El cuidado del otro: entrevista a Carlos Lousto
Entrevista: Noemí B. Pomi, Lourdes Landeira, Gabriela Stoppelman
Edición: Lourdes Landeira, Gabriela Stoppelman
“No hay palabras, por lo demás, que puedan ser cifra del tigre, esa forma que desde hace siglos habita la imaginación de los hombres. Siempre me atrajo el tigre. Sé que me demoraba, de niño, ante cierta jaula del Zoológico: nada me importaban las otras. Juzgaba a las enciclopedias y a los textos de historia natural por los grabados de los tigres (…). A lo largo del tiempo, ese curioso amor no me abandonó. Sobrevivió a mi paradójica voluntad de ser cazador y a las comunes vicisitudes humanas. Hasta hace poco —la fecha me parece lejana, pero en realidad no lo es— convivió de un modo tranquilo con mis habituales tareas en la Universidad de Lahore. (…) El curso de mi vida ha sido común, en los sueños siempre vi tigres. (Ahora los pueblan otras formas.)”
“Tigres azules”, Jorge Luis Borges
Cuenta un antiguo capítulo de un incompleto libro que la lengua madre nació un instante antes o uno después que el universo. Al principio, la maternidad no le resultó nada fácil. Con el crío dale y dale expandirse, no se resignaba a tener que correrlo eternamente por cada rincón de la infinitud. Así las cosas, la crianza resultó más un asunto de huellas y direcciones que uno de marcas y objetivos. Por su parte, el crío- aunque jamás se privó de las pasiones del espacio y de las volteretas del tiempo que descubría en sí mismo- nunca desatendió los ecos de su madre. A dentelladas, aguzó el oído y rastreó aquel sonido originario, por donde su paso lo llevara. Que el sentido de la lengua materna no resultaba una cifra fácil lo comprendió el Universo desde los primeros segundos de su existencia. Ondas, cicatrices profundas de sonidos, memorias de lejanos choques y encuentros, escrituras encriptadas en acordes sutiles, cadencias de tigre originario en busca de su propio color. La primera vez que soñó, soñó azul. Y pensó que el sueño era un mensaje de la lengua madre, un consejo amoroso para las siguientes vigilias. Pero, al segundo sueño, el azul se volvió tigre. Y, al tercero, fue un tigre tras el color, que no era del todo azul. Resignado en un mareo de interpretaciones, sin la suerte del Faraón que tuvo a su José, el Universo se perdió en una sucesión infinita de cálculos. Mientras tanto, la lengua madre no le perdía el rastro. Resonaba, antes y después, por delante y por detrás de la estela de cifras que el niño ya crecido dejaba a su paso. Así fue como se invirtió la escena y, si al principio fue ella la sembradora de marcas detrás de la criatura, después le tocó a la criatura dejar un reguero indescifrable para su madre. No de otro modo nacieron los primeros círculos: esa obstinación por girar en persecuciones y nuca por dejar ver claramente los contornos de las circunferencias. Un día y en simultáneo, la lengua madre y el joven Universo descubrieron que el movimiento ya era indetenible. Y que el círculo presentaba atajos, túneles por donde la cifra del tigre se fugaba muy azul hacia lugares incalculables. En una de esas, al cifra cayó en las súper computadoras de Carlos Lousto, científico argentino, actualmente radicado en Rochester. Él y su equipo escribieron entonces la historia: dos agujeros negros lejanos chocarían. En la última fracción de segundo de ese choque, las ondas gravitacionales predichas por la teoría general de Einstein podrían ser detectadas. Y así fue. Y se hizo el sonido. Entonces, por un instante, la cifra del tigre se dejó escuchar. Y dejó un reguero de ilusiones y expectativas. Después, como siempre, el tigre volvió a su paso de infinito azul. Y, a cada dentellada, retomó el desafío de las cifras indecibles. Sin embargo, desde ese primer sonido detectado hasta hoy, ya nada ha sido ni será igual. Un quiebre en la precepción, un portal para nuevas alquimias, un anzuelo delicioso en la pesca del saber. Escuchen: ahí suena. Aunque no haya palabras para desandar su cifra, allí late el eco de lengua madre, la canción de cuna que siempre vuelve a arroparnos.
INVISIBLE, EL INSACIABLE
“También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos… Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada.”
La Biblioteca de Babel, Jorge Luis Borges
Conversemos sobre ese modo en que engorda lo invisible en el universo. Vos hablas de agujeros negros que se detectan a millones de años luz, no se ven y tragan todo lo que su campo atrae. Son enormes, cada vez más grandes y, a su vez, invisibles. Nosotros vinculamos eso con la poesía. Tal vez, con cierto misterio.
Esa propiedad de absorber todo y no deja salir nada es una propiedad muy especial de los agujeros negros. Si se quiere, son objetos muy raros en el universo. Por eso los estudiamos con especial interés. Al misterio y a la oscuridad, podemos agregar algo de progreso y de luz. Algunas de las cuestiones en la detección de ondas gravitacionales es que se pueden utilizar para entender mejor el universo. En la gran explosión, en el Bing Bang, el instante inicial es un misterio. Tener acceso, información de las ondas gravitacionales, como ahora comenzamos a tener, nos puede iluminar un poco más sobre ese origen. Depende el contexto donde uno analice las cosas, pueden representar un misterio o no. Todos los misterios, sobre todo los científicos, me interesan por eso estoy en esta profesión. Los científicos somos curiosos y nos interesa averiguar cosas.
Yo hablaba del misterio un poco en relación al modo en que sacude nuestro sentido común. Lo lógico y la experiencia asocian lo invisible con lo muy chiquitito. Sin embargo, parece que- en el otro extremo- en lo muy grande, las cosas también se vuelven invisibles.
Los extremos son un poco las fronteras de nuestro conocimiento. Lo misterioso e invisible está en el borde, pero eso cambia, los bordes cambian constantemente.
Ustedes, los científicos, dicen que tratan todo el tiempo de revelar misterios. Crucemos un poco a tu querido Borges y en seguida estamos en un universo que se multiplica y siempre es infinito. ¿Qué sería de nuestra vida si lograran revelar todos los misterios? ¿Y qué sería de la de ustedes?
Sabemos que eso es imposible. La verdad absoluta, el conocimiento absoluto no se puede alcanzar. Eso es algo que Borges investigó de una forma muy sarcástica, por ejemplo, en “La biblioteca de Babel”. El conocimiento está escondido en una cantidad casi infinita de libros. Creo que él demuestra por el absurdo que la forma de conocimiento tiene que ser a través de la forma inteligente o de creación. Poner la subjetividad para que las cosas tengan sentido, al menos para nosotros.
LA ROSA DE PARACELSO
“Paracelso le había dado la espalda para encender la lámpara. Cuando se dio vuelta advirtió que la mano izquierda sostenía una rosa. La rosa lo inquietó. Se recostó, juntó la punta de los dedos y dijo: – Me crees capaz de elaborar la piedra que trueca todos los elementos en oro y me ofreces oro. No es oro lo que busco, y si el oro te importa, no serás nunca mi discípulo.”
“La rosa de Paracelso”, Jorge Luis Borges
¿Vos crees que el azar no tiene ninguna importancia?
Siempre hay un componente del azar que no controlamos. Aunque el azar, obviamente, es también subjetivo, es relativo. Lo que se consideraba azar en la cultura antigua o medieval hoy en día no lo es.
Yo me refería más a la casualidad, al error, la errancia. Tomemos como ejemplo el caso de Paracelso. Él decía que, cuando alguien te lastimaba con una espada, había que poner ungüento en la espada y no en la herida, porque la espada era la dañina. Eso abrió el camino a muchas curaciones. El ungüento curativo era una tremenda porquería y, entonces, la gente que no lo recibía se salvaba, no se infectaba. De ahí, pensamos en la impronta de la casualidad en lo científico. ¿Qué influencia tienen el error y la casualidad en el estudio científico?
Se da con mucha frecuencia. Es, de alguna manera, la característica de la investigación científica. Uno hace una investigación y no sabe qué va a salir. Aprende a medida que va tratando de encontrar la solución a los problemas. A veces, encuentra la solución a otro problema. Eso es parte de la búsqueda del conocimiento Si supiéramos a priori qué es exactamente lo que se debe hacer, ya tendríamos la cosa resuelta. Todos los métodos son válidos. Prueba y error, casualidad. Quizás estabas haciendo una cuenta, pasó un pajarito por la ventana, te distrajo, erraste al número que tenías y después resultó que era el número incorrecto. La ventaja es que siempre tenemos formas de testear los resultados que obtenemos: experimentos, consistencia lógica, verificación independiente. Es lo que caracteriza al método científico y lo diferencia de otras disciplinas.
Lo que acabas de decir se parece tanto a cuando uno escribe una novela o un poema. El azar o el error meten la cola y aparece algo diferente a lo buscado. Luego, la verificación final muestra que eso funciona en el texto. Es muy semejante.
Borges hablaba de algo de eso, decía que las historias le pedían ser escritas.
A COCOCHITO
“(…) la mano izquierda puesta sobre la mano derecha era como la mano de un niño sobre la mano de un gigante.”
“El otro”, Jorge Luis Borges
Vos decís que la ciencia se monta sobre los hombros de un gigante. ¿Quién es ese gigante y qué tiene de singular? También el arte se monta arriba en un gigante.
Es la comunidad científica, la acumulación de conocimiento. El genio que transforma y sabe todo es un ideal antiguo, del siglo XVIII, XIX. Después se pasó a una objetividad mecánica y hoy en día se lo ve como una combinación de expertos que procesan una cantidad de información sistemática que ha sido acumulada. Para la sociedad, puede funcionar la idea de que existen esos iconos pero, en realidad, es un trabajo acumulativo, todas las grandes evoluciones científicas actuales han sido realizadas por acumulación de trabajos. Siempre alguien da el último paso y queda con el crédito- merecido crédito- pero mucha gente ha contribuido a eso. Dentro de la comunidad científica se lo ve así, como un constante trabajo.
El tema de nuestra revista es el cuidado de los otros. “Los laicos”, que vemos desde afuera a la comunidad científica, imaginamos un mundo muy competitivo, donde cada uno quiere agenciarse la firma del éxito. Sin embargo, hablas de una necesidad indispensable de cuidar al otro. Porque, si no es entre todos, no es.
Es cierto que es muy competitivo. Hay egos muy grandes dentro de la comunidad, pero yo veo la competitividad como parte del motor necesario para hacer estos tremendos esfuerzos intelectuales y de disciplina férrea- una delas herramientas a manejar-. Los avances no se realizan en forma mágica ni por medio de iluminaciones, sino en base a atender a muchas cosas. Se requiere cierta inteligencia para entender y separar lo que sirve de lo que no sirve. Internet, en los 80, nació como una necesidad de la comunidad científica de intercambiar información. Un gran espacio para poner accesibles los artículos científicos y montarnos en los hombros de ese gigante que representan miles y miles de personas investigando para entender el universo.
O sea que se cuidan entre sí por necesidad… Cuando se trabaja en grupo, en general, lo que se hace es potenciar al otro.
Bueno, si no sos un psicópata, generás empatía con el resto de las personas y, obviamente, sí te interesa colaborar. Es parte del proceso de evolución de las especies. Darse cuenta de que, en su momento, para conseguir comida y protegerse, uno era más competitivo cuando estaba en un grupo de personas que cuando estaba solo. Es algo que está en nuestro código genético básico.
A veces, por algunas cuestiones políticas, no se nota el mensaje de la información genética….
Hay distintos grupos de interés obviamente, diferentes tribus.
EL PRIMER ARRORÓ
“Patio que ya no existe. La mojada/Tarde me trae la voz, la voz deseada, /De mi padre que vuelve y que no ha muerto”,
“La lluvia”, Jorge Luis Borges
Antes hablaste del Big Bang y con eso entramos en la zona más poética del asunto. Según tus trabaos, en unos años, estaríamos en condiciones de escuchar lo que para mí, en una imagen, es el berrido del bebé mundo cuando estalló. ¿Vos das por sentado que el Big Bang es el comienzo del universo o es una estrategia para pensar e imaginar cómo pudo ser?
Nunca damos nada por sentado, trabajamos con hipótesis. A veces funcionan y a veces no. El Big Bang ha tenido éxito para explicar muchas cosas y ha sido una buena hipótesis de trabajo para entender y predecir nuevas cosas. Sin embargo, está constantemente desafiado. Una vez que demostraste que algo no funciona, tenés que descartar. Así es el método científico. Constantemente tenés que desafiar tus hipótesis y solamente sobreviven las que superan a todos los desafíos que se te ocurran. Podes utilizar observaciones directas de la naturaleza o consistencia lógica de la teoría que estés estudiando. Nosotros no le creemos a nada, trabajamos con lo mejor que tenemos.
¿Adónde apuntan ahora, con la búsqueda de las ondas gravitacionales del origen del universo?
Desde septiembre del 2015 comenzamos a detectar consistentemente estos agujeros negros de treinta o cuarenta veces la masa del sol, que son producto de la muerte de algunas estrellas y luego se fusionan entre ellos. Estamos entendiendo cuántos de ellos hay en la galaxia y en el universo, cuál es su distribución. Eso nos permite entender nuevas cosas, que hasta ahora eran especulaciones teóricas. Otros experimentos en curso sobre ondas gravitacionales van a ser sensibles a agujeros negros súper masivos, de miles de millones, muchos de millones de veces la masa del sol. Es toda una gama de objetos de los cuales no teníamos ninguna información.
¿Había un lugar en el espacio en el que esperaban encontrar esas ondas gravitacionales? Y, ¿qué son?, ¿huellas sonoras del Big Bang?
En realidad esas ondas gravitacionales originales, las de la explosión inicial, suenan en todo el universo, están en todos lados. Como las microondas de radio que se han detectado en los sesenta, sesenta y cinco. Hay un equivalente de esas microondas de radio en ondas gravitacionales. Son las que se llegarían a observar, no las hemos observado todavía directamente, porque necesitamos detectores más grandes. Pero ahora sabemos que hay en esta expectativa menos de especulación, porque hemos visto las primeras ondas gravitacionales, son otras las que vimos, pero existen, son físicamente una realidad. Por lo tanto, confiamos mucho más en las predicciones de la teoría de la relatividad general para explicar muchos de los fenómenos que observamos o vamos a observar en las próximas décadas.
Vimos que en muchas entrevistas te preguntaron por las implicancias prácticas del descubrimiento. Yo te quiero preguntar por las implicancias filosóficas, políticas, éticas.
El desarrollo de esta increíble máquina de detección va a redundar, sin duda, en derivados tecnológicos. Pero también, hay consecuencias muy importantes en relación a la verificación de la teoría de la relatividad. Eso tiene implicancias del punto de vista de la física teórica, pero también filosófico. Cambió un poco nuestra visión del universo, en cuanto a la relatividad del tiempo y del espacio.
ESPEJITO, ESPEJITO, CUENTA EL SECRETO DEL INFINITO
“Infinitos los veo, elementales /ejecutores de un antiguo pacto, /multiplicar el mundo como el acto /generativo, insomnes y fatales. /Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña; / a veces en la tarde los empaña/el Hálito de un hombre que no ha muerto. / Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro/paredes de la alcoba hay un espejo, /ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo/que arma en el alba un sigiloso teatro.”
Los espejos, Jorge Luis Borges
El tiempo espacializado, como nosotros lo concebimos: el pasado atrás y el futuro adelante, ¿deja de tener sentido en los términos que vos planteas?
Siempre hay una causalidad. La relatividad te dice, en principio, que no podes volver atrás el tiempo. Lo que sí pasa es que para dos observadores en distintas posiciones del espacio o moviéndose a distinta velocidad, el tiempo corre a distinta velocidad. Como ejemplo, está la paradoja de los gemelos: uno se queda en la tierra mientras el otro viaja por 25 años a velocidad de la luz, vuelve, da la vuelta. Después de 50 años se encuentran. Para el que quedó en la tierra pasaron 50 años. Para el otro, mucho menos, quizás apenas unos días, dependiendo de la velocidad de la luz. Eso muestra la relatividad del tiempo y del espacio. Pero, cuando uno quiere volver atrás, se generan muchas paradojas que, prácticamente, invalidan la posibilidad. Podes viajar para adelante a distintas velocidades, pero no para atrás.
Hay una fascinación literaria, filosófica y también científica por el comienzo, por el origen, por la infancia del universo. Más allá de querer saber cómo empezó, ¿por qué crees que se da esa fascinación que llega a ser, a veces, más grande que la inquietud por el futuro?
El tratar de encontrar respuestas al existencialismo, en el sentido de por qué estamos aquí, cuál es nuestra misión, ha fascinado a la humanidad por siglos y milenios. De dónde venimos y hacia dónde vamos. Obviamente que hemos hecho progresos en reducir el problema quizás en términos más básicos, como el modelo de la gran explosión. Pero como siempre digo la búsqueda es constante. La religión intenta dar una respuesta a esa clase de pregunta, también lo hace la filosofía, la literatura. Parece una necesidad muy natural para nosotros, que desde jóvenes nos cuestionamos el por qué las cosas son como son. Uno va reduciendo esto al origen. Incluso, desde la creencia en dios se puede preguntar: si dios creó a este hombre, qué dios creó a ese dios.
De todas maneras hay una figura con la que Borges refleja esto del origen del origen, del origen del origen: el espejo. Los espejos multiplicados. Vos explicaste que el súper detector se maneja con un espejo, con un láser que impacta en un espejo, ¿es así?
Para hacer esa medida de distancias tan grandes, justamente, se refleja el láser en un espejo y se lo deja mover libremente. Cuando pasan las ondas gravitacionales, hacen mover al espejo y es entonces cuando podemos medir esas pequeñísimas oscilaciones en su posición.
Las metáforas como la del espejo, las del infinito, ¿te ayudan a pensar cuando trabajas en tus problemas científicos? A quienes no lo manejamos, nos pasa que el lenguaje matemático se nos aparece como en una dimensión más allá. Imagino que algo así como puede sentirse un chino ante un guaraní. Reformulo la pregunta es, aparte del lenguaje estrictamente matemático, las metáforas, las urgencias del habla habitual, ¿ayudan a pensar esos mismos problemas?
Los modelos son una metáfora de lo que es el universo. Una aproximación, una reducción muy pequeña a algo que nosotros podemos manejar e interpretar. Hay un cuento de Borges que habla de la precisión de la ciencia. Se trata de un país donde la cartografía se hizo la ciencia más poderosa del reino. Los mapas eran muy grandes, los de una ciudad ocupaban una manzana entera; los de la provincia, una ciudad entera. Los cartógrafos, científicos, habían logrado convencer al impero de hacer un mapa con una correspondencia punto a punto. El cuento termina diciendo que el mapa se había perdido y sólo había pedazos de ese mapa en desierto. Trataba de demostrar, con su estilo clásico-, por el absurdo, el sarcasmo- que no tiene sentido hacer modelos perfectos. Siempre hay que reducir. Esa sería la metáfora.
AL INFINITO Y MÁS ALLÁ
“Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, /lámparas y la línea de Durero, /las nueve cifras y el cambiante cero, / debo fingir que existen esas cosas. /Debo fingir que en el pasado fueron /Persépolis y Roma y que una arena/sutil midió la suerte de la almena/que los siglos de hierro deshicieron. / Debo fingir las armas y la pira/de la epopeya y los pesados mares/ que roen de la tierra los pilares. /Debo fingir que hay otros. Es mentira. /Sólo tú eres. Tú, mi desventura/ y mi ventura, inagotable y pura.”
“El enamorado”, Jorge Luis Borges
¿Cómo haces para vivir todo el día en esa lógica de los números y las fórmulas y al mismo tiempo hablar con tanta pasión de los cuentos de Borges? ¿Te satura la lógica de los números en algún momento?
No sé. ¿Alguna vez estuviste localmente enamorada? ¿Te saturaba ese hombre?
Justo ese ejemplo…. Rápidamente no, pero al tiempo…
No estabas totalmente enamorada.
Estaba, pero con fecha de vencimiento. Puedo llevar la pregunta a la pasión literaria. Entiendo la pasión, pero ¿es tan puro y universal el lenguaje físico y matemático?
¿Hablamos de física o estamos todavía con las pasiones del amor?
No, esas son un agujero negro. Pero la saturación del lenguaje también ocurre entre quienes trabajamos con las palabras. Hay cosas que escapan al lenguaje y, al buscar por ese camino, las tapamos y la pifiamos. Por obstinarnos en el lenguaje. Ahí es cuando yo me saturo y me llamo a silencio. Me pregunto si en el ámbito científico pasa algo de esto.
Cada persona es distinta. Yo te puedo contar lo que yo pienso e interpreto. En la pasión hay una parte de irracionalidad. Sí, bueno, te cansas de estar 12 horas en lo mismo. Quizás saltás a otro tema y después volvés. Para mí, es todavía un romance que no ha encontrado la fecha de vencimiento.
Se reedita. Reconozco que la pasión por el lenguaje “es más infinita que otras”. Lo nuestro son imágenes e ideas verbales. Pero nos intrigan todas esas fórmulas que vemos pasar, en las que debe haber un montón de sentidos que no podemos leer.
EINSTEIN LE JODIÓ EL ZÓCALO A “CRÓNICA”
“Soy el que pese a tan ilustres modos/de errar, no ha descifrado el laberinto /singular y plural, arduo y distinto, / del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada/ en la guerra. Soy eco, olvido, nada.”
“Soy”, Jorge Luis Borges.
¿Pensás que hay poca educación en la sensibilidad hacia lo que es una revolución en lo científico? El resultado obtenido, ¿debería servir para algo evidentemente práctico para que nos conmueva más que el cadáver de un extraterrestre congelado en la NASA?
Es claramente un descubrimiento que impacta a la comunidad científica, son resultados esperados por muchísimos años. Me parece correcto plantear cómo esto afecta a la gente común. La respuesta fundamental, la más honesta, pasa por el conocimiento científico y por en qué este conocimiento nos ayuda a progresar como sociedad. Uno nunca sabe las aplicaciones que puede tener en el futuro. En los años 40, los láseres eran algo teórico, no tenían aplicación; hoy están en las lectoras de cd, de películas, en muchas aplicaciones. La verdadera revolución- en verdad, muchísimo más interesante-, hubiera sido no confirmarlas predicciones, haber observado algo diferente a lo esperado. Entonces, nos estaríamos planteando si la teoría de la relatividad funciona o ha fallado. Hasta ahora solo había sido testeada más que superficialmente, en regímenes muy poco veloces, como los planetas en el sistema solar, que se mueven mucho más lento que la velocidad de la luz. Haberla testeado en un régimen como el de los agujeros negros, es intensísimo. Es el máximo en el que podemos testear la teoría y ha funcionado tan bien. Es fantástico, ahora le creemos más a la teoría. Es una revolución para la astronomía, para la astrofísica. Pero para la teoría en sí es una confirmación más que una revolución. Quizás por eso no fue tapa de todos los diarios. Lo contrario hubiera sido tapa de Crónica: “Einstein la pifió”.
De todos modos, que vos nos digas ahí sentado, tomando un café, que vamos a escuchar el sonido del comienzo universo alcanzaría para una tapa de algún diario sensible. Tampoco estaría mal para el periodismo amarillo algo como: “van a escuchar al babé mundo nacer”. Sobre todo, para una sociedad eminentemente visual, imaginar que las huellas que nos va a dar el universo son auditivas, no visuales.
Fue una analogía inicialmente pensada para explicar la diferencia entre lo visual, en el sentido de ondas electromagnéticas- ondas de radio, rayos x, gama infrarrojos, lo que podemos ver con nuestros ojos, detectar con distintos aparatos- y las ondas gravitacionales, que son de una naturaleza distinta. Son otra fuerza. Por eso hicimos la diferencia entre ver y oír. Desarrollamos un nuevo sentido. Vos podes ver, por tu ventana, a un pájaro moviendo el pico. Pero esto no te da la información que tenés cuando escuchas el canto de un pájaro. Cómo podes describirlo si no contás con el sentido auditivo, cómo podrías describirlo mirándolo simplemente. Ese es el sentido de la analogía, ahora nosotros tenemos un sentido nuevo para ver, para entender el universo.
Eso sería suficientemente revolucionario también, porque es un cambio de eje, de posición.
LA ERRANCIA DEL CALCULUS
“El azul de la ilustración me pareció más propio de la heráldica que de la realidad. En un sueño vi tigres de un azul que no había visto nunca y para el cual no hallo la palabra justa. Sé que era casi negro, pero esa circunstancia no basta para imaginar el matiz. Meses después un colega me dijo que en cierta aldea muy distante del Ganges había oído hablar de tigres azules. El dato no dejó de sorprenderme, porque sé que en esta región son raros los tigres. Nuevamente soñé con el tigre azul, que al andar proyectaba su larga sombra sobre el suelo arenoso. Aproveché las vacaciones para emprender el viaje a esa aldea, de cuyo nombre -por razones que luego aclararé- no quiero acordarme.”
“Tigres azules”, Jorge Luis Borges
¿Qué es lo real para un científico?
Pienso, tratando de no decir obviedades.
Mientras vos pensás, yo reviso mis anotaciones. En un momento de tu carrera vos te ocupaste de la teoría de las súper cuerdas, según la cual cada partícula tiene dimensiones que son visibles y otras dimensiones que se apretujan y se esconden en el espacio. Vuelvo a decir que hay cosas que se están sustrayendo al lenguaje y forman parte de lo real. Es el canto del pajarito para un sordo. Si esas dimensiones se sustraen de la percepción, pero existen, ¿a qué estamos llamando lo real?
Me hiciste acordar, de nuevo, a cuatro cuentos que Borges escribió al final de su vida, “La memoria de Shakespeare”. Hablan de las limitaciones del lenguaje para expresar todas las posibilidades. Tienen ese cuento hermoso: “Tigres azules”, que es en realidad sobre piedras azules. Piedras, en griego, es “calculus”. Borges relaciona las piedras con la matemática y las cuenta. Meto 7 piedras en una bolsa, saco 3 y debería haber 4. Pero ahí adentro se regeneran. Cuenta situaciones no expresables en términos matemáticos. Habla del estudio, del conocimiento y las limitaciones de nuestro lenguaje para comunicarnos. Bueno, todo esto para evitar contestar… Lo real es algo que nosotros ponemos en términos que podamos entender. Tenemos siempre esos modelos, esos esquemas mentales que nos permiten entender, traducir la realidad. En términos absoluto, sabemos que no podemos aprehenderla, pero nos creamos una imagen.
Cuando vos diseñaste el modelo de los agujeros negros que chocan y, en la última fracción de ese choque, era posible que se emitiera una onda gravitacional que podría ser detectada, aun no habiendo sido comprobado, todo eso ya tenía una afección sobre vos. De algún modo, ya era real.
Sí, en el sentido de que era una noción real, que nosotros considerábamos muy precisa y muy unívocamente determinada por la teoría de la relatividad general. Estaba ahí para ser comprobado o no. Puede haber teorías matemáticas hermosas y consistentes, de las que muy difícil extraer predicciones comprobables hoy en día. No sería la primera vez que una teoría hermosa no representa el universo en el cual vivimos. La belleza matemática es algo deseable, pero no necesariamente es real.
¿Un cuento de Borges es real?
Yo definiría los cuentos de Borges más como inspiración. No sé si la palabra es real. Cada vez que leo uno de sus cuentos, desde los doce, catorce años hasta hoy, lo pienso, lo siento distinto. Te lo permite esa riqueza, ¡hay tanto! Conectar esa inmensa lectura de todos los textos relevantes de los últimos 2000 años… logra conexiones y narra detalles increíbles. Nunca terminas de leer y entender las cosas como él las analizaba. Para mí ha sido inspiración, me ha motivado a pensar cosas filosóficas. Obviamente, lo que entendía cuando lo empecé a leer, lo que creo entender ahora y lo que entenderé mañana será distinto. Los cuentos de Borges te permiten poner toda tu experiencia junto al texto. Hay mucho más que lo que se escribe: la historia, la historia superficial, lo burlado, el absurdo; muchas capas. No he leído nada más, precisamente, porque me apasioné con mi profesión, pero no he encontrado a nadie que escriba como Borges.
HABÍA UNA VEZ
“A QUIEN LEYERE: Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tú el lector de estos ejercicios, y yo su redactor.”
Encabezado de “Fervor de Buenos Aires”, Jorge Luis Borges.
Borges fue un gran lector de sí mismo. Él encontraba sobre qué seguir escribiendo, leyéndose. Cuando veía que los orilleros se peleaban, y varios cuentos eran de orilleros, sacaba la idea del doble. Cuando el doble se le reflejaba y multiplicaba, sacaba la idea del espejo. Y, cuando los espejos se le multiplicaban, se volvían laberintos. En este sentido, ¿podemos pensar que los astrónomos son grandes lectores, que le piden al universo temas para seguir la lectura o la escritura?
Sí, en ese sentido, si se podría decir que sí. Borges utilizaba los espejos, los laberintos, esas regresiones infinitas. Un escritor que escribía literatura, pero introducía temas filosóficos muy interesantes y los planteaba en una historia mínima, sarcástica. Uno leía e identificaba algo enseguida y después se daba cuenta: la cosa tenía una profundidad diferente a la de esa historia básica. En ese sentido, está relacionado con lo que hacemos los científicos y con todas las actividades del ser humano. No es tan importante lo que hacés, sino cómo lo haces. En cualquier profesión, en cualquier trabajo, si sos una persona éticamente correcta, merecés el mayor de los respetos.
La pasión…
Ah, volvemos a la pasión.
Sí, es una palabra que vos usás mucho, no me la enchufes a mí. Eso que tenés colgado ahí, en la pared de tu estudio, ¿son espejos?
Son placas de metal pintadas con colores metalizados.
Parecían espejos.
Es una obra de arte. Esta es mi pequeña oficina.
¡Qué lindo! ¿Parque, campo?
Es en las afueras de la ciudad de Rochester.
Retomando el tema de la pasión, cuando hablas del origen de tu pasión, remitís a la infancia, a ese espectáculo del hombre al llegar a la luna, a los viajes de Lanús a La Plata para estudiar. Algo vincula el origen del mundo con tu volver permanente a la infancia. ¿Hay alguna fantasía, algún sueño que hayas tenido en esos comienzos que ahora sentís que se pueda cumplir, a nivel profesional?
Hay muchas cosas que me retrotraen a Argentina, a la infancia, a cuando empecé a leer, a la pasión por la astronomía y a aquellos sueños. Uno de los hechos de gran impacto fue la llegada del hombre a la luna. Fue algo mayor e impresionante para nuestra generación. En mí, después siguió. Millones de personas vieron la llegada del hombre a la luna, pero no hay millones de astrónomos. Es un catalizador de algo que ya estaba en mí. La curiosidad, el interés, muchos sentimientos juntos. Hay componentes de ego, de interés, hay componentes de pasión. La repito porque es una palabra que me permite referirme a muchas cosas que son difíciles de explicar.
Es una palabra compleja. Etimológicamente, quiere decir sufrir
Sí, bueno. A ver, si volvemos a los enamorados, también ahí hay un componente de sufrimiento, de incerteza. Hay sufrimiento también en el sentido de que cuando te dedicás a algo con pasión, lo hacés tan intensamente que sacrificas muchas opciones de vida. Yo me refería a que necesitás una intensidad, un sacrificio para hacer las cosas que soñas, que sí, tienen un componente de…
Dolor, incomodidad.
Hay también momentos de éxtasis, hay mezclas, pero nunca indiferencia. Esto es lo importante. Esos momentos de altos y bajos, en la pasión, son parte de la vida. Cuando no hay más esa pasión y caes en la indiferencia, ahí te planteas: qué estoy haciendo, cuál es mi vida.
Es el momento de la fuga. La indiferencia hace pareja con la muerte, con no afección. Las pasiones cambian. Algunas permanecen porque hacen matriz con el origen. Me preguntaba si no serán esas las huellas preñadas de silencio, al borde de lo indecible, las que buscamos. Algo que está ahí desde que el universo empezó o desde que inventamos su origen. Y que, como vos decís, está en todo el universo: las huellas del comienzo que pronto tendremos todos la posibilidad de escuchar. Algo que no llegó a la indiferencia, que está allí para ser escuchado. Permanece, como una huella indeleble. Y nos busca.