El lado B: Sobre “Grada Kilomba”, el Proyecto Deseo.

Por Carolina Diéguez

 

INCERTEZA VIVA

Se puede entender la incertidumbre como una carencia o una deficiencia. O se puede observarla por su Lado B como a “una realidad que está en las cosas en lugar de ser un fracaso del  observador: es el mundo mismo, incierto, lleno de posibilidades que pueden realizarse o no”[1]. La familia, la escuela nos han enseñado a tener miedo y a desconfiar de la incertidumbre. A desconfiar de los sueños, a temer a la oscuridad y a la espesura del bosque y a las sombras. Nos enseñaron a encontrar la seguridad en lo conocido y previsible. Nos enseñaron a necesitar “la comodidad de la certeza” pero, ¿hay razones para desconfiar de la incertidumbre más que de la certeza?

La 32º bienal de San Pablo aborda las dos caras de la incertidumbre e invita a los artistas a trabajar desde ella. Propone la incerteza como posibilidad y nos invita a habitarla, a transitarla. Uno no puede deshacerse de la tradición pero si puede modificarla. No puede dejar de lado la incertidumbre pero sí abrazarla y convertirla en lado B.

Grada kilomba. "Illusions",  Performance. 32 bienal de San Pablo, 2016.
Grada kilomba. «Illusions», «Es una extraña geografía,ésta en la que vivo». Performance. 32 bienal de San Pablo, 2016

 

LA ESCRITURA EN EL ALTAR

“El Proyecto deseo” es una instalación de video en un espacio oscuro. Está dispuesto dentro de “Incerteza viva, la propuesta de la 32 Bienal de San Pablo. Grada Kilomba, una portuguesa negra de ascendencia africana que vive en Alemania, es la responsable de esta apuesta en tres actos, en tres pantallas y en tres bancos que pueden leerse alternadamente o uno a uno, de principio a fin. El texto se presenta en la lengua de los esclavizadores: inglés y portugués. La única imagen visual es la palabra escrita: blanco sobre negro y un fondo de voces y tambores

Leído de uno u otro modo, el texto no pierde sentido. La antesala a estos tres actos es un pequeño altar dedicado a la esclava Anastasia. Una vez más, aquí, como en todas sus producciones,  la artista intenta descolonizar el pensamiento y producir saber desde su hacer artístico. En el altar dedicado a Anastasia hay un collar, una mesa con un cuenco, café y un pequeño relato: “En la sala de estar de la casa de mi abuela, había una imagen de la esclava Anastasia encima del sofá, del lado izquierdo de la pared. Cada viernes le prendíamos una vela, le poníamos una flor blanca, un vaso de agua limpia y un tazón de café sin azúcar. Mi abuela solía contarme cómo la “Escrava Anastácia” fue encarcelada dentro de una máscara por decir palabras de emancipación durante la esclavitud.” [2]

Grada kilomba. «El proyecto deseo». Altar dedicado a la esclava Anastasia

 

QUÉ KILOMBA

Su nombre artístico recupera el apellido y el nombre quitados a sus abuelas: Quilomba era el apellido de una de sus abuelas. Grada, el nombre de la otra. Pero, durante la época colonial, los nombres de los africanos trasladados a las plantaciones fueron anulados. Grada Kilomba, su nombre artístico, le permite así recuperar la identidad negada y restituir la memoria de su familia. Quilombo – en kimbundú- significa aldea, agrupamiento. Luego se incorporó al lenguaje coloquial argentino como desorden, agitación. Grada reúne los dos sentidos: agrupar y agitar.

Por otro lado -y para seguir con la lectura de algunas trazas históricas- la máscara es un un instrumento de opresión concreta utilizado por los colonizadores europeos. Conformada por un mordillo dentro de la boca, sujeta entre la lengua y la mandíbula y fijada detrás de la cabeza con dos cintas, la máscara fue empleada por los amos blancos para evitar que los esclavizados[3] comieran caña de azúcar y granos de cacao mientras trabajaban en las plantaciones. Pero su función primaria era evitar que los oprimidos hablaran.

Esclava Anastasia
Dibujo de la esclava Anastasia.

 

Y volvemos al presente. Podemos pensar al proyecto de Grada como un intento de quitar la máscara a través de la restitución de preguntas fundamentales, en las pantallas: ¿quién puede hablar? ¿y quién no? (…) ¿qué es lo que el sujeto blanco tiene que escuchar?

 

ACTO I: MIENTRAS ESCRIBO  

Voces intensas de fondo. Kilomba escribe aun con miedo y contra el miedo. Contra el silenciamiento, contra las voces clausuradas, contra los idiomas suprimidos, contra “los discursos interrumpidos”, contra las construcciones coloniales y la negación del otro. No es que los esclavos no hablen, hablan pero  su relato no es escuchado. Grada reflexiona y se pregunta una y otra vez: (“So, why do I write?”) “Entonces, ¿por qué escribo? Escribo, casi, como una obligación para encontrarme [porque] mientras escribo, no soy el “otro”/ sino el yo, no el objeto sino el sujeto (…) Me convierto en el autor y la autoridad de mi propia historia” [4]

Grada kilomba. "Sometimes I fear wrtiting". Impresión de pantalla del video "Mientras escribo"
Grada kilomba. «Sometimes I fear wrtiting («A veces, temo escribir») Impresión de pantalla del video «Mientras escribo»

 

Acto 2: MIENTRAS HABLO

Con cada palabra, Grada repasa decires y comentarios teñidos con el lenguaje del discurso colonial. La verdad y el conocimiento concebidos por el colonizador blanco como su exclusiva propiedad. Subjetividad y parcialidad como la única opción que “los jefes” dejan al colonizado negro. Ellos tienen hechos, nosotros opiniones. / Ellos tienen conocimiento, nosotros experiencias.» Se trata “de una jerarquía violenta, que define: quién puede hablar y de qué podemos hablar.”

EL hablar y el silenciar laten en la obra a través del espacio sonoro. La voz insiste como una cuchillada entre tambores. Entre tanta demanda al oído, la única imagen, la palabra escrita, ofrece un descanso y desplaza la atención al resto del cuerpo. Nosotros escuchamos. Nosotros somos el otro.

Grada Kilomba. Impresión de pantalla. Video del "Proyecto Deseo"
Grada Kilomba. Impresión de pantalla. «Entonces, ¿por qué escribo?Porque debo hacerlo». Video del «Proyecto Deseo»

 

Acto 3: MIENTRAS CAMINO

Pienso en la construcción del conocimiento. En cómo esta obra interpela y desarma los discursos instituidos del pasado y del presente. Los tambores no me llevan, me traen al comienzo de esta nota, donde los discursos de la familia y la escuela -más sutiles, sin las mismas máscaras- nos aferraron a la certeza y a la seguridad. Tanto insistir con la cantinela, también son ellos una invitación al Lado B. Cuando las determinaciones de la certeza se agrietan, ¿qué queda del lado del ruedo? La voz de lo otro, lo incierto titila como chance. Y uno la puede echar andar, usarla como sendero. Mientras camino, pienso en el lenguaje y sus modalidades. Hablar, escribir, pensar comparten parientes en común, pero también participan de familias exclusivas. En primer lugar, el soporte sobre el cual transcurren estas tres formas del lenguaje no es el mismo. El pensar deambula, busca, hace giros y, finalmente, choca contra el hueso frontal. Ocupa cuartos de un laberinto con caminos estrechos que uno no domina completamente. El pensamiento tiene un tempo fundido con el mismo laberinto. Pero el lenguaje puesto a pensar llega a una instancia en que reclama “salir”: escribir o hablar. Así, el habla nace en el aliento que se toma del afuera, el ruaj (viento y hálito, en hebreo), aire y espíritu. Oscila entre su función comunicativa y su función amorosa (Barthes planea entre nosotros). Busca tender lazos con otros a la vez que hace circular el código y la utilidad del mensaje. Uno ha salido del mundo del pensamiento e inevitablemente cae, en parte, en el mundo del  intercambio. Al igual que en el ámbito de la reflexión, la conversación tiene una provincia donde solo se dice si se evalúan riesgos y se concatenan causas y consecuencias. Digamos, que el pensar y el hablar funcionan con una cierta administración económica, sin derroche, con táctica y estrategia. Así, pensamiento y habla son formas útiles con que organizar el mundo para no morir, para no lastimarnos. Para prever las consecuencias de nuestra conducta, incluso, sin realizarla. Pero el pensamiento implica también la creación de conceptos, murmullos, otras modalidades de lo verbal y poético. Una actividad que requiere cierto esfuerzo e implica a todo el sistema cognitivo. Este modo de pensamiento desafía a la causalidad. Como ciertas volteretas del habla, como el poema cuando toma el territorio de lo escrito. Entre lo incierto y los amarres, vamos. Decimos, escribimos, pensamos. Andamos el camino del lenguaje. A veces encontramos horizonte y, a veces, nos ladeamos hacia la banquina. El abismo siempre está. Montamos el lenguaje contra él. No es fácil. Tremendo quilombo.

https://youtu.be/UKUaOwfmA9w

 

[1] NUNES, Rodrigo. “La medida de la incerteza, la incerteza de la medida.” 32ª bienal de San Pablo, 2016

[2] Kilomba, Grada: “The Desire Project (2015-2016)” (El proyecto deseo)

[3] *esclavizado (enslaved) y no esclavo (slave). “Esclavizado” recuerda el proceso de deshumanización contra los individuos; “esclavo” recuerda el estado de deshumanización como una identidad natural de esos individuos.

[4] Kilomba, Grada: “While I write”. Front he Project. Decolonizing Knowledge. Perfoming Knowledge. “The Desire Project (2015-2016)” (El proyecto deseo)

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