Ausencias: Entrevista a Graciela Salvo, madre de Rafael Nahuel
Entrevista y edición: Sergio Lucero
El cuerpo, con sus asperezas y los surcos del dolor, es el fin de las metáforas. Sólo caben un par de palabras que descifren la mirada, tres suspiros, esa sonrisa. Ahí está el de ella, tras el cuerpo de él, trayéndolo todo el tiempo del no lugar para que ocupe todos los espacios. Ando por el “alto” de Bariloche, paradoja del mundo al revés: arriba viven los de abajo, el “Nahuel Hue”, uno entre tantos barrios. Tierras tomadas, así lo llaman los dueños de la ley que defiende la propiedad privada. Los mismos que, un par de generaciones atrás, se repartieron las tierras. En criollo: tierras tomadas. Casitas humeantes, chapas y madera, humedad que no levanta hasta el mediodía, helada matinal de otoño que no se despega ni a golpes de mate amargo. Ahí -hacia lo alto, hacia lo alto, para después bajar al corazón de un pozo- está el merendero donde ella va algunas tardes a preparar mate cocido y pan casero a una treintena de niños y niñas que juegan, hacen tareas, comen. Una hora, una charla, una madre, la de Rafael Nahuel.
GRACIELA SALVO, EL NIDO Y LAS CRÍAS
“No hay mayor dolor
que recordar tiempos felices
en los de la miseria”
Dante Alighieri
En verdad yo estoy acá como madre de Rafita. Mi hijo era una persona muy buena. Era un chico trabajador. Tenía amistad con todos, muchos conocidos. Lo último que hacía era carpintería: cositas con madera, percheros, maceteros. A mí me dejó uno. Eso me lo trajeron después, me dijeron “esto lo hizo Rafael” y se lo queremos dejar. Fue muy doloroso. Siempre fue buen compañero y lo están recordando en la carpintería de «Ruka Che”(0). En el “San José obrero”, también hizo herrería. Y la gente que lo ha conocido de los grupos lo quiere y lo extraña, él andaba en todas. Ayudaba en lo que podía. A lo último, se acercó al grupo de Cáritas, siempre viendo dónde ayudar.
¿Cómo está compuesta tu familia?
Ezequiel, de 14; Alejandro, de 26. Mi hijo mayor, Pablo, tiene 29, está casado, tiene su familia. A Pablo lo tuve de soltera. Es el preferido… con él tuve que luchar para salir adelante hasta que, después, conocí a mi marido, Alejandro. Ya van a hacer 29 años que estamos juntos. Es una larga historia cómo nos conocimos. Toda una vida de lucha para ganar lo necesario, y ahora la lucha sigue por lo de Rafita y por los hijos que me quedan. Siempre vivimos en Bariloche. Primero, en el barrio Malvinas. Después, nos vinimos al Nahuel Hue, cuando dieron las tierras. Ahí, en 2005, dije: yo ocupo el terreno y no me muevo más. Y pudimos construir algo. Antes estuvimos de acá para allá sin lugar fijo.
A TRAVÉS DE UN VIDRIO ESMERILADO
Lo que yo no entiendo es cómo se enganchó con esa gente de la comunidad LafkenWinkul (1)
¿Cuándo te enteraste que Rafa acompañaba a la comunidad Lafken?
Me enteré después. Esas cosas no se las dejaban hablar con la familia. Yo me enteré cuando fueron a Parques y, arriba, durante una represión, detuvieron a una señora de la comunidad. Como él era representante de ese grupo, tuvo que ir a reclamar para que la liberen. Eso fue una semana antes. Ahí empecé a hablarle, pero yo noté que mi hijo, de la noche a la mañana, había hecho un cambio. Y, como madre, no lo podía creer.
¿Por qué pensás que empezó a ir a la comunidad?
Después me enteré que el motivo era lo de las tierras. Creo que a él le manejaron la cabeza con que iba a hacer cosas buenas, que capaz iba a tener algo mejor, entonces, se ilusionó. La tía me contó que él buscaba alejarse de la “junta”. Rafita muchas veces se iba a su casa y decía “Ya no quiero más la junta” y se apartaba él mismo. Entonces, lo charlaba conmigo y yo le decía que se quedara acá, que no anduviera por ahí, “No, mami, me voy a quedar en la casa nomás”.
¿En la casa el tema de la identidad y la lucha mapuche nunca se habló?
No, nunca. Es un tema que no entiendo. Si hubiera estado al tanto de algo de lo que hacían, hubiera podido evitar esta desgracia con mi hijo. Yo sigo creyendo que lo manejaron. Él no se vestía como ellos, pero le dieron el “trarilonco” para ponerse en la cabeza (2). A partir de ahí, se transformó.
LA IMAGEN POTENTE EN EL ESPEJO
“No de agua, de miel, será la última
gota de la clepsidra. La veremos
resplandecer y hundirse en la tiniebla,
pero en ella estarán las beatitudes
que al rojo Adán otorgó Alguien o Algo.”
Jorge Luis Borges, “La clepsidra”
¿A quién conocía en la comunidad, como para querer acercarse?
Ahí conocía a la tía -la hermana de su papá-, a los primos y primas. Él andaba mucho con Johana, su prima. Para mí, ellos ya no son nada nuestro, ya no son mi familia. Nunca supe que María andaba en esas cosas de reclamar tierras. Y todo eso terminó en un gran daño: le quitaron la vida a Rafita. Ahora tenemos que seguir toda la vida luchando con el sufrimiento de haberlo perdido.
¿Crees que Rafita sólo fue engañado o que se acercó porque buscaba algo que le interesaba en la comunidad?
En verdad, no lo sé, lo único que me enteré es que querían pelear por esas tierras porque les pertenecen a la comunidad. No entiendo lo de propietarios y de las propiedades. No entiendo cómo es eso de los reclamos de las comunidades. No conozco y nunca me interesó saber. Puede ser que Rafita se haya interesado, nunca lo supe. Me dijeron que tenía que seguir yo la lucha, seguir peleando como mamá por esas tierras. Pero fui dos veces y no soportaba el dolor al sólo llegar ahí, arribita nomás. No soportaba que mi hijo hubiera perdido la vida por unas tierras. Él tenía lo que necesitaba, como papás lo ayudábamos en lo que podíamos. Trabajaba, hacía chulengos, jardinería, en la verdulería descargaba los camiones, ¿por qué fue allá? El miércoles anterior a su muerte, nos juntó a mí, a mi hijo y a mi nuera. Después, se fue hasta el sábado, cuando vinieron a darme la mala noticia (3). Unos días antes, juntó a la familia y pasó el día con Pablo, su hermano mayor, eran muy apegados. Cuando se enteró que estaban reprimiendo, se puso insoportable, muy alterado. Quería ir para allá porque sentía la responsabilidad de estar al frente, de cuidar a la comunidad, lo habían puesto en ese lugar. María no tenía que ponerlo a Rafita, ella tenía a sus hijos y la que tenía que estar al frente era la “Machi”, mi pensar es así. Rafa fue cuando llevaron presas a las mamás con los niños (4). Ahí me dijo que tenía que ir a la comisaría a retirar a los prisioneros. Entonces lo reté, ¿por qué tenés que ir vos? Pero se fue y ya no volvió. El sábado vinieron a decirme que Rafita estaba grave en el hospital, pero era mentira, no se animaban a decirme que ya había muerto. Cuando llegamos al hospital, me caía, no podía estar en pie. Me querían mandar a mi casa, pero hasta que no me dijeran quién fue el que falleció no me quería mover. No pude quedarme, me llevaron y ahí vino mi sobrino y me dijo “Fue Rafita, tía, lo están pasando por las noticias”. Mi presentimiento de madre me decía “Es Rafita”. Me pregunto por qué…, tenía 22 años.
BELLAS ROSAS MOSQUETA CRECIERON AL COSTADO DEL MASCARDI.
“Si nosotros viviéramos
lo que la rosa, con su intensidad,
el profundo perfume de los cuerpos
sería mucho más.
¡Ay, breve vida intensa
de un día de rosales secular
pasaste por la casa
igual, igual, igual
que un meteoro herido, perfumado
de hermosura y verdad.
La huella que has dejado es un abismo
con ruinas de rosal
donde un perfume que no cesa hace
que vayan nuestros cuerpos más allá.”
Miguel Hernández, “Cancionero y romancero de ausencias”
Le gustaba comer milanesas con puré, asado, pastel de papas. Tenía sus mañas, me decía “No me hagas algo así nomás, mami, hacé algo rico”. Le encantaba que yo le hiciera tortas fritas para tomar con los mates, fue lo último que le hice. De chico era calladito, no andaba haciendo macanas, se iba a jugar al fútbol con los compañeros. No era rebelde, más bien sencillo.Rafita era una gran persona y eso me hace sentir orgullosa. Respetuoso y cariñoso conmigo. Tuvimos nuestras cositas cuando se portaba mal, pero no tengo nada que reprocharle. Siempre me respetó y me quería ayudar a mí y al hermanito más chico. Ezequiel lo quería acompañar, pero Rafa lo apartó, no lo dejó nunca ir con él arriba. Le agradezco a él y a mi Dios que me está dando la fuerza para seguir con todo esto.
[button-orange url=»#» target=»_self»]“Pasadas las 16 horas del 25 de noviembre de 2017, el cabo primero de Prefectura Naval Argentina e integrante del grupo Albatros, Francisco Javier Pintos, ingresó junto a otros cinco uniformados al territorio de la comunidad mapuche LafkenWinkulMapu, en Villa Mascardi, a 45 kilómetros de Bariloche. Aproximadamente, a mil metros de la tranquera —ubicada en la ruta 40— los Albatros encontraron a un grupo de integrantes de la comunidad. Dieron la voz de “alto” y, segundos después, comenzaron a tirar. El cabo primero Francisco Javier Pintos fue el que más veces lo hizo: realizó unos 40 disparos con sus armas, una pistola Beretta y un subfusil MP5. Según se pudo reconstruir, una de las balas 9 milímetros del MP5 —identificado con el número de serie B 05-C335508— alcanzó a Rafael Nahuel. El proyectil ingresó por su glúteo izquierdo y le provocó un “shock hipovolémico por lesiones de los órganos y tejidos, que provocaron una hemorragia de aproximadamente 4 litros de sangre, alojada en cavidad torácica y peritoneal”, según el informe de la autopsia firmada por dos médicos forenses. De acuerdo al conteo de las municiones faltantes en los cargadores, el cabo primero Francisco Javier Pintos recargó sus armas en por lo menos cuatro oportunidades” (Santiago Rey, portal “En Estos Días”)[/button-orange]
LA CALESITA DE LAS PREGUNTAS SIN RESPUESTAS
“Región de manos sucias de pinceles sin pelo
de niños boca abajo de cepillos de dientes.
Zona donde la rata se ennoblece
y hay banderas innúmeras y cantan himnos
y alguien te prende, hijo de puta,
una medalla sobre el pecho.
Y te pudres lo mismo.”
Julio Cortázar, “A un general”
Si tuvieras en frente al prefecto Pintos, ¿qué le dirías?
Seguramente, el día de mañana, lo vaya a tener en frente, cuando tengamos el juicio. Al asesino de mi hijo le preguntaría por qué disparó, por qué me lo mató a Rafita. Según dijeron, vinieron a reprimir mapuches y mi hijo estaba integrando la comunidad. ¿Por qué vino y en un minuto le disparó por la espalda y le sacó la vida? A medida que avanza la causa, yo creo que el gobierno es responsable. La ministra Bullrich siempre dice que esto fue todo planeado y que buscaban reprimir a los mapuches. Me voy a preguntar toda la vida por qué tuvo que ser Rafita al que asesinaron. Nosotros nunca le enseñamos a robar o a matar. Era bueno.
¿No te parece valioso que Rafita haya hecho una opción y decidido por él mismo estar ahí?
Es verdad, fue decisión de él mismo. Aceptó él estar con los de la comunidad y yo, como madre, me tengo que resignar que él haya decidido. Pero no me puedo sacar esa angustia. Seguramente, él soñaba con otra vida, con otros proyectos, buscaba otra cosa, aunque yo no lo entienda. Me aparté de pelear por eso, está bien que mi hijo falleció ahí, pero me aparté para cuidarme y cuidar a mis otros hijos. En una de las últimas marchas, fui amenazada de muerte. Se me acercó un señor mayor y me dijo “Pará con las marchas porque vas a terminar como tu hijo”. Dejé de ir a algunas marchas, tenía miedo. Pero, para “Memoria, Verdad y Justicia”, el 24 de marzo, volví, junté fuerzas y salí.
LA RESURRECCIÓN ES UN TECHO PARA OTROS
¿Qué es la “Casita de Rafita”?
Es la casa que nos dieron cuando pasaron los chicos de “Un Techo para mi País”. Cuando mi marido terminó la casa de material en la que vivimos, le dejamos la otra a Rafa para que viviera ahí. Él andaba noviando. Le dije a mi nuera que estaba ilusionada con que me dieran un nieto, pero ella no quiso. En verdad me hubiese gustado que me quedara un nieto. Ahora en la “casita de Rafita” quiero hacer un merendero para que vayan chicos y chicas. Es una idea que tenemos con mi marido. Ojalá podamos construir algo lindo. Rafa, como yo, quería mucho a los chiquitos, los cuidaba. Les había dicho a sus tías que quería hacer un merendero para que la mami trabajara ahí. Muchas veces quería pasar y yo no estaba. Entonces decía, “A la noche te vengo a ver”.
LA MEDIDA DE LA IMPIEDAD
“Si te atreves a sorprender
la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,
seguramente vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.”
Alejandra Pizarnik, “Cuarto solo”
¿Dónde lo ves a Rafa más presente?
Ya no lo vemos llegar. Lo extrañamos. Cuando compartimos la comida, mate y tortas fritas, ya no tenemos a Rafita. En la casa, lo hago presente constantemente, como si estuviera. Mi marido se va a la leña y extraña mucho a su hijo. Dice que no se lo puede sacar de la cabeza. Ahora, cada vez peor, mirá que ya vamos a ir para los dos años y no nos resignamos. A veces siento que donde estoy, mi hijo me está esperando. Él está presente también en las marchas. Para mí siempre está conmigo. A veces me angustia ver que Rafita se transformó en bandera, en murales, en una imagen. En qué se vino a convertir mi hijo ahora. Veíamos noticias de cuando les pasaba a otros, como a Santiago Maldonado, y yo le decía a Nahuel, “vos sabés el dolor de esa madre al perder a su hijo”. Nunca pensé que me iba a pasar a mí. Fuimos a participar del último mural que se hizo en Onelli y Moreno, lo mismo la bandera que me mandaron de Cipolletti con la cara de Rafa ahí, nunca me voy a acostumbrar a verlo así.
La semana anterior cambió la carátula en la causa que investiga el homicidio. Pasó de Rafael de “exceso en legítima defensa” a “homicidio calificado”. Se ordenó encarcelar al autor material, el cabo primero de Prefectura Francisco Javier Pintos. Además, se agregó que “El Ministerio de Seguridad asumió un rol activo en la defensa irrestricta de los funcionarios de las fuerzas de seguridad involucrados en episodios bajo investigación judicial”. ¿Qué pensás?
Mis abogados no me dan muchas expectativas, porque si a Pinto lo van a tener en su casa eso no es justicia. Aunque lo detengan por 8 años, si es en su casa, no está bien, es injusto. Justicia sería “una perpetua” porque él no tuvo piedad al dispararle un tiro por la espalda a mi hijo, no se detuvo. No pensó nada, vino y lo mató, en un instante le sacó la vida, por eso para mí lo justo es que le den perpetua. Ahora no hay justicia como antes, ¿cómo el gobierno va a mandar a reprimir, vienen, le arrebatan la vida a un joven por la espalda y todo sigue igual?
SOMOS MUCHO MÁS QUE DOS
“Porque esperando a solas poco se alcanza
Valen más dos temores que una esperanza
María Elena Walsh, “Canción de caminantes”
¿Cómo es tu relación con la muerte?, ¿en qué crees?
Creo en su presencia, está conmigo, me acompaña. Yo soy cristiana, me críe en un colegio cristiano. Estuve pupila en María Auxiliadora, en Junín de los Andes. Fue lindo, aunque no me acuerdo mucho de la infancia.
Rafita muere en el marco de una represión hacia el pueblo mapuche, ¿por qué pensás que se instaló el odio hacia ellos?
Porque hacen que la gente tenga bronca hacia las comunidades. La gente los ve atropellar la propiedad de las tierras cada vez que reclaman los derechos. Igual, yo no entiendo qué hacen las comunidades, pero la gente se espanta. Entonces, no ven mal que los repriman y los saquen. Instalan el miedo, hacen creer que las comunidades te pueden sacar lo que tenés, que son violentas. Y así la gente piensa que está bien que los corran.
¿Te sentís apoyada y acompañada por grupos y personas?
Al principio nos acompañaban y ayudaban, venían muchos a las marchas. Pero ahora desaparecen. En las últimas marchas hasta el juzgado, no nos acompañaron. Fuimos mi marido, yo y unos pocos. En algunas de las marchas hubo violencia y represión en la puerta del juzgado. Nos acusaron a nosotros, pero nunca bajamos con violencia, no somos así. A mi marido le hicieron una causa cuando se cumplió un año, porque quedó al lado del grupo que tiró piedras y rompió vidrios, después de no ser recibidos por el juez. Era indignante y se cegaron. Yo no quiero violencia.
¿Cómo manejás la ausencia de Rafa?
Trato de no pensar mucho. Si no, aparece el bajón y me desanima. Yo venía bien. Pero, ahora que salió otra vez lo de la causa, me volvió todo. Pienso y me da bronca. Igual, me pongo firme, lo hago por mis otros hijos. La ausencia puede traumarnos. Hubo un tiempo en que había dejado de comer, dormía mucho, no me quería despertar para no ver su ausencia. Me la pasaba llorando encerrada. Ahora me puse más fuerte, no lloro tanto y salgo. Lucho por Rafa y mis hijos. Salgo a ver a mi familia, a trabajar al merendero y le digo a mi marido que haga lo mismo. También dejo de llorar por él, por Rafa, por su presencia, para que vea que soy fuerte para la lucha, por la justicia.
¿Qué palabras dejarías?
Que se haga justicia, la que corresponda para Rafael. Que se limpie la memoria y lo recuerden como él era. Nunca nadie lo señaló ni la acusó por nada, vinieron y lo mataron. Sus amigos van al cementerio, lo extrañan mucho.
Su imagen no va a morir. Su presencia va a seguir viva siempre.
EFECTO CORIOLIS
“Lo que era y ya no
lo que no está ahí
pero omnipresente en su misterio.
Ojos nuevos bien abiertos, escudriñadores
profundos, interpeladores
buscadores de identidad.
Manos obreras tibias y sedientas de futuro
porque su presente ardía.
Bella dentadura de masticar cordero y broncas
entregada a la sonrisa.
Sergio Lucero, “Rafa en su huella”
Coriolis es el efecto por el cual, entre otras cosas, el agua desagota, mientras gira de izquierda a derecha, en el norte, y de derecha a izquierda, en el sur. En una analogía social, las corrientes de pertenencia fuerzan a tanta gente a andar en el camino establecido por los valores de la cultura dominante, que quien se resista a ese movimiento impuesto, quien quiera andar para el otro lado correrá los riesgos pertinentes.
La búsqueda de identidad es un arduo trabajo que, poco a poco, junta retazos de la historia personal, del baúl de la herencia, de las miradas de los otros y del deseo más profundo de ser. Una mujer frente al espejo se mira el rostro surcado por rasgos mapuches, su cuerpo con estatura media de mapuche, los ojos, los labios, el pelo y la dentadura, pero no se reconoce y se pregunta por qué la llaman mapuche. En un sistema que requiere uniformidad de imagen y discurso para caminar más o menos en paz por las calles, conseguir algo parecido a un trabajo, acceder a los beneficios de ser parte del mundo, las identidades se diluyen a fuerza de pertenecer. La supervivencia tiene un costado cínico: pone al borde de la despersonalización y empuja a muchos hombres y mujeres a esconder lo que son para “poder ser”. Bariloche es un muestrario de esa realidad patagónica, con tantos compatriotas que se niegan a buscar y a asumir sus historias ancestrales en medio de otros que gozan, danzan, escriben y visten su ser mapuche: grupos que se reconocen y expresan a partir del arte, el lenguaje o las luchas por la recuperación de las tierras. Pero, acaso, el grito más primitivo y ancestral es por el deseo de vida y el pedido de justicia. Ahí una madre llora a su hijo muerto por el brazo armado del sistema que todo lo devora. Que sea justicia.
(0) Centro cultural, espacio para capacitaciones y talleres.
(1) Comunidad que, pocos días antes del 25 de noviembre de 2017, había ocupado terrenos de Parques Nacionales en Villa Mascardi.
(2) Cintillo usado en la frente del hombre, tradicional de la cosmovisión mapuche, relacionado a la comunicación con antepasados.
(3) Sábado 25 de noviembre de 2017, día de la represión en la zona de Villa Mascardi y asesinato de Rafael.
(4) A las 5.30 de la mañana del jueves 23 de noviembre, por orden del juez federal Gustavo Villanueva, comenzó el desalojo de las tierras. Más de 300 efectivos entre Gendarmería, Prefectura Naval y Policía Federal. En la comunidad eran 30 mapuches en carpas y absolutamente desarmados.