reunió a 24 jugadores a escribir cuentos sobre este deporte. El libro se llama Pelota de papel. No solo hay jugadores sino también directores técnicos. Es interesante ver cómo personalidades como Aimar, Cavenaghi, Sorín, escribieron cuentos relacionados con sus experiencias y algunos también ficcionados. Ahí te das cuenta que la tienen clara.

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Pelota de papel distinguido en la ciudad de buenos aires declarado de interés social y cultural

 

Hablando de cuentos de jugadores, Soriano y sus libros, ¿esa épica del fútbol te moviliza?

Sí, por supuesto. Hay literatura del fútbol que es hermosa. Nosotras participamos en Pelotas de papel y contamos historias de cuando las chicas de la Villa 31 viajaron a Berlín.

Trajimos algunas citas de autores, ¿nos decís cómo te rebotan? Passolini dice que el goleador es siempre el mejor poeta del año.

El gol es el mejor momento del fútbol. Es el momento donde lograste lo que buscabas. El tipo que le da el último toque a la pelota antes de que entre al arco es el privilegiado, pero detrás de eso hubo toda una construcción. Si lo comparás a cómo se construye una película, quizás tiene mucho que ver el proceso y el recorrido. El gol no es una casualidad o algo que se da porque sí. Pasa entre muchos y el goleador es el tipo que tiene un sentido de oportunidad. Palermo era así. Todos los goles de Palermo son como de película, el que hizo para la selección argentina en el 2010 fue así: vino como un centro de derecha a izquierda y él estaba parado ahí. Maradona se tira al piso para festejar y él se queda parado en plena lluvia. Es una construcción colectiva pero hubo un tipo que lo supo hacer.

Una cita de Albert Camus dice “La pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga”.

Es como la vida. Son todas situaciones de juego que nos hace estar preparados. A veces pareciera que algo tiene que ver con el azar porque no sabes cómo va ocurrir, una especie de mente fría para aprovecharlo a tu favor.

¿A qué te suena el lado B?

Pareciera como si lo que está por el lado A es lo más importante, pero el lado B es importantísimo. Si no hay B no hay A. El lado B es lo que nosotras hacemos, el día a día, estar, acompañar, hablar. Quizá sea lo más costoso. Pero si no hay B no hay A. Son como las patas, al menos lo que nosotros hacemos es eso. Como si vos armaras un partido o un entrenamiento, son montones de cosas que no saltan a la luz porque es la parte de atrás del disco, pero es completamente necesaria. Todo siempre depende del lado B, pero lo que vende está del lado A. En Pelota de Papel participaron jugadores uruguayos, no son los más conocidos. Uno de ellos se llama Agustín Lucas, va a fichar en un club de la tercera categoría uruguaya, el club Albión que tiene más de 125 años de historia y es uno de los más viejos en Uruguay. Él y dos compañeros más, escribieron un libro llamado El lado B y hablan de fútbol. Ellos también participaron en Pelota de Papel. Ahora se viene la segunda edición del libro, la primera parte fue un gran éxito, se vendió tremendamente bien, todo lo que se recaudó pasó para la Fundación Sí. Todos los cuentos tienen un prólogo y una ilustración. Es hermoso.

Hay una referencia sobre el fútbol en un libro escrito por Gabriel Lerman que dice: “El fútbol, dijo Martín Ferro, es una pantalla que le otorga prestigio a una ceremonia desnuda que se jugó en la infancia”.

La infancia es una ceremonia que reúne lo mejor de ser niño o niña. Una especie de enseñanza permanente para ser mejor. Se transforma en otra cosa cuando crecés, pero reivindicar esa ceremonia cuando volvés a jugar es lo más hermoso que tiene el deporte. Es la reedición de la infancia en cualquier momento de la vida. El juego tiene que ver con eso, con tratar todo el tiempo de ser mejor. No solo en lo deportivo, sino en todo lo que significa ser un colectivo. Tiene una repercusión cultural tan grande que hace que barrios enteros se identifiquen. Boedo está lleno de murales de un grupo llamado Grupo Artístico de Boedo con fotos de San Lorenzo antiguo. Cada mural tiene una historia. La gente se para y le cuenta a los niños quién es la persona del mural. Es una celebración del fútbol permanente. Siempre hay un más allá, la cancha se agranda y entramos todos. Al fútbol puede jugar cualquiera, Maradona era petiso y tirando a gordito, Messi es re chiquito. Todos pueden jugar.

¿Vos escribís?

Escribí cuentos para Pelota de Papel, apoyándome en las compañeras.

Usas muchas metáforas para hablar.

Me gusta mucho.

Escribir es también reeditar la infancia, un juego.

Sí, ¿no? Es también jugar.

¿Qué es lo poético para vos?

Volvemos al fútbol. Hay jugadas que tienen que ver con lo poético. Expresar o contar con palabras eso que es intangible. La poesía tiene ese poder. Describir con palabras lo indecible. El fútbol muchas veces tiene instancias que tienen que ver con eso. En el mundial del 2006, al primer gol de Argentina lo hace Saviola. Y Riquelme pone una pelota entre la línea de defensores al lugar donde iba Saviola porque sabía que iba poner la pelota ahí. Eso es poesía pura. Son formas de juego que tienen que ver con la capacidad de síntesis para poder realizar algo.

Eso sonó a cómo un verso funciona en el poema. Tiene ritmo como el fútbol.

Sí. Hay otro libro donde también participamos y habla de Riquelme. Se llama El caño más bello del mundo de Diego Tomási. Él quiere rescatar a Riquelme por encima de la opinión. Plantea una tesis sobre si hay una forma Riquelmiana de entender el fútbol. Mete frases de música, del tiempo, todo combinado, así como Riquelme jugaba. Hay una manera de ver el fútbol muy interesante, rescatándolo de todos los adjetivos que conocemos.

¿Y mujeres?

Hay que ver a Marta Vieira Da Silva, jugadora de Brasil. Tiene 5 balones de oro. La poesía intentaría explicarla por ahí, si es que tiene alguna explicación. A veces un pase es más lindo que un gol.

MOG0643365
Sub.Coop

 

Mónica Santino

1 Comentario

  1. Gracias Monica Santino por el compromiso con los colectivos de mujeres, con hacerles sentir que «el juego es un derecho» y que púeden y deben defenderlo com tal.
    Gracias tambien a El Anartista por darle visibilidad a compañeras con tanto compromiso en lo que hacen y tan poco reconocimiento publico.

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