Los exilios: Sobre la vida de obra en obra.
Por Verónica Pérez Lambrecht
UN HILO DE AGUA INTENSO
El manto de paja brava se extiende hasta donde llega la vista. El horizonte, encerrado por la meseta patagónica, en el extremo sur, zigzaguea relieves y permite que el hielo dibuje un hilo de agua intenso. Y también deja que la atraviese, desde el Paine del cordón andino hasta las sirenas de los mares antárticos. El sol adiabático del invierno es un arcoíris sin colores de noreste a noroeste, y elude el costado de la cadena, que emerge cargadita de hielo. Al sol y a la sombra, con los densos coironales insertos como espinas del suelo, se amalgama la comunidad de guanacos más extensa y algún que otro choique. Los pumas se esconden en las leoneras más altas de la estepa. Seguro, han de vigilar tanto movimiento.
Ahí, en el fin del pueblo argentino, un cúmulo de seres pergeñan una obra. Hoy son represas. Ayer fueron ductos de gas, o crudo, plantas de extracción, o separación de hidrocarburos. Mañana serán centrales térmicas, caminos y puentes. O, tal vez, una nueva represa. Ahí, donde pocos saben que la vida existe, ellos se levantan todas las mañanas bien temprano, y regresan con tiempo para un baño y la cena. Con suerte, disponen de algún espacio para hacer actividades lúdicas. Ahí, con fríos extremos, calores letales, mosquitos insufribles, en la selva, en el medio del desierto, en el valle encantado, en la plataforma, en la Patagonia parca o helada, en el precipicio del continente, a unos cuantos miles de kilómetros de sus familias y amigos, ahí, se viven extraños exilios que nos permiten tener luz, gas, naftas, textiles, caminos, accesos, para estos hostiles tiempos que corren.
“agua blanca espejo
amanecer de rostro duro
surcos chorrean ralentizados
cada paso duele, como el último
pero sigueintervalos glaciares
espejos de tiempo detenido
infinitos instantes
eternas paralelitudes, paso ralentizado
y sigue”MALLINES
FILOSOFÍA PEREX
René lidera al equipo de Higiene y Seguridad en el Trabajo. Es un morochazo jujeño, vive en Salta. “Vive” es una manera de decir, para referir a esa raíz puesta en el terruño que le da sentido a tantas de sus vueltas. En las afueras de Salta tiene una finca con su papá. El viñedo también echa raíces y lo retorna a los aromas monterrico, donde lo habitan su mujer y sus hijos.
Monterrico es una variedad exclusiva de la zona de Salta y Jujuy.
René la comercializa en Salta para turistas y la exporta a Alemania,
a través de un negocio familiar.
“No es una elección de vida en su totalidad, no es ese el concepto, es la necesidad de trabajo en un primer momento. Luego se transforma en una rutina esencial para nuestras vidas: la buena paga, los buenos servicios que brinda la empresa que contrata, desde los excelentes servicios médicos hasta los viajes en avión, alojamiento, hoteles y otros.
La mayoría de los PEREX, así se los llama -personal expatriado-, piensa esto como una filosofía de vida que te permite brindarle a tus seres queridos un pasar económico sin sobresaltos. Hasta lujos les podemos dar, hasta estudio.
También influye mucho la forma de cada individuo. En algunos casos, el espíritu aventurero se te ‘pega’ o lo ‘adoptas’ al conocer lugares que solo ves en los libros o por TV. Eso cada vez te invita a retomar el mismo régimen de PEREX, sumado a la buena paga y los beneficios. El conocer otras culturas, otras formas de ver la vida, otras formas de respeto al ser humano y su manera de ver, en algunos casos, diametralmente opuesta a la nuestra.
Así, logré, en primer lugar, elevar el status de vida de mi familia. Luego, darles una muy buena educación y, por último, moldearles el carácter.”
EL GITANO
Ernesto es un ingeniero procesista, oriundo de La Plata. Su recorrido por la Patria Grande lo llevó, hace unos años, a establecerse en Quito, Ecuador. “Establecerse” también es un modo de decir. A Quito fue con su esposa y su hijo más pequeño, dado el tipo de trabajo como líder de su especialidad en ingeniería. No trabaja en plena obra, aunque no deja de asistir selva adentro, para ocuparse de ver cómo van los pozos.
“Más allá del beneficio económico, que siempre es bienvenido y justificado, la obra brinda experiencias y conocimientos que no se obtienen en el escritorio. No lo elegiría de forma permanente, es demasiado de ‘gitano’. Se conoce mucha gente y uno se enriquece de forma personal y profesional.
Tengo la familia algo dispersa. Los hijos grandes y mi señora ya lo consideran parte del trabajo. Al hijo más pequeño le cuesta un poco más y se ve afectado con los viajes o estadías muy prolongadas fuera de la casa. Se dan situaciones complicadas cuando, al estar afuera, sucede algo que nos afecta y no podemos compartir juntos. También ocurre que, cuando uno regresa de descanso, se vive tipo vacaciones felices en la casa: ‘¡volvió papá!’. Regularmente, vuelvo con bolsas del duty free.
No lo admito ni lo pretendo como forma de vida. Lo ideal para mí serían 6 meses en la obra, 6 meses en la oficina de la ciudad.”
EL TOQUE
Abigail estuvo en Cusco, en la margen derecha del río Urubamba, selva peruana, en ampliación y revamping (término ingenieril que implica la actualización o modernización de un proceso) de una planta separadora de gas, como ingeniera procesista. Es de Caballito y su experiencia corta le dio un punto de vista sumamente interesante.
“A veces es una oportunidad de libertad: dejar lo conocido y lanzarse a la aventura. Esa adrenalina, a mi entender, es riesgosamente adictiva y luego te cuesta dejar. Se entablan vínculos más que familiares, al menos en mi caso. Y ser mujer en obra es otro tema: sos la que pone el toque sensitivo y te cuidan como nadie, más, si el grupo es solo de hombres.”
LA COFRADÍA
“Si pudiese, cambiaría este modelo de vida, pero ahora, porque ya obtuve todo para mi familia. Los años pesan. Me perdí tantas cosas, la infancia de mis hijos, los buenos y malos momentos con ellos, no estuve para acompañar sus sufrimientos ante una enfermedad. Me perdí velorios en la familia y de amigos, conocidos. Siento que perdí toda mi vida. No tengo amigos en ‘mi lugar’. Los amigos de mi vida son los de las obras y los de los países en los cuales viví, y qué amigos.
Los Perex somos como una cofradía, al compartir tantos momentos de nuestras vidas juntos -pasamos más tiempo en Obra que en nuestra casa-, somos como familia. Nos conocemos mucho, cada uno sabe la historia de vida del otro, y eso nos ayuda a sobrellevar todos los minutos en Obra. Existe un lema: ‘hay que trabajar todo el día hasta el cansancio’, esto no te permite pensar. Si paras un momento, te vuelves loco. Así, cansado, te acuestas y te duermes profundamente. Si no haces esto, sucede que se desata un drama cuando, a la noche, ingresas al dormitorio y cierras la puerta. Allí te quedas solo. Solo con tus pensamientos, cuando te das cuenta, las lágrimas caen solas y muchas.”
EL PEREGRINO DE LA PATRIA GRANDE
“En los 15 años que llevo en la empresa actual, he tenido la posibilidad de vivir y trabajar en varios países de LATAM y en solo uno del interior de la Argentina.”
Y casi como en hoja de vida ensaya un raudo recorrido:
“Chile 2007/2008 (1 año): trabajaba 15 días en Santiago y me iba fin de semana en mi casa. Tuve la suerte de conocer a mi actual señora, conocer bastante de la ciudad y los alrededores, centros de esquí invernales, balnearios de costa en verano. También conocí a muchos chilenos, con varios de los cuales he desarrollado amistad y continúo en contacto.
Bolivia 2011 (6 meses): régimen 28 x 7, al sur de Santa Cruz de la Sierra, cerca del límite con Argentina, proyecto en planta en funcionamiento. Aprendí bastante y conocí gente excepcional que me enseñó mucho. En Bolivia solo estuve un poco en Santa Cruz de la Sierra, ciudad eminentemente ‘petrolera’, en algunos aspectos, mucho dinero dando vueltas. Y, en el resto, la pobreza endémica de nuestros países, ferias de productos agrícolas, el maldito plástico azul que todo lo inunda -por ejemplo, en techos de los puestos-, y basura alrededor.
Brasil 2012 (casi un año): con lo que me gusta la playa me asignan a Belo Horizonte, ciudad serrana a 500 km de la costa más cercana sin vías directas. Tenía un régimen similar al de Chile. Hice algo de turismo interno y paseos de fin de semana por la ciudad. Los brasileros son un caso aparte en Sudamérica. Mucha onda de diversión, incluso en el trabajo.
Argentina 2012/2013 (4 meses): régimen 22 x 7, desierto de Malargüe al sur de Mendoza. Para dar una descripción acertada, siempre digo que en ese sitio se escondía Bin Laden a practicar tiro al blanco. Solo conocí el aeropuerto de Neuquén.
Perú 2013/2015 (20 meses): régimen 21 x7, emprendimiento minero a 4800 msnm, a 150 km de la ciudad de Lima. Llegué para una función específica y, al poco tiempo, ocupaba una posición mucho más elevada que me sirvió personal y profesionalmente. Esto fue muy distinto a las asignaciones anteriores, desde el clima a la función. El tema climático es de hacer notar, nunca hubo más de 15°C -al mediodía y poniéndose a reparo en el sol-. Pasé allí mi primer navidad blanca, ya que para esa fecha nevó en el proyecto. Tuve que pasar una navidad y, al año siguiente, el año nuevo en la obra. Se hace lo que se puede en esas fechas, se ofrece un menú especial a toda la muchachada que acompaña, se saluda y a descansar. Porque, al otro día, la obra continúa. Como en todas las anteriores y siguientes, aproveché a conocer gente local y expatriada, a conversar con ellos y a aprender de su idiosincrasia y experiencias. De la vida limeña, visité algo de los sitios culturales e incluso un fin de semana que tuvimos oportunidad, nos fuimos entre varios a la playa.
Ecuador 2015 hasta hoy: Quito, régimen de residencia permanente. De las mejores asignaciones, seguramente, porque no es una obra. Y además tuve la posibilidad de traer a mi señora y al hijo más chiquito y de que nos visitaran la familia extendida más cercana, padres, hermana, hijo mayor, cuñados, etc. Conocimos y tenemos muchos amigos locales que nos han ayudado en mil y una cuestiones. Para ser sincero, reniego un poco de la argentinidad que caracteriza a los compatriotas promedio –‘somos los mejores en todo’- y si bien no los evito, procuro insertarme en las sociedades que me tocan y no hacer una ‘patria chica’. El hecho de que mi hijito concurra a la escuela nos ayudó en ese sentido, ya que el espectro social se enriquece más allá de los compañeros de oficina.”
VIAJE AL INTERIOR
“Estar en la selva peruana, alejada de todo, me permitió una conexión conmigo misma que, en el día a día de la vida común, es muy difícil de lograr. Adoré el silencio y el solo ruido nocturno de animales indescifrables de fondo y de la planta, que acompañaba el camino de regreso a mi cuarto. Caminar bajo la lluvia y que nada importase”.
LOS SIN-CUENTA DESTINOS DEL LOBO ESTEPARIO
“Estuve en muchos lugares, para mí, todos de ensueño. Todos, hasta el más humilde. Supe disfrutar cada momento de la obra en el sitio que me tocó, sea acá en nuestro bendito país, como en toda América. Estuve en 50 lugares diferentes del país, y de Ecuador para abajo. Llegué a Arabia y deseché ir a Kazajistán y a África por mi familia. También he recibido ofertas en EEUU.
En mi familia vivo como un extraño. Esta vida laboral me convirtió en un ser raro para ellos, un ermitaño, claro, como siempre estoy solo, no me acostumbro y lo sufro, sus horarios no son los míos.
Tengo 4 hijos, dos de mi primer matrimonio y dos nenas, del segundo. A la tercera, a sus 6 meses, me la llevaron a la frontera con Bolivia, para que pudiera conocerla. A la más pequeña, la conocí a los 8 meses de nacida, cuando bajé de descanso de una obra en Perú. Estaba avanzando y creciendo profesionalmente, y mi familia me apoyó en ese crecimiento. Pero me generaba un ‘big-bang’. Cuando en la casa se producen crisis fuertes, mi señora se siente muy sola, también se siente exiliada. Entonces me sobrevuela el espanto de un segundo divorcio. Pero llego y la veo, es tan fuerte y firme. El exilio… es también del otro lado.
Siempre pienso esto: si mis hijos supieran las cosas impresionantes que hice y lo que la gente opina de mí y acerca de esas cosas. Porque cada vez que hice algo que sobresalía, miraba para atrás y mi familia no estaba para ser testigo de esos aplausos, de esas congratulaciones o de esos premios que recibí, es lo que lamento.”
“Eso soy yo y muchos más. Estuve allí.”
BITÁCORA DE ANÉCDOTAS
“En Bolivia, los operadores debían llamar al personal de seguridad para retirar vacas que ingresaban en la planta de gas. Además, era frecuente encontrarse un lagarto grande entre los caños.
Me cuesta olvidarme del viento Zonda que soplaba 2 o 3 veces por semana en Malargüe. Salir a fumar fuera de la Oficina Técnica se convertía en un drama. Una pared de arena de 40 m de alto atentaba contra toda cuestión social al aire libre. Tampoco había pájaros, de hecho, no hay árboles. Y y lo único que se veía a la distancia era el pico del volcán Malacara, que se encontraba a unos 300 km de distancia del sitio.
La carretera que une Lima con el sitio donde se encuentra hoy en funciones el proyecto minero -Carretera Central o Ruta Nacional 22-, es un camino de montaña de solo dos manos. Transitan entre 5.000 a 10.000 camiones por día, llevan y traen productos entre la selva y Lima. Tengo fotos de 2 camiones, uno en cada mano, enfrentados a nuestra camioneta. La circulación de noche estaba prohibida por la empresa, los pasos ferroviarios a nivel -se pasa por el paso a nivel más alto del mundo, creo recordar 4890 msnm-, no tienen barreras. He visto varios accidentes muy graves y, en alguna oportunidad, regresamos a Lima porque era imposible continuar hasta que no se despejara la ruta.
En Chile y aquí, en Ecuador, los temblores y los sismos son muy habituales. Se aprende a pasar el momento, pero nunca se está seguro de que se vaya a mantener todo en pie. El que afectó a la costa ecuatoriana en 2016 se sintió muy fuerte en el departamento del piso 7 donde vivíamos, fue casi un eterno minuto, los 3 abrazados bajo un marco de puerta y asustados.
Acostumbro a llevar un diario de mis viajes con los que informo a la familia de las actividades y novedades que se presentan. En las obras, se viven cosas que no hay posibilidad de ver en sitios citadinos.”
[stextbox id=’black’]¡Esperamos tu bitácora, Ernesto! [/stextbox]
ÓYEME ABI, LLEVAME EN TU BICICLETA
“En la asignación aprendí a andar en bici. Se trasladaban en bicicleta porque era enorme. Yo caminaba. Aprendí en los pasillos del campamento -donde están los módulos habitacionales-. En la obra, durante el día, no la usaba porque tenía la sensación de irme contra las cosas. El único día en que decidí ir en bici a la oficina, a la vuelta, de noche, me crucé un ratón gigante, ¡casi me caigo! Bajé y seguí caminando.
Convivía con mezcla de intensidades encontradas: vi un arcoíris de noche y también me sobrevolaban los murciélagos cuando regresaba por ese largo camino de las oficinas a la habitación.
LA PARADOJA
Ernesto cierra su relato, mientras piensa en voz alta: “¿Qué se extraña? Se extraña a los amigos, las salidas familiares, las comidas, la casa de uno, los bizcochitos de grasa y las medialunas dulces. Hoy las comunicaciones posibilitan estar al día con muchos, pero como yo soy kinestésico, extraño el contacto más cercano con mis afectos.”
René, agradecido con la oportunidad de contar su historia de vida, dice: “Estas son pocas palabras para vivenciar todo lo maravilloso que fue mi vida laboral y también lo traumático, al estar sin mis hijos.”
En tanto, Abigail lo expresa así: “El placer de volver a reencontrarte con tus sabores y olores originales también está bueno. Y la paradoja de que, cuando estás en tu casa, siempre querés volver a obra y si no lo hacés, lo añorás. Solo una razón muy poderosa puede hacerte salir de esa vida, amor, hijos, familia, terminar el estudio. La sensación no es ni parecida a la de un viaje normal. De algún modo, es difícil explicar, si no lo viviste.”
[stextbox id=’grey’]El jefe de René renunció hace unos días. Suena el teléfono y con esa mezcla que lo contiene, de fortaleza y sensibilidad dice: “En todos mis años de trabajo nunca tuve un jefe que, en tan poco tiempo, me despierte tanto respeto y afecto. Aprendí con él más en estos 3 meses que el resto de mi vida laboral. Esto son los exilios: despedirnos hasta que la vida nos vuelva a poner juntos en el camino, y saber que eso no va a ocurrir sino, con suerte, hasta la otra vida”.[/stextbox]
El cordón del Paine con sus picos nevados, como guardianes tormentosos, aguarda a esos seres, para permitirles su salida de descanso. En subida, el camino de hielo trae el regreso, en esa especie de libertad condicional. A un costado, un intersticio de las cadenas permite asomarse al Lago Argentino, tan cerca, tan lejos.